FIRST COW -LOS ORÍGENES
LA REINA DE LA MAGIA NEGRA -CINE DE GÉNERO
Asumiendo mi desconocimiento sobre el cine de terror producido en Indonesia, La reina de la magia negra me sorprendió completamente. La película dirigida por Kimo Stamboel y escrita por Joko Anwar -que además está inspirada en un título de los años 80- arranca como una película de género de la vieja escuela. Sólidamente narrada, tomándose en serio a sí misma y sin distancia irónica, la historia parece casi inocente, presentándonos a los personajes que, sabemos, pronto morirán. El argumento va cumpliendo todo los tópicos del terror: un escenario aislado, macabro -un orfanato- y una leyenda sobre una bruja que hizo cosas terribles. Lo que no me esperaba es que la esquemática caracterización de los personajes era una semilla que luego germina en la forma de terribles muertes relacionadas con sus miedos y debilidades, un poco al estilo de las películas de Freddy Krueger. La reina de la magia negra también se acuerda de The Ring (1998) en algunos momentos, pero lo importante es cómo se va oscureciendo, poco a poco, según avanza el metraje, presentando elementos cada vez más sórdidos, hasta explotar en un catálogo de escenas muy gores y asquerosas -como los vómitos de gusanos- que llevan a este film a alcanzar una crueldad que no me esperaba. El clímax es un festín de imágenes terroríficas, lo que redondea una película muy efectiva, muy divertida, a la que aporta mucho el exotismo de la imaginería propia de la cultura de indonesia.
PLANTA PERMANENTE -EL PUEBLO (DES)UNIDO
HISTORIA DE LO OCULTO -BRUJERÍA Y TELEVISIÓN
Historia de lo oculto es la demostración de que con imaginación y atrevimiento se pueden hacer películas muy interesantes con un presupuesto mínimo. La emisión de un programa de la televisión argentina, de evocador título '60 minutos antes de la medianoche' es el motor argumental de una historia sobre misterios, conspiraciones políticas, que entra en el terreno del fantástico desde la perspectiva realista del engaño y acaba jugando con brujos, rituales y dimensiones extrañas que harían las delicias de Borges, Sábato y Lovecraft. Los escenarios son mínimos: el plató del programa de televisión, el piso que reúne a los protagonistas del relato, y unos pocos exteriores, en un blanco y negro casi expresionista. Lo importante en la película escrita y dirigida por Cristian Jesús Ponce es la palabra -los diálogos son la forma principal para contar esta historia- y la atmósfera. Ponce imprime un sentido de lo extraño, pero también sabe conseguir la tensión necesaria para que nos mantengamos pendientes del relato. Estamos ante lo que podría ser una estupenda ficción radiofónica, lo que no implica que no haya varias imágenes inquietantes, bien colocadas, para estremecer al espectador. El amplio reparto cumple estupendamente: Germán Baudino, Casper Uncal, Nadia Lozano, etc. Lo mejor es el desparpajo con el que Historia de lo oculto mezcla una intriga política arraigada en la realidad argentina, con sectas de brujería, extraños seres de ojos brillantes y otras ideas pulp. Solo un final algo abrupto, evitan que estemos ante una película completamente redonda.
TERRITORIO LOVECRAFT -RACISMO Y FANTÁSTICO
El primer episodio es probablemente el mejor de todos, un relato sobre un grupo de afroamericanos que viven atemorizados en la América racista de los años 50 y acaban metidos en una monster movie tras descubrir una secta de magos supremacistas. Las ya mencionadas referencias a la literatura de aventuras, los cómics, las ciudades que no aparecen en los mapas, convierten a esta primera entrega en una deliciosa mini película. El segundo episodio desconcierta porque parece dirigir la historia hacia el enfrentamiento con dos misteriosos magos blancos: Christina y William Braithwithe, interpretador por la peculiar Abbey Lee y el apolíneo Jordan Patrick Smith. A partir de aquí, Territorio Lovecraft se convierte en un antología de historias -la novela original está estructurada así- que mantiene un trasfondo temático -el racismo y el conservadurismo estadounidense-, un argumento general de brujos que buscan el poder, y los mismos protagonistas, claro. Esto es quizás el punto más endeble de la propuesta: Atticus Freeman (Jonathan Majors) y Letitia (Jurnee Smollett) no me convencen demasiado. El tercer episodio es una historia de casa encantada -de nuevo con trasfondo racial- en el que se presenta un personaje secundario más interesante, Ruby, interpretada por la emergente Wunmi Mosaku, de gran presencia en pantalla. Ella protagoniza un descabellado pero interesante episodio en el que adquiere la capacidad de transformarse en una mujer blanca y librarse, por unas horas, de la discriminación. Una idea fantástica y excesiva con una gran dosis de humor y gore. Otro personaje secundario, Montrose (Michael Kenneth Williams), también resulta interesante al introducir temas como la discriminación sexual, el maltrato y la violencia como producto de condicionantes sociales. Por último, mencionemos el personaje de Hyppolite (Anjuane Ellis), que también interesa más que la pareja protagónica, y que hace de heroína en un estupendo episodio que incluye viajes dimensionales, en la línea de la serie marciana de Edgar Rice Burroughs. Tampoco está nada mal un capítulo casi independiente, una precuela realmente, que sitúa la acción en Corea para presentarnos a un demonio sexual basado en la mitología oriental. Añadamos a este cóctel episodios muy locos de la serie que incluyen aventuras en templos de cartón piedra, demonios dignos de Insidious que persiguen a la niña Diana (Jada Harris); y viajes temporales al pasado -traumático y racista- de Estados Unidos, con las habituales paradojas. Todo esto lleva a un final enloquecido de rituales, tentáculos y lucha entre brujos, una mano biónica y la sensación de haber visto una serie con muy buena ideas, pero no demasiado bien desarrolladas, en una ficción desequilibrada. A Territorio Lovecraft le ha faltado enfocar mejor sus intenciones, porque su batiburrillo argumental y temático, aunque disfrutable, no parece haber acabado de cuajar.
MANK -¡QUÉ VIVA EL GUIÓN!
CASA AJENA -FANTASMAS DEL PASADO
APPLES -ESCAPAR DE TODO
COME TRUE -TERRORES NOCTURNOS
MATAR A PINOCHET -LUCHA POLÍTICA
PARA SAMA -EL SENTIDO DE LA VIDA
MI PRIMER FESTIVAL DE CINE 2020
NIGHT OF THE KINGS -LAS MIL Y UNA NOCHES
NEVIA -REALISMO Y FANTASÍA
SOLE -DESHUMANIZADOS
PATRIA -LA SERIE Y LA NOVELA
BORAT, PELÍCULA FILM SECUELA -LA AMÉRICA DE TRUMP
ANE -HERIDAS
EL JUICIO DE LOS 7 DE CHICAGO -JUICIO POLÍTICO
MURDER DEATH KOREATOWN -METRAJE ENCONTRADO
No nos engañemos: en el subgénero del found footage -piensen en El proyecto de la Bruja de Blair (1999)- se suele tener la sensación de que "no pasa nada" hasta un clímax terrorífico. La idea de hacernos creer que estamos viendo algo real parece necesitar de tiempos muertos, como los de la vida misma. En realidad, se trata de ir preparando al espectador, muy poco a poco, para luego pillarle desprevenido. Murder Death Koreatown lleva esta idea al extremo, en lo que parece el nuevo gran intento de revitalizar un subgénero más que gastado. Para conseguirlo, la película propone una serie de elementos extra cinematográficos con el objetivo de que nos creamos que lo que vemos, ocurrió realmente. Primera idea inquietante: la trama parte de un asesinato real en Los Angeles y crea un falso documental a partir de ello, lo que hoy conocemos como un true crime. Segunda idea: el supuesto origen de lo que vemos es un misterioso material grabado, que ha sido compartido en foros de Internet y que ahora aparece como un largometraje que nadie firma. No hay títulos de crédito en esta película, un truco tan antiguo como Holocausto caníbal (1980). Este juego ayuda a fabricar una leyenda urbana en torno a la película, una idea de misterio -aunque sea, simplemente, porque no sabemos quién la hizo- que, si queremos, favorece las expectativas antes del visionado. Murder Death Koreatown está narrada en primera persona por un protagonista que nunca llegamos a conocer ni a ver, cuya voz en off escuchamos durante todo el metraje, mientras le acompañamos en su investigación del crimen, que pronto comienza a obsesionarle: es un joven en paro con mucho tiempo libre, probablemente en estado de depresión. Y esa obsesión crece en su cabeza hasta convertirse en una conspiración de personas sin techo, extraños mensajes en coreano, y sueños febriles. Un conjunto de enigmas, no sabemos si reales, que convierte a la película en un interesante found footage de terror psicológico. Como he dicho al principio, en esta película tenemos la sensación de que nada ocurre, y lo que es peor, los misterios planteados no se resuelven. Tras su visionado, al menos yo, me he encontrado buscando respuestas y haciendo conexiones muy locas. Murder Death Koreatown puede llegar a provocar 'otra' película en nuestras cabezas, lo que nos enseña que, quizás, no estamos tan lejos de su paranoico protagonista.