Tras su paso por el festival de Sitges y la Muestra SyFy de Madrid, se puede ver en Movistar + la película japonesa Más allá de los dos minutos infinitos, una pequeña maravilla que demuestra que el ingenio es más importante que el presupuesto. Junta Yamaguchi dirige una historia con un planteamiento tan sencillo como original: el protagonista Kato, dueño de una cafetería, recibe un videomensaje de su yo del futuro. De dos minutos en el futuro. Sin forzar la trama, el argumento juega alegre y ligeramente con este concepto de ciencia ficción, explorando sus posibilidades sin alejarse de los cotidiano. Kato, simplemente, le contará a algunos amigos lo que ocurre y entre todos jugarán a explorar las posibilidades de ese poder recién adquirido, siendo su piso y su cafetería los escenarios principales, y casi únicos, de la trama. Porque el auténtico juego de esta película es cinematográfico, al estar planteada en plano secuencia, lo que obliga a la cámara a registrar lo que pasa siempre en presente, incluso, los mensajes que llegan del futuro y del pasado. Hay un estimulante y virtuoso juego de sincronización entre los personajes y los mensajes que reciben en las pantallas de sí mismos, cada dos minutos, que se van repitiendo en bucles temporales cada vez más enrevesados. La película despliega un humor completamente blanco y sus intenciones y tono se revelan en un diálogo en el que los protagonistas manifiestan lo mucho que les gusta Doraemon, serie que en cada capítulo despliegue ideas de ciencia ficción y fantasía bastante ingeniosas, siempre desde el costumbrismo, un tono que también encontramos en Más allá de los dos minutos infinitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario