JESSICA JONES -TEMPORADA 1- AKA THE SANDWICH SAVED ME


AKA THE SANDWHICH SAVED ME (20 DE NOVIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Una de las constantes en los cómics de Marvel es que los seres queridos de los superhéroes corren peligro. Es verdad que Superman siempre tenía que rescatar a Lois Lane o a Jimmy Olsen, pero todos sabíamos que estos secundarios nunca iban a morir realmente. Los héroes de Marvel, en cambio -sobre todo Spider-Man- se caracterizan por tener un amplio reparto de secundarios que podrían morir a manos de un vengativo villano. Esta es la principal razón para tener una identidad secreta. Jessica Jones (Krysten Ritter) decide no ponerse un antifaz y eso perjudica a los que la rodean. Kilgrave, al que por fin vemos actuar -interpretado por un David Tennant lo más lejos posible de Doctor Who- se aprovecha de esto para apoderarse de la voluntad de Malcolm (Eka Darville) hasta conseguir que traicione a la heroína que le salvó la vida. Cosas del lenguaje, la "heroína" condena también a Malcolm. Que el compañero de un superhéroe caiga en las drogas, por cierto, no es novedad. Ya le pasó a Speedy, sidekick de Green Arrow y a Harry Osborn, amigo del instituto de Spiderman, allá por los años setenta en los tebeos. Para que luego digáis que son infantiles. La primera hazaña heroica de Jessica Jones es salvar a una niña pequeña de ser atropellada. No lleva un traje propiamente dicho, sino que viste un disfraz de sandwhich para promocionar un restaurante de bocadillos. Pero aunque lleve la cara descubierta, el disfraz consigue ocultar la identidad de Jessica. Por eso la niña dice "el sandwhich me ha salvado". 


Por cierto, si tenéis curiosidad por ver cómo luce el traje de superhéroe que Jessica no quiere ponerse -demasiado sexy- solo tenéis que echar un vistazo a la imagen más arriba. De nada.

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THE LEFTOVERS -TEMPORADA 2- A MOST POWERFUL ADVERSARY


A MOST POWERFUL ADVERSARY (15 DE NOVIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Damon Lindelof y Tom Perrotta quieren que seas capaz de creértelo todo. Y eso es genial. Piénsalo bien. La muy criticada estrategia de crear interrogantes en la narración -la caja misteriosa de J.J. Abrams- tiene la virtud de activar nuestra imaginación. Por eso, cuando Patti (Ann Dowd) -o su fantasma, o lo que sea- le dice a Kevin (Justin Theroux) que lo que "tiene que hacer" es robar un cáliz egipcio de un museo para verter su semen en él... por un momento, nos lo creemos. Al menos hasta que Patti dice lo del semen. Esto es posible por la pericia de los guionistas de esta serie -Lindelof firma todos los episodios con un coguionista- que han conseguido mantenernos en la incógnita de si Kevin ve realmente al fantasma de Patti, o si se trata de un brote psicótico, como le asegura su exmujer Laurie (Amy Brenneman). Esta ambigüedad expresa uno de los temas centrales de la serie, que la propia Laurie verbaliza: cuando estamos desesperados, somos capaces de creer en cualquier cosa. Como cuando quieres creer que te quiere alguien que solo se está aprovechando de ti.


A pesar del Mcguffin que es la premisa de esta serie -la desaparición de un 2% de la población mundial-, The Leftovers nos habla de personajes con problemas, con un sentimiento de pérdida con el que creo que cualquiera se puede identificar. Si no, es que has tenido mucha suerte... o es que eres muy tonto. Estoy hablando del tono de "bajona" que tienen todos los capítulos, una tristeza que encuentra su expresión perfecta en el emocionante tema de Max Richter, The Departure, auténtico leitmotiv musical. En este episodio, Kevin descubre que ha sido abandonado por Nora (Carrie Coon) lo que renueva en él -y en su hija Jill (Margaret Qualley)- la sensación de fracaso vital. Tan hundido está Kevin, que pide ayuda a esa exmujer que solía odiar (Laurie). Ambos siguen unidos de cierta manera, al menos en una absoluta confusión existencial que se expresa también musicalmente: Kevin está relacionado con el tema Where is My Mind de Pixies y Laurie con la versión al piano de Maxence Cyrin de la misma canción. Hay una secuencia aquí que mezcla las dos versiones, en lo que me parece un momento genial. Soy muy de los Pixies.


Por otro lado, Kevin se siente atrapado, "preso" de fuerzas que desconoce. Agobiado por la constante presencia de Patti y por la incertidumbre de si se está volviendo loco como su padre. Por eso no es casualidad que en este episodio intente liberarse de unas esposas. Kevin lo intenta por todos los medios, cuando las llaves estaban justo delante de sus narices -se las había dejado Nora antes de marcharse-. Kevin no vio la solución para liberarse porque la tapaba Patti: literalmente ella es su gran problema. Toda esta temporada ha estado presente el tema de las ataduras: la pulsera que deben llevar los residentes del pueblo Milagro para poder vivir en él y así liberarse de la angustia de las desapariciones; y ahora estas esposas que impedían que Kevin abandonara sonámbulo su casa. Kevin, está desesperado y está preparado para creerse lo que le cuenta Virgil (Steven Williams). También nosotros nos creemos que la respuesta a los problemas de Kevin puede ser sobrenatural, aunque luego parezca que esto también era falso. Lo cierto es que Kevin está preparado para morir. Poco antes, Patti le había dicho que el único momento en el que se había sentido libre fue cuando se quitó la vida.

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STRAIGHT OUTTA COMPTON (F. GARY GRAY, 2015)


No penséis que Straight Outta Compton es simplemente un biopic sobre la carrera hacia el éxito de tres de los artistas más conocidos del hip hop. Aunque algo de eso hay en la historia de la complicada vida de Dr. Dre, Ice Cube y Eazy-E; músicos salidos de ese famoso barrio de Los Ángeles dominado por las pandillas. Hay varios apuntes sobre el lado "oscuro" de los protagonistas -violencia, consumo de drogas, posesión de armas, codicia- pero estos no deben sorprendernos. Lo que eleva el film por encima de otras películas biográficas es la rabia que consigue transmitir por la injusta marginación de los afroamericanos en Estados Unidos.


Esa rabia recorre toda la película, en la que presenciamos varias escenas de brutalidad policial que cristalizan en el tema Fuck tha police, canción protesta escrita por Ice Cube -interpretado por su hijo, O´Shea Jackson Jr.- y elegida como un hito en la trayectoria del grupo NWA, antes que sus éxitos comerciales. Resulta coherente entonces que se incluya en la historia la agresión policial a Rodney King y los disturbios que provocó en Los Ángeles en 1992. Dentro de la lógica de la narración, estos hechos aportan validez al mensaje de los protagonistas: no son héroes capaces de cambiar la realidad, sino cronistas de una situación injustificable.


A pesar de esto, Straight Outta Compton no presenta a sus personajes como víctimas oprimidas, sino como seres humanos con defectos, incapaces de cambiar un destino marcado por su origen. Dos escenas resumen las intenciones de la película. La primera abre el film y nos muestra a Eazy-E (Jason Mitchell) enfrentándose a narcotraficantes que no quieren pagar por las drogas que les ha traído. Luego, en el último tercio de la historia, hay otra escena con una tensión equivalente: Eazy-E ha triunfado como rapero, pero su vida corre peligro de nuevo al encararse con los matones de una discográfica rival. Estos dos momentos nos dicen que aunque Eazy-E consiguió salir de Compton, su vida estuvo marcada hasta el final por la violencia del barrio en el que nació.

EL VIAJE DE ARLO (PETER SOHN, 2015)


Los dinosaurios y la animación están unidos desde el principio de la historia del cine. Uno de los primeros cortometrajes animados, del pionero Winsor McCay, nos mostraba a Gertie, el dinosaurio nada menos que en 1914. Una década más tarde, en imagen real, se estrenaba El mundo perdido (Harry O. Hoyt, 1925) en la que aparecían todo tipo de saurios terribles animados por otro genio, Willis O´Brien. Era quizás cuestión de tiempo que Pixar se ocupase de estos animales extintos, siendo como son el principal referente -occidental- en el campo. 


Como Gertie, Arlo es un apatosaurio, de cuello largo y sobre todo, herbívoro. La película resuelve fácilmente el cacareado anacronismo de las famosas películas de Hammer Films -como Hace un millón de años (Don Chaffey, 1966)- en las que cavernícolas y dinosaurios convivían malamente. Esta idea es la primera sorpresa de El viaje de Arlo, que desvela un planteamiento muy original que la emparenta, extrañamente, con El planeta de los simios (Franklin Schaffner, 1968). El pequeño compañero del dinosaurio es un humano que solo emite gruñidos y que está caracterizado con la sabiduría expresiva a la que nos tiene acostumbrados Pixar.


Si costaba imaginar a un niño disfrutando plenamente con Del revés (Inside Out) (Pete Docter, Ronnie del Carmen, 2015), El viaje de Arlo parece enfocada a un público más infantil. Con menos humor de lo habitual en una película de Pixar -se echa de menos algún personaje secundario memorable- el título en castellano aclara de entrada que estamos ante una historia lineal, casi minimalista, en la que el protagonista realiza el clásico trayecto físico que conlleva un crecimiento espiritual. La película apunta primero y sobre todo a las emociones, en un viaje iniciático que tiene puntos en común con El libro de la selva (Wolgang Reitherman, 1967).

Cuando la animación digital sustituyó al stop-motion ganamos en fluidez, en la perfección de los movimientos, en la integración de los personajes reales con los animados. Pero perdimos presencia física. La forma en la que la luz impactaba en el King Kong de 1933, las sombras que generaban sus movimientos, la fisicidad de la piel de oso que cubría su esqueleto metálico articulado, me hacían preferir, siempre, la animación tradicional. El viaje de Arlo ha cambiado esto. Lo que han logrado los animadores de Pixar con la luz, con las escamas de su dinosaurio, con el agua, con las hierbas que se mecen con el viento, es un prodigio técnico. Una obra de arte que merece ser vista en una pantalla de cine.

MISTRESS AMERICA (NOAH BAUMBACH, 2015)


Mistress America tiene el peso de un cuento corto. Un relato ligero y aparentemente intrascendente como el que la protagonista de la película acaba publicando con el mismo título. Una ficción en la que hay personajes tomados directamente de la vida, pero en la que también hay lugar para la fantasía. Todo fluye de forma algo inocente, sin dramas, libremente como el juego de soltar ideas que practican en algún momento los dos personajes principales. Ya conocemos a Noah Baumbach. Mistress America tiene mucho de la Nouvelle Vague. Aunque las comparaciones con Woody Allen suelen aparecer cuando se habla de su obra y él mismo cita a John Hughes como influencia.


El director y guionista -junto a Greta Gerwig- reincide en el tema de la amistad (rota) por lo que Mistress America bien podría formar una trilogía con Frances Ha (2012) y Mientras seamos jóvenes (2014). Brooke -interpretada por Gerwig- no está demasiado lejos de Frances, ambas son carismáticas jóvenes desorientadas que han alcanzado los 30 y sienten que el tiempo se les acaba. Y como Josh (Ben Stiller), aquí Tracy (Lola Kirke) es una persona creativa que necesita expresarse artísticamente, pero no logra conectar con su "público". Baumbach consigue de nuevo que queramos vivir en ese Nueva York -idealizado- que suelen habitar sus personajes. Y nos deja, como siempre, varias frases de esas que te gustaría ser capaz de decir con la misma gracia. No se puede, confiad en mí, lo he intentado.



-AVISO SPOILERS-


Me hizo pensar Mistress America en el concepto de amor líquido que propone el sociólogo polaco Zygmunt Bauman. No os asustéis, lo he sacado de la Wikipedia. Bauman asegura que las relaciones interpersonales en la postmodernidad "están caracterizadas por la falta de solidez, calidez y por una tendencia a ser cada vez más fugaces, superficiales, etéreas y con menor compromiso". Es quizás esta la manera de comportarse de Brooke, que se hace amiga instantáneamente de Tracy, con la excusa de que sus respectivos padres planean casarse (estos, por cierto, se separan luego como si nada). Brooke tiene un novio griego, ausente, que la abandona cuando descubre -en una red social- una foto suya besando a un músico. Brooke no siente pena tras esta ruptura, pero sí lamenta que su novio retire su inversión en el proyecto de su restaurante soñado. Algo similar le había ocurrido antes con otras dos personas: la que fuera su mejor amiga, Mamie-Claire (Heather Lind), ahora casada con su exnovio, Dylan (Michael Chernus). Y también, claro, Brooke "rompe" con Tracy cuando descubre que esta la ha utilizado para inspirarse y escribir un cuento en el que disfraza de ficción lo que realmente piensa de ella. Las relaciones superficiales no soportan las verdades. Por eso Brooke no intenta arreglar las cosas con Tracy. Simplemente se enfada y pasa a otra cosa. Sigue con su vida. Abandona todo: a su novio, a sus amigos, a sus sueños, con demasiada facilidad. Es Tracy la que arregla finalmente las cosas con Brooke, aún creyendo que no le ha hecho nada malo. Porque la joven sí ha sentido la pérdida de su amiga y casi hermana, lo que me hace pensar que querer de verdad es un defecto en los tiempos del amor líquido.

JESSICA JONES -TEMPORADA 1- AKA 99 FRIENDS


AKA 99 FRIENDS (20 DE NOVIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

La serie Jessica Jones pertenece al llamado Universo Marvel Cinemático, es decir, ocurre dentro de una ficción coherente que incluye las películas de Los Vengadores -en grupo y por separado- y las series Agentes de SHIELD, Agente Carter y Daredevil. Obviamente, no hace falta ver Ant-Man (Peyton Reed, 2015) para entender lo que ocurre en Jessica Jones -aunque es una película más que recomendable- pero sí hay un evento que ha significado un antes y un después en la mayoría de estas ficciones: la invasión extraterrestre en Nueva York que vimos en Los Vengadores (Joss Whedon, 2012). Se trata nada menos que del equivalente al 11-S de nuestro mundo real.


En aquella batalla, Los Vengadores -el Capitán América, Iron-Man, Thor, Hulk, Ojo de Halcón y la Viuda Negra- salvaron al mundo del ataque de los chitauri. Pero al hacerlo, revelaron al grueso de la población mundial "normal" la existencia de seres superpoderosos con el potencial de tirar abajo una ciudad entera a mamporros. Si bien para algunos Los Vengadores son héroes, para otros son individuos demasiado poderosos que ponen en peligro la seguridad de los civiles. En el Universo Marvel, los superhéroes no cuentan siempre con la admiración y la aceptación del hombre común -como los héroes de DC clásicos, Batman y Superman a la cabeza- sino que muchas veces generan miedo y rechazo. Es el caso, sobre todo, de los mutantes marginados de X-Men (Bryan Singer, 2000) y sus secuelas; pero también tendríamos que hablar de los intentos del Gobierno estadounidense por hacerse con la armadura de Iron-Man en sus películas; la persecución militar de Hulk; o el posible argumento de la futura Capitán América: Civil War (2016).


En este capítulo, Jessica Jones (Krysten Ritter) está a punto de caer en la trampa de una cliente, Audrey Eastman (Jessica Hecht), una mujer que odia a los superhéroes, tras perder a un ser querido en la mencionada batalla de Los Vengadores en Nueva York. El odio de esta mujer hacia Jessica reverbera en la traición de su amigo toxicómano que descubre la detective al final del episodio. Aunque posiblemente Malcolm (Eka Darville) estuviese dominado por Kilgrave (David Tennant), no cabe duda de que Jessica tendrá siempre problemas para confiar en las personas normales.

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SICARIO (DENIS VILLENEUVE, 2015)


Sicario nos engaña mostrándose como una variación de La noche más oscura (Kathryn Bigelow, 2012) en la que la guerra contra la droga sustituye a la guerra contra el terrorismo. Pensadlo bien. En ambas películas las protagonistas -interpretadas por actrices, creo, demasiado guapas- renuncian a su vida personal para conseguir un objetivo idealista -la paz, la seguridad, la justicia- que se pierde entre los vericuetos de la burocracia policial, militar y sobre todo en el relativismo moral de la política exterior estadounidense. Estas mujeres tienen que sobrevivir rodeadas de los hombres más duros -cuerpos especiales militares- y se muestran críticas a la forma de actuar de su Gobierno, esos Estados Unidos que suelen justificar cualquier medio para conseguir un objetivo. En ambos casos, el enemigo se personaliza -en Bin Laden, en un capo de la droga- y la llamada "guerra" acaba siendo la cacería de un hombre. Los rostros de las verdaderas víctimas también son equivalentes: los refugiados por un lado, los inmigrantes mexicanos por el otro. ¿Y no es la entrada de los cuerpos antidrogas en Ciudad Juárez que vemos aquí, idéntica a la de unos marines en un país en conflicto de Oriente Medio?


El cine del director Denis Villeneuve parece en una continua mutación. Sus últimas cinco películas son completamente diferentes. Pero tienen, sin embargo, algunas constantes. Sus héroes son seres atormentados desde el principio, que se embarcan en una búsqueda obsesiva. En las historias que elige Villeneuve hay siempre una atmósfera cargada de tensión. El canadiense parece abordar cualquier género como si se tratase de una película de terror: ahí está la crispante banda sonora de Johann Johannsonn para Sicario. Pero sobre todo, en Incendies (2010), Prisioneros (2013), y Enemy (2013) hay una revelación que lo cambia todo.


En Sicario, Villeneuve se aparta del realismo, digamos, de la mencionada La noche más oscura, para acercarse poco a poco a la abstracción de una película de género. Visualmente esto se refleja en esos planos aéreos de carreteras, del desierto mexicano -que me hacen pensar en La isla mínima (Alberto Rodríguez, 2014)- las imágenes nocturnas viradas a verde, los planos en negativo a través de la visión nocturna de los militares. Pero también hay un distanciamiento en el itinerario de los protagonistas, que visitan lugares sin nombre, siguiendo órdenes desconocidas que forman parte de un plan secreto. Ninguno de los personajes tiene una vida normal, no hay el menor atisbo de cotidianidad al que aferrarse. Poco a poco el guión de Taylor Sheridan, dosificado con mano maestra por Villeneuve, va revelando sus cartas: el niño mexicano que venera a su padre que resulta ser un policía corrupto; el personaje de Matt Graver (Josh Brolin), que representa a unos Estados Unidos que se han aliado directamente con el mal. La revelación que lo cambia todo en la película, el secreto de esta historia, ha estado siempre delante de nuestros ojos, en el propio título del film, en español en el original.

THE WALKING DEAD -TEMPORADA 6- HEADS UP


HEADS UP (22 DE NOVIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Vale. Glenn (Steven Yeun) no estaba muerto. Está bien que nos engañen y que nos dejemos engañar. El truco ha sido un poco tramposo, pero al menos se lo han currado para hacernos creer que las tripas que sacan los zombies eran de Glenn y no de Nicholas (Michael Traynor). Que nos cae peor. Todo esto es divertido. Hemos pasado tres semanas pensando y dándole vueltas al tema. Genial. Ahora bien, pasado el trámite de la sorpresa inicial, hay que lamentar que estamos ante otro de esos episodios "contemplativos" en los que básicamente no pasa nada. The Boring Dead. Los protagonistas hablan de lo que hay que hacer para sobrevivir; Rick (Andrew Lincoln) quiere tomar decisiones pero no se fía de los habitantes de Alexandria; Morgan (Lennie James) no quiere matar y no sabe qué es lo correcto; Deanna (Tovah Feldshuh) es optimista y ya piensa en el futuro; y Rosita (Christian Serratos) entrena a los que no saben manejar un arma; resumiendo: todos esperan a que pase algo. Nosotros también. Hay una escena de tensión cuando Spencer (Austin Nichols) está cerca de palmarla... pero poco más. Lo más interesante es que Glenn emprende la vuelta a casa y en el camino busca convencer a Enid (Katelyn Nacon) de que el individualismo no es la forma idónea de sobrevivir. Recordemos que, si en un principio le creímos muerto, fue porque arriesgó su vida para salvar al cobarde de Nicholas. Está visto que Glenn -un buenazo- tiene una fe inquebrantable en la Humanidad. La señal de su regreso -unos globos verdes- coincide con el otro hecho importante del capítulo: la torre que usaban para vigilar se desploma cargándose la valla que protegía Alexandria de los zombies en el exterior. Por fin ocurre algo. Aunque sea para hacer inútil todo lo que hemos visto en este episodio.

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JESSICA JONES -TEMPORADA 1- IT´S CALLED WHISKEY


IT´S CALLED WHISKEY (20 DE NOVIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Jessica Jones (Krysten Ritter) y Luke Cage (Mike Colter) comen algo mientras intentan conocerse tras haber practicado relaciones sexuales. Se interrogan sobre sus respectivos superpoderes. Estamos ante una historia de ficción superheróica que sirve para constatar la madurez de un género que nació en el año 1938 con el primer número de Action Comics. En aquella portada aparecía, por primera vez, Superman. 77 años después, poco queda de la inocencia de esos inicios, tras la muerte de la novia de Spiderman en 1973, la lucha crepuscular de un Batman envejecido -El regreso del caballero oscuro (1986)- y sobre todo, la lectura política y desmitificadora de Watchmen (1986). Ahora, Jessica Jones y Luke Cage hablan como personas "normales" en diálogos que le gustaría haber escrito a Kevin Smith. Y además follan como posesos. Jessica incluso confiesa, con cierta vergüenza, que guarda un traje de superheroína en su armario. Como si aquello fuera una etapa superada de su vida.


En una serie de televisión corriente, Jessica Jones sería una detective intentando resolver un caso por episodio. Aquí llevamos tres capítulos concentrados en Hope (Erin Moriarty), una víctima del malvado Kilgrave (David Tennant). En un cómic de superhéroes clásico, el descubrimiento del punto débil del villano se habría resuelto en tres o cuatro viñetas. Aquí, Jessica necesita un episodio entero para hacerse con el anestésico con el que espera poder derrotar a  su enemigo. Son ejemplos de narrativa descomprimida -que profundiza en acciones que antes eran meros trámites en la narración- y del enfoque realista de las series Marvel de Netflix. Daredevil, Jessica Jones y Luke Cage viven en la parte más oscura de un universo habitado también por Hulk (mencionado en este mismo episodio) y Los Vengadores. Una zona tan oscura que permite algo bastante inusual: que el villano esté enamorado de la protagonista. Y no estamos hablando de una Catwoman prendada de Batman, sino de un hombre obsesionado con una mujer, encima, con el poder de controlar su mente. Es decir, con la capacidad de forzarla a hacer cosas sin su consentimiento. Todo esto tiene, sin duda, connotaciones muy incómodas.



Y atención a los entrenamientos físicos a los que se somete Trish -Patsy- Walker (Rachael Taylor), porque su personaje está basado en la heroína de unos tebeos románticos publicados en 1944 en la era pre-Marvel, y que luego fue rescatada en 1972 como la superheroína llamada Gata Infernal (Hellcat). En los tebeos, Patsy es pelirroja y por eso su fan le recrimina en este episodio que la prefería con ese color de pelo. Yo también soy más de pelirrojas.

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OCHO APELLIDOS CATALANES (EMILIO MARTÍNEZ LÁZARO, 2015)


Hace poco más de un año parecía que si no habías visto Ocho apellidos vascos (Emilio Martínez Lázaro, 2014) te convertías en un bicho raro desconectado de la sociedad. La oveja negra del rebaño. Había además una imperiosa necesidad de consenso: una película de semejante éxito tenía que ser buena. Yo, que soy raro de por sí, esperé a verla en la tele y me pareció una comedia romántica más bien deficiente. No voy a caer en la tentación de decir que la película escrita por Borja Cobeaga y Diego San José no tiene gracia, ya que el humor es sin duda algo subjetivo. Y creo que lo que me haga reír a mí no le aporta nada a nadie. Lo que sí me llama la atención es que ahora mucha gente parece empeñada en decir que la secuela tiene un montón de defectos y de paso aprovechan para desdecirse sobre las supuestas bondades de la original. ¿Qué pasa? ¿Que ya podemos decir que Ocho apellidos vascos no era precisamente una buena película?


Creo que soy objetivo cuando hablo de Ocho apellidos catalanes. Porque no me gustó demasiado Ocho apellidos vascos. En mi opinión, ambas películas tienen virtudes similares y sobre todo los mismos defectos. Desde un punto de vista argumental, los guionistas pasan muy por encima del planteamiento de su comedia de enredo. Supongo que soy anticuado, pero creo que una historia de estas características necesita apuntalar bien sus premisas para jugar luego con ellas y generar los equívocos que deben hacernos reír. En esta película no se hace el menor esfuerzo por conseguir esto. El mejor ejemplo es el personaje de Roser (Rosa María Sardà), protagonista de una especie de Good Bye, Artur Mas! que los escritores nos cuelan sin demasiadas explicaciones. Obviamente, las intenciones de la película son otras. El objetivo es, sin duda, entretener y en eso creo que Ocho apellidos catalanes supera a la anterior al encadenar un chiste detrás de otro casi sin pausa. Los hay buenos, regulares y muy malos, pero hay un montón. Es una pena que una realización plana y viejuna no acompañe este ritmo y que encima una música tópica aporte al conjunto un empaque que no merece ser proyectado en una pantalla de cine.


Obviamente, el verdadero interés de los autores de Ocho apellidos catalanes es hacer humor sobre las identidades nacionales que conviven en España. Para ello se valen de la excusa argumental de una comedia romántica que aquí les importa incluso menos que en Ocho apellidos vascos. Y es verdad que los guionistas no ahondan demasiado con sus chistes en los problemas de convivencia españoles. No profundizan. Pero creo que esa es precisamente la estrategia de Cobeaga y San José: la caricatura gruesa de vascos, andaluces, catalanes y gallegos permite precisamente desnudar las actitudes ridículas de ciertas posturas nacionalistas. Y eso creo que es un logro a tener en cuenta. Otra cosa es que nos haga reír.

JESSICA JONES -TEMPORADA 1- AKA CRUSH SYNDROME


CRUSH SYNDROME (20 DE NOVIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Si habéis visto la estupenda Daredevil -la serie de Marvel/Netflix que antecede a Jessica Jones- y estáis mínimamente atentos, encontraréis más de una similitud con esta. Ambas están protagonizadas por superhéroes, sí, pero que viven aventuras a pie de calle. Aquí no hay invasiones alienígenas ni robots malignos como en Los Vengadores: La era de Ultrón (Joss Whedon, 2015). Además, sus identidades civiles son personas que viven casi en la pobreza: nada de millonarios como Bruce Wayne. El plan de Marvel Studios es desarrollar cuatro series interconectadas -Jessica Jones es la segunda- por lo que debemos entender que, si hemos visto primero a Daredevil, es para establecer un tono verosímil: el justiciero de Hell´s Kitchen no tiene superpoderes y no vemos su colorido traje rojo hasta el capítulo final de la primera temporada. Ahora estamos preparados para aceptar que Jessica Jones (Krysten Ritter) y Luke Cage (Mike Colter) tengan superfuerza y en el caso del segundo, una piel invulnerable.


Jessica Jones sigue exactamente la misma estrategia narrativa para introducir a Kilgrave (David Tennant) que se utilizó en Daredevil para presentarnos a Kingpin (Vincent D´Onfrio). El villano tarda algunos episodios en aparecer físicamente y mientras tanto, escuchamos hablar de él con un miedo reverencial. Jessica sigue las pistas para buscar a  Kilgrave y se va encontrando con seres humanos cuyas vidas han acabado destrozadas. En ambas series vemos por primera vez al malvado de espaldas. En ambas, el enemigo es visto como un demonio desde una óptica católica. Esta forma de operar no puede más que recordarme al Keyser Söze de Sospechosos habituales (Bryan Singer, 1995). Una última similitud entre ambas series: en las dos el protagonista coloca un cristal en la puerta de su oficina/casa para identificarse. En Daredevil era Nelson & Murdoch, abogados, aquí Alias investigations

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FARGO -TEMPORADA 2- RHINOCEROS


RHINOCEROS (16 DE NOVIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

"Está muerto, créeme, solo que aún no lo sabe" dice Dodd Gerhardt (Jeffrey Donovan) a su madre, (Jean Smart), sobre Ed Blomquist (Jesse Plemons). Desde un punto de vista narrativo, la frase solo indica que el criminal quiere vengarse del carnicero porque le cree culpable de haber atropellado a su hermano Rye (Kieran Culkin). No sabe que la verdadera culpable es la mujer de Ed, Peggy (Kirsten Dunst). Pero eso no le importa a Dodd, ni a nosotros. Lo relevante es que hay un subtexto en Fargo que nos dice que Ed ha vivido como si no supiera que existe la muerte. El carnicero solo piensa en el futuro, en tener hijos, en montar su propio negocio. No es consciente del absurdo de la existencia humana. Cree que la cosa tiene sentido. O al menos lo creía hasta que -en el capítulo anterior- su compañera Noreen (Emily Haine) le habló de un libro, El mito de Sísifo (1942) de Albert Camus.


Charlie Gerhardt (Allan Dobrescu) también ha leído el libro de Camus -lo encuentra deprimente- y ha fracasado en su intento de matar a Ed. Por eso ambos han acabado en prisión y son ahora el objetivo de la familia mafiosa de los Gerhardt, que lleva a cabo un asalto a la comisaría que defiende Lou Solverson (Patrick Wilson). El ataque le recuerda a Lou a un western: se refiere seguramente a Río Bravo (1959) o a su remake, El Dorado (1966) o incluso a su seudoremake tardío, Río Lobo (1970), todas dirigidas por Howard Hawks, todas protagonizadas por John Wayne. Mucho más tarde, John Carpenter se inspiraría en estas para hacer Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976). Mientras Ed permanece encerrado, ha tenido tiempo para comerse la cabeza. No puede dejar de pensar en el pobre Sísifo empujando la pesada roca, solo para verla caer por el otro lado de la colina y luego volver a empujar cuesta arriba. Albert Camus diría que Ed ha "despertado". Ahora es consciente del absurdo de la existencia.



Tan absurdo es todo que un poema puede ser famoso sin que sus palabras signifiquen nada. Es el caso de Jabberwocky, poesía sin sentido sacada de Alicia a través del espejo (Lewis Carroll, 1871) y recitada por el matón Mike Milligan (Bookeem Wodbine). Mientras tanto, Peggy afirma que el día del crimen tomó decisiones "como dentro de un sueño". El sheriff Hank Larsson (Ted Danson) intenta protegerla, pero se da cuenta de que algo ocurre con ella. Actúa como desconectada de la realidad, aunque su vida está en peligro. Pero esa misma desconexión le impide tener miedo y le permite a Peggy derrotar a Dodd.


Mientras tanto, en la comisaría, la labia -sin sentido- del abogado -conspiranoico- Karl Weathers (Nick Offerman) le sirve para desactivar el asalto de la familia Gerhardt. El gesto del abogado es casi heroico, pero inútil: Ed ha escapado y luego pierde de vista a Lou, internándose en la oscuridad del bosque. El carnicero no sabe que le sigue la pista Hanzee Dent (Zahn McClarnon) con una escopeta al hombro. Lento pero seguro, el indio es la personificación de la muerte: se puede retrasar pero parece inevitable que alcance a Ed tarde o temprano. Lou ya se lo había advertido en un episodio anterior: "Estás muerto, pero no lo sabes".

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JESSICA JONES -TEMPORADA 1- AKA LADIES NIGHT


LADIES NIGHT (20 DE NOVIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

La estrategia narrativa de la guionista Melissa Rosenberg en Jessica Jones no parece demasiado diferente de la de M. Night Shyamalan en El protegido (2000). En lugar de contarnos el origen de la superheroína, es decir, en lugar de asumir de entrada que estamos ante la adaptación de un comicbook, Rosenberg, coherentemente, nos hace jugar "a los detectives".  Nos suministra la información a cuentagotas para que los espectadores sigamos las pistas. En El protegido, no descubrimos que estamos asistiendo al nacimiento de un superhéroe (y de su archienemigo), hasta el final de la película. Esta forma de contar se conoce como narrativa descomprimida y su gran valedor -en los cómics- es Brian Michael Bendis, precisamente, el creador de Jessica Jones en la serie Alias de Marvel Comics. Una forma de entender el relato similar a la de la otra serie Marvel de Netflix, la estupenda Daredevil -cuyo traje rojo, por ejemplo, no pudimos ver hasta el final de la temporada- con la que Jessica Jones comparte universo de ficción.


En este primer episodio, vemos a Jessica (Krysten Ritter) aparecer repentinamente en lo alto de unas escaleras: deducimos entonces que puede dar saltos sobrehumanos. Si la puerta de su casa está rota, es porque tiene superfuerza... y no la controla demasiado bien. Si un siniestro personaje aparece de repente muy cerca de su oreja, deducimos que está siendo atormentada por la voz de su gran enemigo, todavía por aparecer, Kilgrave (David Tennant). Si Luke Cage (Mike Colter) le dice a Jessica, cuando practican el sexo, que tenga cuidado, él no sabe que ella tiene superpoderes; pero ella tampoco sabe que él también los tiene (es el futuro protagonista de su propia serie en Netflix). El primer episodio de Jessica Jones nos muestra una historia de cine negro -ella es una detective privada, descuidada y alcohólica- antes que una de superhéroes. Por cierto, creo que nunca hemos visto a Wonder Woman manteniendo relaciones sexuales: Jessica es diferente. Y atención al subtexto feminista, porque la vulnerabilidad de la protagonista -a pesar de sus habilidades sobrehumanas- aportará a esta serie gran parte de su carga dramática.

SERIE ANTERIOR: DAREDEVIL

I´M YOUR FATHER (TONI BESTARD Y MARCOS CABOTÁ, 2015)


¿Quién es Darth Vader? Probablemente todo el mundo conoce los nombres de R2D2, C3PO y Chewbacca. Pero seguramente son menos los que saben quiénes son Kenny Baker, Anthony Daniels y Peter Mayhew. Seamos sinceros, el conocimiento de las identidades de estos actores diferencia al fan hardcore de Star Wars del casual. El documental I´m Your Father se ocupa de desenmascarar al famoso padre de Luke para mostrarnos el rostro de David Prowse.


Ese es el principal valor -humano- de esta película, que descubre la personalidad -afable- del corpulento culturista que vistió la armadura del Sith en las tres película originales de la saga. La excusa argumental para hablarnos de Prowse es la afrenta sufrida al final de El retorno del Jedi (Richard Marquand, 1983) cuando George Lucas decidió que, si Prowse había sido siempre el cuerpo de Vader, su rostro sería en cambio el de otro actor, Sebastian Shaw. Si bien es comprensible la desilusión de Prowse, no se puede negar que Darth Vader, como personaje icónico de la cultura popular es más grande que la suma de sus partes. Recordemos que su figura ha sido construida gracias a la participación de varias personas, ideado por George Lucas, imaginado por el ilustrador Ralph McQuarrie, diseñado por John Mollo, esculpido por Brian Muir, para luego ser interpretado -principalmente- por 5 actores diferentes, destacando la voz de James Earl Jones. Pensad, además, que para un español habría que incluir también a Constantino Romero. Preguntarse entonces quién es Darth Vader es como reivindicar a Sean Connery como el auténtico James Bond. O pedir que se reconozca la labor de los actores que se enfundaban en el traje de goma de Godzilla. Pensemos también en la otra cara de la moneda: todos sabemos quién es Harrison Ford, pero, cuando vemos a Mark Hamill y a Carrie Fisher ¿No pensamos antes en Luke Skywalker y la princesa Leia? 


Lo más interesante de I´m Your Father es sin duda lo que no se ve. Las preguntas que no se hacen. ¿Por qué se repudia tanto a David Prowse en Lucasfilm? Pero sobre todo habría sido interesante explorar la obsesión con Star Wars del propio Prowse, los problemas maritales que surgen de ella, y en general, la vida de esos actores que interpretaron a personajes sin rostro y que ahora viven sacando provecho de la nostalgia del fan, firmando autógrafos y haciéndose fotos en busca de un cariño perdido.

THE FLASH -TEMPORADA 2- THE DARKNESS AND THE LIGHT


THE DARKNESS AND THE LIGHT (3 DE NOVIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

En los cómics, el Superman de Tierra 2 estaba casado con Lois Lane y adoptaba a Supergirl como hija. El Batman de Tierra 2 luchó en la Segunda Guerra Mundial. El punto débil del Green Lantern de ese mundo paralelo es la madera. En la serie de The Flash, en esa realidad alternativa hay un doble de cada persona. Eso incluye a Harrison Wells (Tom Cavanagh), el gran villano de la primera temporada -aunque siendo rigurosos, se trataba de Eobard Thawne, un viajero del futuro que adoptaba los rasgos de Wells- que murió intentando matar a Barry Allen (Grant Gustin) como el Flash Reverso. Esto puede parecer lioso, pero es coherente que ahora (re)aparezca el doctor Wells de Tierra 2 -vivo- y que además sea el reverso del que conocíamos. Si aquel era un mentor bondadoso y sabio, pero con intenciones malvadas, el nuevo genio científico es borde y antipático... pero solo quiere ayudar a Barry. Y si el Harrison Wells "malo" mató a Cisco Ramon (Carlos Valdes) metiendo su mano -vibrando a supervelocidad- en su pecho, ahora la versión alternativa golpea el pecho de Cisco -con el casco de la doctora Luz- para activar sus poderes de metahumano. Sí, Cisco por fin desvela sus poderes precognitivos y adopta el nombre de Vibe, un personaje creado en 1983, bastante diferente al de la serie: en los tebeos sus poderes tienen que ver con el sonido y Cisco es un excelente bailarín de... breakdance. En serio.


Lo que más me gusta de The Flash es que toma prestado el tono de los cómics de The Amazing Spiderman firmados por su creador, Stan Lee, y el dibujante John Romita Sr. en los años sesenta. Romita tenía experiencia dibujando historietas románticas -le salían unas chicas guapísimas- y en esa etapa de las aventuras del trepamuros, la acción superheróica se mezclaba con los líos de faldas de Peter Parker. Algo de eso tienen las películas que más me gustan sobre el arácnido, Spiderman 2 (Sam Raimi, 2004) y The Amazing Spiderman (Marc Webb, 2012), pero me atrevo a decir que la naturaleza serial de The Flash se presta todavía mejor a este tono de comedia romántica: ahí está la escena en la que Cisco ayuda a Barry -cegado por una nueva supervillana- a sobrevivir a su primera cita con Patty Spivot (Shantel VanSanten). 



Tengamos en cuenta también la modificación del personaje de la Doctora Ligth (Malese Jow) con respecto a los cómics: aquí se trata de la doble de Tierra 2 de la exnovia de Barry, Linda Park. Por si fuera poco, Caitlin Snow (Danielle Panabaker), tiene también su primera cita con Jay Garrick (Teddy Sears), el Flash de Tierra 2. Por último, Cisco consigue -por fin- ligar, nada menos que con Kendra Saunders (Ciara Renée), mejor conocida como Hawkgirl y a la que veremos en el futuro spin-off, Legends of Tomorrow (2016).

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AMERICAN HORROR STORY: HOTEL -ROOM SERVICE


ROOM SERVICE (4 DE NOVIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Amigos, estoy disfrutando mucho con esta quinta temporada de AHS. La fórmula creada por Ryan Murphy y Brad Falchuk -los mismos de Glee ¿Y qué?- está alcanzando la perfección en su mezcla de gore, humor y referencias a la cultura popular y al cine de terror. Ingredientes que no impiden que los guionistas construyan sobre un tema -de fondo- que me parece muy original: el sentimiento de culpa de un padre. Los que tienen niños entenderán a lo que me refiero: todos hemos sentido alguna vez el peso de nuestras decisiones sobre la salud, la educación, la vida de nuestros hijos. Y eso sí que da miedo.


La señora Ellison -la ex Twin Peaks, Mädchen Amick- decidió estúpidamente no vacunar a su hijo, Max (Anton Starkman), contra el sarampión, poniendo en peligro su vida. Su pediatra, Alex Lowe (Chloë Sevigny), perdió a su hijo, Holden (Lennon Henry), que fue convertido en vampiro por la Condesa (Lady Gaga) cuya misión es, precisamente, "salvar" a los niños de los padres irresponsables. Alex, para reunirse de nuevo con su hijo, aceptó convertirse en vampira y ahora utiliza ese poder para salvar a Max. Esto da pie a una subtrama que es una auténtica pasada y que comienza cuando Max, convertido en un niño vampiro disfrazado de pirata (todavía estamos en Halloween) -en una referencia, creo, al episodio Kick the can dirigido por Steven Spielberg de En los límites de la realidad (1983)- mata a sus padres. Max acude luego al instituto, besa a una chica y la contagia de una especie de sarampión vampírico que acaba convirtiendo a todos los niños de su clase en asesinos chupasangre de cualquier adulto que se les cruce en su camino. Si recordamos las múltiples masacres estudiantiles ocurridas en suelo estadounidense -por ejemplo, la de Columbine (1999)- no podemos más que sentir asombro por el atrevido humor negro de los creadores de la serie. Apuntemos también que en la primera temporada -American Horror Story: Murder House- ya había una referencia similar en el personaje de Tate (Evan Peters). Todo esto se cierra, además, con una imagen macabra y tierna a partes iguales, en la que Alex se mete en un ataúd de cristal con su hijo Holden.


Paralelamente, el personaje de Iris (Kathy Bates) es también una madre irresponsable. Su hijo, Donovan (Matt Bomer), cayó en la adicción a las drogas y fue "salvado" por la Condesa. Agobiada por la culpa, Iris decidió suicidarse, pero fue salvada por su hijo, que también la convirtió al vampirismo. Iris está ahora aprendiendo a ser una no-muerta y busca consejo en Liz Taylor (Denis O´Hare), cuyo pasado se desvela aquí. Básicamente es un travestido -en la línea de Ed Wood (1924-1978)- cuya hada madrina es la Condesa. En el clímax, Liz se reivindica ante sus machistas compañeros de trabajo gritando "No soy gay". La temática homosexual es recurrente en la series de Murphy y Falchuk. Volviendo a Iris, su historia es un bautismo de sangre en la que acaba cobrándose sus primeras víctimas: dos influencers -uno de ellos interpretado por el ex Glee Darren Criss- absolutamente insoportables. Ambos se ganan a pulso que Iris acabe con ellos. Y un apunte más. Descubrimos que el detective John Lowe (Wes Bentley) sufre lagunas de memoria desde que perdió a su hijo Holden, lo que afianza la teoría de que él podría ser el asesino de los Diez Mandamientos.

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THE WALKING DEAD -TEMPORADA 6- ALWAYS ACCOUNTABLE


ALWAYS ACCOUNTABLE (15 DE NOVIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Es curioso que Daryl Dixon (Norman Reedus), un personaje definido como un ermitaño asocial medio salvaje -un rednecksiga teniendo fe en la gente. Sobre todo después de que un holocausto zombie haya convertido a los supervivientes en animales sin humanidad. El atractivo del personaje es el del clásico antihéroe, en apariencia duro y cínico, en el fondo noble y con su propio código moral. Daryl sigue los esquemas del Rick (Humphrey Bogart) de Casablanca (Michael Curtiz, 1942), del Lobezno (Hugh Jackman) de X-Men (Bryan Singer, 2000); del Sawyer (Josh Holloway) de Perdidos (2004-2010), por citar algunos ejemplos.


Daryl, con su pelo sucio y su voz ronca, tiene que ganarse la confianza de todos los que le rodean. Nadie se fía de él. En este episodio demuestra una bondad que podría confundirse con estupidez: tras ser capturado por un grupo que le toma por miembro de un clan de misteriosos enemigos -¿O son los Wolves?- Daryl consigue escapar, pero vuelve porque uno de sus captores necesita insulina. Se alía entonces con ellos solo para ser traicionado y robado. En el mismo sentido, los propios compañeros de Daryl -Sasha (Sonequa Martin-Green) y Abraham (Michael Cudlitz)- no esperan su vuelta tras haberse separado después de ser atacados. Sin embargo, Daryl va a por ellos y los rescata cuando ambos habían decidido empezar una nueva vida. La fe de Daryl en los demás -o en hacer "lo correcto"- parece inquebrantable a pesar de que los guionistas insisten en decirnos que el género humano no vale la pena. Yo estoy de acuerdo.


Este episodio de The Walking Dead vuelve a cambiar el punto de vista para contarnos otra trama paralela al conflicto principal en Alexandria. Pero creo que no consigue evitar que tengamos la sensación de que estamos ante una historia de relleno. Sobre todo porque los hechos, aparentemente, no tendrán ninguna consecuencia en la trama principal. El cliffhanger, esa llamada de auxilio, tiene a todo el mundo haciendo cábalas. ¿Y si Glenn (Steven Yeun) no ha muerto?

Lo mejor del episodio, para mí, es el zombie que ataca a Daryl al principio, que me recuerda a la Cosa del Pantano de DC Comics.

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