JUEGO DE TRONOS -TEMPORADA 8 -LA LARGA NOCHE


El tercer episodio de la última temporada de Juego de Tronos es especial por varias razones. Empezando porque es el primero de esta entrega final, escrito por los show runners, David Benioff y D.B. Weiss. Segundo, porque ya sabemos que los mejores episodios de la serie, han sido batallas. En esta participan la mayoría de los personajes, reunidos, por primera vez, en el mismo escenario geográfico. Y si por algo se ha caracterizado esta ficción, es porque a sus autores -empezando por George R. R. Martin- no les tiembla el pulso a la hora de matar a personajes verdaderamente importantes, lo que ha deparado sorpresas de infarto y giros violentos en la trama. Estando tan cerca el final de la serie, y ante una amenaza como el temible ejército de los muertos de los Caminante Blancos, es imposible ver este capítulo sin comerse las uñas. 

Así, tras la preparación emocional del episodio anterior, nos metemos de lleno en el ataque. Hay que alabar el manejo de la tensión, retrasando lo máximo posible la visión de los muertos vivientes, anunciados por sus espeluznantes gritos. Mencionemos también la espectacularidad por el número de tropas implicadas. Momentos sobrenaturales como la reaparición de la bruja Melisandre (Carice Van Houten) encendiendo las armas de los dothrakis, magnífico hallazgo visual que lleva a una imagen escalofriante, la de las armas flamígeras apagándose una a una, evidenciando la primera derrota del bando de los vivos. Luego, los caballos que retornan sin sus jinetes, la aparición de Ser Jorah (Iain Glen), que regresa con la muerte en el rostro; el ataque de los dragones iluminando las sombras con su aliento de fuego; la desalentadora huida de Samwell (John Bradley-West); la escena de las mujeres, los niños, los ancianos -y el enano- refugiados, que convierte una batalla de fantasía en algo muy parecido a la guerra real. En otro gran momento, estos 'civiles' ocultos en la cripta del castillo, se ven obligados a escuchar los sonidos de la batalla que ocurre arriba, los chillidos de los muertos vivientes que se acercan. El inicio de la batalla es soberbio, con una inusual mezcla de cine bélico y película de terror. La historia se detiene sucesivamente en los personajes, como Tyrion (Peter Dinklage), que sigue buscando su papel en esta historia, mientras Sansa (Sophie Turner) se muestra verdaderamente pesimista.

Pero sobre todo, encontramos en este capítulo momentos puramente fantastique. El Rey de la Noche cabalgando un dragón zombie, lanzando órdenes telepáticas a su ejército de cadáveres.  La irrupción del cadavérico gigante, pura fantasía desbordada. Las batallas aéreas entre dragones, sobre la calma de un mar de nubes y bajo la luz de la Luna. O cómo el Rey de la Noche reintegra su ejército con los recién caídos, que hasta hace poco eran sus enemigos en el bando de la vida. La fiereza con la que los muertos atacan al dragón de Daenerys (Emilia Clarke) para luego caer desde el cielo. Estamos lejos del catálogo de vicios y faltas humanas y de las insidias por el poder entre familias y clanes que pugnan por imponerse cueste lo que cueste.

El capítulo triunfa al transmitir el agobio del asedio de los muertos, la sensación de que los personajes están en una situación sin salida: el ataque de pánico de Sandor Clegane (Rory McCann). Ese clima de opresión eleva la emoción de momentos para los fans como el poder ver a Arya (Maisie Williams) en acción. Ella luego protagoniza una escalofriante secuencia, en la que sigilosamente debe escapar de un grupo de guerreros muertos, en otro estupendo ejercicio de tensión. Su frase ‘hoy no’ como lema de valentía ante lo inevitable de la muerte, resuena profundamente. Mencionemos también momentos destacados como el destino de la niña reina Lyanna Mormont (Bella Ramsey) y el de Beric (Richard Dormer) y su espada de fuego; el (casi) enfrentamiento entre Jon Snow (Kit Harington) y el Rey de la Noche; la resistencia heroica que reivindica a Theon Greyjoy (Alfie Allen). Y cuando consiguen que creas que todo está perdido, aparece Arya para una victoria imposible. El mejor episodio de Juego de Tronos. 10/10

GLORIA BELL -ECLIPSE DEL CORAZÓN


Gloria (Julianne Moore) es una mujer corriente que atraviesa ese momento vital, pasados los 50, en los que ya no te puedes considerar joven, pero tampoco perteneces a la llamada tercera edad. La película del chileno Sebastián Lelio -Una mujer fantástica (2017), Disobedience (2017)- habla del paso del tiempo -la jubilación, la muerte, la decadencia orgánica e incluso ecológica, son temas muy presentes- pero también de cómo nuestra sociedad está construida con la familia como paradigma. En la juventud se trata de encontrar pareja, pasados los 40 más te vale mantenerla. Gloria vive un triste mundo de discotecas para divorciados en las que solo se escuchan éxitos de los 70 y 80 -oldies-. Un mundo de adultos abatidos que intentan por todos los medios esconder las heridas de un pasado fracasado, como Arnold, el personaje de John Turturro, acosado por las hijas de un matrimonio anterior. Sebastián Lelio nos cuenta así la vida de Gloria, sin estridencias, sin forzar las situaciones, y esmerándose para que su historia transcurra de forma tan real como nuestra anodina existencia. Estamos ante una comedia apagada, que corre el peligro de perder nuestro interés dado el rigor de Lelio en evitar giros, trucos y manipulaciones. Por suerte, el chileno mantiene, en este proyecto en inglés, su capacidad para extraer imágenes de belleza poética de situaciones completamente cotidianas. Sobre todo, la omnipresencia de la siempre magnífica Julianne Moore impide que desconectemos de la trama. Según Lelio, ella es la razón de haberse embarcado en este remake de su propia película, Gloria (2013), de la que es un calco casi exacto. El otro elemento narrativo que nos lleva de la mano durante la historia son los mencionados temas musicales, todos hits de una época que hoy pueden pasar por horteras, pero que alcanzan altura dramática -no exenta de humor- especialmente hacia el final de la película, con dos temazos, Total Eclipse of the Heart y Gloria, cantadas con desgarro por las potentes Laura Branigan y Bonnie Tyler, respectivamente. La película consigue la pirueta de emocionar con dos canciones como esas y sobre todo, con un relato plano, en el que las situaciones se van acumulando hasta encontrar, en el rostro de Julianne Moore, un desahogo que desemboca en nuestras propias emociones.

VENGADORES: ENDGAME -EXCELSIOR!



Vengadores: Endgame es nada menos que la valiosa oportunidad de volver a sentirse como un niño, de recuperar la fantasía y el idealismo. Si hablamos de cine de entretenimiento, solo puedo decir que es una auténtica cumbre. Un final equiparable e incluso superior al de sagas como Star Wars, El Señor de los Anillos o Harry Potter, por mencionar las más populares. Para entender bien lo que quiero decir, hay que tener en cuenta que no estamos ante una obra única, sino ante una narrativa que abarca, como ya sabéis, 22 películas y dos series de televisión. Y esta última pieza de los hermanos Russo es la culminación de todas esas historias que nos ha mantenido entretenidos durante 11 años. El gran logro del arquitecto de esto, el 'Stan Lee' del Universo Cinematográfico de Marvel, Kevin Feige, es que ha conseguido ir moviendo los hilos hasta lograr algo que me parece imposible: que esto haya ido de menos a más. Sí, nos gustó mucho Iron Man (2008) y flipamos con Los Vengadores (2012), e Infinity War (2018) parecía insuperable. Hasta Endgame. Es más grande, más épica, más graciosa y mola más que todo lo que hemos visto antes. Y sobre todo, es realmente emocionante. Marvel Studios ha conseguido que el espectador tenga la misma reacción al reencontrarse con estos superhéroes, en tan solo 11 años, que la de los fans de Star Wars en El despertar de la Fuerza (2015) al ver de nuevo a Han Solo (Harrison Ford) y a Chewbacca (Peter Mayhew) tras más de 30. Aquí, el Capitán América (Chris Evans), Iron Man (Robert Downey Jr.), la Viuda Negra (Scarlett Johansson), Hulk (Mark Ruffalo),  Thor (Chris Hemsworth) y Ojo de Halcón (Jeremy Renner) llegan al final de un ciclo. En la película hay tiempo para desarrollar cada uno de esos personajes, pero no solo eso, cada uno de ellos está realmente bien. Un montón de superhéroes más les acompañan, y también tienen su momento en pantalla, lo que justifica el abultado metraje. Se hace corto. Vengadores: Endgame cumple absolutamente con las expectativas que puedes tener al entrar en la sala, pero encima lo hace sorprendiéndote con giros argumentales que llevan a lugares insospechados, arriesgando mucho con momentos de humor, pero también con escenas dramáticas. Y aunque la película se puede disfrutar siendo un espectador casual, es una auténtica fiesta para el fan que haya visto todas las entregas anteriores. Endgame conecta y tiene guiños, me atrevo a decir, para cada uno de los 21 films previos. Revisita especialmente aquellos episodios directamente relacionados con las gemas del infinito (puedes leer mi texto sobre ello, aquí). Incluso, se preocupa de cerrar el relato de la inconclusa serie de televisión Agent Carter, que muy pocos vimos.  Y aunque no se puede contar nada de la trama, hay que decir que estamos ante un producto luminoso, divertido, emotivo y que muestra valores más que interesantes sobre el sacrificio, la solidaridad, el feminismo y la igualdad de todas las razas. Su mensaje es tremendo: en lugar de atemorizarnos con el Apocalipsis que viene, nos dice qué hacer cuando el fin del mundo haya llegado. ¿No es eso mucho más valioso? Y establece como villano a esos líderes que prometen un futuro mejor dividiéndonos para que una mitad deje atrás a la otra. Ante eso, Vengadores: Endgame propone que la única forma de vencer, de evitar el desastre, es estar unidos. Viendo las reacciones del público durante el estreno, viendo cómo aplaudían, gritaban, aullaban, reían y lloraban, me quedo con la sensación de que estos héroes han venido también para salvar al cine.

JUEGO DE TRONOS -TEMPORADA 8 -EL CABALLERO DE LOS SIETE REINOS



¡AVISO SPOILERS!


Completamente basado en la espera y en la tensión, el segundo episodio del final de Juego de Tronos es un artefacto casi perfecto de cómo mantenernos pegados a la pantalla. La primera escena vale su peso en oro: Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau) es juzgado por Daenerys (Emilia Clarke) y por el resto de personajes que se han cruzado con él durante la serie. Es una especie de ajuste de cuentas que pone sobre la balanza las acciones de un personaje que no ha sido demasiado coherente, moviéndose continuamente entre la simpatía del espectador y la maldad. Prácticamente todos los que han sufrido por Jaime, así como los que han recibido su ayuda, están presentes, lo que resulta un poco demasiado conveniente en términos narrativos, pero sin duda una escena fantástica para el fan. Seamos sinceros: algunas de las afrentas de Jaime son demasiado graves para ser perdonadas y aquí parece ser redimido con relativa facilidad, Estamos en la temporada final, y seguramente este episodio cierra la trayectoria del personaje, justo antes de descubrir cuál será su papel en el desenlace.


Por otro lado, Tyrion (Peter Dinklage) recibe un ultimátum de Daenerys: debe ser más eficaz como su ‘mano’. Lo que nos permite establecer que el enano, que parecía destinado a grandes cosas al principio de la serie, ha permanecido en su papel de perdedor, a pesar de su inteligencia, lo que ha mantenido intacta su carisma. Son los valores morales y la bondad -y no la inteligencia- lo que ha impedido progresar a Tyrion en el mundo creado por Martin. 

Hablemos de Arya Stark (Maisie Williams), que ya no es la niña de Invernalia, sino que tras varios entrenamientos se ha convertido en una guerrera que merece respeto. Es la recompensa a los espectadores que hemos seguido su evolución durante tantos capítulos y que, hasta ahora, desconfiábamos de que su desarrollo llevara a alguna parte. 

La escena entre Jaime y Bran (Isaac Hempstead Wright) no me convence demasiado. Es corta, y parece minimizar la fuerza de aquella impactante presentación, en la primera temporada, en el primer episodio, de quienes eran unos pérfidos hermanos -incestuosos- como los Lannister. Que la siguiente escena esté protagonizada también por Jaime, que ahora hace las paces y se sincera con Tyrion, me parece apresurado. No se nos permite asimilar la escena con Bran, ni vemos consecuencias en Jaime, cuando ya hemos pasado al siguiente conflicto. Hay prisa para atar cabos, cuando ya solo quedan cuatro episodios. Precisamente, enseguida llega el turno de Brienne (Gwendoline Christie) con Jaime para saldar viejas cuentas. 

Otro momento más para cerrar subtramas, ahora entre Daenerys y Jorah (Iain Glen), que salda su historia de forma mecánica, porque lo verdaderamente interesante ocurrirá enseguida. El primer careo entre Daenerys y Sansa Stark (Sophie Turner), que se plantea, primero, como un encuentro feminista entre mujeres que han liderado en un mundo de hombres. Comparten también el aprecio por Jon Snow (Kit Harington). Pero cuando parece que se va a producir una -aburrida- alianza, ocurre algo más divertido: la sombra de la ambición por el poder separa de nuevo a las dos mujeres.

Aparece ahora Theon Greyjoy (Alfie Allen) para reencontrarse con su hermana. La trama avanza en estos momentos a golpe de reencuentros entre personajes, que deben completar sus arcos antes del desenlace. Y como son tantos en esta serie, poco espacio va quedando para el desarrollo dramático. Personajes interesantes, pero menores, como Davos (Liam Cunningham), también completan sus recorridos, aunque éste de forma más sutil -esa niña con una cicatriz- y quizás por eso, más valiosa. La breve escena de Davos y Gilly (Hannah Murray) aporta atmósfera, tensión antes de una batalla que parece perdida de antemano. Pero enseguida, más reencuentros: entre Jon Snow, Tormund (Kristofer Hivju) y compañía. Traen malas noticias sobre el ejército de muertos vivientes. Los preparativos para la batalla son estupendos. La voz en off de Jon Snow evidenciando la amenaza, la reunión de los líderes para trazar la estrategia de defensa, con el sonido del crepitar de la leña en la chimenea, que aporta un tono solemne, tenso, aterrador. Hay algo de Star Wars en esta escena, que me recuerda a cuando los rebeldes planean asaltar la Estrella de la Muerte, sabiendo que se trata de una misión suicida. También hay algo de esto en la conexión entre Bran y el Rey de la Noche, como la que tenían Luke Skywalker y Darth Vader. Nada que objetar. El momento es fantástico.

Menos interesantes me parecen los conflictos de personajes como Missandei (Nathalie Emmanuel) y Grey Worm (Jacob Anderson), que creo que ya han cumplido con su función en la trama. Prefiero a un personaje como Samwell (Jacob Bradley), otro eterno perdedor, siempre sospechoso de cobardía, pero con frases profundas resonando entre personajes bárbaros. Siguiendo esta línea, aunque encuentro siempre acertados los toques de humor en cualquier ficción, la escena de la chimenea en la que Tyrion, Jaime, Brienne, Tormund y otros beben, puede resultar demasiado humorística. Pero lo cierto es que la escena tiene una continuación, emotiva, cuando Jaime ordena 'caballero' a Brienne, en la típica escena que nos preparara emocionalmente para la muerte del personaje. Veremos. Un giro bonito: Brienne es ordenada 'caballero' de los Siete Reinos, lo que da titulo al episodio. La siguiente escena entre Arya y Sándor ‘El perro’ (Rory McCann) me resulta repetitiva, no aporta demasiado este intento de justificar las motivaciones de los personajes para acabar diciendo que no hay ninguna justificación. La escena incluye una breve mención a la ‘lista’ de la venganza de Arya, trama desechada, al menos, de momento, en favor de otros acontecimientos. Otra subtrama truncada -por ahora- es la del hijo bastardo de Robert Baratheon, Gendry (Joe Dempsie), para mí, uno de esos personajes que cuesta ubicar, sin recurrir a Google. No sé si la escena sexual entre éste y Arya aporta algo dramáticamente, pero desde luego es interesante cómo la joven Stark apareció por primera vez en la serie siendo una niña y ahora la vemos convertida en una mujer.

El capítulo acumula más momentos trascendentales que parecen previos a una muerte segura: una declaración de intenciones de la reina infantil Lyanna Mormont (Bella Ramsey); la entrega de la espada de Samwell a Jorah; todo suma y suma a la expectativa por una batalla que no veremos hasta el siguiente episodio. La canción de Podric (Daniel Portman) sirve como hilo para enlazar todo lo que hemos visto en el capítulo. El epílogo no deja de ser una concesión, un guiño al culebrón, al morbo de la pareja formada por Daenerys y Jon Snow. Él revela su verdadero linaje a ella, que resuena en el apunte feminista de la escena con Sansa Stark: él, al ser hombre, debería ser el siguiente en la sucesión. Ya habrá tiempo de explorar este conflicto, porque lo inmediato es la llegada del ejército de los muertos, una imagen-gancho que hace imposible perderse la continuación de Juego de Tronos. 8/10

VENGADORES: ENDGAME -TODO LO QUE NECESITAS SABER





Cuando Kevin Feige dijo aquello de que VengadoresInfinity War era el crossover más ambicioso de la historia del cine, Twitter y su legión de listos, se rieron de él. Pero ahora es inevitable darle la razón. Entre Iron Man (2008) y Vengadores: Endgame (2019) hay más de diez años, 20 películas y algunas series de televisión. Una macroficción que hemos aprendido a llamar Universo Cinematográfico Marvel y que replica en formato audiovisual lo que Stan Lee y Jack Kirby -sobre todo- crearon en los años 60 en forma de tebeos. Todos estos personajes viven en el mismo universo y aunque cada entrega puede disfrutarse independientemente, cada nueva película que veamos aporta conexiones, significados, profundiza en personajes y tramas, creando una sensación de mundo coherente y vivo que es francamente adictiva. Una experiencia que hasta ahora estaba reservada a los lectores de cómics, todavía hoy considerados como ‘frikis’. Los fans de Star WarsEl señor de los anillosStar TrekJuego de Tronos o Harry Potter pueden decir que viven algo similar. Pero nunca antes se había intentado levantar, prácticamente de la nada, un universo así, en solo 10 años. James Bond ha protagonizado una veintena de películas en varias décadas. La macrohistoria que acaba ahora con Endgame no solo se ha construido con los pequeños guiños a Thanos y a las gemas del infinito esparcidos por las 22 películas de Marvel Studios: hay que hablar también del desarrollo de los personajes implicados, que han ido evolucionando de film en film y que ahora encuentran el cierre de un ciclo. Estos héroes mitológicos llegan aquí a su final, pero también, no cabe duda, otros tomarán el relevo. Ante un acontecimiento tan grande como Vengadores: Endgameos propongo un pequeño comentario de cada película, ordenadas según la fecha de su estreno, con su correspondiente -y subjetiva- puntuación y señalando brevemente su importancia de cara a la nueva y definitiva entrega.

MARVEL FASE 1

IRON MAN (2008) -HEAVY METAL

PUNTUACIÓN -8

La película que inaugura el Universo Cinematográfico Marvel puede parecer poca cosa hoy, pero en 2008 fue una auténtica revolución. Aquel primer film, dirigido por un director discreto como Jon Favreau, no aportaba demasiado como película de superhéroes. El origen del vengador de la armadura no era muy diferente del de cualquier otro personaje del género: vemos cómo Tony Stark (Robert Downey Jr.) obtiene sus poderes -en este caso, el protagonista fabrica su propia armadura- para luego ir superando obstáculos hasta el enfrentamiento con un antagonista final -Obadiah Stone/Iron Monger (Jeff Bridges)-. Todo esto es, sin duda, lo menos interesante de la propuesta. En lo que Marvel Studios acertó desde el principio fue en introducir un sentido del humor que ahora es marca de la casa, que hace del film algo mucho más desenfadado y divertido, evitando los excesos de gravedad del superhéroe tradicional: nada que ver con las pretensiones de Christopher Nolan. Este sentido del humor sirve para retratar y hacer cercanos a los personajes, mucho más importantes que la trama en sí: el carisma de Robert Downey Jr. como Stark, las réplicas de comedia screwball de Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), el alivio cómico del propio Favreau como Happy Hogan. Añadamos a esto el realismo en la forma de contar la historia -los personajes viven en nuestro mundo, el real, el actual y no en las imaginarias Gotham City o Metrópolis- para hacer creíble la fantasía desbordada concebida por Jack Kirby y Stan Lee. Los conflictos internos de Tony Stark son más importantes que sus espectaculares peleas como Iron Man -aunque los efectos especiales sean impecables-. En esta primera película se plantean los errores del pasado y la sombra del padre como las principales causas de los problemas actuales de Stark, tema que se repetirá en posteriores secuelas y marcará al personaje incluso en su relación con Spider-Man. Si añadimos a esto la promesa implícita del film, que forma parte de algo mayor -Nick Fury versión The Ultimates en la piel de Samuel L. Jackson-, aunque discreta, Iron Man funciona como un tiro. Aunque luego haya sido superada.

CONEXIÓN ENDGAME: Ninguna. Nick Fury asomaba la cara para c
omenzar a formar lo que luego serán Los Vengadores.

EL INCREÍBLE HULK (2008) -ESLABÓN PERDIDO

PUNTUACIÓN -6

Segunda película del Universo Cinematográfico MarvelEl increíble Hulk es probablemente el film menos recordado de la franquicia. La razón puede ser su tono, algo distinto a lo que luego sería el sello de Marvel Studios. La película del director francés Louis Leterrier -eficaz artesano de films de acción- es algo más grave que las entregas que veríamos luego -o incluso que la anterior Iron Man- esto quizás por las propias características del personaje, mucho más atormentado que sus compañeros vengadores y, en su forma superheroica, incapaz de las típicas réplicas graciosas y chascarrillos. Este Hulk es además un film bisagra, que retoma la historia del de Ang Lee -cine de superhéroes de autor- sustituyendo a Eric Bana por el siempre interesante -e incómodo- Edward Norton, quien, a su vez, sería sustituido por el actual Mark Ruffalo -quien se maneja mejor en un espectro que va de la comedia a la tragedia-. Sin embargo, la película es un buen entretenimiento, con un ritmo trepidante, que casi no ofrece respiro, aunque se resienta por sus peleas entre Hulk y el villano Abominación (Tim Roth), en las que vemos a dos personajes digitales dándose de mamporros. El nivel visual de la cinta, que imprime Leterrier, no es nada despreciable, con algunas secuencias estupendas, como la persecución en las favelas de Brasil o la forma en la que la sangre radiactiva gamma de Banner contamina un refresco en la fábrica en la que trabaja de incógnito (para desgracia de Stan Lee). El film ha acabado siendo un callejón sin salida: en el tintero se quedaron personajes como Leonard Samson (Ty Burrell) y Samuel Stern/El Líder (Tim Blake Nelson), seguramente semillas para secuelas que nunca se harán.

CONEXIÓN ENDGAME: Ninguna, aunque esta entrega está firmemente anclada en el Universo Marvel: menciones al suero del súper soldado del Capitán América, la aparición de Tony Stark (Robert Downey Jr.) y el personaje del General 'Thunderbolt' Ross (William Hurt), que ha sido recuperado en películas posteriores como Capitán América: Civil War (2016) y Vengadores: Infinity War.

IRON MAN 2 (2010) -PECADOS DEL PASADO

PUNTUACIÓN -6

Lo único que mantiene en pie una película como Iron Man 2, víctima de una tremenda dispersión, es el carisma de Robert Downey Jr. como Tony Stark/Iron Man que aquí se confirma. Esta secuela apunta en demasiadas direcciones: el villano empresario que es Justin Hammer (Sam Rockwell) sirve para un argumento que recuerda a Robocop (1987); el antagonista físico Whiplash (Mickey Rourke) representa, de nuevo, los pecados del pasado -del padre de Tony- que vuelven para atormentar al héroe de la armadura. Pero también está la comedia romántica de Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), a la que se suma la Viuda Negra (Scarlett Johansson) -futura vengadora-. Mencionemos también los colaboradores: Happy Hogan (el director Jon Favreau) vuelve a ser comparsa y alivio cómico, pero también se incorpora otro tío con armadura, War Machine -Don Cheadle sustituye a Terence Howard-. Por si fuera poco, además de todo esto, hay que añadir los problemas personales de Stark y un coqueteo argumental con el famoso alcoholismo del personaje en los cómics, reducido en el film a su mínima expresión. Todavía hay más, porque hay que añadir a Nick Fury (Samuel Jackson) de S.H.I.E.L.D, ya que el Universo Marvel estaba a punto de llegar.

CONEXIÓN ENDGAME: Ninguna. Enseguida se estrenarían Thor (2011) -en la escena post-créditos encuentran el martillo del dios del trueno- y Capitán América: El primer vengador (2011). Por todo esto, Iron Man 2 parece una secuela apresurada, demasiado pendiente de colocar las bases de la inminente Los Vengadores (2012).

THOR (2011) -SER O NO SER

PUNTUACIÓN -5

Sobre el papel parecía una buena idea: Kenneth Branagh, reputado autor de adaptaciones de textos de Shakespeare, parecía el director ideal para llevar a la pantalla -con calidad- las aventuras del dios del trueno, sobre todo si atendemos a la grandilocuente etapa del personaje, en manos de Stan Lee, en los tebeos -acompañado por Jack Kirby o John Buscema-. El elenco que rodeaba al entonces poco conocido Chris Hemsworth -que ha resultado ser el intérprete perfecto por su físico y su vena cómica- era también contundente: Natalie Portman como Jane Foster, Anthony Hopkins como Odin, además de Idris Elba como Heimdall. Pero el verdadero descubrimiento fue Tom Hiddleston como Loki. Con estos elementos y unos efectos especiales competentes, resulta decepcionante afirmar que hablamos de una película fallida. Su principal problema es que presenta dos líneas demasiado distintas: el tono épico de fantasía heroica en la legendaria Asgard por un lado, y el humor cotidiano de las situaciones que vive el dios del trueno en la Tierra, auténtico pez fuera del agua, lo que da pie a varios apuntes de comedia romántica con Natalie Portman. Los dos tonos no acaban de funcionar como un todo y en conjunto no convencen a nadie, aunque los elementos robados de The Ultimates, en los que todos creen que el héroe es un loco, y no un dios, están relativamente conseguidos.

CONEXIÓN ENDGAME: Poca. Pero importante al ser la primera. En la escena postcréditos aparece el teseracto de Capitán América: el primer Vengador, que robará Loki en Los Vengadores y que luego será una gema del infinito. En la sala de trofeos del palacio de Odin, aparece, por error, el guantelete del infinito de Thanos.

CAPITÁN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR (2011) -EN BUSCA DEL TESERACTO PERDIDO

PUNTUACIÓN -8

Cronológicamente, es la primera película del Universo Cinematográfico Marvel. Vista ahora, sorprende el lugar tan claro que ocupa dentro del entramado narrativo: las referencias a la mitología nórdica del principio, que apelan a Thor; la muerte de Bucky (Sebastian Stan) que luego se convertirá en el Soldado de Invierno (2014) y cuyo papel es clave en Civil War (2016). No olvidemos tampoco la introducción de Peggy Carter (Hayley Atwell), de Howard Stark (Dominic Cooper) y la agencia -pre S.H.I.E.L.D- SSR, cuyas aventuras luego se ampliarán en la serie Agent Carter (2015). Además, el McGuffin de esta película, el teseracto -el cubo cósmico en los cómics- enseguida será clave en Los Vengadores (2012) y una de las cinco gemas del infinito que recopilará el malvado Thanos (Josh Brolin) en Vengadores: Infinity War (2018). Y a pesar de todos estos peajes, la película funciona porque mantiene enfocado lo más importante: su protagonista, Steve Rogers (Chris Evans). El desarrollo del héroe se toma su tiempo en la película y prácticamente la ocupa enteramente, lo que da como resultado un retrato bastante humano del personaje, pero también conlleva el principal fallo del film, la debilidad de su villano, Cráneo Rojo (Hugo Weaving), que carece del peso que tiene en los tebeos. También habría sido de agradecer un mayor interés en la amistad del protagonista con su compañero de armas, Bucky Barnes, cuyo destino, como ya he dicho, será clave en esta saga cinematográfica. Por lo demás, la película intenta emular el espíritu de En busca del arca perdida (Steven Spielberg, 1981) -hay un guiño explícito cuando Cráneo Rojo se burla de Hitler por buscar "baratijas en el desierto"- de la que extrae no pocos elementos de su estructura. El teseracto sustituye al arca de la alianza como McGuffin, los villanos son los nazis, Peggy Carter es una mujer fuerte como Marion (Karen Allen), y los antagonistas sufren destinos idénticos al exponerse al poder desatado del artefacto que tanto habían deseado. Por esto, Marvel Studios debió pensar que el director Joe Johnston era el más indicado para este trabajo, teniendo otra adaptación de cómic en su currículo, Rocketeer (1991), con idéntico sabor retro a lo Indiana Jones. Tampoco podemos evitar ver a las tropas de asalto de Cráneo Rojo como un reflejo de los stormtroopers de Star Wars (George Lucas, 1977) -lo que cierra el círculo de la inspiración, ya que Lucas se fijó en los nazis reales-. La base de Cráneo Rojo recuerda a la Estrella de la Muerte y, como Luke Skywalker (Mark Hamill), Steve Rogers también ve morir a su mentor: el doctor Erskine (Stanley Tucci) hace las veces aquí de Obi-Wan Kenobi (Alec Guiness). Johnston rueda los aviones como si fueran cazas Tie y la persecución en motocicleta trae a la mente la famosa escena de El retorno del Jedi (Richard Marquand, 1983). Todo esto no es casualidad, ya que Johnston empezó como artista de efectos especiales para Lucasfilm, ganó un Oscar precisamente por En busca del arca perdida y diseñó las motos jet de la mencionada secuencia del episodio VI. Curiosamente, una película posterior de Marvel también se apropia de los esquemas de la primera aventura de Indiana Jones y de ideas de Star WarsGuardianes de la Galaxia (2014).

CONEXIÓN ENDGAME: El teseracto (o cubo cósmico) es la primera gema del infinito que vemos. Cráneo Rojo aparece por sorpresa en Vengadores: Infinity War.

LOS VENGADORES (2012) -LOS HÉROES MÁS PODEROSOS

PUNTUACIÓN -10

Los Vengadores, una película de Joss Whedon, convierte en realidad cinematográfica -e hiperrealista- la fantasía de los tebeos de Stan Lee y Jack Kirby cuando crearon Marvel Comics en los años sesenta: la de superhombres -parecidos a héroes y dioses de la mitología- echando abajo rascacielos. A pesar de todas las catástrofes cinematográficas que hemos presenciado en Nueva York -desde King Kong (1933) hasta Independence Day (1996)- creo que nunca se había visto una energía similar en la pantalla. Resulta extrañamente refrescante ver a Thor (Chris Hemsworth) encaramado en el edificio Chrysler; a Hulk (Mark Ruffalo) arañando fachadas; Grand Central siendo destrozada por un gigantesco gusano extraterrestre blindado; al Capitán America (Chris Evans) corriendo por las calles sobre las que caen los cascotes. Tal destrucción no parece una señal del Apocalipsis; ni resulta trágica, sino que entusiasma por la presencia de esos héroes imposibles que están ahí para salvarnos. Es admirable cómo Whedon consigue hacer una película tan perfecta, siendo esta una pieza tan importante dentro de un engranaje mucho mayor, el del Universo Cinematográfico Marvel, en el que la batalla de Nueva York es el equivalente del 11-S. El reto era grande. Los Vengadores une las tramas de cuatro películas anteriores: Iron Man (2008), Iron Man 2 (2010), Thor (2011), Capitán América: El primer Vengador (2011) -y en menor medida una quinta, El increíble Hulk (2008)-. Whedon se las apaña para que cada personaje en su inmenso film tenga su propio peso dramático: la desconfianza de Tony Stark (Robert Downey Jr.) hacia el Gobierno y S.H.I.E.L.D; Steve Rogers como un hombre fuera de su tiempo; el peso de ser un monstruo que soporta Bruce Banner; el pasado oscuro y traumático de la Viuda Negra (Scarlett Johansson); la responsabilidad de Thor porque el gran villano es su propio hermano, Loki (Tom Hiddleston); la culpa de Ojo de Halcón (Jeremy Renner) por haber matado a compañeros bajo el control mental del teseracto, salido de la película del Capitán América; la muerte del buenazo de Phil Coulson (Clark Gregg) necesaria para cohesionar al grupo y que luego dará lugar a la serie de televisión Agentes de S.H.I.E.L.D. Por si fuera poco, Whedon no se olvida de secundarios como Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) -¡Ni siquiera de Jane Foster (Natalie Portman)!- Whedon consigue meter todo esto en su película sin dejar de ser entretenido. Un esfuerzo que cristaliza en un plano secuencia que reúne a todos los superhéroes en una sola imagen continua, el equivalente a las espectaculares páginas dobles que dibujaba Jack Kirby en aquellos tebeos de los sesenta.

CONEXIÓN ENDGAME: Alta. Thanos (Josh Brolin) aparece por primera vez, como el villano detrás de todo, en una escena post-crédito. El teseracto en la lanza de Loki es la primera gema del infinito.

MARVEL FASE 2

IRON MAN 3 (2013) -LA CRISIS DE LOS 40

PUNTUACIÓN -7

"Nosotros creamos nuestros propios demonios". Lo dice Tony Stark (Robert Downey Jr.) al principio de la película en una declaración de intenciones de la que Iron Man 3 no se desvía más que para ofrecer las necesarias -y estupendas- secuencias de acción. Lo cierto es que el héroe de la armadura siempre ha creado a sus propios enemigos. Aquí, hacerle un feo a un genio friki, Aldrich Killian (Guy Pearce), se vuelve contra el protagonista. La empresa de Killian, A.I.M. (Ideas Mecánicas Avanzadas), crea Extremis, un concepto que lleva los chalecos bomba a la ciencia ficción. Extremis juega además con un sentimiento de culpa estrechamente relacionado con Stark, el de los pecados de guerra. El personaje siempre llevará encima la mancha moral de haber vendido armas a los militares y aquí el villano utiliza como carne de cañón a veteranos mutilados para simular los ataques terroristas. En el Universo Cinematográfico de Marvel, la invasión alienígena de Los Vengadores (Joss Whedon, 2012) es el equivalente al 11-S. En ese clima, el villano Killian crea a su propio Bin Laden, el Mandarín -en realidad, un actor interpretado por Ben Kingsley- que aquí ya no es asiático -como en los cómics- sino que responde al estereotipo árabe del radical islamista. El problema para Iron Man es que el Gobierno estadounidense no se fía de los superhéroes y prefiere confiar en armas bajo su control -precedente de lo que ocurrirá luego en Civil War- como Iron Patriot, que paradójicamente acaba convirtiéndose en el caballo de Troya de Killian para matar al presidente. Que el único capaz de utilizar las armas para contrarrestar el mal sea el héroe -ante la inoperancia y corrupción del Gobierno- es un reflejo del individualismo del cine de acción estadounidense de loo70 y 80, al que el director, Shane Black -guionista de Arma Letal (Richard Donner, 1987)- no es ajeno. Que el falso villano sea una pura invención mediática no puede ser otra cosa que un comentario sobre la construcción simplificadora que los medios hacen de la realidad -hola, fake news- a sabiendas de que el miedo vende. Para remate, el capitalismo de película de James Bond de Killian es el verdadero mal: el villano pretende controlar al terrorista y también venderle armas al Gobierno para combatirlo. El negocio redondo. Todo muy coherente, por cierto, con el clima de la posterior Capitán América: El Soldado de Invierno (Anthony y Joe Russo, 2014). En ambas el objetivo inicial es defenderse de amenazas externas cuando el verdadero enemigo es interno y encima estadounidense: allí Alexander Pierce (Robert Redford), aquí Aldrich Killian. Las consecuencias de la invasión alienígena que he mencionado antes, no repercuten solo en la "seguridad nacional", sino que son también psicológicas. Tony Stark sufre ataques de ansiedad cada vez que le recuerdan la batalla de Nueva York. Su miedo le lleva a extremos como llamar a su armadura durante una pesadilla para protegerle, cosa que no le gusta nada a su pareja, Pepper Potts (Gwyneth Paltrow). Luego, la mano de esa misma armadura le salvará de morir ahogado. En una imagen que resume el conflicto interior de Tony Stark, vemos al héroe arrastrando sobre la nieve la armadura inerte -se ha quedado sin batería- como si fuera un cadáver. Su propio cadáver. 

CONEXIÓN ENDGAME: Ninguna. Al final Tony se deshace de las 40 y tantas armaduras en un acto de purificación que enlaza en la escena postcréditos, una improvisada terapia psicológica con el doctor Bruce Banner (Mark Ruffalo).

THOR: EL MUNDO OSCURO (2013) -FANTASÍA HEROICA

PUNTUACIÓN -6

La segunda película sobre Thor (Chris Hemsworth) es menos estática y dubitativa -y menos camp y pseudoshakesperiana- que la primera entrega, dirigida por Kenneth Branagh en 2011. Thor: el mundo oscuro apuesta por la fantasía heroica, tiene más acción y en algunos momentos recuerda incluso a un peplum italiano: cuando Thor lucha con el elfo oscuro Kurse (Adewale Akinnuoye-Agbaje). Y todo eso está muy bien. Las batallas multitudinarias iniciales vibran con buen pulso y el descubrimiento por parte de los científicos terrestres de un nuevo portal entre dimensiones, tiene un adecuado sentido de la maravilla. Donde falla esta película -en mi opinión- es en la explicación, farragosa, del conflicto central. Hace falta un prólogo con la voz en off de Odin (Anthony Hopkins), y luego que éste consulte un antiguo libro sobre la historia de los elfos oscuros, para explicar la naturaleza del éter que, aún así, nunca queda del todo clara. Eso a pesar de que no es más que el macguffin de la historia. Por suerte, pasado ese obstáculo, la película retoma un ritmo aventurero muy disfrutable. Lo mejor es probablemente el viaje que emprenden Thor, Loki (Tom Hiddleston) y Jane (Natalie Portman) -los tres personajes con más entidad- pero lamentablemente esto dura muy poco. A pesar de cierta frialdad, Thor: El mundo oscuro es una aventura más que digna, que se habría beneficiado de un poco más de desparpajo. Es justo decir que tiene que lidiar con su condición de secuela del primer Thor (2011) -de allí provienen Jane Foster y Darcy (Kat Dennings)- pero también de Los Vengadores (Joss Whedon, 2012), que marca la situación de Thor y Loki al principio de El mundo oscuro. Eso sin contar que estamos ante un film que precede a una tercera entrega sobre el dios del trueno -en la que el reinado de Loki tendrá consecuencias- y a Los Vengadores: La era de Ultrón (Joss Whedon, 2015). Por si fuera poco, esta historia tiene un epílogo en un episodio de la serie Agentes de S.H.I.E.L.D

CONEXIÓN ENDGAME: AltaLa escena postcréditos en la que aparece el Coleccionista (Benicio del Toro) lleva directamente a Guardianes de la Galaxia (James Gunn, 2014), el éter es una de las gemas del infinito de Los Vengadores: La Guerra del Infinito (2018).

CAPITÁN AMÉRICA: EL SOLDADO DE INVIERNO (2014) -WATERGATE

PUNTUACIÓN -8

Capitán América: El Soldado Invierno sorprende en su inicio relajado que establece que Steve Rogers (Chris Evans) es un anacronismo, pese al cual -eso sí- puede relacionarse con Sam Wilson (Anthony Mackie). Ambos son veteranos de guerra que intentan readaptarse a la vida civil, solo que la de Rogers acabó en 1945. La acción -física- comienza justo después, con la primera incursión del héroe abanderado para salvar unos -supuestos rehenes- que tiene como clímax la pelea con Batroc (Georges St-Pierre). La escena no es un mero trámite, está enfocada como en una una película de artes marciales en la que estos combates son lo que realmente importa. Bien. El personaje principal del film es Nick Fury (Samuel L. Jackson), que adopta el papel del amigo que cae y debe ser vengado. Fury personifica además el tema de fondo. Veamos. En el Universo Cinematográfico Marvel, el ataque extraterrestre a Nueva York, que vimos en Los Vengadores (Joss Whedon, 2012) es el equivalente al 11-S. El Capitán América no aprueba el clima de miedo y de guerra preventiva que su Gobierno -a través de Fury- desea instaurar. Con esas dudas, Rogers busca reencontrarse con sus ideales en un pasado más inocente y más "americano": visita una exposición que resume la primera película, Capitán América: El Primer Vengador (Joe Johnston, 2009). Luego se reencuentra con su antiguo amor, una envejecida Peggy Carter (Hayley Atwell) en el epílogo perfecto a la serie Agent Carter. Por último, Rogers asiste a una reunión de veteranos con Sam Wilson, tras la cual, éste se convierte en un nuevo aliado: el Halcón. Ahora bien, ese pasado de Rogers, no es del todo perfecto: resurge el sentimiento de culpa por la muerte de Bucky Barnes (Sebastian Stan) que resucita convertido en el Soldado de Invierno. Éste simboliza la pérdida de la inocencia y es el reverso del Capitán. Será clave en Civil War. Precisamente, el Soldado de Invierno ha estado al servicio de ese Gobierno que es su propio enemigo: cuando el héroe y sus aliados creyeron derrotar a sus adversarios en 1945, los malos, los Nazis/HYDRA, se infiltraron en S.H.I.E.L.D. El mal no viene de fuera, sino que es la pérdida de los valores que representaba el Capitán América. En esta película hay un personaje nuevo, la Agente 13 (Emily VanCamp) que resultará ser Sharon Carter, nada menos que la nieta de Peggy. Además, en la escena post-créditos, nos presentan a otro villano de la Segunda Guerra Mundial, el Barón Von Strucker (Thomas Kretschmann), y a unos gemelos -Mercurio (Aaron Taylor Johnson) y La Bruja Escarlata (Elizabeth Olsen)- que veremos luego en Los Vengadores: La era de Ultrón.

CONEXIÓN ENDGAME: Ninguna.

GUARDIANES DE LA GALAXIA (2014) -SPACE OPERA

PUNTUACIÓN -9

"Tu padre era un ser hecho de luz y vendrá a buscarte", le dice su madre a Peter Quill (Chris Pratt) justo antes de fallecer. La escena que abre Guardianes de la Galaxia es el corazón de la historia, materializado luego en ese walkman y en esa cinta con temas de música pop que mantienen el vínculo del protagonista con su planeta natal en sus aventuras espaciales. Pero atención. Guardianes de la Galaxia es un homenaje a George Lucas. Vale, vale, no tenéis que creerme, así, de primeras. Enseguida os doy mis argumentos. Pero antes, una opinión completamente subjetiva. Guardianes de la Galaxia es genial. Si una película puede conseguir que un -estúpido- mapache (Bradley Cooper) te dé pena, es que se han tomado la molestia de contarnos quién es. Incluso Groot (Vin Diesel), un árbol animado, se hace querer a pesar de tener una sola frase en toda la película. Como lector de cómics de Marvel, resulta emocionante ver en pantalla a Thanos (Josh Brolin), al Coleccionista (Benicio Del Toro), a los Kree, a los Nova Corps ¡Hasta sale un Celestial! Todos personajes de una etapa que recuerdo especialmente por haberla leído siendo un chaval: el tercer volumen de Silver Surfer (1987) que empezaron Steve Englehart y Ron Lim como artistas, y que luego continuó Jim Starlin para crear la saga de las gemas del infinito, protagonizada por el ya mencionado Thanos, y que Marvel Studios está utilizando como trasfondo para todas sus películas. Fin del dato friki. Por último, os explico lo de George Lucas. Lo he dicho así, a las bravas. Pero lo creo. He leído muchísimas comparaciones entre Guardianes de la Galaxia y Star Wars (1977). Parecen obvias porque estamos en el espacio, hay imperios extraterrestres y naves espaciales. Podemos comparar a Gamora con Leia, a Groot con Chewbacca ¿Puede ser Guardianes de la Galaxia un Star Wars sin el ñoño de Luke Skywalker? Puede. Pero la primera escena tras el prólogo -a pesar de que vibra en la misma frecuencia de space opera que Star Wars- es un calco de la primera secuencia de En busca del Arca Perdida (Steven Spielberg, 1981) con huida en avioneta -aquí nave espacial- incluida. Más tarde, un primer enfrentamiento entre Gamora (Zoe Saldana) y Nébula (Karen Gillian) se salda con un disparo de Drax (Dave Bautista) en una escena que recuerda poderosamente al mítico duelo de Indiana Jones (Harrison Ford) con un espadachín (Terry Richards). Peter Quill tiene los problemas de paternidad de Luke Skywalker (Mark Hamill), la personalidad de Han Solo (Harrison Ford), el apetito sexual del capitán James T. Kirk (William Shatner) y una sensibilidad postmoderna que le permite hacer constantes referencias a la cultura popular -terrestre- como comparar el orbe -el mcguffin de esta historia- con el Arca de la Alianza o la estatuilla de El Halcón Maltés (John Huston, 1941). Asimismo, aunque podemos ver a Ronan (Lee Pace) como un trasunto de Darth Vader (James Earl Jones), su persecución del orbe le asemeja más a los nazis que le pisaban los talones a Indiana. La otra lectura posible es equiparar a Ronan a un radical terrorista que busca el "choque de civilizaciones" extraterrestres: la Kree y la Xandariana. Ronan es la versión real de ese Mandarín (Ben Kingsley) que en Iron Man 3 (Shane Black, 2013) resulta ser un engaño. Ronan trabaja para Thanos (Josh Brolin), el futuro enemigo de Los Vengadores: La Guerra del Infinito (2018), visto ya en Los Vengadores (Joss Whedon, 2012) y Los Vengadores: La era de Ultrón (Joss Whedon, 2015). Guardianes de la Galaxia prepara el camino para éstas: el orbe es otro mcguffin en una película Marvel tras el teseracto de Capitán América: El primer vengador (Joe Johnston, 2011), la lanza chitauri de Loki en Los Vengadores (2012) y el éter de Thor: El mundo Oscuro (Alan Taylor, 2013). Cada uno de estos elementos es una gema del infinito, un objeto de poder que el malvado Thanos planea reunir en un guantelete. Las escenas postcréditos de las películas Marvel han ido refiriéndose a estas gemas y han presentado a Thanos. Pero en Guardianes de la Galaxia todo esto ocurre dentro de la propia película. Por eso James Gunn se da el lujo de regalarnos un cameo extra en la escena postcréditos: el de Howard el pato. El personaje de cómic creado por Steve Gerber es genial, pero hay una película -desastrosa- que llevó al pato al cine en 1986 ¿Sabéis quién la produjo? George Lucas.

CONEXIÓN ENDGAME: Total. El orbe es una de las gemas del infinito que persigue Thanos, al que vemos en esta presentación del escenario cósmico en el que se mueve el villano.

LOS VENGADORES: LA ERA DE ULTRÓN (2015) -INTELIGENCIA ARTIFICIAL

PUNTUACIÓN -7

La imagen más importante de Los Vengadores (Joss Whedon, 2012) era un plano secuencia -en medio de la batalla contra los chitauri en Nueva York- que resumía el espíritu de la película al integrar a todos los héroes -cada uno había protagonizado su propio film- en la lucha contra una amenaza demasiado grande para ser combatida individualmente. Para ver ESO habíamos pagado la entrada del cine. Los Vengadores: La era de Ultrón repite la proeza -técnica- de aquel plano, nada más empezar. Es una declaración de intenciones. Ahora las apuestas son más altas. Y el director y guionista, Joss Whedon, cumple con las expectativas. Es digno de elogio cómo Whedon consigue contarnos una historia -sencilla- que incluye a todos los personajes de la primera entrega y a los que se suman tres más. El villano, Ultrón (James Spader), aunque de menor carisma que Loki (Tom Hiddleston), tiene entidad más que suficiente para ser la amenaza a la que deben enfrentarse los héroes. El guión de Whedon se esmera en anclar emocionalmente a los personajes para que nos importen. Todos tienen su momento: los primeros roces entre Steve Rogers (Chris Evans) y Tony Stark (Robert Downey Jr.) -que llevarán a Capitán América: Civil War (2016)- el tormentoso romance -la idea de calmar al gigante verde cantándole una nana es estupenda- entre la Viuda Negra (Scarlett Johansson) y Bruce Banner/Hulk (Mark Ruffalo); la nobleza de un dios como Thor (Chris Hemsworth); el cariño y la lealtad entre los hermanos Maximoff; el descubrimiento de la familia de Ojo de Halcón (Jeremy Renner); el nacimiento de la Visión (Paul Bettany) un personaje que Whedon consigue definir en una sola acción: cuando el androide levanta el martillo de Thor. Esta escena resume la mayor virtud del director: conjugar el sentido épico de los superheroico con un tono realista y humano a lo que se añade un sentido del humor muy lúdico. La suma perfecta. Todavía le queda tiempo a Whedon para acordarse de Nick Fury (Samuel L. Jackson), de Maria Hill (Cobie Smulders), de War Machine (Don Cheadle) e incluso del Halcón (Anthony Mackie). De alguna manera hay sitio para todos. Y aunque los personajes están bien desarrollados -el segundo acto dedica muchos minutos a los conflictos personales- La era de Ultrón tiene acción suficiente: el dinámico asalto al castillo de Strucker (Thomas Kretschmann), la espectacular y muy bruta lucha entre Hulk y la armadura Hulkbuster de Iron Man; la épica batalla final contra los robots de Ultrón. Los Vengadores: La era de Ultrón es más sombría que la entrega anterior, pero, como ya he dicho, el humor está presente durante toda la historia. Al final, en el clímax, se repite el plano secuencia que reúne a los héroes más poderosos de la Tierra en una sola acción, lo que demuestra que Whedon entiende mejor que nadie cómo hacer una película de superhéroes. Sobre la historia en sí, ésta confirma que la piedra angular del proyecto cinematográfico de Marvel es Iron Man. El carisma de Robert Downey Jr. ha sido el factor más importante en el éxito de estas películas. Pero además, desde el punto de vista argumental, Tony Stark es el centro de todo. En casi todas las películas en las que aparece el personaje se repite la misma situación: Stark crea a sus propios enemigos. Además, los conflictos de Tony siempre están relacionados con una relación padre-hijo. El intento -frankensteiniano- de Tony de crear una inteligencia artificial para proteger al mundo le sale rana. Pero no solo eso: Ultrón, en cierta manera, es su hijo. Además, los hermanos Maximoff odian a Stark porque su familia pereció por el uso -indebido- de sus armas de guerra. Paternidad y culpa. El otro personaje capital en los Vengadores es la Visión (Paul Bettany), a su vez, "hijo" de Ultrón. La versión cinematográfica del androide recibe el "alma" de Jarvis, una inteligencia artificial que sirve de mayordomo a Tony Stark y que fue bautizada con ese nombre en recuerdo del auténtico Edward Jarvis (James D´Arcy), que sirvió al padre de Tony, Howard Stark (Dominic Cooper). Todo esto se cuenta en la serie Agent CarterEn un momento importante de la película, la Visión rescata a la Bruja Escarlata. La coge en brazos y sus miradas se cruzan, un guiño a su relación en los tebeos, donde han llegado a ser marido y mujer. En serio. 

CONEXIÓN ENDGAME: Los Vengadores: La era de Ultrón prepara el terreno para Los Vengadores: La Guerra del Infinito. En esta película nos confirman que la lanza de Loki en Los Vengadores contenía una de las Gemas del Infinito, ahora alojada en la frente de la Visión. Vemos también el guantelete de Thanos (Josh Brolin).

ANT-MAN (2015) -CARIÑO, HE ENCOGIDO A UN SUPERHÉROE

PUNTUACIÓN -8

El prólogo de Ant-Man resume la esencia del Universo Cinematográfico Marvel. Una envejecida Peggy Carter (Hayley Atwell) salida de la serie Agent Carter (2015) se reúne con Hank Pym -un rejuvenecido Michael Douglas- en la sede de S.H.I.E.L.D., que también cuenta con su propia serie. Les acompaña Howard Stark, padre de Tony Stark (Robert Downey Jr.) interpretado por John Slattery, como en Iron Man 2 (Jon Favreau, 2010) y no por Dominic Cooper como en la ya mencionada Agent Carter o en Capitán América: El primer vengador (Joe Johnston, 2011). La escena es breve, pero acumula un gran número de referencias a la ficción cinematográfica de Marvel de los últimos años. ¿Se puede entender lo que pasa sin haber visto TODO eso? Sí. Pero reconocer a los personajes añade un placer que no debería ser menospreciado. Por otro lado, Ant-Man recupera como temática de fondo el conflicto entre padres e hijos. Es el mismo discurso sobre la responsabilidad de la paternidad que recorre las películas sobre Iron Man desde la primera hasta Iron Man 3 (Shane Black, 2013) y de nuevo en Vengadores: La era de Ultrón (Joss Whedon, 2015). De hecho, el resentimiento de Darren Cross (Corey Stoll) hacia su mentor, Hank Pym, es idéntico, aunque invertido en sus roles, al de Obadiah Stone (Jeff Bridges), tutor de Tony Stark en la seminal Iron Man (Jon Favreau, 2008). Además, el corazón de la película, la motivación -sensiblera- de Scott Lang (Paul Rudd) es recuperar el papel de padre ante su pequeña hija Casey (Abby Rider Forston). Para rizar el rizo, Han Pym no tiene la mejor relación con su hija, Hope Van Dyne (Evangeline Lilly). No por casualidad, ella lleva el apellido de su madre, Janet. Todos estos conflictos, aunque superficiales, consiguen su objetivo: humanizar a los personajes. Lo mejor de Ant-Man es que no ha tenido miedo de abordar al personaje clásico -creado en 1962 por Stan Lee y Jack Kirby- utilizando sus elementos más estrambóticos -y divertidos- como su relación con las hormigas. Esto lo permiten un tono desenfadado que sería imposible en una película de Batman de Christopher Nolan y una dosis de humor más que suficiente para un film de superhéroes. Me gusta que Ant-Man evite la tentación de caer en la autoparodia. La historia se apoya en la idea de convertir lo cotidiano en terrorífico gracias a un cambio de la escala humana. Es el mismo mecanismo de la obra maestra El increíble hombre menguante (Jack Arnold, 1957) basada, como ya sabéis, en una novela de Richard Matheson. Es la misma idea que fue infantilizada -para bien- en Cariño, he encogido a los niños (Joe Johnston, 1989). Ese espíritu recorre toda la película dando pie a set pieces verdaderamente atípicas en una película de superhéroes: la amenazante inmensidad de una bañera; la afilada aguja de un tocadiscos; o la escena más atrevida que cambia la escala del épico clímax para mostrarnos un tren de juguete descarrilando sin mayores consecuencias. Lástima que el poder humorístico de esa imagen cumbre se haya (mal)gastado en el trailer. Hay también un oscuro -y delicioso- guiño cinéfilo a otra película sobre reducciones, Doctor Cyclops (Ernest B. Shoedsack, 1940), cuando Croos consigue, por fin, mantener viva a una miniaturizada oveja. Eso sí, esa frontera final que debe cruzar el héroe nos lleva de nuevo al filosófico desenlace de El increíble hombre menguante: ¿Qué ocurre si el protagonista sigue reduciéndose hasta el infinito? La respuesta se parece mucho al lisérgico clímax de otra obra maestra, 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968).

CONEXIÓN ENDGAME: Ninguna.

MARVEL FASE 3

CAPITÁN AMÉRICA: CIVIL WAR (2016) -TODOS CONTRA TODOS

PUNTUACIÓN -8

Peleas entre superhéroes. ¿Puede haber algo mejor? Marvel Studios inauguraba su tercera fase de películas -y series- con una entrega tremendamente entretenida -si te van los supertíos en mallas-. Lo primero que hay que decir es que no estamos ante una película con identidad propia, sino al equivalente cinematográfico de un episodio de una serie de televisión. Capitán América: Civil War es la continuación directa de Vengadores: La era de Ultrón (2015), pero obviamente es también la tercera parte de las aventuras del héroe del título, interpretado por Chris Evans: en un momento clave, el personaje repite el leitmotiv de Capitán América: El primer Vengador (2011). También es muy importante la presencia del Soldado de Invierno (Sebastian Stan), personaje principal de la secuela del mismo nombre. Eso sin contar el fichaje de Ant-Man (Paul Rudd) -divertidísimo- que tuvo su propio largometraje en 2015. La cohesión del llamado Universo Cinematográfico Marvel es tal, que también aparece Peggy Carter (Hayley Atwell), protagonista de su propia serie, Agent Carter. Incluso se recupera al General Ross -ahora secretario de Estado- que interpretara William Hurt en El increíble Hulk (2008), aventura fallida del gigante verde protagonizada por Edward Norton. ¿Alguien se acordaba?. Obviamente no es necesario haber visto ninguno de estos títulos para entender Civil War. Pero desde luego, un conocimiento previo aumentará el disfrute. Por eso mi consejo es ver estas películas como parte de una serie y nunca como obras completas. Una estrategia que permite interrumpir la historia para la presentación de nuevos personajes como Black Panther Spider-Man que convierten esta cinta en una auténtica fiesta.

CONEXIÓN ENDGAME: Ninguna. No hay ninguna alusión a Thanos, pero resulta vital para entender las relaciones entre el Capitán América y Iron Man.

DOCTOR STRANGE (2016) -MAGIA NUEVA

PUNTUACIÓN -7

Dirige Scott Derrickson -Sinister (2012)- una historia que se apoya por enésima vez en el viaje del héroe que describiera el mitógrafo Joseph Campbell y que George Lucas convirtió en la hoja de ruta de Star Wars (1977) y que las hermanas Wachowski aplicaron también en Matrix (1999). Protagoniza Benedict Cumberbatch -Sherlock- en el papel de un médico que en el inicio de su viaje es egocéntrico, pero genial -un poco como House (2004-2012)-. Le apoyan un reparto de actores muy sólidos: Tilda Swinton, Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams y Mads Mikkelsen. Todos están bien porque el estilo Marvel le da más importancia a los personajes que al argumento, que en este caso es tan sencillo como el origen del héroe -aquí el hábito hace al monje: el hechicero adquiere todas su habilidades cuando su disfraz se completa-. Esta narración manida, aderezada con espectaculares secuencias de acción y agradecidos golpes de humor, consigue que la historia pase como un suspiro y nos deje pidiendo más. Para eso están, por cierto, las famosas escenas post-créditos. Lo más atractivo de la propuesta son dos set pieces visualmente apabullantes: la primera, juega con el espacio -en clara deuda con Origen (Christopher Nolan, 2010)- y la segunda utiliza el tiempo, concepto que se convierte en el leitmotiv del film. Estas dos secuencias son las que convierten Doctor Strange en algo fresco y original, al trasladar de forma espectacular el imaginario visual de Steve Ditko, dibujante de Marvel, creador de Spider-Man y de este Doctor Extraño y auténtica fuerza creativa contrapuesta al torrente de Jack Kirby y sus musculosos supertipos como el Capitán América, Hulk o Thor.

CONEXIÓN ENDGAME: Doctor Extraño tiene un papel importante en Vengadores: Infinity War como portador y protector de una de las gemas que persigue Thanos.

GUARDIANES DE LA GALAXIA VOL. 2 (2017) -DONDE NINGÚN SUPERHÉROE HA LLEGADO JAMÁS

PUNTUACIÓN -8

Guardianes de la galaxia (2014) se permitía cerrar una historia espectacular de superhéroes cósmicos con un diálogo sobre si el fin justifica los medios. Los protagonistas -excriminales- acababan de realizar todo tipo de tropelías -robos, asesinatos- justificadas porque se trataba de salvar el universo. Tras esa hazaña, los guardianes preguntaban al agente de los Nova Corps, Dey (John C. Reilly), sobre la legalidad de acciones semejantes en el futuro, en un intercambio de frases al más puro estilo Monty Python. Con humor negro e irónico, el director y guionista James Gunn se atrevía a sacar a la luz las sombras que siempre ha tenido la figura del superhéroe, pero asumiéndolas divertidamente. Ahora, Gunn, entrega una secuela que se aleja bastante de las coordenadas de los supertipos -apenas hay conexiones con la narrativa principal de las películas de Marvel Studios- creando una comedia de ciencia ficción tan peculiar como satisfactoria. Y Gunn sube las apuestas, arriesgándose todavía más con un plano final, introspectivo, de un mapache creado con CGI. Guardianes de la galaxia Vol. 2 es increíblemente entretenida, aunque, paradójicamente, sea relativamente menos aventurera y contenga menos acción que su predecesora. Más centrada en sus personajes, resulta por eso mismo sorprendente y refrescante. Y es que Gunn consigue profundizar en cada uno de los miembros del reparto original. El bárbaro Drax (Dave Bautista), es el más divertido de la función, y se convierte en un personaje realmente interesante por su forma de pensar despiadada -pobre Mantis (Pom Klementieff)- pero honorable. Gunn también desnuda  a su personaje más cartoon, el mencionado mapache, Rocket (Bradley Cooper), al que logra darle peso y presencia a pesar de estar generado por ordenador. También se resuelven los problemas familiares que Peter Quill (Chris Pratt) arrastraba desde la primera película -esta secuela es el equivalente a El Imperio contraataca (1980)- y explota el conflicto entre las hermanas Gamora (Zoe Saldana) y Nébula (Karen Gillian). Por último, se abre el corazón de Yondu, fantásticamente interpretado por Michael Rooker, que resulta tan entrañable como gracioso convirtiéndose en el personaje principal del film. Además, aunque estamos ante una película con mucho diálogo, James Gunn le da más importancia a la imagen en esta entrega, creando estampas espectaculares que parecen portadas de la revista Amazing Stories, y creando set pieces bastante originales: la batalla inicial con un monstruo tentacular se muestra en segundo plano para enfocarse en Baby Groot (Vin Diesel); la pelea protagonizada por Yondu, con su flecha mágica trazando líneas rojo brillante, resulta casi abstracta; el clímax, con los héroes atrapados en unos asteroides, recuerda lo mejor de Los Cuatro Fantásticos, esos que estuvieron atrapados en la Zona Negativa dibujada por el gran Jack Kirby.

CONEXIÓN ENDGAME: Leve. Solo sirve para entender la relación entre las hijas de Thanos, Gamora Nébula. Aquí, Rocket se hace con el ojo que luego usará Thor en Infinity War.

SPIDER-MAN: HOMECOMING (2017) -BIENVENIDO AL HOGAR

PUNTUACIÓN -9

Spider-Man: Homecoming tiene la fórmula del éxito: comedia adolescente, escenas de acción entre superhéroes y la dosis justa de drama para que podamos identificarnos con la historia. Si a esto le añadimos el uso del Blitzkrieg Bop de los Ramones como himno, estamos ante un blockbuster ligero y divertido. Esta nueva versión cinematográfica del héroe arácnido eleva la dosis de humor, le da prioridad a los ambientes estudiantiles y rebaja el peso dramático al mínimo: no vemos morir al tío Ben, ni escuchamos la consabida máxima de un "gran poder conlleva una gran responsabilidad". Aunque hay ecos de esta idea, que siempre ha sido el núcleo dramático del personaje. Estamos ante un amanecer optimista de las aventuras del trepamuros. Tom Holland -el niño de Lo imposible (2012)- es un Peter Parker inocente, entusiasta, inmaduro y adorable. Spider-Man es un superhéroe en prácticas como lo fue El gran héroe americano (1981-1983) con un mentor inmejorable: Tony Stark/Iron Man -Robert Downey Jr. tira de carisma sin esfuerzo- que tras protagonizar conflictos paterno filiales en películas anteriores se ve envuelto en una nueva relación padre-hijo. El reparto de secundarios es el más joven visto nunca en una de Spider-Man, empezando por una tía May, a la que diera vida Sally Field, que ahora es una mujer joven y atractiva como Marisa Tomei. Los compañeros de Peter Parker ahora son niños y se han diversificado para reflejar la realidad multirracial de Estados Unidos. Y es que esto es prácticamente una película de los 80: un chaval inseguro -un nerd- sin figura paterna, al que le ocurre algo extraordinario que le cambia la vida. Incluso tiene el típico mejor amigo -con algo de sobrepeso- que comparte su secreto, Ned (Jacob Batalon). Como tiene que ser en una historia de Spider-Man, los superpoderes serán un problema más que una ventaja. Los supervillanos que entorpecen la vida personal del protagonista son para mí uno de los grandes aciertos del guión. El talón de Aquiles de las películas Marvel suele ser el antagonista, de poca entidad debido a la gran cantidad de tiempo que se le dedica al héroe. Aquí, en lugar de luchar contra esta tendencia, se hace virtud de ella: el Buitre y sus secuaces aparecen lo justo. Sus motivaciones son tan sencillas como efectivas, dejando todo el peso de la caracterización en estupendos actores como Bokeem Woodbine -Fargo- o Michael Mando -Better Call Saul- y por supuesto, como el casi oscarizado ex Batman -y Birdman- Michael Keaton -está fantástico en el reducido tiempo que tiene-. El Buitre representa la brecha generacional: el principal conflicto de Peter Parker es convertirse en adulto y el de Spider-Man el de ser un superhéroe -y acceder a Los Vengadores-. Hay un giro de culebrón fantástico que une estas dos situaciones, pero, además, el guión se las arregla para inyectar un subtexto sobre la lucha de clases. El Buitre y Spider-Man son personajes de 'clase obrera' contrapuestos al lujo de Iron Man y a la imagen institucional del Capitán América.

CONEXIÓN ENDGAME: Ninguna. Solo permite entender la relación entre Spider-Man y Iron Man.

THOR: RAGNAROK (2017) -LOS DIOSES DEBEN ESTAR LOCOS

PUNTUACIÓN -9

Thor: Ragnarok se puede considerar un logro. Es una película entretenida, imaginativa, inteligente y graciosa, en los tiempos del blockbuster sin alma. Está a años luz del fallido tono shakespeariano del Thor (2011) de Kenneth Branagh y de la fantasía heroica de Thor: El mundo oscuro (2013). Estamos ante un nuevo ejemplo de que la apuesta por hacer películas luminosas, festivas y llenas de humor, funciona: Thor prolonga el éxito de Spider-man: Homecoming y Guardianes de la Galaxia Vol. 2. Con esta última, comparte la space opera como subgénero, con una exquisita paleta de colores y un diseño inspirado en Jack Kirby, genio absoluto del cómic y cocreador del Universo Marvel junto a Stan Lee. El tono ligero de esta secuela contradice el concepto mismo del ragnarok de la mitología nórdica, la batalla del fin del mundo, el equivalente al Apocalipsis bíblico. Por el contrario, esta película goza de un sano sentido del humor, en la línea de los mencionados Guardianes de la Galaxia, y potenciado por un director de comedias al que aparentemente le han dado libertad: Taika Waititi es el responsable de estupendas cintas como Lo que hacemos en las sombras (2014) y Hunt for the wilder people (2016). Waititi cumple sobradamente en lo visual -la fotografía es de Javier Aguirresarobe- dirigiendo un guión redondo que evita los clichés más sobados del género superheroico: el enfrentamiento final con la villana Hela (Cate Blanchett) está resuelto estupendamente, apelando antes al arco emocional del protagonista que a la confrontación física. Pero sobre todo, creo que la personalidad de Waititi debe notarse en lo bien que están sus actores, desde el propio Hemsworth a un Anthony Hopkins más gracioso que nunca, sin olvidar al roba-planos de Tom Hiddleston, que vuelve a ser Loki. Para que el ritmo no decaiga, el guión adapta otras aventuras de los cómics, como Contest of Champions (1982) y sobre todo Planet Hulk (2007), que convierte al monstruo encarnado por Mark Ruffalo en un gladiador espacial y que aquí se enfrenta a Thor. Nuevos personajes como la Valkiria (Tessa Thompson) -Westworld-, Skurge (Karl Urban) -Star Trek (2009)-, o el Gran Maestro (Jeff Goldblum) -Parque Jurásico (1993)- permiten que la diversión no decaiga. Pero quiero resaltar algunos guiños cinéfilos que, en mi opinión, elevan esta película muy por encima de otros ejemplos de cine comercial en términos de disfrute. Primero, la secuencia que reúne a Thor con el Doctor Extraño (Benedict Cumberbatch) en la que el hechicero se teletransporta mágicamente varias veces, pillando por sorpresa al héroe y haciéndole tropezar, caer y derramar su jarra de cerveza: ¿No recuerda esta secuencia a El moderno Sherlock Holmes (1924) en la que Buster Keaton jugaba con las convenciones del montaje cinematográfico al meter a su personaje en la proyección de una película? Segunda secuencia: cuando Thor viaja a la guarida del Gran Maestro, escuchamos el Pure Imagination que cantase Willy Wonka (Gene Wilder) en Un mundo de fantasía (1971). Esta referencia es nada tiene que ver con el mundo de superhéroes mitológicos en el que habita el dios del trueno, y busca colocar al espectador en un estado de ánimo específico con una referencia, más bien, oscura. Por último, quiero mencionar el montaje rítmico utilizado cuando Valkiria se prepara para el combate: recuerda vivamente a las escenas en las que Sam Raimi mostraba a su protagonista, Ash (Bruce Campbell), haciendo lo propio en la trilogía de Evil Dead, específicamente en El ejército de las tinieblas (1992). No debe ser casualidad: el tono levemente paródico de aquella película es un claro precedente del que imprime Waititi aquí.

CONEXIÓN ENDGAME: Media. Aunque no contiene referencias a Thanos o a las gemas del infinito, el desenlace conecta directamente con el inicio de Vengadores: Infinity War y permite entender el estatus de Thor, básicamente, que le falte un ojo y no tenga su martillo. Hela coge el guantelete de Thanos visto en la primera Thor (2011) y lo arroja al suelo afirmando que es “falso”, arreglando el error de Marvel en sus inicios.

BLACK PANTHER (2018) -EL PRÍNCIPE DE WAKANDA

PUNTUACIÓN -8

La única cinta de superhéroes nominada al Oscar como mejor película, profundiza en el origen del héroe presentado previamente en Capitán América: Civil War (2016). Lo hace de una forma tan convencional como eficiente: estamos ante el consabido relato iniciático que sigue al pie de la letra el viaje del héroe que configuró el mitógrafo Joseph Campbel -válido para Star Wars (1977), Matrix (1999) o Avatar (2009)-. El protagonista, T'Challa -convincente Chadwick Boseman- hereda el trono de su padre y debe enfrentarse a una serie de pruebas hasta vencer a un enemigo final y convertirse, por derecho propio, en el rey de la fabulosa Wakanda, reino africano maravilloso salido de la imaginación desbocada de Jack Kirby y equivalente a la nórdica Asgard de Thor. Todo esto está bien ejecutado, en la línea de las producciones Marvel y con un reparto de conocidos actores de raza negra: Lupita Nyong'o de 12 años de esclavitud (2013); Danai Gurira de The Walking Dead; Daniel Kaluuya de Déjame salir (2017); o veteranos como Angela Bassett -American Horror Story-; Forest Whitaker -Rogue One (2016)- y como representantes de la raza blanca, Martin Freeman -Sherlock- y Andy Serkis -La guerra del planeta de los simios (2017)-. Pero el nombre verdaderamente importante aquí es el del director y guionista Ryan Coogler quien, sin apartarse un milímetro de los requerimientos del estudio, inyecta en el proyecto todo la ideología posible sobre el problema racial en Estados Unidos. Los conflictos bélicos y el colonialismo que mantienen a África en el subdesarrollo o la marginación de los afroamericanos en barrios sin futuro como los suburbios de Los Angeles. Wakanda se convierte en la raíz mitológica africana perfecta -fantástica la imagen del árbol de los espíritus de la pantera, robada de Cat People (Paul Schrader, 1982)-. Que este film hable de racismo y de poder negro no puede ser menos pertinente con Donald Trump en la Casa Blanca. Que eleve a las mujeres a la categoría de las mejores guerreras de la película, tampoco. El guión lanza otro dardo al millonario republicano cuando plantea el conflicto del aislacionismo wakandiano y se permite decir que cuando hay crisis, los idiotas crean barreras, los sabios generan puentes. Coogler consigue balancear estos elementos en su relato, mientras su héroe se enfrenta a los pecados de su padre -tema querido para Marvel, véase la trilogía sobre Iron Man-, protagoniza rencillas familiares por el poder monárquico de corte shakesperiano y convierte a su villano en el reverso oscuro del héroe -otro asunto recurrente en esta franquicia-. Para ello, Ryan Coogler ficha a Michael B. Jordan -a quien ya dirigió en la estupenda Creed (2015) y que llegó a ser la antorcha humana en la fallida Cuatro fantásticos (2015)- para convertirle en el villano más interesante -hasta entonces- de la Marvel cinematográfica, uno que podría haber sido el héroe en otra película, algo así como el Malcolm X para el Martin Luther King que es T'Challa.

CONEXIÓN ENDGAME: Ninguna. Solo aporta un mayor conocimiento de Black Panther y de Wakanda como escenario en el que se refugiarán los héroes ante la llegada de Thanos.

VENGADORES: INFINITY WAR (2018) -UNIVERSO COMPARTIDO

PUNTUACIÓN -10

La tercera entrega de Los Vengadores -la primera sin Joss Whedon- solo es posible porque su nutrido elenco de personajes ya ha sido presentado, desde el recién llegado Spider-Man hasta héroes que han evolucionado, como el Capitán AméricaIron Man o Thor. Esto permite entrar directamente en la acción -de escala épica, pero tratada con humor cotidiano- que se divide en varios frentes repartidos por grupos de personajes. El gran acierto es disfrutar de la interacción entre los héroes de las diferentes películas, que no habíamos visto juntos. Pero, en general, se mantienen las constantes de cada film, con sus señas de identidad. La película ofrece tres tipos de cosas casi sin parar: batallas de efectos especiales espectaculares -que suplen las carencias como directores de los hermanos Russo, más televisivos que inspirados- golpes de humor muy de agradecer -los actores aportan el carisma y la gracia a un guión lineal- y fan service: guiños a la franquicia, a los tebeos, a todo lo que mola. Esta combinación es prácticamente imbatible, pero, además, la historia sorprende elevando por primera vez a un villano Marvel a la altura de sus héroes: Thanos (Josh Brolin), a pesar de ser CGI, tiene consistencia y es prácticamente el protagonista de la historia. Si hasta ahora, en cada entrega habían presentado a un nuevo superhéroe, esta es, sin duda, la película del titán loco. Vengadores: Infinity War es capaz de detenerse en un gag de Drax (Dave Bautista); de ser hermosa en sus escenarios de sci fi; de sorprender con estrellas invitadas -hay una, impagable, que encima me parece puro Jack Kirby- y con regresos inesperados; es capaz de matar a personajes realmente queridos y de un final arriesgado en su naturaleza anticlimática.

CONEXIÓN ENDGAME: Total. Es la culminación de esos pequeños trocitos de argumento que hemos visto desperdigados en las películas anteriores y verla es imprescindible antes de Vengadores: Endgame. En la escena postcréditos vemos a Nick Fury enviar una señal a la Capitana Marvel.

ANT-MAN Y LA AVISPA (2018) -EL INCREÍBLE SUPERHÉROE MENGUANTE

PUNTUACIÓN -7

Si, en otras producciones de la casa, el humor está muy presente, aquí se convierte directamente en prioridad: tanto Ant-Man (Peyton Reed, 2015) como esta secuela son comedias -como Guardianes de la Galaxia o Thor: Ragnarok-. El otro rasgo diferencial de las aventuras del hombre hormiga es la escala, que se reduce, en el sentido literal -el héroe tiene la capacidad de cambiar de tamaño- pero también en el dramático: aquí no se trata de salvar el mundo sino de resolver conflictos familiares y domésticos. De hecho, podemos leer ambas películas como comedias románticas en las que el protagonista, Scott Lang -interpretado por un Paul Rudd que relacionamos con este género y con el cine de Judd Apatow- es el típico hombre en la crisis de la mediana edad que debe madurar -dejar de ser un delincuente- para conquistar a su amor, en la primera entrega, su hija Cassie, aquí, una empoderada Hope Van Dyne (Evangeline Lilly), convertida en la Avispa. A destacar que esta última supere con creces a Ant-Man como superheroína, al igual que adivinamos que su madre, Janet Van Dyne (Michelle Pfeiffer), es una científica más brillante que su pareja, un amargado Hank Pym (Michael Douglas). Resumiendo, Ant-Man es un héroe inmaduro, un padre divertido pero irresponsable, que aspira a una chica inalcanzable. Estos son elementos argumentales más propios de la comedia que del cine de acción superheroica. Si añadimos al personaje de Luis, estupendo alivio cómico interpretado por Michael Peña, el típico amigo del prota, estamos ante un film que busca sobre todo la risa, lo que hará rechinar los dientes de los fans del taciturno Batman de Christopher Nolan. Destaquemos esa hormiga gigante que toca la batería, el enorme caramelo Pez de Hello Kitty arrojado contra los villanos, o el edificio convertido en maleta-carrito. Para mí, todo bien. Hay que alabar el uso plástico de los poderes de reducción y aumento de los personajes, utilizados inteligentemente en los mencionados gags, pero también para refrescar esas peleas entre superhéroes que hemos visto ya cientos de veces. El ingenio y el desenfado de los efectos especiales son de lo mejor de la función, en una película que nunca se toma demasiado en serio a sí misma. Brillan sobre todo las trepidantes persecuciones de coches en San Francisco -Ant-Man no vive en Nueva York como el resto de la plantilla marveliana- que también hemos visto un montón de veces -Bullit (1968)- pero que con coches de juguete parecen hasta novedosas.

CONEXIÓN ENDGAME: Mínima. En la escena postcréditos, algunos personajes desaparecen tras la decisión de Thanos. Pero Ant-Man toma otro camino.

CAPITANA MARVEL (2019) -LA PRIMERA VENGADORA

PUNTUACIÓN -7

Feminista, más arriesgada de lo esperado, noventera y divertida, Capitana Marvel consigue mantenerse fiel al canon del origen de un superhéroe sin perder frescura. Las 20 películas anteriores, interconectadas, permiten a esta cinta convertirse en una precuela en toda regla -cronológicamente, es la segunda película del Universo Marvel, aunque antes habría que colocar la serie de Agent Carter- que se propone como la pieza oculta que unía todo el puzle. Desde el logo de la productora, en el que se sustituyen los superhéroes de la casa por imágenes del fallecido Stan Lee -aquí se ve uno de sus últimos cameos- estamos ante el primer film Marvel que se permite la nostalgia: la recuperación de Nick Fury y el agente Coulson en sus años mozos. La película se beneficia reutilizando el entorno cósmico de Guardianes de la Galaxia, las tramas de Vengadores y hasta el cine de espías de Agentes de SHIELD. La acción es espectacular, como siempre en estos productos, acompañada de unos efectos especiales competentes y vistosos. Pero yo destacaría un look diferente, una fotografía que se aleja del blockbuster habitual, una narrativa fragmentada que desempolva el clásico viaje del héroe, y la voluntad de difuminar las fronteras entre quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Los primeros compases del film, la amenaza de los Skrulls -casi salidos de la Invasión de los ultracuerpos (1978)- son pura ciencia ficción y tienen ingenio y brío. Algo de personalidad -y alma- aportan los codirectores, Anna Boden y Ryan Fleck, cuyo origen es el cine independiente. Como en todo producto Marvel, hay una importante dosis de humor, muy de agradecer. Pero esta comicidad es, además, deliciosamente extraña: ojo a los sorprendentes Skrulls y mucha atención al gato ‘Goose’. Brie Larson es una heroína cercana y graciosa, en la línea de Han Solo e Indiana Jones. Le acompañan Samuel L. Jackson -aquí se encarga de desmitificar a su personaje-, Jude Law, un divertido Ben Mendelson y Annette Bening, todos correctos. Hay guiños maravillosos para el fan de los cómics más veterano -la guerra Kree-Skrull- y encontramos aquí el mismo enfoque que tiene la editorial en sus tebeos: la Casa de las Ideas en los años 60 y 70 intentaba reflejar en sus escapistas aventuras temas sociales y políticos. En Capitana Marvel se habla de un imperio malvado que amenaza a todos, de inmigrantes y refugiados; pero sobre todo hay en ella un feminismo decidido y molón que merecen desde hace tiempo las espectadoras más jóvenes.

CONEXIÓN ENDGAME: Alta. El teseracto juega un papel secundario en la trama. Conocer el origen de la Capitana Marvel, que parece destinada a salvar el Universo en Endgame. En las escenas postcréditos la Capitana Marvel se reúne con los Vengadores y un gato vomita el teseracto.