En la obra maestra El moderno Sherlock Holmes (1924), Buster Keaton jugaba con la narrativa cinematográfica -que entonces estaba todavía en su infancia- para crear una secuencia cómica inolvidable: el protagonista, un proyeccionista, se quedaba dormido durante una sesión y en sueños entraba a formar parte de la película, siendo víctima nada menos que del montaje. Con cada corte, el héroe se veía sorprendido por un cambio de escenario y de situación: si en un plano se lanzaba al agua, al siguiente se daba un tortazo al estrellarse con el suelo seco. Todo a la vez en todas partes recupera el hallazgo visual de Keaton y juega también con el lenguaje cinematográfico, casi 100 años más tarde, para expresar la idea de que la protagonista tiene otras existencias en eso que llaman el multiverso. Así, la cinta utiliza como premisa argumental que cada decisión que tomamos genera una línea temporal en la que nuestra vida se ha desarrollado de forma diferente. ¿Qué pasaría si pudiésemos sacar provecho de todas esas vidas no vividas? La idea sería del gusto del existencialista Albert Camus, que volcó sus pensamientos filosóficos en el libro El mito de Sísifo (1942) que parecen haber leído Dan Kwan y Daniel Scheinert, directores y guionistas de esta estupenda obra que mezcla el drama familiar, la ciencia ficción, la comedia y la acción -todo a la vez- en una de las películas del año, producida, ojo, por los marvelianos hermanos Russo. Todo a la vez en todas partes es la mezcla imposible entre The Farewell (2019) y Terminator (1984) y Matrix (1999), con referencias irresistibles a Tigre y dragón (2000) -porque se aprovecha la figura de la actriz Michelle Yeoh-, Deseando amar (2000), Ratatouille (2007), 2001: Una odisea del espacio (1968) y, por supuesto, Los Goonies (1985). Y si el cartel parece remitirnos a algo como Kung Fu Sion (2004), la verdad es que esta extraña película esconde un emotivo drama humano sobre la relación entre una madre (Yeoh) y su hija (Stephanie Hsu). Un tema que, tratado de forma naturalista, puede dar como resultado una obra como Cinco Lobitos (2022), pero que aquí da pie a un pastiche de referencias, a una reflexión existencialista, y a cine sobre el cine. Evelyn Wang, la protagonista, es una mujer que despierta -como diría Camus- al absurdo de la existencia. A ese sentirse como un actor divorciado de su escenario, que da vueltas en círculo -como Sísifo- una y otra vez, sin encontrarle sentido a nada. Pero a través de situaciones imposibles de acción, terror y humor, irá aprendiendo que, si nada tiene sentido, tampoco vale la pena preocuparse por todo, ni ser infeliz. Si todo da igual, todo es posible. La pareja formada por Dan Kwan y Daniel Scheinert ya nos deslumbraron con la muy original y referencial Swiss Army Man (2016) y ahora se confirman como autores capaces sorprender y de crecer con esta nueva propuesta que es imprescindible ir a ver, ahora mismo, a una sala de cine.
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