SUPERGIRL -TEMPORADA 2- MEDUSA



MEDUSA (28 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

El crossover, el cruce entre personajes de distintas series de cómics, se remonta nada menos que a los años 50, cuando Superman y Batman comenzaron a compartir aventuras en la revista World´s Finest, título también del estupendo episodio de la serie Supergirl en el que esta conoce por primera vez a The Flash. La idea de juntar héroes resulta tan atractiva para el aficionado -que puede ver así a sus personajes preferidos interactuando- como comercial -se trata de sumar espectadores. Vivimos en la edad de oro del superhéroe en cine y televisión, un sueño hecho realidad para el lector de tebeos: en los últimos años hemos podido ver a los personajes más emblemáticos de Marvel Cómics protagonizar películas individualmente y luego reunirse en Los Vengadores (2012), nos hemos decepcionado con el enfrentamiento de Batman v Superman (2015), hemos visto a Daredevil luchar contra Punisher, y estamos a la espera de Justice League (2017) y The Defenders (2017). Durante tres años hemos tenido un cruce anual entre Arrow y The Flash, que ahora se amplía con Supergirl y Legends of Tomorrow, bajo el título de Invasion!, adaptando un evento similar en los cómics, que en 1988 integraba a toda la plantilla de DC. Dicho esto, hay que confesar que esta primera parte de la historia es, en realidad, un episodio de Supergirl sin más. Bueno, un buen episodio, un midseason finale muy potente que cierra todas las tramas planteadas al inicio de esta segunda temporada. Solo en el epílogo hacen su aparición Barry Allen (Grant Gustin) y Cisco Ramon (Carlos Valdes) para pedirle ayuda a Supergirl (Melissa Benoist) en un cliffhanger inmejorable aunque esperado. Antes, hemos podido ver a Kara enfrentarse a un virus que solo mata extraterrestres creado por su padre (Robert Grant), por lo que de nuevo tiene que lidiar con un legado familiar conflictivo, tema que se refleja paralelamente en el personaje de Lena Luthor (Katie McGrath), cuyos problemas con su madre son incluso mayores: descubre que Lillian Luthor (Brenda Strong) está detrás de la malvada organización Cadmus, que cae, finalmente derrotada. La reacción de Lena a esta revelación es sin duda lo más sorprendente del relato. Por otro lado, la relación amorosa entre Kara y Mon-El (Chris Wood) avanza, pero luedo da un par de pasos atrás. Además, J'onn J'onzz (David Harewood) se transforma finalmente en un marciano blanco, lo que le sirve para enfrentarse a Cyborg Superman, que, con una nueva máscara, se parece más a Cyborg -le veréis en la mencionada Liga de la Justicia- que a Superman. Por último, Alex Danvers (Chyler Leigh) acepta su homosexualidad y se confiesa con su madre, Eliza, recordemos, interpretada por Helen Slater, la Supergirl de la película de 1984. Así, todo queda cerrado y bien atado hasta el próximo episodio de la serie, a emitirse en enero. Pero antes, tenemos una cita con The Flash. Por cierto, es una buena noticia que hayamos podido ver este episodio de Supergirl gracias a HBO España. Aunque espero que mejore la calidad de imagen y que pronto estén disponibles más dispositivos para su visionado.

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THE WALKING DEAD -TEMPORADA 7- SWEAR


SWEAR (27 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Creo que todos los que seguimos TWD estaremos de acuerdo en que lo más interesante es la historia de Rick (Andrew Garfield) y del grupo de personajes protagonistas. Esta temporada, se enfrentan a la amenaza de Negan (Jeffrey Dean Morgan), atractivo villano capaz de una crueldad difícil de igualar. Este enfrentamiento ha sido el conflicto central del último capítulo de la temporada anterior y de la primera entrega de la que nos ocupa. Ahora bien, tras ese -celebrado- primer episodio, la historia de Rick contra Negan no ha avanzado prácticamente nada. Casi cada episodio se ha ocupado de otras tramas, con otros personajes -secundarios- desviándose siempre del tronco central de la historia. Esto vuelve a ocurrir con Swear, capítulo protagonizado por dos personajes que casi no recordaba: Tara (Alanna Masterson) y Heath (Corey Hawkins). Los hechos ocurren, además, en un nuevo escenario, alejado del epicentro dramático de la serie: una comunidad de supervivientes habitada solo por mujeres. Esto podría dar pie a una parábola política  o social sobre el matriarcado, pero realmente solo reincide en los temas recurrentes de la serie: la desconfianza en el otro, el ejercicio del poder, la justificación de la violencia, la ley del más fuerte y la supervivencia como el valor más importante del nuevo orden post-apocalipsis zombie. La idea de una comunidad de mujeres armadas hasta los dientes es interesante, hay imágenes potentes como la de los muertos vivientes emergiendo de las arenas, pero la tensión resulta nula porque creo que estos personajes no nos importan demasiado. Tampoco ayuda al interés la estructura narrativa en flashbacks desordenados, un problema que comienza a ser crónico en esta serie. Seguramente todo lo que estamos viendo repercute de alguna manera en el desenlace de la temporada, pero el camino hacia ese clímax en el que todo encajará resulta tedioso.

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LA VIDA DE CALABACÍN Y MI PRIMER FESTIVAL DE CINE


Todos recordamos nuestra primera vez en una sala de cine. La mía fue El abismo negro (1979), algo así como la respuesta de Disney a Star Wars (1977). No sé cómo decidió mi madre que estaba preparado para ver una película, en un cine, por primera vez, pero seguramente se arriesgó a tener que salir de la sala en mitad de la proyección. Es complicado saber cuándo un niño es lo suficientemente maduro para aguantar una película entera, por lo que es de agradecer iniciativas como Mi primer festival de cineuna fantástica oportunidad para que los más pequeños -a partir de dos años- se estrenen en eso que llamamos cinefilia. Celebrado en los cines Verdi de Madrid, con votaciones y todo, Mi primer festival es, para un aficionado al séptimo arte, la maravillosa oportunidad de compartir con sus hijos su gran pasión cultural. El mío -de tres años- se lo pasó en grande esperando cada cortometraje animado -la selección fue variada, ágil y divertida- preguntándome por el siguiente corto y gritando las palabras "mágicas" antes de cada pase: luces, cámaras, acción. Cada sesión del festival estaba compuesta de cortos -y algún mediometraje- de animación de calidad, con propuestas de todo tipo, y de nacionalidades varias. Para que tu hijo deje de pensar que el mundo se acaba en La Patrulla Canina y Peppa Pig. No dudéis en apuntaros a la próxima edición.


La clausura del festival fue un largometraje, La vida de Calabacín (2016), que considero imprescindible. Una obra mayúscula que aborda un tema muy presente en la ficción para niños, el de la infancia abandonada: desde Oliver Twist hasta Annie y pasando por El Chavo del 8, el huérfano siempre ha tenido su lugar en el imaginario infantil. Como padre, creo que se trata de una realidad que evitamos a nuestros hijos todo lo posible: el que ellos son, sin duda, privilegiados en un mundo con demasiados niños que han perdido a sus familias, que son maltratados o que simplemente han nacido en el lugar equivocado. ¿A qué edad deberíamos hablar de esto con nuestros hijos? Creo que siempre será pronto para abordar semejante tema. La vida de Calabacín es una película para niños sobre verdades que los adultos preferimos que no sepan. Los protagonistas son chicos que han perdido a sus padres por los motivos más terribles, pero también por los más reales. La historia está contada siempre desde el punto de vista infantil, por lo que el drama se plantea de una forma inocente pero también cruda, sin filtros. Es difícil encontrar una película como esta, realizada en stop-motion, que hace reír a los niños, pero deja a los padres con un nudo en la garganta. La vida de Calabacín -elegida por Suiza para los Oscar de 2017- es una obra necesaria que plantea un reto importante para los padres: ¿A qué edad deben verla?

THE FLASH -TEMPORADA 3- KILLER FROST


KILLER FROST (22 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Primero fue el Flash-Reverso y luego Zoom. En cada una de las temporadas de The Flash, nos han presentado a un villano misterioso, cuya identidad resulta clave para el desenlace de la trama. Hay que decir que dicha revelación no ha sido nunca directa, siempre ha tenido matices, giros sorprendentes que han hecho más interesante el descubrimiento. Así, el Flash-Reverso no era simplemente Harrison Wells (Tom Cavanagh), sino Eobard Thawne (Matt Letscher) con sus rasgos. En esta tercera temporada, el malvado a descubrir es -era- el Doctor Alchemy -con la voz, sin acreditar, de Tobin Bell, el Jigsaw de Saw (2004)-. Durante estos siete episodios nos han estado dando pistas muy obvias -tanto, que parecían falsas- de que quien está detrás de la máscara de Alchemy es el forense Julian Albert (Tom Felton). Resulta que sí lo era. O al menos eso parece. La idea de hacer que el misterio sea tan simple -y la de resolverlo tan pronto- me parece buena porque nos mantiene en guardia en lugar de repetir los mecanismos de las dos temporadas anteriores. Por otro lado, aquí vemos al malvado Savitar (Andre Tricoteux) por primera vez en acción: ¿Será su identidad el nuevo enigma de la trama? Lo cierto es que este "dios de la velocidad" surge de la nada, por sorpresa, mientras que el Flash-Reverso y Zoom fueron presentados tras varios episodios en los que se anticipaba -y se temía- su primera aparición. Los guionistas de la serie están empeñados en pillarnos con el pie cambiado, jugando en contra de las expectativas de las dos primeras temporadas. Volviendo a Savitar, el villano le pega una buena paliza a Barry Allen (Grant Gustin) y parece, en principio, invencible: otro rasgo común con los dos villanos ya citados. Solo el esfuerzo conjunto de Vibe/Cisco (Carlos Valdes) y Killer Frost/Caitlin (Danielle Panabaker), evitan que Savitar mate a Flash. Sobre esta última, por cierto, va el capítulo, que no tiene villano episódico. O sí que lo tiene, y es la propia Killer Frost. Esta temporada de The Flash se está centrando más en el desarrollo de sus personajes, que en la acción superheroica. Y no es casualidad que esta entrega esté dirigida por Kevin Smith -ya sabéis, el autor de Clerks (1994)- que ya realizó antes otro episodio, The Runaway Dinosaur. Smith se preocupa más por los personajes y por las relaciones entre ellos, por lo que tenemos más momentos íntimos de lo normal: el miedo que siente Joe West (Jesse L. Martin) porque su hijo Wally West (Keiynan Lonsdale) se esté convirtiendo en Kid Flash; la amistad entre Cisco y Barry tras la muerte del hermano del primero en Flashpointla bonita relación romántica entre Barry e Iris West (Candice Patton); y sobre todo la forma en la que Barry ayuda a Caitlin Snow a no convertirse en una supervillana. Todo esta apelación a los sentimientos está bien, pero creo que hay que lamentar que tengamos aquí al Kevin Smith pastelero de Jersey Girl (2004) antes que al friki de humor desmitificador de la mencionada Clerks.

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ALIADOS (ROBERT ZEMECKIS, 2016)


Probablemente siempre ha habido en el cine de Robert Zemeckis una lucha entre lo real y lo simulado. El director, que apoya su prestigio en Forrest Gump (1994) y Náufrago (2000), pero al que siempre querremos más por Regreso al futuro (1985), suele abusar de los efectos especiales: de hecho, tras Cuento de Navidad (2009) abandonó el empeño de hacer películas solo de animación con motion capture. Aliados resulta irremediablemente fría con sus intérpretes actuando delante de lo que seguramente son decorados simulados. A veces da la sensación de que Brad Pitt y Marion Cotillard están jugando a ser actores de cine en una película del Hollywood clásico: la referencia principal es, explícitamente Casablanca (1942). Lo interesante es que los personajes que interpretan estas dos estrellas son espías en tiempos de guerra, por lo que su oficio es, precisamente, la falsedad. Hay que preguntarse entonces qué es real y qué es simulación, no solo con respecto al juego entre los protagonistas, sino en cuanto a la propia película. El film es mecánico, previsible y aburrido. Los sorpresivos giros que esconde su trama deberían aumentar el interés progresivamente, pero, francamente, no lo consiguen. Zemeckis solo alcanza la intensidad de lo real en las escenas violentas, que son secas y bastante contundentes. Pero no saca provecho del atractivo de sus actores, la tensión sexual entre ambos es mínima, y eso que la belleza de Marion Cotillard es muy real. Resultan curiosos los rumores previos sobre una relación entre Pitt y Cotillard, dos actores entre los que habría surgido algo durante su trabajo, porque interpretan precisamente a dos espías obligados a fingir que son pareja. También es curioso que Pitt haya comenzado una relación con Angelina Jolie tras una película de espías, Sr. y Sra. Smith (2005), y rompa con ella tras otra. Volviendo a esta película, hay dos escenas que dan fe de la excesiva confianza de Zemeckis en el artificio, y perdonen si esto es un spoiler: primero, un momento sexual dentro de un coche en mitad de una tormenta de arena -digital, por supuesto- y segundo, un parto durante un bombardeo aéreo -literalmente-. Hacer el amor y nacer deben ser los sucesos más humanos de nuestra existencia, pero Zemekis se empeña en aderezarlos con efectos especiales.

AGENTES DE S.H.I.E.L.D -TEMPORADA 4- UPRISING



UPRISING (11 DE OCTUBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Un grupo de watchdogs haciéndose pasar por inhumanos terroristas perpetra un atentado que deja sin electricidad varias ciudades estadounidenses. Agentes de S.H.I.E.L.D ya nos tiene acostumbrados a estos Apocalipsis low cost: con pocos alardes y algo de ingenio consiguen que los espías se enfrenten a amenazas globales bastante más grandes que las que permite el presupuesto de una serie de televisión. Las sombras provocadas por la ausencia de electricidad son también las de los prejuicios hacia lo diferente: las guapas pero superficiales amigas de Yo-Yo (Natalia Cordova-Buckley) acaban delatándola, justo cuando aparece el equipo de rescate de Coulson (Clark Gregg), Mack (Henry Simmons) y Fitz (Iain de Caestecker). La falta de electricidad aumenta la tensión de la escena en la que Radcliffe (John Hannah) y Simmons (Elizabeth Henstridge) intentan "exorcizar" las alucinaciones que se han apoderado de May (Ming-Na Wen). La secuencia, a medio camino entre la escena de la sobredosis de Pulp Fiction (1994) y la de la resucitación de Abyss (1989) se hubiera beneficiado de una realización más competente. Funciona mejor el ataque al generador de pulsos, cuya luz se enciende y se apaga dictando el montaje y coincidiendo con los poderes oscilantes de Yo-Yo.

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SUPERGIRL -TEMPORADA 2- THE DARKEST PLACE


THE DARKEST PLACE (21 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

El mitógrafo Joseph Campbell -El héroe de las mil caras (1949)- recopiló historias de diferentes culturas y encontró momentos que se repetían en todas. George Lucas se inspiró en estas ideas para su Star Wars (1977) y es habitual en el cine de Hollywood encontrar ecos de esta estructura. Una de las etapas del "viaje del héroe" de Campbell es el acercamiento a la cueva profunda, a la guarida del dragón o del villano de turno. En este episodio de Supergirl, Kara (Melissa Benoist), la heroína, descubre por primera vez la base oculta del Proyecto Cadmus -en la mitología griega, Cadmus fue el primer héroe matador de monstruos- donde está prisionero Mon-El (Chris Wood) que hace aquí las veces de "princesa" a rescatar. Para entendernos, es el equivalente al momento en el que Luke (Mark Hamill) entra en la Estrella de la Muerte para rescatar a Leia (Carrie Fisher). Supergirl se enfrenta en Cadmus a un nuevo enemigo -con la misma forma de un aliado- al descubrir que el verdadero Hank Henshaw (David Harewood) está vivo y ahora es, por fin, Cyborg Superman, personaje creado en 1993 tras la sonada muerte del hombre de acero en los cómics. Este enemigo promete y resulta verdaderamente amenazador. Además, Supergirl tiene un encuentro con la auténtica villana de Cadmus, Lillian Luthor (Brenda Strong). ¿Qué quiere hacer ella con la sangre de Kara? Acceder a la Fortaleza de la Soledad de Superman, como vemos en el estupendo cliffhanger del episodio. Además, aparece aquí el padrastro de Kara, Jeremiah -Dean Cain, recordemos, el Superman de la serie Lois y Clark (1993)- con vida y dispuesto a ayudar. Por último, se da un nuevo paso en la trama romántica entre Kara y Mon-El. 


Por si todo esto fuera poco, se sigue desarrollando la carrera superheroica de Guardian (Mehcad Brooks) y su sidekick -aunque a él no le guste serlo- Winn (Jeremy Jordan). No sé muy bien por qué estos dos mantienen sus identidades en secreto, pero lo cierto es que resulta divertido. Kara, por cierto, compara a Guardian con otro "vigilante" conocido de su primo: nada menos que Batman. ¿Darán alguna vez el paso de traer al hombre murciélago a National City?. En esta trama, el villano es un justiciero asesino, en la línea de Punisher, llamado Phillip Karnowsky (Victor Zinck Jr.), una versión low cost del pistolero Barrage, aparecido por primera vez en 1988 en un cómic de Superman, donde, por cierto, perdió su mano luchando con Maggie Sawyer, creada en 1987 y, también, lesbiana. Su versión televisiva, Maggie (Floriana Lima) condena aquí a la hermana de Kara, Alex (Chyler Leigh), a la temida friend zone, aunque luego parece que vuelve a acercarse a ella. Otra pareja que se lleva a matar es la de J'onn J'onzz (David Harewood) y M'gann M'orzz (Sharon Leal). El primero descubre que la segunda es una marciana blanca -que le ha infectado- y por lo tanto responsable, en parte, del genocidio de su gente, los marcianos verdes, y de la muerte de su propia familia. M'gann se defiende diciendo que es algo así como la versión del planeta rojo de Oskar Schindler. 

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FAN FICTION: POR QUÉ TODO EL CINE QUE VES ESTÁ MAL


¿Y si el cine que ves fuera, en realidad, fan fiction? El término se refiere a obras -literarias o cinematográficas- realizadas por no profesionales, de forma independiente y no oficial, inspirándose en novelas, cómics, películas, series o videojuegos. Son trabajos de amor, llevados acabo por fans que desean recrear elementos de los universos de ficción por los que sienten pasión. Peter Jackson, con tan solo 12 años, intentó recrear la mítica escena del Empire State de King Kong (1933) con una cámara súper 8. 32 años después, Jackson se permitía el lujo de hacer un remake del clásico con un presupuesto millonario. ¿Es la película de Jackson, de 2005, por tanto, fan fiction?. Cuando la Nouvelle Vague se rebeló contra el llamado cinéma de qualité en los años sesenta, la historia del cine cambió. Aquella rebelión de Godard, Truffaut y Rhomer -quienes, por cierto, eran cinéfilos y amantes de la literatura- era probablemente necesaria. A finales de los años setenta, en Hollywood, directores como Steven Spielberg y George Lucas cambiaron también la forma de entender el cine de entretenimiento. Dirigieron, escribieron y produjeron películas, crearon conceptos y formas de hacer, que todavía marcan la industria. Hoy, deberíamos tener delante a una generación que sustituya a Spielberg y a Lucas. Una nueva Nouvelle Vague. En su lugar, tenemos a Peter Jackson jugando con el tren eléctrico más caro del mundo. Tenemos a directores que han crecido con aquellas maravillosas películas de los años 80. Directores que son fans, que en lugar de romper con lo anterior, están abocados a continuar el legado de sus ídolos, utilizando para ello, además, el dinero de los grandes estudios.


Empecemos por Star Trek (2009) de J.J. Abrams, talentoso renovador de sueños ajenos -autor de la spielbergiana Super 8 (2011)-. El productor de Alias (2001), Lost (2004) y Fringe (2008) es un fan declarado de Star Wars, por lo que aplicó el filtro aventurero de la saga de Lucas a la ciencia ficción humanista de Gene Roddenberry. Muchos aborrecieron el resultado, pero la idea del reinicio -que utilizaba una paradoja temporal para contarnos todo de nuevo, con una tripulación rejuvenecida- era genial. Poco después, Abrams abandonaba a Kirk y compañía para capitanear la nueva película de Star Wars, convertida en franquicia tras ser comprada a George Lucas por Disney. En El despertar de la Fuerza (2015), la decisión creativa más polémica fue reproducir los momentos emocionales de Una nueva esperanza (1977). La mayoría opinó que se trataba prácticamente de un remake del film original. Es decir, el atrevimiento de Abrams al revolucionar el universo de Star Trek se convirtió en docilidad al tomar los mandos de una ficción de la que sí es fan. Pero hay más. En el Episodio VII vemos una nueva generación de personajes que no son más que ecos de los antiguos: Rey (Daisy Ridley) es una jedi en la línea de Luke Skywalker (Mark Hamill). ¡Pero es que además es su fan!. Rey ha crecido escuchando historias de Luke, de los jedis y de la Fuerza. Historias que cree simples leyendas hasta que Han Solo (Harrison Ford) le confirma que son reales. La película, además, está plagada de referencias reverenciales a la trilogía original. No es el único caso. Muy similar es el personaje de Adonis Creed (Michael B. Jordan), que también ha crecido admirando a Rocky Balboa (Sylvester Stallone). En Creed (2015), Adonis llega a Philadelphia para pedirle su ídolo que le entrene, pero antes hace un fan tour por los escenarios de Rocky (1976). La película hace lo mismo que El despertar de la Fuerza: reproduce la estructura del film fundacional de la saga e incluso toma prestadas las emociones de su famoso final anticlimático. Es la misma operación que lleva a cabo el director Colin Trevorrow en Jurassic World (2015), cuarto film de la serie que incluye un personaje friki, un fan -tiene hasta una camiseta- del Parque Jurásico original. En la ficción, este personaje, Lowery Cruthers (Jake Johnson), es un avatar de la nostalgia que sentimos hacia la película original, Parque Jurásico (1993). El film también copia la estructura de aquella -un parque de dinosaurios clonados que se desbocan- y recicla su clímax, pero acumulando saurios terribles para aumentar la espectacularidad y recuperando al viejo T-Rex como "héroe". Trevorrow, por cierto, es el encargado del futuro Episodio VIII (2017) de Star Wars. En el mismo saco habría que meter el reboot de Cazafantasmas (2016), que calca también a la original, Los cazafantasmas (1984), contiene fastidiosos cameos de los protagonistas de aquella, pero no encuentra una personalidad propia, a pesar del innegable carisma de sus actrices.


Por desgracia, hay más ejemplos, todavía peores, del creador como fan, siempre en manos de ejecutivos deseando resucitar una franquicia rentable. En la desastrosa Terminator Génesis (2015), se establece un juego con la película original, Terminator (1984), que llega incluso a recrear -y modificar- los planos originales- algo parecido a Regreso al futuro 2 (1989) con respecto a Regreso al futuro (1985), pero sin gracia-. La propuesta es parecida al reseteo de Abrams con Star Trek, pero fracasa estrepitosamente a pesar de haber conseguido la aprobación del mismísimo James Cameron. Otro intento reciente de sacar tajada de la nostalgia es la celebrada serie Stranger Things (2016), en la que parte del interés está en identificar las referencias a Spielberg y a Stephen King. Es fácil pasar por alto el saqueo de ideas y de emociones, debido al innegable carisma de una simpática propuesta que, sin embargo, no propone nada nuevo, como demostró el avispado youtuber que recopiló todos los planos "prestados" de películas muy conocidas de los años 80. ¿Qué sacamos entonces de todo esto? Descartemos, por favor, lugares comunes como que Hollywood se ha quedado sin ideas. El problema es quizás la reverencia hacia los referentes de nuestra infancia, que sienten también estos directores, sumada a las imposiciones de los grandes estudios que no quieren poner en peligro sus franquicias. George Lucas creció viendo seriales de Flash Gordon (1936), se enamoró de las películas de Kurosawa y de los westerns de Sergio Leone, pero utilizó esas referencias para crear algo diferente. Los fans que hacen el cine que vemos hoy no se atreven a proponer algo verdaderamente nuevo por miedo a enfadar a esos otros fans que somos nosotros mismos. Me hace gracia cuando los que van de cinéfilos se quejan de la mediocridad de estas películas, pero no se atreven a buscar propuestas renovadoras en otro tipo de cine: el independiente, el europeo, el asiático, el low cost. Son los mismos que se refugian en las series de moda -que pueden consumir más cómodamente, sin salir de casa- y dicen aquello de que el buen cine está en la televisión. Otro lugar común. Eso sí, siempre hay excepciones que confirman la norma: personalmente me resultan entrañables los revivals generados por los propios autores. Como el de Expediente X, llevado a cabo por Chris Carter, James Wong, Glen Morgan y Darin Morgan; que se postula como un "caras B" de la serie original. Aunque aquí también aparezca representada la figura del fan: el agente Miller (Robbie Amell), es un gran admirador de Fox Mulder (David Duchovny). Por otro lado, también me gusta el desenfado de Ash vs Evil Dead (2015) serie que no teme reírse de sí misma. Y, por último, está Mad Max: furia en la carretera (2015), que es un reboot, un remake y una secuela tardía. Pero también es una muy buena película.

AGENTES DE S.H.I.E.L.D -TEMPORADA 4- MEET THE NEW BOSS


MEET THE NEW BOSS (27 DE SEPTIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Como su título indica claramente, Meet the New Boss presenta al nuevo director de S.H.I.E.L.D, Jeffrey Mace (Jason O´Mara), un personaje tan misterioso como interesante. La elección del nombre es curiosa: Mace es la identidad secreta de un superhéroe creado en los años 40, llamado el Patriota. Luego, en los años 70, una historia retroactiva desvelaría que durante un tiempo llevó el uniforme nada menos que del Capitán América -tras la desaparición de Steve Rogers- del que Phil Coulson (Clark Gregg) es fan declarado. Aquí, sin embargo, Mace es un inhumano -origen más coherente con lo que nos ha contado la serie- con, al menos, superfuerza. Con la introducción de este nuevo director, la serie coloca la última pieza de lo que es el nuevo status quo de los personajes. Phil Coulson vuelve a ser un agente. Daisy "Skye" Jhonson (Chloe Bennet) es una fugitiva que aquí une sus fuerzas con el también misterioso -y molón- nuevo Ghost Rider (Gabriel Luna). La agente May (Ming-Na Wen) es poseída por las extrañas visiones y también se convierte en una amenaza. Hay un gran enemigo en la sombra, por descubrir, y unos extraños ¿científicos? incorpóreos cuyo origen desconocemos. Por cierto, al parecer, el origen de estos fantasmas se aleja de lo sobrenatural y se acerca al terreno de la ciencia ficción, mucho más acorde con lo que ha sido hasta ahora Agentes de S.H.I.E.L.D.

CAPÍTULO ANTERIOR: THE GHOST

THE WALKING DEAD -TEMPORADA 7- GO GETTERS



GO GETTERS (20 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Hay que empezar a llamar a las entregas de TWD como la que nos ocupa, capítulos "de tesis". La historia resulta soporífera, apenas tiene acción, porque lo importante es transmitir un mensaje, por lo demás, bastante sencillo, en este caso sobre el ejercicio del poder. Básicamente, el poder, aquí en manos de "los salvadores", corrompe. Los poderosos -representados por Simon (Steven Ogg), para que Negan (Jeffrey Dean Morgan) descanse- son hijos de puta que no dudan en abusar de su posición. La verdad es que no necesitamos ver una serie sobre zombies para descubrir esto. Es quizás más interesante el comentario sobre "el intermediario", Gregory (Xander Berkeley), un imbécil, un cobarde según Maggie (Lauren Cohan), que tiene el poder en su comunidad pero no es más que el recadero de los hombres de Negan. Se podría hablar aquí de la banalidad del mal, de los que solo "obedecen órdenes". Ante la maldad y la incompetencia de estos líderes tenemos a los "hombres de bien" que no hacen nada -recordemos la cita del pensador Edmund Burke-. Maggie, Sasha (Sonequa Martin-Green) y Jesús (Tom Payne) son mucho más adecuados para liderar que Gregory, pero precisamente su honestidad y sabiduría evitan que tomen el mando para imponer su voluntad. El problema es que por ello el poder recae en los menos interesados en el bien general. Maggie, sin embargo, toma la iniciativa en la secuencia más potente del episodio, cuando "los salvadores" castigan a los de la comunidad de Hilltop, abriendo sus puertas de par en par y generando ruido con un coche trampa que atrae a una multitud de zombies. Maggie resuelve la situación, lo que inspira a Jesús para enfrentarse al inútil de Gregory. La pregunta es, si lo que nos están diciendo con todo esto, es que Rick (Andrew Lincoln) se está convirtiendo en un líder cobarde como Gregory. Por lo demás, Carl (Chandler Riggs) y su novieta Enid (Katelyn Nacon) emprenden un viaje iniciático de ritmo lento y en definitiva poco interesante. Solo al final del episodio parece que se activa, por fin, una esperada reacción, por parte de los persoajes -Sasha, Jesús y Carl- de hacer algo para enfrentarse a Negan.

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AMERICAN HORROR STORY: ROANOKE -CHAPTER 10



CHAPTER 10 (16 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Lo más sugerente del season finale es la aparición del personaje de Lana Winters, protagonista de la segunda temporada de AHS, Asylum. No se trata solo de un guiño, sino de la confirmación de que esta serie siempre ha jugado un poco a la metaficción. Si en cada temporada un elenco de actores interpreta a personajes diferentes en historias distintas, en esta Roanoke dos actores interpretaban al mismo personaje, Shelby Miller: Lily Rabe era la "verdadera" Shelby, mientras Sarah Paulson encarnaba a una actriz, Audrey Tindall, encargada de darle vida a la Shelby "ficticia" en un falso documental televisivo. Ahora, Sarah Paulson reaparece encarnado a la mencionada Lana Winters, ya sabéis, otro personaje de otra temporada, para entrevistar a la última superviviente de esta historia de horror. Justo antes, hemos visto otro comentario sobre la fama, los fans y la cultura del showbuisness, tema recurrente en la ficción creada por Ryan Murphy y Brad Falchuk. Los protagonistas -casi todos fallecidos- acuden a una convención de fans/frikis. El otro tema habitual, el de la maternidad irresponsable, cobra importancia de nuevo en el personaje de Lee (Adina Porter), la mencionada única superviviente y ahora protagonista absoluto del relato. Todo esto se va contando con más interés en la parodia -de las mencionadas convenciones para fans, de los programas de entrevistas sensacionalistas, los falsos realities de cazafantasmas, los videoblogs y los informativos- que en fabricar verdaderos sustos. Los mencionados cazafantasmas son solo una excusa para más muertes y para reiterar en el formato del found footage. Pero ya estaba todo contado. Acaba la temporada con la sensación de que han sobrado un par de episodios. El último plano es para la colonia perdida de Roanoke, que acertadamente nunca llegamos a ver.

CAPÍTULO ANTERIOR: CHAPTER 9

LA LLEGADA (DENIS VILLENEUVE, 2016)


La llegada es la mejor película del año. Es también la consagración de Denis Villeneuve, director canadiense, que se dio a conocer con la potente Incendies (2010), y que ahora firma su primera gran película. En ella recoge elementos de una filmografía todavía corta, pero solvente, en la que ha ido cambiando de género con cada film. La llegada tiene algo de la atmósfera religiosa -recargada por la culpa- de la electrizante Prisioneros (2013); reutiliza la narrativa fragmentada y subjetiva de la onírica Enemy -en la que el protagonismo recae también en un profesor- con alguna de sus fugas surrealistas y terroríficas. Por último, coincide con Sicario (2015) en su heroína femenina y atormentada que debe abrirse paso en un mundo de hombres. Con La llegada, Villenueve se confirma como un "autor" que opera siguiendo las reglas de Hollywood. Eso sí, a partir de ahora debemos exigirle todavía más.


La llegada es también una suma del cine de ciencia ficción de invasiones extraterrestres. Tiene el mensaje pacifista de un clásico como Ultimátum a la Tierra (Robert Wise, 1951). Hay ecos del humanismo de Encuentros en la tercera fase (Steven Spielberg, 1977), aquí los personajes principales también son civiles, personas normales y su objetivo es comunicarse con los visitantes. El enfoque realista, científico y femenino, recuerda también a Contact (Robert Zemekis, 1997). Por último, y cuidado que esto es un spoiler, los extraterrestres recuerdan a los monstruos lovecraftianos de La niebla (Frank Darabont, 2007) de Stephen King. Pero además, hay que decir que la influencia más visible es la de, quizás, la mejor película de ciencia ficción de la historia del cine. Una en la que, seguramente, no pensamos inmediatamente cuando hablamos de cine de extraterrestres. Me refiero a 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968) de la que encontraréis varias referencias visuales explícitas en La llegadaTodo esto, que puede sonar a batiburrillo, en manos de Villeneuve se convierte en algo novedoso. Hemos visto decenas de films sobre extraterrestres, pero el director consigue interesarnos como si fuese la primera vez, generando inteligentemente el misterio necesario para engancharnos y consiguiendo eso que llaman sense of wonder. La llegada es una historia solvente, con una sencillez y una narrativa eficaz como de serie B -en el buen sentido- que no necesita de unos efectos especiales espectaculares. Hay los justos. Solo con eso estaríamos ya ante una película memorable. Pero la propuesta resulta, además, tremendamente original al enfocar el encuentro con los aliens desde el punto de vista lingüístico. ¿Cómo podríamos entendernos con seres absolutamente diferentes? Todo en La llegada nos habla de la comunicación, del lenguaje, de entender al otro, hasta el extremo de que la propia forma narrativa del film se pone al servicio de esta idea de una manera absolutamente orgánica y magistral.


Como Kubrick, Villeneuve busca trascender lo genérico y para ello se sirve de un estilo reminiscente del de Terrence Malick: una fotografía preciosista para narrar momentos pequeños, íntimos, de seres humanos relacionándose entre ellos y de una forma casi mística con la naturaleza, con la vida. Estos momentos son sobre todo parte del prólogo y del epílogo de la historia -aunque aparecen entremezclados también con la trama central- y en ellos, los  problemas existenciales se proyectan hacia el cosmos. Como si el Universo entero pudiera amplificar los pequeños dramas personales. Llegados a este punto no puedo evitar el comparar La Llegada con Interstellar (Christopher Nolan, 2014), obra maestra fallida que también bebía de 2001: Una odisea del espacio. Esta comparación que hago es, de por sí, un gran spoiler, por lo que solo diré que me parece que la de Villeneuve es una película más concentrada, más enfocada y pulida, que la del autor de El caballero oscuro (2008). Lo que consigue La llegada que no pudo hacer Interstellar es mantenernos enganchados, absortos, con su trama, el tiempo suficiente para preparar un salto hacia un mensaje mucho más profundo. Como en la de Nolan, el clímax en la película de Villeneuve es un giro sorprendente, que lo cambia todo, y que resulta absolutamente emocionante, apoyándose, es verdad, en la magistral On the Nature of Daylight, pieza musical de Max Richter, autor de la banda sonora de la serie The LeftoversEste clímax es una paradoja que amplifica de forma descomunal el alcance de la historia, curiosamente haciendo que un acontecimiento mundial como la llegada de los extraterrestres tenga una repercusión personal, se convierta en un drama individual, que se convierte, por cierto, en el mejor argumento provida que me hayan dado nunca. Y lo digo completamente en serio. ¿El siguiente proyecto de Villeneuve? La secuela de Blade Runner (Ridley Scott, 1982). Si alguien puede salir airoso de un reto semejante, es él.

AMERICAN HORROR STORY: ROANOKE -CHAPTER 9



CHAPTER 9 (9 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Un grupo de chavales, atraídos por una macabra leyenda, salen de excursión por el campo con rumbo hacia la casa de los horrores que han visto en la primera temporada del -falso- documental televisivo My Roanoke Nightmare. La idea de este episodio hace explícita la principal referencia de esta temporada de AHS, El proyecto de la bruja de Blair (1999), que se actualiza con la obsesión milenial por la fama, los followers y las redes sociales: necesitan "gustar". La disminución del tamaño de las cámaras modernas, que permite colocarlas en la cabeza o en palos de selfi, facilita el justificar que los protagonistas sigan grabando a pesar de los peligros: antes era difícil sostener que una persona normal no soltase la videocámara antes de salir corriendo. Esta pequeña subtrama permite dos cosas más: reencontrarnos con la joven actriz Taissa Farmiga, presente en otras temporadas de la serie; y, por supuesto, alargar la historia con algunas muertes más. En el mismo sentido hay que interpretar la aparición por sorpresa de Wes Bentley, como el actor que interpretó al hijo de la carnicera. Todos mueren casi enseguida. En un apunte oscuro y pesimista, descubrimos a la última superviviente, nada menos que Lee (Adina Porter), una madre irresponsable, asesina de su exmarido, alcohólica, drogadicta y que encima pacta con la bruja (Lady Gaga). El horrible empalamiento de los personajes al final del episodio no es violencia gratuita, bueno, sí, pero también una referencia a la película más conocida del oscuro subgénero del found footage (metraje encontrado): la insoportable Holocausto Caníbal (1980).

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AMERICAN HORROR STORY: ROANOKE -CHAPTER 8



CHAPTER 8 (2 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Estamos ante otra entrega de esta temporada que es puro desarrollo de la trama: eso en terror significa que los personajes mueren uno a uno en el camino hacia ese clímax anunciado en el que solo quedará uno. Es interesante el sabor de película de terror de serie B, cutre, de bajo presupuesto, en la que los actores actúan delante de la cámara, casi sin montaje, debido al imperativo del found footage estilo Paranormal Activity (2007) -hay una mención explícita de Cuba Gooding Jr a la película de Oren Peli- a la que se suma otro referente low cost, El proyecto de la bruja de Blair (1999). El acabado barato se compensa con un exceso de truculencia en lo que nos cuentan: los caníbales comiéndose a trozos a Lee (Adina Porter); los apuntes endogámicos e incestuosos de la familia Plow; el suicidio de Shelby Miller (Lily Rabe); y sobre todo el que los asesinatos más brutales corran a cargo de los propios protagonistas. Shelby ya mató a su marido y ahora se quita la vida, pero también descubrimos que Lee mató a su exmarido, y aquí vemos a Audrey (Sarah Paulson) abriéndole la cabeza a la matriarca caníbal. Así, encontramos uno de los argumentos más estimulantes del género del terror: el protagonista, un hombre civilizado, burgués, acaba sucumbiendo a sus más bajos instintos, dejándose llevar por un estallido de rabia asesina. Recordemos Las colinas tienen ojos (1977), Halloween: el origen (2007), Eden Lake (2008), por citar unos pocos ejemplos. El otro punto interesante de la temporada es el juego entre lo real y la ficción, que continúa aquí. Los realities, la televisión, las redes sociales, la fama, el vídeo grabado como testimonio de la verdad, el que los paletos no sepan diferenciar la realidad de lo simulado.

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THE FLASH -TEMPORADA 3- SHADE


SHADE (15 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

En el mejor momento de este episodio titulado Shade, sombra, el villano del mismo nombre sale de la pantalla de cine en la que los protagonistas esperaban ver un pase del clásico El resplandor (Stanley Kubrick, 1980). Me gusta esta secuencia porque es un poco la culminación del trabajo que han dedicado los guionistas a desarrollar a sus personajes durante dos temporadas, no solo al protagonista, Barry Allen (Grant Gustin), sino a su entorno, los conocemos muy bien a todos: a Joe West, Iris, Cisco Ramón, Caitlin Snow y hasta a esta nueva versión de Harrison Wells, el pesado de H.R (Tom Cavanagh). Gracias a la cercanía que sentimos hacia ellos, es posible que el evento principal de una ficción sobre superhéroes se centre en que los protagonistas han quedado en un parque para ver una película. Las historias personales superan en interés a las peleas espectaculares y a los efectos especiales. El mencionado villano, Shade -creado en los cómics nada menos que en 1942- tiene escasa relevancia en la trama, aunque -como es habitual- consigue meter en problemas al velocista escarlata. La historia necesita tiempo para desarrollar otras líneas narrativas: la que nos llevará seguramente al nacimiento de Kid Flash/Wally West (Keiynan Lonsdale), y el acercamiento a la "cueva profunda", a la guarida del Doctor Alchemy (con la voz de Jigsaw, Tobin Bell). Por cierto, la pista de que su identidad secreta sea la del forense Julian Albert (Tom Felton) creo que es falsa. En todo caso, aparece enseguida una nueva amenaza, quizás la más grande de todas, la de Savitar -creado en 1995 y con el aspecto aquí de un Decepticon cinematográfico- que se perfila como el Flash-Reverso de esta temporada. Habrá que ver cómo se desarrolla todo esto, pero hay que reconocer que estos guionistas suelen sorprender con algún giro inesperado. La mejor prueba de esto es la otra trama del episodio, en la que Caitlin Snow (Danielle Panabaker) teme convertirse en la villana Killer Frost. En cuanto he pensado que no resulta lógico que no pida ayuda a sus compañeros, Caitlin se confiesa con Cisco (Carlos Valdes). Pocas veces me ocurre al ver una serie que los guionistas estén un paso por delante de mis expectativas. 

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SUPERGIRL - TEMPORADA 2- CHANGING



CHANGING (14 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Seis episodios hemos visto ya de la segunda temporada de Supergirl y cada entrega ha resultado muy entretenida, a pesar de que la serie no enseña todavía sus cartas. Me refiero a una trama principal con un gran villano a vencer, como el Doctor Alchemy de The Flash. Aquí la historia más relevante parece ser la de Mon-El (Chris Wood), un extraterrestre recién llegado a nuestro planeta, con poderes similares a los de Supergirl (Melissa Benoist) pero con una actitud muy diferente a la bondad absoluta de Kara o de su primo Superman. Así, el daxaniano decide buscarse la vida convirtiéndose en un héroe de alquiler -lo que no hizo Luke Cage en la serie de Netflix- lo que le acarrea una buena bronca de Supergirl, que intenta ser su tutora. La relación entre ambos personajes, los roces entre ellos, una posible relación amorosa, parece ser el tronco principal de la temporada. Luego la cosa se reparte en personajes secundarios que van adquiriendo más importancia. La hermana de Kara, Alex (Chyler Leigh), protagoniza una trama absolutamente personal -y sorprendente- en la que descubre su homosexualidad. Aquí, a la pobre, le da calabazas la atractiva agente Maggie (Floriana Lima). Personalmente, pienso que estos momentos sentimentales, humanos -como cuando Alex sale del armario ante Kara- están bastante bien, sobre todo porque las interpretaciones me parecen honestas, los actores se permiten ser vulnerables. Luego está el desarrollo de James Olsen (Mehcad Brooks), ya enfundado en la armadura de Guardian -ya sabéis, personaje diferente en los cómics, creado en los años 40- que mola y que pone voz de Batman. Luego, no olvidemos al último hijo de Marte, J'onn J'onzz (David Harewood), que tiene su pequeño momento con M´Gann M´orzz (Sharon Leal), por lo que podemos decir que en esta serie aparecen ya cinco superhéroes, lo que le da pie a Winn (Jeremy Jordan) a hacer una broma con los Súper Amigos, ya sabéis, la serie animada de los años setenta que reunía a los personajes de la Liga de la Justicia: Superman, Batman, Wonder Woman, Robin y Aquaman. Por último, hay que hablar del villano episódico, nada menos que Parásito, un enemigo importante y recurrente de Superman en los cómics, creado en 1966. Aquí se trata de la versión post-crisis del mismo, de 1987: el doctor Rudy Jones, interpretado por William Mapother, al que siempre recordaré como el inquietante Ethan de Perdidos (2004). Aquí el villano tiene un origen que recuerda a La Cosa (John Carpenter, 1982), un trasfondo ecologista y unos efectos especiales resultones de la criatura de color púrpura.

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THE WALKING DEAD -TEMPORADA 7- SERVICE


SERVICE (13 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Negan (Jeffrey Dean Morgan) tiene que matar de nuevo para que esto vuelva a ser interesante. Y eso que estoy en contra de las muertes como cebo. Siempre prefiero el desarrollo de un personaje, mucho más duradero en el tiempo, mucho más satisfactorio, que el giro inesperado de una muerte, que sorprende en el momento pero luego se queda en nada. El mejor ejemplo es Juego de Tronos, que eliminó en sus primeras temporadas a protagonistas que quizás habría sido más interesante mantener con vida. Lo que sí consiguió en su momento la serie de George R. R. Martin es que estuviéramos siempre en tensión, temiendo la eliminación de alguno de nuestros personajes favoritos. Ese es el efecto que necesita desesperadamente este episodio de TWD: que volvamos a temer que Negan pueda cargarse a cualquiera. Aquí, perdona demasiadas vidas: la de Carl (Chandler Riggs), la de Daryl (Norman Reedus) e incluso la de la pobre Olivia (Ann Mahoney), a la que no habríamos echado de menos ni siquiera un poco. La efectividad de la trama en este capítulo se basa en hacernos creer que Negan puede matar a uno de los miembros del grupo que vive en Alexandria en cualquier momento. Y creo que esto no se consigue, lo que reduce bastante el interés de la historia. La otra opción habría sido desarrollar a Negan, profundizar en este villano que ciertamente ha dejado una primera impresión memorable en el espectador. Pero en este capítulo el líder de "los salvadores" comienza a parecer plano y la interpretación de Jeffrey Dean Morgan empieza a resultar repetitiva: la eterna sonrisa, la cadencia al hablar, el encogerse de hombros con cada frase. Negan corre el riesgo de dejar de parecer peligroso y de convertirse en una caricatura.

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SUPERGIRL -TEMPORADA 2- CROSSFIRE



CROSSFIRE (7 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Una de las cosas que más me gustan de Supergirl, es cómo asume las convenciones del género superheroico por inocentes que sean. Kara (Melissa Benoist) disfraza a Mon-El (Chris Wood) de "humano" -recordemos el famoso discurso sobre Superman que hace Bill (David Carradine) en Kill Bill Vol. 2 (2004)- y le coloca unas gafas para ocultar su identidad secreta, tal como ha hecho toda la vida Clark Kent. ¿Se podrían haber inventado una forma más realista de proteger su secreto? Sí, pero ¿Para qué? Pedirle "realismo" a una historia de ficción que no lo pretende, es siempre un error. Por otro lado, la pajarita que lleva Mon-El en su disfraz de "Mike", demuestra que los superhéroes venidos de Krypton -y alrededores- tienden a hacerse pasar por nerds. Todo esto pertenece al desarrollo de una trama con sorprendentes momentos de humor en la que el extraterrestre intenta adaptarse a nuestras costumbres. Esta trama tiene momentos desconcertantes, como cuando "Mike" se lía con la secretaria de CatCo, lo que quizás no es más que una distracción: la escena en la que Mon-El y Kara bailan en la fiesta de Lena Luthor (Katie McGrath) apunta a una relación sentimental entre ambos personajes, que, al parecer, se cocinará a fuego lento. Más rápido avanza la historia amorosa entre Alex (Chyler Leigh) y Maggie Sawyer (Floriana Lima). El obstáculo entre ambas es que Alex debe aceptar primero su recién descubierta homosexualidad -o bisexualidad- y eso se refleja en la conversación que mantiene con su hermana Kara sobre Mon-El. Todo lo que dice Alex sobre el extraterrestre se aplica a ella misma.



La gran sorpresa del episodio es el desarrollo del personaje de James Olsen (Mehcad Brooks), que se convertirá en el superhéroe conocido como Guardian. Creado en 1940 en un serial radiofónico de Superman, Jimmy Olsen saltó a los cómics enseguida: se trata de un joven pelirrojo con pajarita que funciona como el Robin de Batman, solo que al no tener poderes, ni habilidades, participa poco de la acción y casi siempre tiene que ser rescatado. De esta esencia del personaje -que poco tiene que ver con el afroamericano cañón que le interpreta en esta serie- se queja James cuando dice "estoy cansado de ser un sidekick". Así, James será Guardian: en los tebeos, un héroe completamente diferente, creado en 1942 por Jack Kirby y Joe Simon, autores también estos de otro superhéroe que también lleva escudo pero que es mucho más famoso: el Capitán América. Guardian es en realidad el policía Jim Harper -que en Supergirl apareció como un militar en el episodio Manhunter- y que acaba convirtiéndose en una especie de jefe de seguridad del Proyecto Cadmus, principales enemigos a batir esta temporada. De hecho, descubrimos aquí que la jefa de Cadmus es nada menos que la madre de Lena Luthor. Cadmus también se revela como el proveedor del potente armamento capaz de combatir extraterrestres -como a la propia Supergirl- y que lleva a una tímida disertación sobre el control de armas en Estados Unidos. Estas armas, en manos de criminales, dan lugar a un espectactular combate que me hace pensar que los efectos especiales esta temporada son bastante resultones, como los de la secuencia del coche patrulla disparado al cielo.

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THE WALKING DEAD -TEMPORADA 7- THE CELL


THE CELL (6 DE NOVIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-


Daryl (Norman Reedus), capturado por los salvadores de Negan (Jeffrey Dean Morgan), obligado a comer bocadillos de comida de perro, torturado con la canción Easy Street de Collapsable Hearts Club, apaleado tras intentar escapar, solo llora cuando le muestran una misteriosa polaroid -al menos yo no pude ver qué imagen contiene la foto-. Pero es que el episodio no va de Daryl. Va de Dwight (Austin Amelio). Normalmente no me interesan demasiado las desviaciones que toma la serie, obviamente para alargar la trama. Pero en este caso, el desfigurado Dwight resulta ser un personaje bastante interesante que aquí revela su ambivalencia como villano cruel y víctima del todavía más sádico Negan. La secuencia musical que resume su vida -la canción es la famosa Town Called Malice de The Jam- es estupenda, y que el resumen de la capacidad de Dwight para abusar de los demás sea la preparación de un suculento sandwich, es muy buena. Dwight es interesante porque está enamorado de su mujer y porque su relación con Negan está cargada de tensión: le obedece ciegamente, pero intuimos que también le odia. La trama solo falla cuando Dwight captura a un miembro huido: este verbaliza el conflicto con Negan de una forma demasiado explícita.


CAPÍTULO ANTERIOR: THE WELL