Si creéis que vais a leer aquí que la tercera entrega de Parque Jurásico es la peor de la saga, estáis muy equivocados. Tampoco hace falta decir que Joe Johnston no es Steven Spielberg. Pero que sepáis de entrada que este director es de los míos. Empezó su carrera como técnico de efectos especiales nada menos que en las trilogías de Star Wars e Indiana Jones. Su primer largometraje es la estupenda Cariño, he encogido a los niños (1989) y luego hizo esa delicia pulp que es Rocketeer (1991) una película de superhéroes en los años 40 -con el misma espíritu que En busca del Arca Perdida (Steven Spielberg, 1981)- que le convirtió en el director ideal para Capitán América: El primer vengador (2011). Todas son obras tremendamente honestas y entretenidas. En el caso de Parque Jurásico III, solo hay que decir que cuenta más o menos lo mismo que las dos películas anteriores en apenas 92 minutos.
Esta segunda secuela es consciente de su naturaleza derivativa y por ello, va al grano. A pesar de un prólogo algo enrevesado, en cuanto los protagonistas pisan la isla, la película se convierte en el parque de atracciones que es cada entrega de Parque Jurásico. Las set pieces se suceden sin descanso: el ataque del nuevo Spinosaurus; el avión que se estrella y se queda colgado de un árbol; la estupenda pelea entre los gigantescos Spinosaurus y Tiranosaurus Rex; el robo de un huevo de velocirraptor; el encuentro con el niño perdido; el atmosférico episodio en el nido de los pterodáctilos. Si eres fan de los dinosaurios, no se puede pedir mucho más.
Parque Jurásico III sigue las reglas de la franquicia: hay un niño. Pero Eric Kirby (Trevor Morgan) no es un chaval indefenso que debe ser protegido, sino un superviviente que sabe valerse por sí mismo. Al menos yo recibo tal variación con agrado, aunque es verdad que las habilidades de Eric podrían haber dado más juego y que a la hora de la verdad, hay que rescatarle. En todo caso, el núcleo emocional de Parque Jurásico se repite aquí de nuevo: Paul Kirby (William H. Macy) y su exmujer Amanda (Téa Leoni) forman una familia rota que al final de la aventura vuelve a unirse. En este sentido, no me ha gustado demasiado el apunte -pesimista- que revela que el doctor Alan Grant (Sam Neil) y Ellie (Laura Dern) se han separado tras la primera película. Vale, soy un romántico.
La otra regla que siempre impera en Parque Jurásico es que los hombres no pueden matar a los dinosaurios, ya que estos no son más que animales. Esta norma puede gustar mucho a los ecologistas pero en esta película -como en las anteriores- el clímax se resiente por ella: el Spinosaurus es ahuyentado gracias a una barrera de combustible ardiente sobre el agua. Simplemente se aleja caminando. Como desenlace resulta un poco descafeinado. Aún así, creo que hay más cosas positivas que negativas en Parque Jurásico III, que se atreve a invertir el orden emocional de la primera película: el sense of wonder de descubrir a los animales prehistóricos en todo su esplendor se traslada aquí al final de la historia, cuando ya los tenemos más que vistos. Y aún así, funciona.
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