UNA CASA LLENA DE DINAMITA -EL DÍA ANTES


Seguramente tu trabajo ya no parecerá tan estresante tras ver Una casa llena de dinamita (2025). La directora Kathryn Bigelow convierte 20 minutos de amenaza en una película de casi dos horas que no da tregua al espectador. El planteamiento es potente: un misil nuclear de origen desconocido podría caer en suelo de Estados Unidos. El guión lo firma Noah Oppenheim, experimentado productor de programas periódisticos y premiado guionista de ficción, cuya principal virtud aquí es imprimir veracidad a las acciones de los personajes valiéndose de una descripción pormenorizada de los procedimientos y protocolos que intervienen ante una crisis con potencial apocalíptico. La premisa es sencilla y aterradora, el fin del mundo puede llegar en cualquier momento y pillarnos en nuestro rutinario día a día. La historia arranca mostrándonos a una serie de personajes que desempeñan diferentes labores políticas, de defensa y seguridad nacional dentro del Gobierno de Estados Unidos, interpretados por actores más que solventes: Rebecca Ferguson, Anthony Ramos, Jared Harris, Jason Clarke, Tracy Letts, Idris Elba y varios más. A los personajes los vemos primero en sus ambientes cotidianos, con sus seres queridos y enfrentados a los problemas de todo el mundo, en breves pinceladas de caracterización, justo antes de llegar a sus puestos de trabajo, en los que los vemos desempeñarse de manera casi aburrida, como si nunca fuese a pasar nada. Hasta que algo ocurre. Bigelow realiza entonces un magnífico ejercicio de tensión que estira esos 20 minutos en los que se supone que el misil hará impacto, hasta la desesperación del espectador. Estamos ante una película de guión, en la que escuchamos constantemente siglas que nos son desconocidas y terminología técnica y militar ininteligible, pero, aún así, el relato engancha y mantiene el interés de manera ejemplar. Bigelow consigue mantener el pulso gracias a contar el mismo relato varias veces, desde diferentes puntos de vista, aportando nueva información cada vez más aterradora. El mensaje principal es, claro, el pánico nuclear, el peligro siempre presente de que todo el planeta vuele por los aires sin que nadie sepa exactamente por qué. Pero hay además una estupenda reflexión sobre el estrés laboral y la eficacia profesional. Todos los personajes que vemos son profesionales consumados que saben hacer bien su trabajo, pero también son seres humanos con dudas, inseguridades y miedos como los de todo el mundo. No hay aquí héroes ni individualismos capaces de salvar el mundo. Ni siquiera a los Estados Unidos.

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