Siempre recordaré mi primera experiencia en una sala de cine: El abismo negro (Gary Nelson, 1979), un exploitation de Star Wars (George Lucas, 1977) perpetrado por Disney, que nunca volveré a ver. Aquella primera vez en un cine me marcó de alguna manera, seguramente, por lo que he pensado mucho en qué película debería ver mi hijo por primera vez. El niño y el mundo es una producción brasileña, nominada al Oscar como mejor película de animación, que resulta ideal para un niño de entre 3 y 5 años. No tiene argumento -ni diálogos- por lo que aburrirá a niños mayores, pero por eso mismo es perfecta para los más pequeños con menos capacidad de atención: el film cambia constantemente de situación, de motivos y hasta de estética. Esas variaciones visuales son posibles gracias a una animación sencilla pero exquisita, que no depende de un guión dramático -nada que ver con una película de Pixar o Disney- y se deja llevar por un delicioso fluir artístico bien acompañado por la banda sonora. El niño y el mundo funciona a nivel temático, mi hijo de dos años y medio entendió perfectamente que se trata de un niño que busca a su padre. El adulto, además, podrá captar que la historia equipara ese vacío de la ausencia del padre con el proceso de la madurez, el abrirse a un mundo que tiene colores, sabores y músicas, pero también trabajo, explotación, contaminación, capitalismo y hasta imperialismo. El film es infantil, pero tiene un mensaje político bastante claro: ese cowboy que elige y desecha trabajadores del tercer mundo. El final -que nuestros hijos no captarán conscientemente- no es feliz ni complaciente: ese niño que buscaba a su padre, acaba convirtiéndose en él, una pieza más de un engranaje difícil de ignorar. Creo que esa mezcla de fantasía, arte y realidad es una primera experiencia cinematográfica ideal.
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