Tras 10 años sin estrenar película, Achero Mañas -El bola (2000)-, presenta Un mundo normal, en la que se adivinan apuntes autobiográficos. La historia está protagonizada por un director que debe acometer la inusual última voluntad de su madre: que tiren su cuerpo al mar. Esto mientras el protagonista lucha por mantener a flote su propia vida, personal y profesional. Su sueño de hacer un musical con su hermano (Pau Durà), frustrado por su incapacidad para sacar adelante el proyecto, y la tentación de pactar con la industria para dirigir una serie de televisión -esos "chicles que se estiran" para entretener- resume el dilema del protagonista de la cinta, Ernesto (Ernesto Alterio), y también el tema central del film: la vida es pactar con una serie de imposiciones sociales, legales, religiosas y morales que pueden anular nuestra individualidad. Ernesto demuestra una actitud rebelde que le hermana con los artistas de Noviembre (2003), jóvenes empeñados en romper moldes. Pero si en aquellos ese idealismo era comprensible por su juventud, aquí el protagonista es un hombre maduro, con responsabilidades como su hija Cloe (Gala Amyach). Mañas atenúa la personalidad quijotesca de su héroe adjudicándole defectos para hacerlo más humano: es irresponsable, bebe demasiado alcohol y es un mujeriego. Es aquí, quizás, donde patina la propuesta, ya que las actitudes de Ernesto pueden parecer un poco desfasadas para los tiempos políticamente correctos que vivimos. O quizás es esta una de las virtudes del film, que su protagonista, a pesar de un par de momentos que rozan el machismo, nos siga pareciendo simpático en sus continuos fracasos vitales. Ernesto es un existencialista que no le encuentra sentido al teatro de la vida -"Si Dios no existe todo esta permitido"- y que va despertando las conciencias de los que le rodean -excepto, quizás, la de su exmujer-. Su comportamiento 'egoísta' le traerá un montón de problemas hasta que decida arriesgarlo todo en una empresa desinteresada: cumplir esa última voluntad de su madre -estupenda Magüi Mira-. Es en el retrato de la familia donde Achero Mañas brilla especialmente, creando situaciones entrañables -la fiesta de cumpleaños de la matriarca-; pero sobre todo brilla en la dirección de actores -recordemos la experiencia de Mañas como intérprete- sacando lo mejor de un reparto solvente.
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