VOLVERÉIS -LA REPETICIÓN


En Volveréis (2024), Jonás Trueba cita nada menos que a Kierkegaard para introducir el concepto de la repetición, que el director considera capital en su cine -y en la vida-. No en balde, en su obra encontramos la repetición de temas: el amor, el sexo, la ruptura y en resumen, la pareja, entendida también como esos que se han comprado una casa en las afueras y se meten en una hipoteca; la repetición de rostros: los de Itsaso Arana y Vito Sanz, más que actores, participantes de la obra, coautores del guión; la repetición de lugares, siempre los mismos escenarios del Madrid de los últimos 10 o 15 años; la repetición incluso de momentos, como esa misteriosa escena en la que una pareja que se separa discute por un cochecito de juguete, que vimos ya en Todas las canciones hablan de mí (2010), y que encuentra aquí su remake; o la repetición de preocupaciones triviales, como que los personajes discutan sobre una comedia como 10 (1979) de Blake Edwards, cuando ya lo habían hecho otros en La Reconquista (2016). Esas repeticiones, como variaciones de un tema musical en una sinfonía, marcan decididamente -y así lo explicita la propia película- el desarrollo argumental de Volveréis, una película anclada felizmente en su planteamiento: Ale y Alex han decidido separarse -pero están bien- y celebrarlo con una fiesta. Ambos explican esta ocurrencia una y otra vez durante la película, porque lógicamente nadie comprende, de primeras, el singular concepto. Así se lo trasladan los dos a sus amigos, vecinos, compañeros de trabajo y familiares, y eso es la película, una comedia en la que veremos las reacciones de los personajes del entorno a la ruptura de una pareja que parecía perfecta. El atractivo irresistible de la cinta es la complicidad de la pareja protagonista -como de cine clásico- y cómo hacen equipo con el objetivo paradójico de separarse. No hay dramas, ni malos rollos y eso es original y refrescante. Itsaso Arana y Vito Sanz están fantásticos, y el universo que crea Trueba a su alrededor es personal, divertido e interesante. Volveréis es de esas películas en las que te quedarías a vivir. Un mundo en el que los personajes leen, ven películas -y las discuten-, hablan de Bergman y Truffaut, escuchan canciones y parecen felices -aunque beban y fumen mucho, porque la procesión va por dentro-. Trueba se siente libre para experimentar, juega a hacer cine dentro del cine y de paso le rinde un precioso homenaje a su padre: Fernando Trueba está muy divertido, filosófico, y es el típico secundario roba-escenas de las mejores comedias románticas. Jonás Trueba firma en Volveréis su película más redonda, vitalista y divertida, una feel good movie con poso, que no hay que perderse en cines.

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