Lo que propone En Tránsito, del director alemán Christian Petzold -Barbara (2012), Phoenix (2014)-, es que somos fantasmas. La historia plantea una huida de Europa por el fascismo; el exilio como única escapatoria. Lo más llamativo de la propuesta es que, mientras el argumento y los diálogos hablan de judíos que intentan escapar de la Alemania Nazi -es lo que cuenta la novela original de Anna Seghers- las imágenes nos remiten a la actualidad. Así, no vemos los uniformes de las SS, sino los de los policías antidisturbios de hoy. Diferentes cuerpos de seguridad, sí, pero los perseguidos siguen siendo, por supuesto, los más débiles. Este atrevimiento de Petzold tiene un efecto distanciador, algo teatral, kafkiano, pero también devastador. Como si esos refugiados del fascismo de los años 40 del siglo XX, se reencarnaran en los que huyen hoy de poderes en apariencia más civilizados, democráticos y humanitarios, pero igualmente despiadados. Como si esos fantasmas siguieran recorriendo el continente europeo, convertido en un purgatorio.
El desesperado protagonista de la historia, Georg (Franz Rogowski), ha perdido su vida al huir del fascismo y se ve abocado a poseer otras identidades para seguir existiendo. Primero se apropia del pasaporte de un escritor que se ha suicidado. Consigue incluso interiorizar sus últimos textos, en uno de los momentos más poéticos de la película. También suplanta Georg al padre fallecido de un niño que busca con quién jugar a la pelota. Luego, se enamora de una mujer, Marie (Paula Beer), de apariciones tan espectrales, que no requieren siquiera de su presencia física. Por último, sustituye Georg al marido que Marie esperaba pacientemente, formando un triángulo amoroso que recuerda a Casablanca (1942). Todo esto ocurre en un escenario fantasmagórico. Las calles de Marsella tienen vida, sí, pero no alma, completamente ajenas al drama humano: el momento en el que una madre es separada de sus hijos, mientras sus vecinos, protagonista incluido, se limitan a mirar lo que ocurre sin intervenir.
En tránsito ha inaugurado la 20 edición del Festival de cine alemán de Madrid, que contó con la presencia de Petzold, para presentar su película. Relató el director que en las entrevistas que ha realizado en nuestro país, la primera pregunta siempre ha sido sobre el 'Aquarius' y sus 629 almas. Sin duda, esta película nos habla de los refugiados de hoy, a través de los fantasmas del pasado. Pero cuidado, porque Petzold dice que, los fantasmas, somos nosotros. Somos esos zombies que mencionan los personajes de su película en otro estimulante anacronismo, refiriéndose a los muertos vivientes de George A. Romero que, en Zombi (1978), siguen acudiendo al centro comercial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario