FARGO -TEMPORADA 1- THE ROOSTER PRINCE


THE ROOSTER PRINCE (19 DE OCTUBRE DE 2014) -AVISO SPOILERS-

El segundo episodio de Fargo trata de las consecuencias de las cuatro muertes ocurridas en el anteriormente pacífico pueblo de Bemidji, Minnesota. La primera es la llegada de dos matones, Mr. Numbers (Adam Goldberg) y Mr. Wrench (Russell Harvard), que buscan al asesino de Sam Hess (Kevin O´Grady). Obviamente, esta pareja de sicarios es un reflejo/homenaje a los Carl Showalter (Steve Buscemi) y Gaear Grismund (Peter Stormare) de la película original, Fargo (Joel & Ethan Coen, 1996). Y si en aquella Carl se quejaba de que Gaear era prácticamente "mudo", aquí, Mr. Wrench lo es literalmente. Pero esto lo sabe cualquiera que haya visto el capítulo. Las líneas que siguen sobre Fargo, en cambio, están escritas desde una visión muy subjetiva sobre la serie, la mía.


En Fargo hay cuatro personajes que son diferentes a los demás. Narrativamente son los protagonistas de la historia. Dentro de la lógica del argumento, son personajes más inteligentes que los otros. Para mí, esto se debe a que han cobrado consciencia el absurdo de la existencia tras una experiencia directa con la muerte. Han "despertado". Básicamente, son conscientes de que la muerte es el final de todo, sin posibilidad de trascendencia espiritual. Como sabéis, de estos cuatro personajes iniciales, uno ha muerto: el sheriff Vern Thurman (Shawn Doyle). Éste parece ser reemplazado por otro policía, Gus Grimly (Colin Hanks). Sostengo que Gus está entre los personajes "conscientes" por la conversación que mantiene con su hija durante la cena. Gus es un policía mediocre, pero entiende que es más importante seguir vivo y cuidar de su hija, que hacer su trabajo como agente de la Ley. Por eso decidió no enfrentarse al asesino Lorne Malvo (Billy Bob Thornton) cuando se topó con él en el capítulo anterior. La hija de Gus, adolescente, no lo entiende así, ella piensa en términos de "bien" y "mal". Cree que su padre debería cumplir con su "deber". Pero Gus "despertó" cuando se cruzó -por casualidad- con la muerte: con Lorne Malvo. Apuntemos que el azar, en un mundo sin Dios como el que dibuja esta serie, tiene una especial relevancia. Y destaquemos, además, que Malvo es el personaje principal de Fargo: su interacción con los otros personajes les cambia. Es el caso de Lester (Martin Freeman), del propio Gus, e indirectamente de Molly (Allison Tolman) porque Malvo ha asesinado a Vern (Shawn Doyle) -su jefe en la policía- y esa muerte es la que modifica la actitud ante la vida de la agente.


Como ya he comentado, tras asesinar a  su mujer, Lester se convierte en algo diferente. Ya no es el pringado que formaba parte del rebaño. Lester comienza a desprenderse de las ataduras morales sociales y empieza a mentir hábilmente para evitar la cárcel: vemos que ha escondido el arma homicida dentro de esa lavadora que le daba tantos problemas matrimoniales. Hay que apuntar que Lester no se ha librado del todo de la mentalidad del rebaño. No es todavía un "ser superior" como Malvo. Una herida en su mano le molesta, le duele, le incomoda, como una metáfora de la conciencia -del Lester anterior- y como en el relato El corazón delator de Edgar Allan Poe (1843). Aún así, Lester demuestra un sorprendente -y maquiavélico- ingenio cuando acusa a Molly de acoso para quitársela de encima. Temporalmente, sin duda.



En Fargo, es curioso como los personajes "despiertos" se ven obligados a interactuar con otros, "dormidos", que en esta ficción son presentados -de forma humorística- como auténticos imbéciles. El mejor ejemplo es el nuevo jefe de Molly, Bill Oswalt (Bob Odenkirk), un tío completamente idiota. Estaréis conmigo en que no tiene nada de raro que un jefe sea menos inteligente que su subalterno. Pero dentro de la lógica de la serie, un conformista como Bill tiene más posibilidades de ascenso dentro de un cuerpo burocratizado como la policía, que una "libre pensadora" como Molly. Ella sospecha que Lester está relacionado con los asesinatos, pero, para probarlo, tendrá que enfrentarse a la incompetencia de su superior. "Lo que le falta de sentido común, le sobra en autoestima", dice Lou Solverson (Keith Carradine) padre de Molly, acerca de Bill.



Lou es sin duda otro personaje "despierto" cuya veteranía le ha llevado a aceptar un papel, digamos, menos activo en la vida. Es un policía retirado tras una herida de bala -es decir, estuvo cerca de morir- que trabaja en una cafetería de su propiedad. Lou revela, precisamente, que en sus tiempos como policía descubrió el horror, la brutalidad sin sentido, de la que ahora quiere salvar a su hija. Lou sabe que las reglas que rigen nuestra sociedad son falsas y que hay individuos -como Lorne Malvo- capaces de todo. En Molly y su padre tenemos a dos personajes conscientes del absurdo de la existencia, pero con actitudes muy distintas hacia la vida.



Lo que Fargo nos enseña en este capítulo es que se puede vivir con arreglo a cualquier moral -todo está permitido- pero los que no se den cuenta de que existe esa brutalidad de la que habla Lou, pueden acabar en un agujero en el hielo, como le ocurre al imbécil del bar -Lenny (Paul Brausntein)- que se enfrenta a los asesinos recién llegados a Bemidji.


El pobre Lenny se cree un tipo duro -tiene cuchillo y todo- hasta que se topa con dos sujetos verdaderamente chungos. En este episodio aparecen personajes que asumen papeles para los que no están preparados. Bill no es un buen jefe de policía, pero actúa como tal. La mujer judía que se desnuda ante la ventana de Gus, se cree sexy. El acaudalado empresario, Stavros Milos (Oliver Platt), se considera un rey. Por eso contrata a Malvo, porque sospecha que su futura exmujer le chantajea para quitarle su dinero. Ella misma, Helena (Allegra Fulton), cree también que su futuro exmarido pretende dejarla sin nada. El hijo de estos, un bobo, se cree gracioso. El entrenador personal de Helena, tanoréxico, actúa como el confidente de esta. Y también está el jefe de seguridad de Stavros, cuya única credencial es ser un exjugador de hockey. Todos asumen sus pequeños papeles, que los protagonistas, como Lorne Malvo, observan con perplejidad y desprecio. Estos personajes secundarios se creen "gallos" como en la fábula que da nombre al episodio, esa que habla de un príncipe que quería ser dicha ave de corral y de cómo su padre, el rey, tuvo que convencerle para que fingiera ser el gobernador del reino. Aunque de vez en cuando se le escapase un cacareo.

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