Que The Flash fuera presentada en Arrow parecía un mal augurio. La adaptación televisiva de Green Arrow (1941) tiene el "pequeño" defecto de no querer ser una serie de superhéroes. Sobre todo en sus primeros capítulos, Arrow parece una mezcla de Gossip Girl (2007), Lost (2004), y las películas sobre Batman de Christopher Nolan. Pero, curiosamente, los episodios de la segunda temporada en los que aparece brevemente Barry Allen/Flash (Grant Gustin) me resultaron simpáticos. El personaje aportaba frescura a los tiesos guaperas de Arrow. Y la prueba de que este Barry Allen tiene las cosas mucho más claras que Oliver Queen (Stephen Amell) -y que los guionistas de la serie- es que antes de despedirse le da un consejo: si quieres ser un superhéroe de verdad ¡Ponte una máscara!
Por suerte, detrás de The Flash está Geoff Johns, guionista de cómics de amplia experiencia, favorito de los fans, a los mandos de DC durante años y sobre todo célebre por su etapa, precisamente, en el Flash de los tebeos. Johns conoce muy bien al personaje y además tiene experiencia en el medio audiovisual: fue ayudante de dirección de nada menos que del director de la seminal Superman (1978), Richard Donner. Así que la cosa tiene ciertas garantías de estar bien. Y la verdad es que el piloto de The Flash está muy bien.
"Mi nombre es Barry Allen y soy el hombre vivo más rápido del mundo" así comienza este primer capítulo en el que los guionistas no se rompen la cabeza. Pero tampoco hace falta. Se trata de una historia clásica de superhéroes que no tiene nada de nuevo, pero su tono optimista y vital la convierten en un rayo de luz en mitad de la oscuridad de la ficción superheroica audiovisual post-Nolan de DC. Éste Flash tiene un doble origen. Por un lado, el clásico: un policía forense sufre un accidente -en los cómics por un rayo, en la serie por un acelerador de partículas- que le otorga supervelocidad. Y luego está el origen emocional del personaje: Barry Allen pierde a su madre, misteriosamente asesinada. Pero no por ello se convierte en un obseso como Batman, todo lo contrario. Es mucho más fácil identificarse con este Barry Allen -allí está su amor imposible por Iris West (Candice Patton)- que vibra en la misma frecuencia que el Peter Parker de Spiderman.
Y a partir del protagonista, creo que todo funciona muy bien en este piloto. El misterioso asesino de la madre (los lectores de cómics ya sabemos de quién se trata); que los supervillanos surjan del mismo accidente que Flash; ese doctor Harrison Wells que parece una mezcla de Steve Jobs y Charles Xavier (y que esconde otro interesante misterio); y sobre todo la recuperación de John Wesley Shipp como el padre de Barry al que, al menos yo, recuerdo con muchísimo cariño de la serie de The Flash de 1990. Y es que esta nueva adaptación del "velocista escarlata" hace bien todo lo que Arrow hace mal. Y sobre todo, The Flash tiene alma.
"Mi nombre es Barry Allen y soy el hombre vivo más rápido del mundo" así comienza este primer capítulo en el que los guionistas no se rompen la cabeza. Pero tampoco hace falta. Se trata de una historia clásica de superhéroes que no tiene nada de nuevo, pero su tono optimista y vital la convierten en un rayo de luz en mitad de la oscuridad de la ficción superheroica audiovisual post-Nolan de DC. Éste Flash tiene un doble origen. Por un lado, el clásico: un policía forense sufre un accidente -en los cómics por un rayo, en la serie por un acelerador de partículas- que le otorga supervelocidad. Y luego está el origen emocional del personaje: Barry Allen pierde a su madre, misteriosamente asesinada. Pero no por ello se convierte en un obseso como Batman, todo lo contrario. Es mucho más fácil identificarse con este Barry Allen -allí está su amor imposible por Iris West (Candice Patton)- que vibra en la misma frecuencia que el Peter Parker de Spiderman.
Y a partir del protagonista, creo que todo funciona muy bien en este piloto. El misterioso asesino de la madre (los lectores de cómics ya sabemos de quién se trata); que los supervillanos surjan del mismo accidente que Flash; ese doctor Harrison Wells que parece una mezcla de Steve Jobs y Charles Xavier (y que esconde otro interesante misterio); y sobre todo la recuperación de John Wesley Shipp como el padre de Barry al que, al menos yo, recuerdo con muchísimo cariño de la serie de The Flash de 1990. Y es que esta nueva adaptación del "velocista escarlata" hace bien todo lo que Arrow hace mal. Y sobre todo, The Flash tiene alma.
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