Es una idea brillante la de utilizar el lenguaje televisivo para intentar provocar el miedo al espectador y eso es lo que hace El último Late Night, de los australianos Cameron y Colin Cairnes. El planteamiento es hacer un falso documental sobre un presentador de televisión, Jack Delroy -estupendo David Dastmalchian- que intenta triunfar en el disputado mundo de las audiencias. La introducción del documental -algo excesivo- sirve para situarnos en el momento histórico, convulso, de los Estados Unidos: la era post-hippie, Vietnam, los conflictos sociales, los crímenes brutales como los de la familia Manson y el llamado pánico satánico de los años 70 y 80. En este contexto se nos dice que vamos a presenciar la grabación del último programa en directo de Delroy, por lo que se puede inscribir la película en el subgénero del found footage. El último Late Night se presenta como un programa en directo, en el que Delroy y su equipo intentan apelar al sensacionalismo de lo oculto para enganchar a la audiencia. No es un spoiler señalar que la cosa sale mal. El argumento va planteando situaciones que primero son de comedia y que poco a poco van aumentando la inquietud en el espectador. Un mentalista de pacotilla (Fayssal Bazzi), un ex mago escéptico (Ian Bliss), y una parapsicóloga (Laura Gordon) se van sucediendo de forma natural como invitados del programa, que se convierte en un contenedor de temas del cine de terror: poderes mentales, mensajes del más allá, fenómenos extraños y finalmente, posesiones, demonios y apariciones. ¿Es real lo que ocurre o parte del montaje? Lo mejor de la película, en mi opinión, es que no abandona la mecánica de un programa de televisión, los personajes se siguen comportando con la lógica del directo y del espectáculo, lo que resulta muy divertido. El otro punto a favor es la tensión que se genera a la espera de que algo aterrador ocurra. Y el desenlace es una satisfactoria fiesta de momentos terroríficos y sangrientos, que aprovecha muy bien la textura del vídeo analógico para diferenciarse de otras películas similares. El último Late Night es divertida, tiene algún susto efectivo, y se atreve a aportar una imaginería fantástica interesante, pero, sobre todo, apuesta por algo diferente, aunque sea para contar lo mismo de siempre.
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