Negan (Jeffrey Dean Morgan) tiene que matar de nuevo para que esto vuelva a ser interesante. Y eso que estoy en contra de las muertes como cebo. Siempre prefiero el desarrollo de un personaje, mucho más duradero en el tiempo, mucho más satisfactorio, que el giro inesperado de una muerte, que sorprende en el momento pero luego se queda en nada. El mejor ejemplo es Juego de Tronos, que eliminó en sus primeras temporadas a protagonistas que quizás habría sido más interesante mantener con vida. Lo que sí consiguió en su momento la serie de George R. R. Martin es que estuviéramos siempre en tensión, temiendo la eliminación de alguno de nuestros personajes favoritos. Ese es el efecto que necesita desesperadamente este episodio de TWD: que volvamos a temer que Negan pueda cargarse a cualquiera. Aquí, perdona demasiadas vidas: la de Carl (Chandler Riggs), la de Daryl (Norman Reedus) e incluso la de la pobre Olivia (Ann Mahoney), a la que no habríamos echado de menos ni siquiera un poco. La efectividad de la trama en este capítulo se basa en hacernos creer que Negan puede matar a uno de los miembros del grupo que vive en Alexandria en cualquier momento. Y creo que esto no se consigue, lo que reduce bastante el interés de la historia. La otra opción habría sido desarrollar a Negan, profundizar en este villano que ciertamente ha dejado una primera impresión memorable en el espectador. Pero en este capítulo el líder de "los salvadores" comienza a parecer plano y la interpretación de Jeffrey Dean Morgan empieza a resultar repetitiva: la eterna sonrisa, la cadencia al hablar, el encogerse de hombros con cada frase. Negan corre el riesgo de dejar de parecer peligroso y de convertirse en una caricatura.
CAPÍTULO ANTERIOR: THE CELL
No hay comentarios:
Publicar un comentario