DIRECTOR -MISIÓN IMPOSIBLE ¿LA MEJOR SAGA DE ACCIÓN?

Aprovechando el estreno en cines de la nueva entrega de Misión Imposible repasamos las películas que conforman la que puede ser la mejor saga de acción de la historia del cine, de la mano de un Tom Cruise empeñado el salvar la experiencia en salas. Vamos allá.

Misión: Imposible (1993) era el intento, por todo lo alto, de llevar al cine la serie emitida entre 1966 y 1973, creada por Bruce Geller a la sombra de la popularidad de James Bond. La gran diferencia con respecto a la saga del agente 007 creado por Ian Fleming es que aquí el protagonismo se reparte en un grupo de agentes que fue cambiando de temporada en temporada. Una característica que se refleja en la versión cinematográfica dirigida por Brian de Palma y escrita por David Koepp y Steven Zaillian formando un reparto de estrellas: Tom Cruise, Jon Voight, Emmanuelle Béart, Kristin Scott Thomas y Emilio Estevez. En un giro hitchcockiano, este grupo de personajes es eliminado en el primer tercio de la película, dejando a Ethan Hunt a su suerte y como un agente rebelde. Esto llevará al reclutamiento de nuevas estrellas como Ving Rhames y Jean Reno, y a nuevos giros imprevisibles. La película se desarrolla como una intriga de espionaje, que se aleja de la saga Bond imitando las escenas de acción y los tiroteos, para enfocarse en la infiltración: la escena más recordada es el robo de datos -el McGuffin argumental es una reveladora lista de agentes secretos- de la propia sede de la organización de inteligencia para la que trabaja Hunt, lo que le obliga a colgar de un cable sin hacer el más mínimo ruido y evitando que su temperatura coroporal se eleve demasiado para no ser detectado por los sofisticados sistemas de seguridad. Brian De Palma despliega su habitual planificación basada en el suspense, utilizando el equivalente a su famosa pantalla partida para presentar varias acciones simultáneas. Aunque nunca llega a dividir realmente la pantalla -estamos ante un producto comercial que necesita de ciertas convenciones- De Palma se las arregla con monitores de vigilancia, relojes inteligentes avant garde y hasta utilizando un decorado para tal fin: el ascensor de la primera set piece. Creo que la película, sin embargo, tiene un tono algo apagado para un blockbuster y evita lo espectacular hasta el clímax en ese tren, también hitchcockiano, cayendo en la hipérbole festiva en la secuencia del helicóptero al más puro estilo Bond.

Misión imposible 2 (2000) es seguramente la película más denostada de la saga, a pesar de contar con un experto en el cine de acción, John Woo, y un guionista como Robert Towne -que firmó nada menos que Chinatown (1974)-. En España tiene mala fama, además, por la famosa secuencia que mezcla la Semana Santa sevillana con las Fallas de Valencia, una idea peregrina que, en realidad, pasa desapercibida en el resto del planeta. Lo cierto es que, a diferencia de la primera película que dirige Brian De Palma, esta secuela es mucho más lúdica, se toma mucho menos en serio y propone situaciones mucho más exageradas, propias de ese cine acción de los años 90 que se presta tanto a la autoparodia. Los primeros dos tercios del film se desarrollan de forma confusa y chapucera, sin demasiado interés: no hay personajes interesantes, falta humor y la relación entre Tom Cruise y Thandie Newton me parece fría, desaprovechando completamente esa trama importada de Encadenados (1946) de Alfred Hitchcock. El personaje que interpreta nada menos que Brendan Gleeson aparece de la nada y su rol dramático parece también poco claro. Woo se divierte intentado engañarnos con un baile de máscaras, con personajes disfrazándose de otros personajes de una forma bastante inverosimil. En el último tercio, Woo despliega, por fin, esas coreografías de acción que son su marca de estilo: Tom Cruise girando sobre sí mismo disparando dos pistolas a la vez, ralentizados a lo Sam Peckinpah y primeros planos violentos a lo Sergio Leone. Para cuando llega la muy macarra secuencia de las motos, el espectador desprevenido -y que no esté acostumbrado al estilo de Woo- se siente engañado. Un bonito duelo final se salda como ya sabíamos y la película se cierra con plano final de Sidney, que busca ser romántico, pero que parece rutinario, poco inspirado.

J.J. Abrams se enfrenta a Misión Imposible III (2006), su primera película como director, como el aplicado renovador de géneros que siempre ha sido y, por qué no decirlo, como un fan. En la serie Alias (2001-2006), Abrams reformulaba el género de espías a base del manejo constante de la tensión, acelerando el ritmo de las escenas y dotando a los personajes de humanidad mostrándonos su lado cotidiano y familiar. En la película de Tom Cruise, Abrams repite la jugada y se lo juega todo a la carta de lo espectacular, aprovechando los recursos de una superproducción. Abrams arranca la película de la forma más adrenalítica posible, con Ethan Hunt (Tom Cruise) en una situación de vida o muerte ante un enemigo mortal interpretado por Phillip Seymour Hofman. A partir de ese momento, el guión de Alex Kurtzman y Robert Orci nos muestra a Ethan Hunt como un misterioso hombre muy enamorado de su prometida (Michelle Monaghan), que será el ancla emocional de toda la trama. Hunt persigue el típico McGuffin, la llamada 'Pata de conejo', que adivinamos como un elemento biológico muy peligroso, pero cuya verdadera naturaleza, Abrams, fiel a su teoría de la caja misteriosa, no revelará nunca. Misión Imposible III es sumanente efectiva y puro efectismo, con giros sobre la identidad de un posible topo y un ejercicio de tensión en cada secuencia. Una buena muestra de ello es la set piece de acción en el arranque de la cinta: Hunt ha rescatado a la agente Farris -Keri Russell, recordada protagonista de una serie creada por Abrams, Felicity (1998-2002)-, quien lleva insertado en la cabeza un explosivo que la matará, por lo que el agente debe buscar la forma de desactivar el dispositivo y luego reanimar a su compañera, todo esto mientras escapan de la base enemiga en un helicóptero que sortea gigantescos molinos de viento y esquiva los misiles de una aeronave enemiga. Esta será la norma durante casi toda la película: varios elementos de suspense y tensión que se superponen en una experiencia cinematográfica intensa y pirotécnica. Entretenimiento en estado puro.

Con Misión Imposible: Protocolo fantasma (2011), el director Brad Bird -El gigante de hierro (1999) y Los increíbles (2004)- se estrenaba en el cine de acción real. La película es una nueva aventura del agente Ethan Hunt (Tom Cruise) con cierta continuidad con lo ocurrido en Misión Imposible III (2006), ya que J.J. Abrams sigue ejerciendo como productor, en colaboración con Cruise. Esta cuarta entrega de la saga, si bien mantiene unos niveles de producción y de calidad más que aceptables, no destaca en la franquicia, ni para bien, ni para mal. Cruise estará acompañado por un nuevo grupo de agentes: Simon Pegg, Paula Patton y un Jeremy Renner importado de Marvel. El villano, Mikael Nykvist tampoco resulta demasiado atractivo, aunque sí hay que hablar de una deslumbrante Léa Seydoux como una asesina que roba cada plano en el que aparece. Sin la potencia adrenalítica de la película anterior, Misión Imposible: Protocolo fantasma cuenta, sin embargo con momentos curiosos como la infiltración en el Kremlin -con esa pantalla que simula un falso pasillo, una idea, como poco, extraña-, además de las consabidas persecuciones y tiroteos espectaculares. El momento más recordado es, seguramente, la escalada de Cruise en un rascacielo de Dubái, la escena de vértigo que se ha convertido en la marca reconocible de la saga. El final hitchcockiano, también relacionado con la altura, en un aparcamiento vertical, no acaba de funcionar del todo. Una entrega sólida, que sin embargo, no entusiasma.

El principal problema -para mí- del blockbuster reciente de Hollywood es el miedo a contar sus historias utilizando la imagen antes que la palabra. Es decir, demasiados diálogos explicativos, informativos, quizás por temor a que los espectadores se pierdan al seguir la historia. Y mira que son sencillas. Es por esto que Misión: Imposible 5 - Nación secreta me entusiasmó en su momento. El mejor ejemplo de la forma de operar del director -y guionista- de esta película, Christopher McQuarrie, es una escena en la que Ethan Hunt (Tom Cruise) ha sido capturado. Se encuentra en un calabozo en el que todo indica que va a ser torturado. McQuarrie plantea la situación utilizando la cámara: Hunt está encadenado a un poste, cuya parte superior se nos enseña; hay una mujer, suponemos que enemiga, pero cuya actitud es ambigua; y hay una llave con una pata de conejo sobre una mesa. Todos estos elementos jugarán un papel cuando se resuelva la escena. Y no ha hecho falta para ello ni una sola línea de diálogo. Es verdad que la película, de vez en cuando, se detiene -mínimamente- para recapitular y que todo quede bien claro. Pero son peajes que estoy dispuesto a pagar porque esta quinta entrega de la saga está llena de ideas de planificación, no solo en las espectaculares set pieces de acción -las persecuciones consiguen implicar de lleno al espectador- sino también en las peleas cuerpo a cuerpo y, más importante, en las relaciones de los personajes. McQuarrie hace algo que debería ser básico en el cine, pero que ya casi nadie hace: deja que los actores expresen cosas con sus gestos, con sus rostros. No tiene la necesidad -de nuevo- de evidenciar cada reacción de sus personajes con una frase. La satisfacción ante el resultado de esta quinta entrega de la saga justifica mi confianza en McQuarrie, autor de los guiones de Sospechosos habituales (Bryan Singer, 1995); y más recientemente de la estupenda Al filo del mañana (Doug Liman, 2014) y sobre todo director de Jack Reacher (2012), película que me convirtió en seguidor de su filmografía. Su aportación a la saga de Misión: Imposible, fue para mí la mejor hasta el momento, teniendo en cuenta que se trata de una serie que mantiene una media de calidad muy alta en cada entrega; aunque suela pasar desapercibida ante sagas más populares. La única pega posible es el nulo desarrollo de su personaje protagonista. Ethan Hunt no tiene ningún rasgo de humanidad, ni cuenta con los tics recurrentes de, por ejemplo, James Bond, para definirse. Ni siquiera tiene el sombrero de Indiana Jones. Ethan Hunt es simplemente Tom Cruise, o la idea que tenemos de él como estrella de cine y héroe de acción. Quizás por ello, el director de la CIA, Alan Hunley (Alec Baldwin), define a Hunt como la "manifestación del destino". Quizás por eso a Hunt le roba protagonismo el personaje de Ilsa Faust (Rebecca Ferguson). Me vais a llamar loco, pero creo que el que Tom Cruise permita esto, es una muestra de su su inquebrantable compromiso con el cine.

¿De cuántas franquicias cinematográficas se puede decir que su sexta entrega es la mejor? Obviando aquella primera película de un maestro como Brian De Palma en 1996 y olvidando la tontería macarra de John Woo en 2000, hay que trazar las verdaderas señas de la saga de Misión Imposible con la entrada de J.J. Abrams como productor en la tercera parte, y sobre todo hay que hablar de un director como Christopher McQuarrie, que aquí lleva a las aventuras del agente Ethan Hunt a su cúspide. En Misión: Imposible 6 - Fallout el tándem Cruise-McQuarrie consigue el productor de entretenimiento perfecto. Hay ideas y emociones para tres películas. Ethan Hunt se corona como el mejor James Bond actual, libre del peso histórico y los tics del agente 007, dejando atrás al más joven -y supuestamente realista- Jason Bourne, y aportando un idealismo anacrónico en los tiempos que vivimos. Hunt se enfrenta a gobiernos, agencias secretas y organizaciones terroristas con rebeldía e integridad; en una jugada de guión -magistral- acaba pensando que su verdadero enemigo es él mismo, tras una conspiración de mentiras que son puro fake news. Pero donde la película brilla es en la narrativa visual que aporta McQuarrie, que se toma cada secuencia como si fuera la última: las persecuciones de coches y motos son vibrantes; las peleas duelen; las escenas de tensión son estupendos ejercicios de montaje y planificación. La película es larga porque el director se toma su tiempo para que cada set piece sea perfecta. Y cuando la verosimilitud se resiente, la dosis justa de humor lo resuelve todo. La efectividad de este film es absoluta en todos sus apartados. Se da el lujo de sumar los momentos más míticos de la saga para sus fans: los engaños hiperbólicos, las máscaras que permiten suplantar a cualquiera, las persecuciones en motos, aviones y helicópteros, edificios y alturas de vértigo, la escalada de una pared de roca, la icónica cuenta regresiva. Todo cabe en un film que no da respiro y que acaba en un clímax que estira el tiempo hasta lo imposible. Nunca mejor dicho. Por si fuera poco, los personajes son fantásticos aunque quede poco tiempo para desarrollarlos: Cruise es menos acartonado que nunca y hasta deja ver un lado sensible; Ving Rhames aporta humanidad, Simon Pegg el humor, Rebecca Ferguson es la asesina más atractiva imaginable, Sean Harris da miedo y Vanessa Kirby es todo un descubrimiento. Por no mencionar el bigote de Henry Cavill, que sorprende con nuevos registros -aunque ya fue espía en Operación U.N.C.L.E. (2015)-. Misión Imposible: Fallout es probablemente la mejor película de entretenimiento de la década.


Misión imposible: sentencia mortal -Parte 1 es lo que el cine necesita. Una cinta espectacular, divertida y emocionante, cuyo único objetivo es entretener al espectador. Lo que no quiere decir que el argumento que firma el director, Christopher McQuarrie, junto al guionista Erik Jendresen, no plantee cuestiones interesantes sobre la tecnología en el mundo actual, la lucha por el control geopolítico tras la guerra fría -los buenos y los malos ya no se dividen por sus nacionalidades-, e incluso con cuestiones existenciales como el libre albedrío y la moral. El argumento plantea un nuevo McGuffin, una llave en forma de cruz, que el agente Ethan Hunt (Tom Cruise) tendrá que buscar por todo el mundo para evitar una catástrofe global. En su contra estará su propio Gobierno -Shea Whigham-, elementos criminales independientes -Vanessa Kirby- y el villano de turno -Esai Morales-. Hunt reunirá a su equipo habitual de agentes -Rebecca Ferguson, Ving Rhames y Simon Pegg- y se cruzará con un nuevo y misterioso personaje, encarnado por Hayley Atwell. El guión hace un trabajo excelente equilibrando a todos estos personajes -y algunos más hay- en una trama que mezcla intriga con trepidantes escenas de acción. Todo en Misión imposible: sentencia mortal -Parte 1 es de primera: la planificación, el diseño de producción, la fotografía, la música y los actores. Todo está cuidadosamente orquestado para entregar un producto perfecto. Y esta entrega es más que nunca la heredera de la conocida serie de televisión de los 60 -tiene cabecera y todo- al plantearse como un capítulo inconcluso que continúa en un nuevo film. Yo estaré ahí esperando, pero, de momento, estamos ante una de las mejores películas del año, que confirma la saga como la posible mejor franquicia de todos los tiempos.

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