Matar o no matar. Eliminar a los enemigos o permitir que vivan para robarte la moto. Ejecutar o encerrar en una celda. Sobre estas cuestiones gravita The Walking Dead. Carol (Melissa McBride) parece haber llegado a la conclusión de que el que mata pierde más que la vida que quita. Quizás por eso ha abrazado la fe y el tabaco, al mismo tiempo, uno en cada mano. Estamos ante un -buen- episodio de relleno en el que Denise (Merrit Wever), Daryl (Norman Reedus) y Rosita (Christian Serratos) buscan medicinas; mientras Abraham (Michael Cudlitz) y Eugene (Josh McDermitt) buscan la forma de fabricar municiones -mola el zombie con cabeza de plomo-. Se trata de un episodio en el que -aparentemente- Denise y Eugene, como personajes "cobardes" -es decir, civilizados- intentan evolucionar para sobrevivir. Al menos eso parecía hasta que una flecha atraviesa el ojo de Denise. Sorpresa. Todo cambia. El asesino de Denise es ese -Dwight (Austin Amelio)- que Daryl dejó escapar -en Always Accountable- y luego le robó su moto (y su ballesta). Tras el enfrentamiento, de regreso en Alexandria, Carol le da finalmente la razón a Daryl: debió acabar con sus enemigos. Ella se da cuenta de que matar es la única forma de sobrevivir y por eso toma la decisión de marcharse. ¿Qué significa la mirada final de Morgan (Lennie James), ese que siempre se ha negado a quitar vidas?
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