BALLERINA -PELEA COMO UNA CHICA


No hay nada en Ballerina (2025) que no hayamos visto ya en Nikita (1990), Alias (2001-2006) o incluso Black Widow (2021), todas ellas versiones en femenino de la saga James Bond. Estamos por tanto, ante una reiteración de argumentos muy conocidos, que encima constituyen un spin of de la saga John Wick. Pero si en la primera entrega de aquella, protagonziada por Keanu Reeves, parte de la gracia era su absurdo detonante -un asesino a sueldo que busca vengarse de la muerte de su perro- aquí el motivo es mucho menos original: un padre que muere. Mil veces visto. La protagonista de Ballerina es Eve Macarro, una estupenda de Ana de Armas, a la que ya vimos en un rol similar, precisamente, en Sin tiempo para morir (2021) de la saga Bond. El arranque de la cinta, dirigida por Len Wiseman -con experiencia en films de acción protagonizados por mujeres-, es por tanto anodino, exasperantemente cronológico, y  nos cuenta el origen de la protagonista, su trauma, y su entrenamiento para convertirse en una eficiente asesina, esto último narrado en una secuencia muy poco inspirada. Es en el primer encargo como asesina de Eve cuando la película levanta el vuelo, con una discoteca como escenario en la que se desencadena una pelea de artes marciales y tiros al estilo del cine de Hong Kong, gran referente de la saga de John Wick. No falta la acción en Ballerina, todo lo contrario, la apuesta es no desperdiciar tiempo en desarrollar a los personajes y sus motivaciones para encadenar una pelea tras otra. Buenas intenciones que naufragan en una película entretenida, pero algo gris, cuyas dos horas de duración no se justifican. Eso a pesar de demostrar ingenio en varios momentos -la secuencia en la que Eve se vale de granadas para reventar a sus enemigos; la pelea en la que un enemigo acaba envuelto en plástico y se convierte en una bolsa llena de sangre; cuando Eve se defiende de su enemigo con unos patines de hielo o, sobre todo, el fantástico duelo de lanzallamas-. Pero a la cinta le falta brillantez o quizás la pausa mínima para que sus hallazgos sean relevantes. El estupendo reparto de actores como Anjelica Huston, Gabriel Byrne, Ian McShane, Lance Reddick, Norman Reedus y el propio Reeves, no es suficiente para insuflar vida en unos personajes que necesitan una caracterización más divertida, especialmente los villanos. Aún así, hay también momentos inspirados que parecen sinceros homenajes al cine: los puñetazos sobre un mando a distancia que hacen zapping en un televisor que pasa de las tortas de los tres chiflados a un momento icónico de Buster Keaton, santo patrón de todos los especialistas; o cuando el paso de un tren separa a Eve de sus perseguidores y se convierte en espectadora de una pelea mientras pasan los vagones, emulando los fotogramas de una película en celuloide que corren dentro del proyector.

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