AKELARRE -JÓVENES Y BRUJAS


En los últimos años la figura de la bruja -en el cine- se ha convertido en un símbolo del oprimido, dejando de lado la imagen de la terrorífica anciana de los cuentos de hadas o de la imaginería medieval. El director franco-argentino Pablo Agüero se apoya en esta idea en la estupenda Akelarre, nominada a 9 premios Goya, aunque, lamentablemente, el propio Agüero no haya sido considerado como mejor director. Aquí, el auténtico monstruo es un inmenso Alex Brendemühl -que también merecía estar nominado- que interpreta a Rostegui, un cazador de brujas, que, como podemos imaginar, bajo una fachada de moral católica esconde a un tipo mezquino, perverso, sádico y sobre todo, reprimido. Lo interesante de Akelarre no es tanto este cambio de roles entre las supuestas brujas y los inquisidores sedientos de hogueras, sino cómo establece que, en el fondo, ninguno cree realmente en el Diablo, las misas negras o el sabbath. Estamos ante un juego entre el poder y los oprimidos. Los enviados de la Iglesia representan aquí al fascismo en cualquiera de sus formas: una represión irracional, violenta e injusta, que acusa sin razones y que prohíbe que se hable en euskera. Las víctimas de este poder corrupto son un grupo de niñas, libres, naturales, creativas e inteligentes, que desactivan el relato de sus opresores, precisamente, siguiendo su juego perverso, paranoico y fantasioso. Estas pequeñas 'brujas' están fantásticamente interpretadas por jóvenes actrices, encabezadas por Amaia Aberasturi, estupenda y justamente nominada al Goya por su papel. Akelarre evita lo sobrenatural, pero tiene una atmósfera alucinada en varios momentos y sus espléndidas imágenes de la costa del País Vasco o de sus bosques permiten esa conexión primitiva con la naturaleza que relacionamos también con la brujería. Como ya he dicho, la película tiene 9 nominaciones a los Goya, incluyendo música original, dirección de producción, fotografía, dirección artística, diseño de vestuario, maquillaje y peluquería, sonido y efectos especiales. Y merecía incluso más.

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