El cine es movimiento y todo lo demás es teatro filmado. Os pido pasar por alto esta exageración que hago con el solo fin de resaltar el mayor hallazgo de la película Rider (2025), tercer largometraje del director Ignacio Estaregui, en la que la protagonista es una joven subida a una bicicleta. A partir de esta premisa, el director ejecuta un ejercicio de estilo en el que todo gira alrededor de una repartidora, que sostiene toda la película, se mueve constantemente, en un drama que podemos definir como una pieza de cámara al aire libre. Porque el escenario de Rider es, lógicamente, la gran ciudad -la película está rodada en Zaragoza, pero podría representar cualquier metrópolis del siglo XXI-. Un decorado urbano de letreros luminosos y señales de tráfico -la fotografía es de Adrián Barcelona- con el que Estaregui consigue plasmar la soledad de la joven en plena calle, aunque muchas veces esté rodeada de gente. Una mezcla imposible de Ladrón de bicicletas (1948) y Corre, Lola, corre (1998) pasando por Take Out (2004) de Sean Baker, que conjuga el realismo social con la estilización y los giros del cine de género. La protagonista es Fio -estupenda Mariela Martinez Campos, que debe cargar con todo el peso de la cinta, y pedalear constantemente- una repartidora de comida, una de los 30 mil que hay en España en este colectivo de trabajadores precarios, explotados por las nuevas formas del capitalismo salvaje. Fio, además, es inmigrante, como la mayoría de los que se dedican a esto, concretamente, venezolana, una de las nacionalidades más presentes entre estos 'esclavos' modernos. Y los problemas a los que se enfrenta Fio en España son los de muchos migrantes: tiene que trabajar sin descanso, intenta estudiar para mejorar su situación, y, encima, debe enviar dinero a casa. Todo por un -supuesto- futuro mejor. Lo mejor de Rider es cómo nos cuenta toda la realidad de la protagonista -y por extensión una problemática social muy actual- sin abandonar nunca el sillín de la bicicleta, sobre la que pedalea incansable hasta experimentar un descenso a los infiernos que le cambiará la vida. Sumemos otro referente, el de la interesante Locke (2013) por cómo la heroína se comunica con otros personajes a través de su teléfono. Y además, de forma admirable, Estaregui consigue crear un personaje al que llegamos a conocer perfectamente, aunque no lleguemos a verla físicamente, como es el de la mejor amiga de Fio, Bernie (Victoria Santos). El guión también es capaz de crear situaciones de máxima tensión solo con el uso de la voz en off. Todo esto mientras Fio no deja de moverse a través de la ciudad, marcando un trayecto físico y visual, pero también emocional y personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario