DOCTOR WHO: PRISIONEROS DEL TIEMPO



La versión en cómic de "Doctor Who" que publica la editorial IDW se suma al 50 aniversario del personaje con una serie limitada de 12 números. Cada uno de los 11 doctores protagoniza individualmente los primeros 11 números de la serie. El número 12, era de cajón, los reúne a todos. 

Las historias son tremendamente sencillas, y de idéntica estructura. Primero se nos cuenta una aventura autoconclusiva del Doctor de turno, y luego, en las últimas páginas del cómic, un misterioso villano aparece para raptar a los acompañantes del Doctor. Ese misterioso antagonista irá desvelándose poco a poco en la trama general de la serie que culmina en el último número. 

Si cada entrega está protagonizada por un doctor de una época distinta, parecía lógico que cada episodio estuviera a cargo de un artista diferente. Pero el dibujo es, en los mejores números, "cumplidor", y apresurado en los peores. Lo más bonito, las 12 portadas de Francesco Francavilla que, unidas, conforman una TARDIS fantasmal.


-CUIDADO SPOILERS-

La historia de la serie, siendo muy esquemática, parte de una buena idea: el villano es el único acompañante del Doctor que le ha "salido rana" y que por eso decide vengarse raptando a todos los demás compañeros de aventuras del gallifreyano. "Prisioneros del Tiempo" podría haber aprovechado para profundizar en esos apuntes crepusculares que sí han tenido las series de David Tennant y Matt Smith. Porque aunque el Doctor haya sido interpretado por 11 actores diferentes, siempre se trata del mismo personaje, que ha visto durante años cómo sus acompañantes aparecen y desaparecen mientras él envejece en la más absoluta soledad.

MOON KNIGHT



Su nombre es un juego de palabras: "Moon Knight"; pero me gusta más su traducción al español: "El Caballero Luna". Es una copia "Marvel" de Batman: un millonario, sin poderes, que utiliza artilugios con forma de luna para combatir el crimen. Pero, a Marc Spector, desdoblarse en varias identidades acaba por trastornarle. Cuestionado por sus métodos, prefiere trabajar solo y nunca se ha llevado demasiado bien con otros justicieros. En su penúltima serie consigue por fin integrarse entre los héroes más conocidos: Spiderman, el Capitán América y Lobezno parecen convertirse en sus amigos… Pero sólo existen en su cabeza.

BLUE JASMINE (WOODY ALLEN, 2013)



-AVISO, SPOILERS-

Si el tema de "Blue Jasmine" es el engaño, la propia película juega al despiste. Primero, se trata de una tragedia disfrazada de comedia. Segundo, el protagonismo de Cate Blanchet nos pone inconscientemente de parte de su personaje. Otro engaño: Jasmine es realmente la "mala de la función".

Woody Allen presenta a sus personajes sabiendo quién es el público habitual de sus películas. Enfrenta el "buen gusto" de las clases acomodadas, al punto "hortera" de la clase obrera ¿Del lado de quién nos ponemos? Aparentemente, el director no toma partido, y se ríe de unos y otros. Pero pronto descubrimos que, para él, el nivel de "bullshit" se corresponde con el de la cuenta bancaria.

En la clase "alta", todos fingen. Los negocios del exitoso marido de Jasmine (un trasunto de Bernie Madoff interpretado por Alec Baldwin) son chanchullos. La misma Jasmine se hace la ignorante, la víctima (en España esto nos suena) cuando sabe perfectamente que su marido no es trigo limpio. Y el matrimonio de ambos es una farsa en la que amigos y conocidos hacen la vista gorda a las infidelidades de él. 

Por contra, los personajes de la "clase obrera" no viven de las apariencias. No se lo pueden permitir. Allen los muestra nobles, pero ridículos. Chili (Bobby Cannavale) es un payaso, algo machista, que monta numeritos vergonzosos, y hasta violentos, por desamor. No tiene el pudor, ni la capacidad de esconder sus sentimientos. No sabe fingir, y su actitud nos resulta socialmente incómoda. Chili llora y se enfada por amor a Ginger, pero ¿por qué nos reímos de él? ¿por qué sentimos vergüenza ajena al verle expresar sus sentimientos? Y mientras Chili hace el ridículo, Jasmine mantiene a raya cualquier emoción gracias a la surtida farmacia que lleva en el bolso.

"Blue Jasmine" trata de lo falso. El propio nombre de "Jasmine" es una mentira. Ginger no es realmente su hermana: ambas son adoptadas. Jasmine tenía una vida tan exitosa como falsa con un marido de pega, y un hijo que vivía de la reputación de su padre. Y cuando todo eso se derrumba, Jasmine intenta empezar de cero. Pero vuelve a fracasar porque ya no es capaz de relacionarse de una manera honesta, y eso destruirá su futuro con Dwight (Peter Saasgard). Jasmine mentía a todos, pero principalmente, a sí misma. Por eso acaba siendo incapaz de distinguir lo falso, de lo real.

DOCTOR WHO: LA HISTORIA SIN FIN



No voy a mentir: no entendí al menos un 30% de los aplausos y las risas en la proyección de "The Day of the Doctor" en Madrid. Era un capítulo especial por el 50 aniversario de la serie, la más longeva en la historia de la televisión (récord Guinness y todo). Un capítulo de (auto)homenaje que recogía la historia de la serie desde 1963 y en el que hacían cameos los 13 doctores: puro "fan service". Para el no iniciado sería  como ir a una cena con los amigos de la infancia de tu pareja: vas a pillar los chistes sobre Ana Botella, pero las anécdotas compartidas entre ellos te sonarán a chino: simplemente tú no estabas.

La sala de cine estaba llena de fans entregadísimos y disfrazados. Mi sutil homenaje, llevar unas zapatillas converse pasó bastante desapercibido entre las pelucas, las bufandas y las vistosas pajaritas. Pero ¿es necesario ese fanatismo para disfrutar con Doctor Who? Puede ser. Lo cierto es que pocos se atreven a sumergirse en una serie que se emite desde 1963, con un personaje principal que ni siquiera tiene nombre, y que sobre todo no tiene final... Porque Doctor Who puede durar... eternamente.

Hoy, la mayoría de la gente sigue fielmente varias series a la vez. Series que tienen una duración de entre 6 y 10 temporadas. Ya nadie recuerda que la mayoría de las series (americanas) "de antes" no tenían final ¿Alguien vio el final del "Equipo A"? ¿Alguien esperaba que el Enterprise llegase a su destino? Hace no mucho, odiamos el final de "Lost". Aplaudimos el final de "Breaking Bad". El desenlace de "Dexter" nos dio igual... y esperamos (temerosos) la conclusión de "Mad Men". Actualmente la gente entiende por ficción "de calidad" que, necesariamente, una serie tiene un final que debe ser al mismo tiempo espectacular... y coherente. Tiene que ser "lo esperado" y sorprender. Por eso la gente cuando oye hablar de "Doctor Who", desconfía: ¿Cuánto tiempo voy a invertir en "eso"?



El argumento de la serie no puede ser más sencillo: un extraterrestre "El Doctor", tiene aventuras en el espacio y en el tiempo, se enfrenta a enemigos alienígenas recurrentes, y tiene compañeros humanos para lograr la identificación con el espectador. Obviamente, el actor que interpretó al Doctor en 1963... ha muerto. Desde entonces, 11 actores han interpretado al personaje. El concepto es el mismo que el de James Bond y sus 6 actores en 23 películas (o como Batman: de Adam West a... Ben Affleck). El personaje se mantiene más o menos en su esencia a pesar de los cambios de actor. Clara Oswald diría que el soufflé no es el soufflé... sino la receta del soufflé. James Bond no es Sean Connery, ni Roger Moore, es "Bond, James Bond". Pero, a diferencia del agente 007, en Doctor Who han inventado una excusa argumental para justificar la renovación periódica de los actores que encarnan a su protagonista: la "regeneración". Eso permite que -vía viaje temporal- hasta 5 doctores puedan compartir una aventura al mismo tiempo, cosa impensable en la saga Bond. Sea como sea, al espectador medio parece resultarle difícil entrar en Doctor Who. 50 años de historia pueden intimidar a cualquiera. Pero no hace falta ver "Doctor No" para disfrutar de "Casino Royale", ¿o sí? En cambio, lo contrario, sí que es cierto: saber que el Ashton Martin que saca Daniel Craig en "Skyfall" es el mismo de Sean Connery en "Goldfinger"... Mola.  Igual que reconocer un tribble de la serie clásica de los 60, en "Star Trek: en la Oscuridad"... Mola.  Son detalles que producen un gozo muy especial en el "conocedor" (vale, en el friki) y también una sensación de superioridad ¿por qué no admitirlo? Esto lo puede entender el aficionado (otro friki) al fútbol: cuando Cristiano Ronaldo rompe un récord, lo disfrutará más el forofo que en su momento vio a Raúl establecer el récord anterior. Pero el que no sabe quién es Raúl, aplaudirá los goles de Ronaldo con el fervor de ver ganar a su equipo. En una serie como Doctor Who hay referencias a la serie clásica que pocos entienden... y tampoco pasa nada.


El equivalente a una ficción que no acaba como Doctor Who... son los cómics de superhéroes. Nadie espera el final de Spiderman (aunque haya muerto y resucitado varias veces). El hombre araña fue creado en 1962. Es uno de los pocos personajes de ficción que ha ido creciendo con sus lectores: en sus primeras aventuras tenía 15 años y estudiaba en el instituto, pero luego le hemos acompañado a la Universidad, nos enamoramos de sus primeras novias... y al final acabó casándose y hasta "divorciándose" (gracias a Joe Quesada) como la mayoría de nosotros. Spiderman nos acompaña desde hace décadas... y seguirá trepando-muros mucho después de nuestras muertes (crucemos los dedos). Pero  la cosa se complica, porque, además... en un tebeo de Spiderman pueden aparecer los 4 Fantásticos (que existen desde 1961) o Hulk, o Iron Man, o el Capitán America. Todos esos personajes comparten un mismo universo de ficción que se llama Marvel Cómics. Interactúan constantemente, se intercambian antagonistas, compañeros y hasta novias. En un cómic de Spiderman, en 2013, se puede hacer referencia a una historia de 1965. No hace falta haber leído todo lo que ha publicado Marvel para entender cada historia. Es que es imposible haber leído todos esos cómics (y carísimo). Pero de vez en cuando, aparece un guiño a una historia de los 80, algo que leíste cuando tenías 10 años, y recordar aquello en 2013, con 40 tacos... es difícil de describir. No nos engañemos: la jugada es meramente comercial. Marvel Cómics quiere que compres las más de 20 series mensuales que publica y por eso, una vez al año, todas se cruzan, se conectan, en un gran evento que tiene repercusión en todos los personajes de la Casa de las Ideas (de las Secret Wars a Civil War o Invasión Secreta). Es como si... pusieran una bomba en la sede de la CIA en "Homeland", y los médicos de "Anatomía de Grey" atendieran a los heridos; la abogada Alicia Florrick representara a Carrie Mathison en el juicio para pedirle responsabilidades, y Will McAvoy decidiera hacerle una entrevista a Saul Berenson en su informativo ¿No sigue la mayoría de la gente esas series de televisión? ¿Aceptarían esos cruces? Probablemente no.

Como tampoco se suele aceptar el concepto de relato infinito. Por alguna razón, la gente parece preferir que las historias tengan un final y que sea satisfactorio (sea lo que sea eso). Si el último capítulo de "Lost" decepcionó es porque la serie no debía tener un final. Tendría que haber seguido eternamente como un cadáver exquisito (como la definió Devin Faraci en Badass Digest). Lo mismo ocurre con "Alias", con "Fringe"... y a prepararse porque "Homeland" va por el mismo camino de reinventarse cada temporada mientras la audiencia acompañe (y con la condición de cargarse a Dana Brody).

Esto en el fútbol no ocurre. El Barça puede ser campeón de la Liga este año, pero a nadie parece importarle que su triunfo sólo durará unos meses: enseguida llegará una nueva temporada y todo comenzará de cero. En el fondo, siempre es la misma "historia" ¿o no? (encima sólo pueden ganar dos equipos). La eterna discusión sobre si el mejor de todos los tiempos es el Madrid o el Barça no se va a decidir nunca. Siempre habrá una próxima Liga, un nuevo fichaje... Y nadie pone en duda que esto sea así...

Entonces ¿Por qué todas las historias deben tener un final en la ficción? El leit motiv de la séptima temporada de Doctor Who es que al Doctor no le gustan los finales. Y ese debería ser también nuestro lema. Por suerte (para mí) El Doctor nunca morirá. Mutará, se actualizará y se transformará una y otra vez. Es el héroe de las mil máscaras... y es inmortal. Somos nosotros los que tenemos los días contados.

CLOAK & DAGGER




Capa y Puñal. Adolescentes sin futuro que obtuvieron extraños superpoderes al consumir una droga experimental. Capa tiene el poder de la oscuridad: un vacío que puede consumirlo todo… incluso a él mismo. Su única salvación: las dagas de luz de Puñal, que sacian su "hambre". Sin ella estaría perdido.

BATMAN AÑOS 70



El Batman que más me gusta es el de los años 70, el de Dennis O´Neil y Neal Adams. No es el Batman de Adam West, ni el de Frank Miller, ni el de Tim Burton. Se acerca un poco al Batman de las películas de Christopher Nolan, pero sólo en sus momentos más aventureros, más "James Bond" (coinciden además en el antagonista: Ra´s Al Ghul). Es un Batman más detectivesco, menos traumatizado, casi luminoso. Pero esa versión del mito, ese Batman de mi infancia, ya no está de moda.

SHERLOCK & DOCTOR WHO

 

La prueba de que no vivimos en una meritocracia es que puedes decirle a una chica que los tíos detrás de "Sherlock" son los mismos que han hecho las últimas temporadas de "Doctor Who"... y no cuela.

A esa chica, de la que estás enamorado (probablemente también tienes eso en tu contra) le da igual habérselo pasado muy bien viendo "Sherlock". Da igual que se le hayan hecho cortos los seis episodios que se han emitido hasta ahora. Por alguna razón, ella no quiere más de lo que puedan hacer Steven Moffat y Mark Gatiss.

Es igual que le recuerdes a esa chica lo mucho que lloró con el episodio de Irene Adler... Ella te dirá que no quiere saber lo que es un Dalek...


CONTENIDO EXTRA

LA CHICA INVISIBLE



El mayor superpoder de Susan Storm es el de crear escudos invisibles que (casi) nadie puede romper. Su otro talento, hacerse invisible, es una metáfora de su matrimonio con Reed Richards: un científico brillante y humanista, pero racional y severo. Siempre volcado en salvar el mundo, Reed suele descuidar a Sue, que en una de sus primeras aventuras es "cortejada" por Namor, el Príncipe de Atlantis. Orgulloso, violento y atormentado, Namor representa la pasión que Susan no encontrará en su marido. Pero el hombre submarino no tendrá nunca la más mínima oportunidad de conquistarla: es el eterno solitario, desterrado e incomprendido. Su amor está condenado a existir sólo en las fantasías translúcidas de la chica invisible.

El Doctor siempre arranca la última página de los libros

"The Angels Take Manhattan"
Doctor Who - Temporada 7- Capítulo 05
Guión de Steven Moffat



-Cuidado Spoilers-

El Doctor le dice a Amelia Pond que siempre arranca la última página de los libros: no le gustan los finales.

La frase es una declaración de intenciones de Steven Moffat en un episodio que, debo confesar, no quería ver. Era el de la muerte de Amy. Y no estaba preparado para despedirme de ella. En 35 episodios me había enamorado del personaje (algo tienen las pelirrojas) y de su extraña relación con el Doctor. Extraña porque conoció al Doctor siendo una niña, luego formó con él un curioso triángulo amoroso con su marido (Rory Williams), y después de todo eso... acabó convirtiéndose en su suegra (eso sólo puede ocurrir en una serie como esta). En esos 35 episodios se desarrolló una compleja relación entre el Doctor y Amy. Él, un extraterrestre, con cientos de años de vida, está condenado a una soledad y a una incapacidad para conectar con otros... que conozco muy bien. Pero el tercer vértice del triángulo amoroso era igualmente entrañable: Rory ama a Amy mucho más de lo que ella podrá quererle nunca (otra sensación dolorosamente familiar). Por suerte, Steven Moffat también está enamorado de su criatura. La muerte de Amy no es su final. Moffat le otorga un destino abierto, compasivo, y tan poco satisfactorio como el desenlace más odiado de todos: el de "Lost". 

Yo, al menos, lo prefiero así. A mí tampoco me gustan los finales.

PRISIONEROS (DENIS VILLENEUVE, 2013)


-AVISO SPOILERS-
En Prisioneros hay una imagen que se repite constantemente: un coche aparca delante de la fachada de una casa. Una y otra vez se nos muestra la parte exterior de esas viviendas familiares. Poco a poco vamos descubriendo que esas casas, aparentemente normales, ocultan sótanos. Habitaciones bajo el subsuelo que guardan los miedos y las obsesiones de unos personajes que comparten una misma religión: una fe que promete la supervivencia al Apocalipsis. Pero cuando llega el verdadero "fin de su mundo", todos y cada uno de esos "creyentes" se derrumban y se convierten en demonios. Por eso no hay un psicópata inhumano en Prisioneros, sino víctimas que se desmoronan hasta perder su humanidad; hasta convertirse en ruinas como la vieja casa de Keller Dover (Hugh Jackman): él se niega a reformarla porque no ha superado el suicidio -la pérdida de fe- de su padre. Porque en Prisioneros todos han perdido la fe, pero prefieren mantener en pie una fachada de normalidad y armonía. Por eso, si en su superficie estamos ante un whodunit, para descubrir al culpable de los secuestros sólo hay que estar atento a la única persona que deja ver su sótano bien abierto: a la única que confiesa que ya no puede creer en nada.

SILVER SURFER

Poseedor del poder cósmico, es capaz de recorrer el Universo infinito con su tabla, y de atravesar agujeros negros a la velocidad de la luz. Su piel de plata le permite resistir el frío del espacio y el calor atómico de un sol. Ha contemplado  Supernovas con los ojos bien abiertos. Pero renunciaría a todo eso por volver a ver a Shalla-Bal.


PHENOMENA HALLOWEEN 2013


El maratón de “Phenomena” para celebrar Halloween en Madrid no podía parecer más variado a primera vista: 3 películas muy diferentes que en principio poco tienen que ver… ¿o no?

“Noche de Miedo” (1985) está protagonizada por un chaval con padre ausente (estos abundaban en las películas de los 80) que primero se convierte en la versión patosa del James Stewart de “La Ventana Indiscreta” (1954). La pequeña diferencia es que su vecino no es un asesino, sino un vampiro. Y que Charlie Brewster crea que los vampiros existen demuestra que sigue siendo un niño, que se niega a “crecer”, esto es, le da miedo… perder la virginidad. El vampiro (Chris Sarandon) no sólo  personifica los terrores edípicos de Charlie (el maldito intenta ligarse a su madre) sino que encima se le adelanta y desvirga el primero a su novia (a la que clava sus colmillos en el cuello, convirtiéndola en una vampiresa que da tanto miedo como una mujer sexualmente experimentada... para un chico virgen). Para convertirse en un hombre, Charlie tendrá que matar al padre/vampiro y dejar de creer en los monstruos que salen en la tele de su habitación. Porque “Fright Night” intenta modernizar el mito del vampiro (la referencia a Drácula es clara) y lo hace usando los efectos especiales más sofisticados de 1985, unos estupendos maquillajes de látex, un tono prestado de la "Amblin" y sobre todo mucho humor. Porque en el fondo, el director, Tom Holland, no se fía, no se atreve a ir en serio con su vampiro, y llena su película de tantos toques de humor que hoy es casi una comedia pura (el homenaje al "Nosferatu" de 1922 causó la carcajada más ignorante de todas). Y eso que, por si las dudas, Holland, marca diferencias entre su vampiro “realista”, y los chupasangres de la pequeña tele de Charlie Brewster. En la pequeña tele de Charlie aparecen cada noche los “miedos” del pasado: clásicos que recuerdan a la “Hammer” (en 1985 el terror de ese cine ya no se encuentra en pantalla grande), con sus ahora risibles murciélagos de goma que cuelgan de hilos. Películas  dentro de la película protagonizadas por un cazador de vampiros: Peter Vincent, un homenaje a Vincent Price y a Peter Cushing (dos señores que en 1985 ya no asustaban a nadie). Precisamente, el presentador televisivo encarnado por Roddy Mcdowall pierde su trabajo porque ya nadie cree en vampiros: la chavalería sólo quiere psicópatas con machetes. El monstruo ya no representa “al otro”, sino a nosotros mismos.

Y la segunda película de “Phenomena” fue la que inició esa tendencia: el “Halloween” (1978) de John Carpenter. Una película "seria", que se toma en serio, con un discurso sobre el “mal puro” empotrado en los diálogos de Donald Pleaseance. Un clásico que produjo pocos sustos en el público de "Phenomena" 2013, y sí alguna risilla ignorante. Quizás era imposible pedir otra cosa a “Halloween”, después de incontables secuelas, un potente remake (2007), y esa larguísima saga "copycat" que es Viernes 13: la gran mayoría ofrecen más muertes, más sangre, más sexo… y menos calidad. Pero si algunos espectadores de “Phenomena” 2013 intentaron reír con “Halloween”, pocos lo consiguieron. A pesar de apuntes y situaciones que se han quedado inocentes, Carpenter sabía muy bien lo que se hacía. También quiso este director diferenciar su "nuevo" terror, de los miedos del pasado. En las teles que miran algunos personajes de “Halloween” aparecen clásicos de los cincuenta que ya no asustaban en 1978. Primero Carpenter se permite predecir su propio futuro, homenajeando a su maestro Howard Hawks con "The Thing" (1951) -luego él mismo haría un remake de “La Cosa” (1982) superior al original-. Pero, más importante, es que Carpenter deja claro que a finales de los 70, el terror no viene del espacio exterior a apoderarse de nuestros cuerpos. El terror somos nosotros mismos, y por eso, en otra tele vemos “Planeta Prohibido” (1956) ¿Intenta decirnos Carpenter que Michael Myers es un monstruo del id como en la película de Fred M. Wilcox? ¿Reprime Laurie Strode sus instintos? Es una chica solitaria (“soy demasiado inteligente para los chicos”) y también es virgen (como Charlie Brewster) ¿Es casualidad que sea la única que se salva de morir en manos del asesino? Se ha acusado a Carpenter de conservador por esto, pero quizás la lectura debería ser justo la contraria: ¿Puede ser Michael Myers la energía sexual reprimida de Laurie liberada de su subconsciente para vengarse de sus "descerebradas" amigas liberadas?


Seguramente también son vírgenes los protagonistas de la película sorpresa de "Phenomena", ésta claramente una comedia: “El terror llama a su puerta” (1986). Sus protagonistas, Chris y J.C., son un único personaje dividido en dos. El primero busca novia desesperadamente, el segundo es un mero "sidekick" cuyas muletas representan la incapacidad de ambos para adaptarse a la sociedad. El objetivo de los dos es que Chris encuentre el amor, y en un apunte devastador, éste no lo conseguirá hasta que J.C. desaparezca (muera). Porque Chris se apoyaba en J.C. como este último lo hacía en sus propias muletas. “Night of the creeps” nos muestra un universo social (muy realista) en el que los guapos y fuertes ligan… y los  listos no tienen ninguna oportunidad. Pero precisamente por ello, los más aptos sucumbirán a esa metáfora de enfermedad venérea que son las sanguijuelas que transforman a jugadores de fútbol americano y cheerleaders en zombies sin mente que sólo quieren reproducirse infectando a otros. “Night of the Creeps” esconde su bajo presupuesto convirtiéndose en comedia, y acumulando referencias para frikis (muy parecidos a sus protagonistas… y seguramente también vírgenes). Los personajes de la película tienen apellidos de directores del género: Cronnenberg, Landis, Raimi, la Universidad Corman y por supuesto Carpenter). La película parodia terrores del pasado como la ciencia ficción de los cincuenta, o la clásica “Noche de los Muertos Vivientes” (1968). No en balde, la siguiente película de su director, Fred Dekker, reúne a los monstruos de la Universal de los cuarenta (que en 1986 tampoco asustaban a nadie) y los convierte en “The Monster Squad” (1987) en los antagonistas de unos chavales sacados de “Los Goonies” (1985). Nada más lejos de los "monster mashup" clásicos como "House of Frankenstein" (1944) o “House of Drácula” (1945).