Con cada nuevo episodio de esta tercera temporada de Agentes de S.H.I.E.L.D me sorprendo por la gran diferencia de calidad con respecto a sus inicios. Estas últimas entregas tienen la intensidad que otras series solo consiguen en sus finales de temporada, nada que ver con aquellas primeras historias casi carentes de emoción. Y sin embargo, hay que decir que las semillas de lo que ocurre ahora, fueron sembradas durante esos orígenes. Veamos. Pocas veces una ficción televisiva se atreve a matar a un personaje importante en el prólogo. La lógica del cliffhanger dicta que tales sucesos deben ocurrir al final del argumento para enganchar al espectador de cara a la siguiente entrega. Aquí, Phil Coulson (Clark Gregg) disfruta por fin de una cena romántica con Rosalind Price (Constance Zimmer) cuando, por sorpresa, esta muere asesinada por un certero disparo del traidor Grant Ward (Brett Dalton). No estamos ante el recurso fácil de eliminar a un personaje para emocionar al espectador. La muerte de Rosalind -personaje de reciente cuño- tiene consecuencias dramáticas, desencadenando una frenética misión de venganza por parte de Coulson. La secuencia inmediata, en la que este interroga a los miembros del equipo original para psicoanalizar a Ward, buscando su punto débil, es fantástica.
Grant Ward se ha convertido finalmente en el mejor villano del Universo Marvel Cinemático, con permiso de Loki (Tom Hiddleston). Las razones para decir esto es que se trata de un personaje con historia, que ha evolucionado -le hemos conocido primero como héroe- y que mantiene conflictos con cada uno de los protagonistas de la serie. Todos le odian, lo que provoca giros interesantes como que Coulson decida secuestrar al hermano de Ward, un movimiento moralmente más que discutible. De hecho, el propio Ward juega con la idea de que él y Coulson han acabado siendo las dos caras de una misma moneda, algo expresado visualmente cuando ambos personajes, frustrados por un contratiempo en sus planes, arrojan con rabia sus teléfonos. Por si estos conflictos no fueran suficientemente emocionantes, el argumento agrega la eternamente complicada relación de amor entre Fitz (Iain De Caestecker) y Simmons (Elizabeth Henstridge); la evolución hacia el liderazgo de "Mack" (Henry Simmons); y los primeros apuntes de la formación de unos "guerreros secretos" con superpoderes, con Daisy Johnson (Chloe Bennet) a la cabeza. El cliffhanger deja a los personajes en el planeta extraterrestre del monolito. Inmejorable.
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