El director japonés Hirokazu Koreeda demuestra una increíble capacidad para emocionar en su película Broker. La cinta ha sido rodada en Corea del Sur, con actores surcoreanos, lo que permite el feliz encuentro con Song Kang-ho, que encabeza un elenco que en la historia acaba formando una pequeña familia. En la misma línea que la aclamada Un asunto de familia (2018), Koreeda nos muestra a un grupo de personajes en los márgenes de la sociedad, que se acaban ganando nuestro corazón gracias a la mirada humanista del director. Ojo porque estos personajes son responsables de delitos y crímenes difíciles de defender: abandono de niños, tráfico de bebés, prostitución e incluso asesinato. Pero el japonés y sus actores logran que veamos a estos personajes como seres humanos rotos, víctimas de sus decisiones pero también de sus circunstancias, sin redención posible -tendrán que pagar por sus pecados- pero resignados a seguir viviendo intentando ser felices en la medida de lo posible manteniendo una cierta ética personal: en ese sentido, el gran hallazgo del film es el personaje Song Kang-ho, en el que adivinamos conflictos y problemas sin solución, lo que no le impide disfrutar de pequeños placeres fugaces, como la comida o el agradable calor de los rayos del sol. La historia de la película parte de un hecho real, la existencia en Corea de 'cajas' para bebés, en las que las madres que deciden abandonar a sus hijos pueden depositarlos sin que corran peligro e incluso recibir ayuda. Esta idea permite que el argumento gire alrededor del abandono, de la responsabilidad de ser padres y madres, del amor, y propone de forma muy curiosa -ya lo hacía en la mencionada Un asunto de familia- que en la vida se pueden formar otros grupos familiares apelando a la bondad y a la solidaridad de los perdedores. Una película agridulce pero luminosa.
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