ANORA -LOS CUENTOS DE HADAS NO EXISTEN


La Palma de Oro en el Festival de Cannes de Anora (2024) confirma a Sean Baker como un director importante que ha crecido película a película desde la ya lejana Four Letter Words (2004), su ópera prima estrenada hace 20 años. Si aquella era una cinta modesta en la que se daba protagonismo a lo masculino, con personajes inmaduros, obsesionados con el sexo y existencialmente desorientados, el Baker maduro de sus últimos films se ha caracterizado por personajes femeninos poderosos. Su cine expresa una clara preocupación social, una denuncia de la desigualdad como consecuencia del capitalismo salvaje, lo que no impide que tenga un talento inaudito para crear personajes carismáticos aunque reprobables en sus actitudes, que escapan a los juicios morales gracias a la mirada humanista del director estadounidense. En Anora, la protagonista es una bailarina erótica, Ani -una espléndida Mikey Madison- cuyo camino se cruza con el hijo de una familia multimillonaria rusa, Ivan (Mark Eidelstein), con mucho dinero para gastar y ninguna responsabilidad -la imposibilidad de acceder al lujo de los favorecidos es otro tema recurrente en Baker, véase Prince of Broadway (2008)-. La película comienza como una actualización del cuento de La Cenicienta, o, más bien, una puesta al día del clásico del cine romántico, Pretty Woman (1990), abrazando de forma consciente todo lo problemático que hay detrás de la idea de que un hombre adinerado -un príncipe- se enamore de una prostituta, llevando el planteamiento hacia un mayor realismo. Baker juega con la idea de hacernos dudar de si Ani es una mujer empoderada que vende su cuerpo para sobrevivir o una mujer explotada sexualmente por el sistema cuya precariedad obliga a trabajar en el negocio del sexo y que necesita ser rescatada. Pero enseguida la película muta a una comedia gamberra de mafiosos rusos -liderados por un actor habitual en la filmografía de Baker, Karren Karagulian, que está brillante- que se lanzan en una búsqueda por toda la ciudad -en plan Jo, ¡qué noche! (1985)- para luego virar una última vez hacia el drama, en un tramo final en el que Baker revela sus cartas y cierra la película con una fuerza extraordinaria que lleva a la reflexión. El director de la estupenda The Florida Project (2017) siempre ha mantenido un discurso crítico hacia la industria del entretenimiento como responsable de vender un sueño americano que nunca ha existido, con Disney como blanco preferido incluso desde su mencionada primera obra y hasta Anora: por si hacía falta, Baker nos dice que los cuentos de hadas no existen, y que mientras los príncipes azules viven sin reparar en gastos, hay mujeres que necesitan vender su dignidad para sobrevivir. Una de las mejores películas del año.

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