PILOTO (26 DE OCTUBRE DE 2015 -AVISO SPOILERS-
Lo primero que hace bien Supergirl es que no modifica el origen del personaje para ser más accesible a la audiencia. El público actual está familiarizado sobradamente con Superman -y con otros personajes del cómic- así que aquí, igual que en el original, Supergirl es la prima de Kal-El. Pero ¿Quién es él? ¿Henry Canvill de El hombre de acero (Zack Snyder, 2013)? En teoría, no exactamente. En todo caso, lo habitual habría sido inventarse un origen nuevo, como han hecho, por ejemplo con la -horrenda- Catwoman (Pitof, 2004) protagonizada por Halley Berry, en la que Batman no pinta prácticamente nada. Por suerte, Supergirl ha decidido que Superman sea un personaje muy presente, aunque referencial.
Otro de los aciertos de este piloto son el prólogo en el moribundo planeta Krypton, que también nos es familiar. Ya en la Tierra, descubrimos que la madre adoptiva de Kara (Melissa Benoit) es Helen Slater, la Supergirl de la película de 1984. Y eso es genial. Que el padre adoptivo sea Dean Cain, el Superman de la serie Lois & Clark de 1993, es otro puntazo. Todo este contenido friki-friendly da paso a lo que parece una comedia romántica. De hecho, la entrada de Cat Grant (Calista Flockhart) recordó a mi mujer a la dinámica entre los personajes de El diablo viste de Prada (David Frankel, 2006) -aunque yo no la he visto ¿eh?-. En esta primera escena, Superman influye de nuevo, ya que Cat Grant -la dueña del periódico- amenaza con despidos y compara su diario con el Daily Planet de Metropolis, que goza de unas saludables ventas gracias a que el hombre de acero aparece en el 54% de sus portadas. De hecho, enseguida introducen a un personaje clave de la mitología de Superman, Jimmy Olsen (Mehcad Brooks), que se convierte en el interés romántico de la protagonista: imposiblemente guapo y cachas. Y encima majo.
Luego conocemos a la hermana -humana- Alex (Chyler Leigh) -mi mujer la llama "la pequeña Grey"- cuya vida peligra casi de inmediato y eso obliga a Supergirl a entrar -por fin- en acción. Han pasado 11 minutos. La secuencia del rescate del avión es espectacular -a pesar de que esto es televisión y el presupuesto es limitado- emocionante y tiene humor: éste no es el Superman de Zack Snyder. Y menos mal. La secuencia que muestra las primeras misiones de Supergirl es ligera y entretenida, con un tono fresco más que bienvenido. Supergirl es una serie en la línea de The Flash. Por suerte tiene poco que ver con los personajes falsamente atormentados de Arrow.
La revelación de una organización secreta -unos Men In Black- que luchan contra extraterrestres -presidiarios- de Krypton, llegados a la Tierra tras Kara, descubre cuál será el mecanismo argumental de la serie. En cada episodio, Kara se enfrentará a una de esas amenazas. Que su hermana pertenezca a esa organización es el primer conflicto importante de la historia. La siguiente escena presenta otro: a Kara no le gusta que la llamen Supergirl -querría ser Superwoman- y está a punto de ser despedida en una escena que deja clara su personalidad: insegura, tímida y torpe en contraste con su álter ego superheróico.
Otro acierto es que los enemigos tengan los mismos poderes que Kara -la primera batalla contra Vartox (Owain Yeoman) mola- porque no había nada más frustrante que ver a Superman (George Reeves) capturando a matones de poca monta en la serie de los años 50. Soy así de viejo. El segundo enfrentamiento con Vartox es todavía mejor y culmina con la revelación de la visión calorífica. Me encanta. Una última escena revela que James Olsen será una especie de mentor/mensajero de Superman, que se establece definitivamente como el modelo a seguir por la protagonista. La aparición de una tía maligna de Kara -Astra (Laura Benanti) ¡Gemela de su madre!- confirma la importancia que tendrá en la serie el legado familiar.
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