OBI-WAN KENOBI -LA SECUELA DE LA PRECUELA


Personalmente, nunca he estado realmente satisfecho con casi nada de lo que se ha hecho con Star Wars más allá de la trilogía original estrenada entre 1977 y 1983. La principal razón, claro, es subjetiva: no me interesan las precuelas. Tras ver El retorno del Jedi, de niño, soñaba con una continuación de las aventuras de Luke Skywalker (Mark Hamill), pero George Lucas prefirió mostrarnos lo que había pasado antes: la caída en el lado oscuro de Darth Vader, las guerras clon y la desaparición de la orden de los Jedi. La trilogía de las precuelas siempre me pareció forzada, lastrada por la necesidad de que todo encajase con los siguientes capítulos ya conocidos, lo que le restaba frescura y libertad a Lucas, que encima se complicaba las cosas él mismo obligándose a incluir personajes como R2D2, C3PO o hasta Boba Fett, cuando no había necesidad de ello. En mi opinión, la magia de Star Wars era el misterio del extraño universo que nos presentaban, de su historia, de sus personajes. La decisión de Lucas de explicarlo y enseñarlo todo me resulta frustrante: las Guerras Clon siempre serán mejores como yo las había imaginado y lo mismo me pasa con el pasado de Boba Fett, por citar solo un par de de ejemplos. Ahora, precisamente de esas insatisfactorias precuelas nace la serie de Disney Plus, Obi-Wan Kenobi. Seis capítulos que desarrollan los hechos ocurridos en un período cada vez más corto, el comprendido entre La venganza de los Sith (2005) y Una nueva esperanza (1977). La serie se apoya en el mayor acierto de casting de las precuelas: Ewan McGregor, actor que ha conseguido lo imposible, que relacionemos su rostro con el personaje del maestro Jedi, incluso por encima del gran Alec Guinness. Por un lado, la propuesta tiene interés, al continuar las aventuras del mentor de Luke, pero, como ya he dicho, su alcance es limitado, ya que debe encajar forzosamente con el siguiente episodio. Pasando página sobre ese pecado original, Obi-Wan Kenobi me parece un producto irregular. Primero, porque arriesga al desmarcarse de las señas de identidad de la saga. Star Wars nos ha acostumbrado a la narrativa invisible del cine clásico, que aquí se convierte en la muy presente y temblorosa cámara de tantas y tantas series televisivas. Segundo, relacionamos a los personajes principales de la franquicia -Luke, Leia, Darth Vader- con temas musicales muy conocidos, compuestos por John Williams, que aquí (casi) no se utilizan. Otro asunto son los efectos especiales: aquí digitales, con mucha presencia del croma, una estética que casa bien con las precuelas, pero que tiene poco que ver con la fisicidad de las maquetas y escenarios naturales de las primeras tres películas. ¿Qué quiero decir con esto? Que Obi-Wan Kenobi es Star Wars, pero no lo parece del todo, tiene un sabor algo diferente, que puede producir una sensación de extrañeza difícil de definir.

Dicho todo esto, cualquier comentario sobre un producto Star Wars resulta complicado, porque esta saga despierta pasiones y depende mucho de las expectativas de cada uno. Así, Obi-Wan Kenobi ha sido criticada por la puesta en escena planteada por la directora Deborah Chow, cuya labor detrás de la cámara es meramente funcional. También hay que tener en cuenta que estamos ante una serie enfocada en los personajes, lo que supone más diálogos y menos acción y aventura. Nada que ver con Mandalorian -y El libro de Boba Fett- que tiene un tono de (spaghetti) western en el que predomina la narrativa visual y la acción. Obi-Wan Kenobi, en cambio, opta por desarrollar el estado emocional del protagonista tras los trágicos acontecimientos del Episodio III: la eliminación de los Jedi, la ascensión del Imperio galáctico y sobre todo, la traición de Anakin Skywalker. Pero las situaciones dramáticas de esta ficción parecen poco trabajadas y sin el rigor necesario para que los conflictos nos parezcan resueltos satisfactoriamente. Faltan personajes a la altura del protagonista, que parece una gran estrella interactuando con figurantes, y eso que la serie cuenta con actores carismáticos y solventes como Joel Edgerton o Kumail Nanjiani. La pregunta es si estos defectos son realmente significativos, ya que la presencia del mítico Darth Vader en un nuevo enfrentamiento con Kenobi, es gancho más que suficiente para que todo fan de la saga vea la serie y haga la vista gorda. ¿Quién se puede resistirCreo que nadie.

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