28 AÑOS DESPUÉS -BREXIT CANÍBAL


El director Danny Boyle y el guionista Alex Garland vuelven a unir fuerzas en 28 años después (2025), una aventura épica zombi ambientada en el mismo mundo de 28 días después (2002), esa película que inventó a los zombis que corren y que provocó la polémica friki más idiota que haya habido nunca sobre si son muertos vivientes o infectados. El resultado de esta nueva colaboración es una película fantástica, un sorprendente coming of age en el que un adolescente, Spike -estupendo Alfie Williams- debe enfrentar los aspectos más duros de la vida en un mundo en el que la isla de Gran Bretaña ha sido separada del resto del planeta y puesta en cuarentena por la infección zombi. Si eso no es una referencia al Brexit, yo no sé qué es. El guión de Garland plantea un mundo de masculinidades tóxicas y comportamientos tribales -recordemos Men (2022)- que rozan el folk horror, en el que Spike debe salir de la seguridad de su pueblo para enfrentarse a los monstruos que habitan ahora Inglaterra. Un ritual de paso que Boyle compara de forma clara, insertando atrevidamente imágenes de archivo, con los colegios privados, el servicio militar, el ejército y cualquier otra institución que tenga como tradición un bautismo traumático para que un chaval pueda sentirse hombre. Un ritual que en la película aparece marcado por el abandono de los símbolos de la infancia -la escalofriante escena de los Teletubbies; los Power Rangers- y que se lleva a cabo como una incursión de Spike y su padre, Jamie (Aaron Taylor Johnson), al territorio de los infectados, lo que el guión de Garland aprovecha para mostrarnos las reglas de este nuevo mundo. Tras este primer acto, Spike tendrá que enfrentarse a un verdadero desafío con la misión de salvar a su madre, Isla (Jodie Comer), lo que le llevará a buscar a un misterioso personaje interpretado por un fantástico Ralph Fiennes. Si el guión de Garland es directo y divertido, la puesta en imágenes de Boyle es fascinante, efectista y atrevida, mezclando imágenes de todo tipo, imprimiendo texturas que van desde el cine italiano de zombies y caníbales -con momentos verdaderamente terroríficos- al cine digital y sus trucos hiperrealistas. Los nuevos infectados recuerdan, más que a zombis, a cavernícolas antropófagos y la película no tiene problemas en poner un pie en lo fantástico con esos enormes trogloditas llamados 'alfa'. Garland llena el argumento de símbolos sobre el nacimiento, el sexo y la muerte, y Boyle se empeña en mantenernos entretenidos con secuencias de mucha tensión y temas musicales pop que son una maravilla. Con momentos sangrientos y escenas salvajes, 28 años después no se corta un pelo en cuanto a violencia y sangre a pesar de su vocación de blockbuster. Con una estructura epsiódica que recuerda a una serie de televisión, Boyle y Garland nos invitan a seguir explorando un escenario apocalíptico insertado en un mundo en el que la historia sigue adelante, como si nada -el personaje de Erik Sundqvist-, en el que puede ser el mensaje más actual y pertinente de la película.

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