POST MORTEM -FOTOGRAFIANDO A LOS MUERTOS


Post Mortem es una película húngara llena de ideas interesantes. La más sugestiva es la de situarnos en una época en la que el número de muertos supera al de los vivos: en 1918, en Hungría, tras la guerra y la peste. El protagonista, Tomás (Viktor Klem) es un soldado que, tras volver prácticamente de la muerte, se dedica a hacer fotografías de los muertos, hasta que en su camino se cruza una niña, Anna (Fruzsina Hais), a la que cree haber visto en una visión. Tomás acompaña entonces a la niña a su pueblo, donde los cadáveres se amontonan. Dirigida por Péter Bergendy, la película naufraga en su desarrollo, en el que Tomás y Anna se convierten en una suerte de cazafantasmas, que, por alguna motivación no demasiado clara, buscan pruebas de la existencia de espectros en el pueblo. Estos se aparecen como sombras en las fotos de Tomás, pero también influyen directamente en los vivos de forma física. A pesar de estas ideas interesantes, la película se desarrolla de una forma caótica, y no hay tensión en las apariciones de los fantasmas. A pesar de una fotografía y ambientación estupendas, Post Mortem no parece proponer nada tras su planteamiento sobrenatural. Un argumento tedioso que desemboca en un clímax, eso sí, enloquecido de gente levitando o siendo arrastrada por fuerzas fantasmales, todo con unos efectos especiales sencillos pero convincentes. A pesar de esto, lamento decir que no me ha conquistado.

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