Las podéis contar. Ahora mismo se emiten -en Estados Unidos- seis series de superhéroes simultáneamente. Prácticamente una para cada día de la semana. Son Arrow, The Flash, Legends of Tomorrow, Supergirl, Gotham y Agentes de S.H.I.E.L.D. Pensad además que este año hemos visto Agent Carter y que veremos la nueva entrega de Daredevil y el estreno de Luke Cage. Para el aficionado a los superhéroes que creció viendo repeticiones de la paródica serie de Batman de los años sesenta, al entrañable Lou Ferrigno pintado de verde como El increíble Hulk (1978) y a una despampanante Linda Carter como Wonder Woman (1975), este año de 2016 es la hostia. La edad de oro de los superhéroes en televisión. Es un buen momento para ser un friki.
Vale, hay cantidad. Pero hablemos de calidad. Obviamente, no todas estas ficciones son recomendables. Pero hay que decir también que alguna no debería ser menospreciada. Empezamos por lo peor, Arrow. La serie sobre Flecha Verde es una mala digestión de la trilogía de Batman de Christopher Nolan. Sus tres primeras temporadas son de risa. Por suerte, la actual cuarta entrega es más luminosa, se permite un sano sentido del humor y se aleja de la oscuridad impostada de sus inicios. En todo caso, lo mejor de Arrow es haber servido de rompehielos en televisión para los personajes de DC Comics -la editorial de Superman y Batman-. The Flash nació como un spin-off, pero ha resultado ser una propuesta revolucionaria por volver a la esencia del género. Grant Gustin da vida a un Barry Allen que se parece mucho a Peter Parker (Spiderman), un buenazo al que no puedes evitar querer. La serie tiene aventura, ciencia ficción y mucho humor, pero sin ser irónica. Tiene villanos que dan miedo, pero no es oscura. The Flash es la joya de la corona.
De Arrow y The Flash nace Legends of Tomorrow, que recoge personajes de ambas y los une a regañadientes en un supergrupo que es algo así como unos Doce del patíbulo (1967) viajando en el tiempo. La serie todavía balbucea, pero va por buen camino. Otro cantar es Gotham. La precuela de Batman debería tener material suficiente para ser interesante de por vida, pero creo que en su segunda temporada sigue sin saber qué contar. Y eso que la historia del Pingüino prometía. Por último, en cuanto a los personajes de DC, tenemos a Supergirl, una inocente, feminista y luminosa serie que cuenta las aventuras de la prima de Superman. Supergirl recoge el espíritu del hombre de acero clásico y no el de la oscura película que perpetró Zack Snyder en 2013. Tiene una parte de comedia romántica, otra de ciencia ficción y mucho de tebeo. Para disfrutar sin prejuicios.
Por su parte, Marvel Comics -Spiderman y Los Vengadores- desembarcó en la tele con Agentes de S.H.I.E.L.D, cuyos primeros capítulos fueron sosos y con personajes que eran lo contrario del carisma. Sin embargo, a partir de la segunda temporada la serie dio un salto de calidad tremendo que nos lleva a una tercera tanda que está francamente bien. Peor lo tiene su serie hermana, Agent Carter, cuyo máximo interés es el atractivo de su protagonista, encarnada por Hayley Atwell, la última mujer de mis sueños. Un presupuesto limitadísimo impide que esta ficción esté a la altura de sus pretensiones, que esconden un subtexto feminista que resultaba refrescante. Una pena. Llegamos por último a las series Netflix y estamos ante obras mayores. Los primeros episodios de Daredevil son increíbles, como un Batman Begins (2005) todavía más realista, callejero y violento. Kingpin (Vincent D´Onofrio) es uno de los mejores villanos que hemos visto nunca. Al menos hasta la llegada del Kilgrave (David Tennant) de Jessica Jones, la serie de superhéroes que ha logrado gustar a los que odian a los superhéroes. Una de las mejores de 2015. Como podéis ver, hay para todos los gustos. Los que ya estamos subidos al carro, queremos más. Y vosotros ¿qué estáis esperando?
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