Los episodios que estamos viendo en esta segunda parte de la sexta temporada de The Walking Dead están basados -de forma bastante fiel- en un arco argumental titulado, en los cómics, No Way Out. Eso podrían ser muy malas noticias para un personaje muy importante en la serie. Mientras tanto, la promesa de "Jesús" (Tom Payne) de encontrar y establecer relación con otro asentamiento humano reincide en el tono optimista y esperanzado de estos últimos episodios, opuesto a la oscuridad de anteriores temporadas. La relación de Rick (Andrew Lincoln) y Michonne (Danai Gurira) apuntan en la misma línea. Una nueva vida es posible. También vemos a Abraham (Michael Cudlitz) feliz tras hacer el amor con Rosita (Christian Serratos). En el mismo sentido, está la subtrama del embarazo de Maggie (Lauren Cohan), aunque el propio Abraham ponga en duda la decisión de Glenn (Steven Yeun): en realidad, el pelirrojo se plantea la posibilidad de tener algo parecido con Rosita.
Un accidente de coche en la carretera es el primer indicio de que no será tan fácil construir un "nuevo mundo". Pero la tensión se disipa con más buenas noticias: Maggie y Glenn encuentran a un tocólogo entre los compañeros de Jesús y Hilltop parece, efectivamente, la tierra prometida. A partir de ahí el conflicto parece centrarse en el intercambio de bienes entre los asentamientos. Nada demasiado divertido. Pero justo después, alguien menciona a Negan y la sangre comienza a brotar. Durante varios episodios ese nombre se ha convertido en sinónimo de amenaza. Y en lo más interesante, claro, del argumento de la serie. Negan es el líder de los Salvadores, extorsionistas especialmente crueles que exigen bienes a los pobladores a cambio de no matarles. Esto genera la oportunidad que nuestros protagonistas necesitaban: pueden ofrecer a Hilltop sus habilidades para la confrontación, o, lo que es lo mismo, para el asesinato. Es verdad que el grupo se ha defendido en varias ocasiones de ataques tanto de los vivos como de los muertos, pero esta es la primera vez que deciden emprender una acción hostil, tomar la iniciativa. Y eso puede acabar mal. El episodio acaba en alto, con toda la esperanza de la que he hablado antes resumida en la foto de la primera ecografía del bebé de Glenn y Maggie.
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