El inicio de la segunda temporada de Daredevil resulta modélico en cuanto a su forma de narrar con imágenes y sonidos. Vemos el perfil de Nueva York, de la Cocina del Infierno, y escuchamos los sonidos propios de un barrio conflictivo. Entonces aparecen los cuernos de Daredevil (Charlie Cox), escuchando con sus supersentidos, eligiendo una de esas historias humanas para intervenir a favor de la justicia. A continuación, un clásico momento superhéroico, el tópico atraco que el héroe debe detener. Aquí, las apariciones de Daredevil, noqueando a los atracadores uno a uno, son fugaces, impidiéndonos ver al justiciero en acción. Recordemos que en la primera temporada no pudimos ver el traje rojo hasta el último episodio. Aquí, se juega además con la idea de que el personaje utiliza su disfraz de demonio para aterrorizar a los criminales. No es casualidad que derrote al último hampón en una iglesia: está utilizando su propia fe en contra de sus enemigos.

En la temporada anterior se utilizaba la narrativa descomprimida, es decir, se contaban muchas cosas, pero dándole importancia a los detalles y a los diálogos, mientras el argumento en sí avanzaba muy poco: tardábamos varios episodios en conocer al villano, Kingpin (Vincent D'Onofrio), y toda la temporada en desvelarse el traje. Pero aquí, el Punisher hace ya su primera aparición -espectacular con una actitud que recuerda a Terminator (James Cameron, 1984)- y no solo eso, tiene su primer enfrentamiento con Daredevi, al que vence. Esto promete.
TEMPORADA ANTERIOR: DAREDEVIL
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