El director Gus Van Sant -El indomable Will Hunting (1987)- dirige seis de los ocho episodios de la segunda temporada de Feud (2024), titulada Capote vs. The Swans, producida por Ryan Murphy, showrunner detrás de American Horror Story (2011) y Pose (2018-2021) entre muchas otras. La miniserie está escrita por el dramaturgo y guionista Jon Robin Baitz, que utiliza la figura del escritor Truman Capote para desmitificarla, pero también para jugar a demoler la élite social y económica de Estados Unidos en los años 60 y 70. El primer episodio, Piloto, nos presenta a Capote -interpretado por un mimético y magnético Tom Hollander- en tres momentos de su vida: cuando era un joven escritor, desconocido, que comenzaba a trepar en la escala social haciéndose amigo de las mujeres de los millonarios y empresarios más importantes del país; cuando Capote ya es una estrella, por encima del bien y del mal, el autor de moda gracias a A sangre fría (1967); y por último, el período de decadencia del escritor, alcoholizado y adicto a las pastillas, incapaz de acabar su novela -Plegarias atendidas- y que decide, para salir del bache, contar todo lo que sabe sobre la jet set, iniciando una guerra contra sus amigas, contra los llamados cisnes. Esas mujeres están interpretadas por un reparto tan eficiente como divertido: Naomi Watts, Diane Lane, Chloë Sevigny, Calista Flockhart, Demi Moore y Molly Ringwald. Todas son las esposas de hombres ricos y poderosos -mencionemos como homenaje al personaje encarnado por Treat Williams, fallecido durante la emisión de la serie- lo que les garantiza todo tipo de privilegios, pero también frustraciones: su papel en la vida es organizar fiestas y aguantar desprecios e infidelidades. La serie nos cuenta los chismes más sabrosos y escabrosos de la rumorología de entonces, mezclados con la fantasía de Capote, que, como narrador, construye un relato -primero oral, luego escrito- de las vidas de sus cisnes, con consecuencias devastadoras -atención spoilers a partir de ahora- como el suicidio del personaje de Demi Moore -la actriz Ann Woodward-. Siendo Truman Capote algo así como el ‘padre’ del True Crime, género visitado en varias ocasiones por las series de Ryan Murphy desde una perspectiva crítica, no resulta descabellado decir que la tesis del primer episodio de la miniserie versa sobre la responsabilidad del escritor que convierte en ficción unos hechos -supuestamente- verídicos y cómo pueden salir malparados los verdaderos protagonistas en la vida real. Como en gran parte de las ficciones producidas por Murphy, estos temas sociales, aparecen de fondo para sostener el desarrollo de los personajes. Feud es realmente la historia de la amistad, rota, entre Capote y Babe Paley (Naomi Watts), una mujer rica frustrada y traicionada -por su marido, amigas y por el propio escritor- que se asoma al abismo de la muerte tras serle diagnosticado un cáncer. La serie adopta un tono decididamente crepuscular a través de estos dos personajes principales que intentan encontrarle sentido a sus vidas cuando ya no les queda tiempo: Capote no completará nunca su novela, Babe no podrá vencer la enfermedad. Como suele ocurrir en las series de Murphy, cada capítulo se aproxima al tema central desde una perspectiva diferente. El quinto episodio, por ejemplo -dirigido por Max Winkler-, titulado La vida secreta de los cisnes, cambia el paso cuando se presenta un nuevo personaje, basado en el escritor James Baldwin (Chris Chalk), que confronta a Capote reprochándole su alcoholismo y que haya dejado de escribir, pero también animándole a retomar su novela. Baldwin arroja una nueva luz sobre el retrato de los cisnes que ha empezado a hacer Capote, destacando su importancia como una necesaria crítica social de un grupo de mujeres privilegiadas. ¿Es Capote un chismoso cruel que explota la vida privada de sus amigas o un cronista que expone los pecados de los poderosos? El sexto capítulo desvela otra de las claves de esta miniserie, y de la mayoría de las series producidas por Murphy: cada episodio muestra una faceta de los personajes o del tema a tratar, y no necesariamente hace avanzar la trama. Sombreros, guantes y homosexuales amanerados -dirigido por Gus Van Sant- es un precioso relato, casi independiente, en el que Capote se enfrenta al paso del tiempo y al envejecimiento. Lo hace principalmente a través de dos nuevos personajes, Kate Harrington (Ella Beatty), una joven a la que Capote intenta convertir en una modelo, aunque enseguida se dé cuenta de que su estilo, su gusto y sus consejos están pasados de moda; y Rick (Vito Schnabel), un guapo 'manitas' que Truman consigue enamorar -a pesar de ser heterosexual- y con el que mantiene una breve relación hasta comprender que su tiempo ha pasado definitivamente, pero ¿Qué más da? El episodio se cierra con el Perfect Day de Velvet Underground. La siguiente entrega de la miniserie, Beautiful Babe, resulta complementaria con lo que acabo de exponer: ahora es Babe (Naomi Watts) la que se enfrenta a la muerte, en un capítulo que rompe el realismo para difuminar la frontera entre la vida y la muerte con imágenes simbólicas: un cisne reposa sobre una bañera ante una deslumbrada Babe, que sigue a Capote como si fuera su guía al inframundo y que entiende que ya no está -del todo- viva. La directora de este episodio, Jennifer Lynch, imprime una atmósfera de cine fantástico en estas escenas y logra un poderoso contraste cuando descubre, por corte directo, por medio del montaje, a una Babe moribunda en su lecho de muerte. El capítulo muta luego para contarnos también los últimos días de Capote, diciéndonos que su vida era indisoiluble de la de Babe. El panegírico funerario de Truman a Babe resulta emocionante, interpretado de forma magnífica por Hollander, casi de espaldas a la cámara; la escena del funeral en el que ni el marido de Babe ni el resto de los cisnes la echan de menos dice mucho sobre la hipocresía y la falta de humanidad de la alta sociedad. Tras la agonía de Capote, el argumento se cierra con la frase que da título al episodio, que cobra un significado muy emotivo. Pero todavía no ha llegado el final. ¿Qué se puede contar en una serie tras la muerte de sus dos personajes principales? Gus Van Sant dirige un epílogo que vuelve atrás en el tiempo -a 1984- y se centra en la escritura de la última novela de Capoite en la que el escritor exorciza sus demonios, pide perdón y se redime mediante la ficción, retomando momentos de su infancia y haciendo un retrato de su madre -Jessica Lange, actriz fetiche de las series de Murphy- que explica y justifica las relaciones del autor con los cisnes. Feud: Capote vs. The Swans es una estupenda serie adulta, con altísimos niveles de calidad en todos sus aspectos, fantásticos diálogos, interpretaciones memorables, un diseño de producción y vestuario que recrea maravillosamente una época, y, además, es una reflexión sobre la amistad, sobre el amor, sobre la marginación y la homosexualidad; sobre el capitalismo y la sociedad estadounidense; sobre el arte y la creación como formas de enfrentar el dolor y la soledad que suponen estar vivos esperando la muerte.
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