MAXXINE -UN MUNDO OCULTO


 El director Ti West completa su trilogía consagrada a la actriz Mia Goth con Maxxxine (2024), sobre la que se puede usar, sin rubor, la manida frase de ‘una carta de amor al cine’. Tras X (2022) y Pearl (2022), West se reitera en el análisis fetichista de la imagen cinematográfica en todas su vertientes. Aquí, una vez más, la protagonista es una chica que sueña con ser una actriz famosa y está dispuesta a todo para conseguirlo, incluso con obsesión psicópata. Actriz pornográfica, a Maxine le surge la oportunidad de hacer una película de verdad, una cinta de terror de bajo presupuesto. Pero un misterioso sujeto -disfrazado a la manera de un asesino del giallo italiano- ayudado por un detective más bien cafre (Kevin Bacon) la acosa chantajeándola con sus pecados del pasado. Lo cierto es que la trama, enrevesada y poco consistente, no importa demasiado. Maxxxine es una película realizada por un amante del cine para espectadores fascinados por el cine: nos muestra lo que ocurre detrás de las cámaras, desde el casting al estreno, pasando por la claustrofóbica forma en la que se hace el molde de una actriz con látex. En la película, una directora de cine (Elizabeth Debicki) expresa lo que podría ser el resumen de la carrera de West: busca demostrar con una cinta de género -y de bajo presupuesto- que tiene una voz y una personalidad propia como artista. Con esta declaraciones de intenciones, hay que decir que la película es un caramelo visual, fotografiada con brillo y neones ochentenos por Eliot Rockett -colaborador habitual de West-. Maxxxine acumula ideas y referencias cinéfilas y cinéfagas: el slasher como subgénero en general, pero también la sordidez del cine pornográfico -he pensado en Hardcore: un mundo oculto (1979) y el propio director reconoce como referencia Angel (1984)-; además de leyendas del Hollywood oculto como las actitudes mafiosas de productores y agentes, como al que da vida un divertido Giancarlo Esposito. Maxxxine es una película de cintas de VHS manchadas de sangre en un videoclub; de rayas de cocaína y sórdidas fiestas clandestinas de las que no vuelven las chicas; de asesinos en serie y cultos satánicos. West acumula leyendas y titulares sensacionalistas sobre el Hollywood babilónico, mientras su actriz principal es capaz de una interpretación impresionante que busca hacer justicia a los trágicos destinos de las actrices que han pagado muy caro el sueño de ser inmortalizadas en una pantalla. Y West coloca en el origen de todo esa piedra fundacional del cine moderno que es Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock, ese primer ejercicio cinematográfico destinado a un público joven, que se valía del sexo y la muerte para llenar las salas.

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