TARUMAMA -LA CABAÑA EN EL BOSQUE


Con claras influencias de El resplandor (1980), Posesión infernal (1981) y Expediente Warren (2013), el director colombiano Andrés Beltrán ha presentado en el Festival de Sitges y en el Festival de Cine de Terror de Molins de Rei, la efectiva Tarumama. Una pareja en crisis decide que la mejor forma de salvar la unidad familiar es pasar unas vacaciones en una cabaña aislada. Si habéis visto las películas antes mencionadas, sabréis que nada bueno va a pasar. Tarumama comienza con la sana intención de meternos el susto en el cuerpo: la música y los primeros planos del coche familiar internándose por un hermoso pero misterioso bosque dan fe de que estamos ante una película de terror y no ante un drama que aspira a Bergman, disfrazado de cine de género. La película aprovecha a su favor el paisaje colombiano, esos altísimos árboles, la vegetación exuberante cubierta por la niebla, para generar una atmósfera inquietante. Lo más interesante de la propuesta es que el guion se basa en la leyenda colombiana de Tarumama, muy similar a la Llorona, pero con variaciones muy interesantes, sobre todo de cara al diseño de la criatura. El argumento aprovecha los elementos de la leyenda -una mujer que perdió trágicamente a su hijo en el río- para potenciar el conflicto del personaje principal, interpretado por Paula Castaño, que introduce tangencialmente varios temas femeninos: la maternidad, la conciliación, y las relaciones de pareja. Apuntemos también el uso del cuento de Hansel y Gretel como afortunado referente para la peripecia de los dos hermanos que forman parte de la familia -el propio director señala Oculus (2013) y Babadook (2014) como  referentes-. La película es efectiva en sus sustos, pero lamentablemente decae en los momentos en los que no ocurre nada terrorífico, que son tanto o más importantes en una película del género. El tratamiento del espacio en la planificación, el crear tensión y fabricar una atmósfera sobrenatural, son asignaturas pendientes para este director en su primera película de terror.

EL CABALLERO VERDE -AVENTURA TRASCENDENTAL


Amazon Prime Video ha estrenado El caballero verde, nueva y espectacular película del director David Lowery, lo que no deja de ser una pena. La cinta de Lowery bien merecía ser vista en una pantalla grande, en cines, por su utilización de los decorados -castillos medievales de techos infinitos- y su uso expresivo del paisaje cuando el protagonista inicia su aventura. Destaquemos también la estupenda fotografía de Andrew Droz Palermo. Argumentalmente, El caballero verde está inspirada en el romance del siglo XIV centrado en Sir Gawain, sobrino del rey Arturo, que se embarca en la clásica prueba física y moral caballeresca. La película narra la leyenda del encuentro entre Sir Gawain y un misterioso caballero verde que le reta a un duelo. La prueba consiste en que Gawain podrá golpear con su espada a su contrincante, pero luego tendrá que recibir un golpe equivalente como respuesta. Una leyenda, por cierto, que ya fue llevada al cine en 1984 con nada menos que Sean Connery interpretando al caballero verde (también está disponible en Amazon Prime Video). En esta nueva versión, Lowery imprime su mirada de autor al relato caballeresco, dotando a la historia de un tono críptico y trascendental y jugando sobre todo con códigos del cine fantástico y de terror. Dev Patel, Alicia Vikander, Barry Keoghan, Sean Harris y Joel Edgerton -que interpretó a Sir Gawain en El rey Arturo (2004)- forman un reparto estupendo que aporta humanidad a personajes arquetípicos: el caballero, el rey, la reina, la prostituta, la bruja, etc. La película se divide en pequeños episodios, según los encuentros que tiene Gawain en su camino hacia el encuentro con el caballero verde, que, en mi opinión, representa a la muerte. No soy quién para ofrecer una interpretación de lo que nos cuenta Lowery, pero la experiencia de sumergirse en su película me ha parecido fascinante y subyugante. Sobre todo me ha maravillado el tramo final de la historia, contado de forma elíptica, sin diálogos. En esta amplia secuencia -y en un momento precioso del viaje de Gawain-, Lowery plantea de nuevo el concepto del eterno retorno, de la circularidad de la vida, una idea preciosa y filosófica que ya aparecía en la estupenda A Ghost Story (2017). Y si esta última era una muy atípica historia de fantasmas y casas encantadas, en El caballero verde también impone Lowery su mirada autoral sobre un género muy codificado, consiguiendo una película única y una de las mejores del año.

HALLOWEEN KILLS -EL MAL DEBE ACABAR HOY


Halloween Kills no solo mejora la propuesta de La noche de Halloween (2018), sino que en mi opinión amplía a su predecesora y la convierte en una mejor película. Esta secuela dirigida por David Gordon Green y escrita junto a Danny McBride, es un slasher inteligente que juega con la mitología del personaje y hace una suerte de resumen de todas las -más bien mediocres- continuaciones que convirtieron al asesino en serie en un monstruo sobrenatural. John Carpenter concibió al psicópata Michel Myers, con su máscara blanca impasible, como una representación del mal puro: sin motivaciones ni coartadas. El mal por el mal. Pero Carpenter no se apartó del todo del realismo: esto ocurrió a través de las múltiples secuelas, argumentalmente absurdas, empeñadas en resucitar al hombre del saco una y otra vez por el puro rendimiento comercial. Gordon Green y McBride borraron esa continuidad en la mencionada La noche de Halloween (2018) y propusieron una continuación directa del clásico de Carpenter de 1978, 40 años después, convirtiendo a Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) en una superviviente traumatizada, en una conspiranoica escondida en un búnker. Lo más interesante de aquella película es que le daba la vuelta a los roles: el asesino se convertía en presa al ser cazado por su supuesta víctima y esto se hacía gracias a un juego de planos-espejo de la película original, en los que Laurie Strode reemplazaba a Myers. Un final redondo que completaba la película original con una vuelta de tuerca pensada para los tiempos de la reivindicación de la igualdad de género y del empoderamiento. Lo que hace ahora Halloween Kills es desatar ese nudo final -como lo hizo también Halloween 2: Sanguinario (1981)- para continuar directamente los hechos ocurridos durante esa fatídica noche de Halloween. Para ello, la historia recrea y desarrolla también las postrimerías de la película de 1978 -impresionante la caracterización del doctor Loomis, el fallecido Donald Pleasence- para luego recuperar a una serie de personajes que, como Laurie Strode, también quedaron marcados por los asesinatos de Michael Myers. Entre ellos, nada menos que Tommy Doyle -el muy ochentero Anthony Michael Hall-, aquel niño que Laurie Strode cuidaba en la película original -y un papel que ya hizo Paul Rudd en Halloween: La maldición de Michael Myers (1995)-. Con estas ideas, Halloween Kills se las arregla para darnos un slasher muy jugoso en terror y en muertes sangrientas -lo que pide el aficionado- y para presentarnos además una historia que desactiva nuestra expectativas. No sabemos lo que va a ocurrir. El guión plantea una idea que expande el concepto de la primera película: ¿Qué pasaría si las víctimas del slasher se unieran para enfrentarse al asesino? -una idea sugerida, por cierto, en Halloween 4 (1988)-. La respuesta es un comentario político sobre las turbas enfurecidas que se dejaron llevar por los eslóganes de Donald Trump. Apunte muy interesante que aporta variedad, tensión y que llevan a un final en el que Gordon Green se desmelena, homenajea el famoso asesinato de la ducha de Psicosis (1960) -la raíz madre del slasher- y eleva -de nuevo- a Michel Myers a abstracción del mal, utilizando el lenguaje cinematográfico. Encima, nos deja con ganas de más: Halloween Ends se estrenará en 2022.

LA CRÓNICA FRANCESA -TODO WES ANDERSON


Cada fotograma de La Crónica francesa se podría imprimir, enmarcar y colgar de la pared. La película de Wes Anderson es la culminación de su estilo visual, de esa bonita forma de hacer de cada plano una viñeta de un cómic de línea clara. La planificación de Anderson siempre me ha parecido similar a ver cajas de muñecas y creo que nunca antes había llegado tan lejos jugando con los colores, el vestuario, los decorados y la fotografía para crear pequeños universos. Cada plano es su propia historia y casi es una pena no tener más tiempo para contemplarlo. Esta perfección visual de encuadres, movimientos de cámara contados pero impecables y composiciones simétricas provoca, claro, que la película se resienta narrativamente, apoyándose exageradamente en la voz en off. Sobre todo si la vemos en versión original, la gran cantidad de subtítulos nos dejará con la sensación de haber leído un libro, o una revista. En el mismo sentido, La Crónica francesa nos recuerda la pasión que siente Wes Anderson por contar historias. Aquí son varios los pequeños relatos que aparecen con la excusa de una publicación periodística que reúne todo tipo de géneros: la breve crónica de los cambios en la vida en un barrio, la vida de un artista encarcelado, una romántica revuelta estudiantil, o la semblanza de un cocinero que se mezcla con un relato criminal. Todo esto lo cuenta Anderson con un lenguaje literario y quizás, exigiendo demasiado a su público. La película es densa y bien merece repetidos visionados para poder abarcarla, argumental y visualmente. Anderson se apoya en un impresionante elenco de actores, los mejores del momento y los habituales de su filmografía: Thimothée Chalamet, Tilda Swinton, Adrien Brody, Benicio del Toro, Léa Seydoux, Frances McDormand, Owen Wilson, una emergente Lyna Khoudri -que parece la reencarnación de Anna Karina-, un magnífico Jeffrey Wright, e incontables más. Anderson hasta se permite el lujo de tener a una actriz como Elisabeth Moss diciendo, apenas, una frase. Por encima de todos ellos, aparece Bill Murray, como el editor de la Crónica francesa, la habitual figura paterna de las películas de Anderson, que permite que sus escritores subsistan y cuenten sus historias a su manera en un canto a la libertad creativa. Al final del film, al menos yo y aunque objetivamente no me lo han contado, descubro con asombro la sensación de haber conocido a esos periodistas, de intuir cómo funcionaba esa redacción, de entender lo que significa el fin de esa publicación y de una época. Lo crepuscular y la nostalgia, creo, son temas muy del gusto de Anderson. Si Isla de perros (2018) reunía el amor del director por lo japonés, aquí es Francia y su cultura el objeto de un precioso homenaje: los pintores impresionistas, Mayo del 68, la Nouvelle Vague, la gastronomía y la ya mencionada bande dessinée. C
on La Crónica francesa, Wes Anderson lleva su cine a su máximo límite expresivo, a la suma de toda su obra previa, lo que hace muy interesante la espera por su siguiente película.

DESTELLO BRAVÍO -UNA REVELACIÓN DEL CINE ESPAÑOL


La directora y guionista, Ainhoa Rodríguez debuta en el cine con la impresionante Destello bravío, una ópera prima con vocación de film de culto gracias a su asombrosa libertad. La película es una insólita mezcla de costumbrismo casi documental con fugas surrealistas que rozan el cine fantástico de una forma estimulante. Rodríguez presenta un fresco sobre la vida en un pueblo de Extremadura, en el que la cámara va presentado a los vecinos, retratando sus vidas, pero, también indagando en sus carencias y dejando patente una tremenda soledad. La película habla de la España vacía, de una vida en el campo, en el pueblo, que se extingue poco a poco. Pero los habitantes de esa España, lejos de luchar por sobrevivir, parecen atrapados por las viejas costumbres y la tradición, por los oficios de siempre. La película retrata esta parálisis y denuncia también las viejas estructuras machistas que siguen vigentes. Los personajes son personas reales que se interpretan a ellos mismos, pero a los que Rodríguez inyecta insólitos discursos sobre aparecidos, sueños extraños o relaciones imposibles con superhéroes, que transforman el retrato social en una personalísima obra artística de vanguardia. La fotografía, los encuadres y sobre todo una banda sonora de ciencia ficción llevan a Destello bravío de lo real a lo surreal, revolucionando nuestras expectativas y llevándonos a terrenos insospechados. Destello bravío es una película poderosa que deja imágenes tremendas para el recuerdo: el rostro alucinado de una mujer que narra un extraño sueño y rompe a llorar; el baile auto erótico de varias señoras que parecen en trance, como brujas seducidas por el demonio -que no he podido evitar relacionar con el baile de los bomberos en la fantástica Titane (2021)-. Pocas veces las procesiones y las imágenes religiosas habían tenido un aura sobrenatural y de misterio como las que aparecen aquí. Disponible en Filmin, Destello Bravío es uno de los felices hallazgos del cine español en 2021 -y seguramente, de más años- y coloca a su directora, Ainhoa Rodríguez, como a una autora muy a tener en cuenta en el futuro.

LA SAGA DE HALLOWEEN -TERROR SIN FIN


Con La n
oche de Halloween (1978), John Carpenter inauguró un subgénero del cine de terror, el slasher, cuyos ascendentes lejanos eran nada menos que Psicosis (1960) -recordemos que Jamie Lee Curtis, la primera final girl, es la hija de Janet Leigh-. En su primera y antológica secuencia, la película de Carpenter plantea un plano secuencia, en cámara subjetiva, que es la mirada del niño asesino llamado Michael Myers. Carpenter llevaba un paso más allá la espantosa propuesta de Hitchcock, que al matar a Janet Leigh en la ducha en el minuto 40 de su film, nos obligaba a identificarnos con el psicópata Norman Bates (Anthony Perkins). Recordemos también la cámara subjetiva de otro clásico como El fotógrafo del pánico (1960), estrenada el mismo año que Psicosis. Y sumemos a esto que en los años setenta los italianos inundaban las salas de cine con el giallo, films en los que un misterioso asesino se dedicaba a matar a hermosas mujeres de la forma más retorcida posible: mencionemos solo un ejemplo, Bahía de sangre (1971) de Mario Bava. Así, Halloween es el inicio de un filón que sería explotado hasta la saciedad y casi enseguida: Viernes 13 (1980) y sus continuaciones, o personajes similares pero de corte más fantástico como Freddy Krueger o Chucky. Lo primero que llama la atención de Halloween es la puesta en escena de Carpenter: su cámara flota fantasmagórica, primero como la mirada de Myers, pero luego alrededor de los personajes, por las calles del pueblo de Haddonfield, acechando a los personajes en un ambiente cotidiano. Toda la tensión de las escenas previas a los asesinatos de la noche de brujas, anodinas y casi costumbristas, se basa en la idea de que el asesino está observando y puede atacar en cualquier momento. Carpenter iguala su cámara a la mirada de Michael Myers, y por lo tanto, a la nuestra. Convierte el espacio vacío dentro del plano, en lo verdaderamente terrorífico. Además, Carpenter s
ugiere las constantes de un cine de terror para adolescentes que conocemos bien: convertir un festivo tradicional en un día maldito; el asesino enmascarado, cuchillo en mano, que camina lentamente persiguiendo a su víctima, para luego aparecer en el lugar menos esperado; jóvenes guapos que fuman, beben, se drogan y están deseosos de mantener relaciones sexuales como principales víctimas; la capacidad del asesino para levantarse una y otra vez, a pesar de los intentos por matarle. No había realismo en la propuesta de Carpenter, sino cierta distancia que le permitía utilizar el lenguaje del cine -el montaje, el sonido, la fotografía- para asustar al espectador. ¿Por qué se levanta Michael Myers una y otra vez? No hay explicación más que para seguir asustándonos. Pero además, Carpenter plantea un mal puro: la máscara impasible de Myers no refleja ninguna emoción (en realidad era una careta del capitán James T. Kirk de Star Trek, interpretado por William Shatner, pintada de blanco). Un discurso mitológico que se apoya en los diálogos del doctor Loomis, interpretado por Donald Pleasence. Disponible en Filmin, Movistar +, Starz y Rakuten TV. Nota: 10/10

Halloween 2: Sanguinario (1981) es una digna secuela en la que el propio John Carpenter, como guionista, incluye más muertes, más escenarios y más gore, pero también más sustos baratos y el intento de dotar de más historia a Michael Myers, convirtiéndole en hermano de Laurie Strode -un giro argumental del que Quentin Tarantino, por cierto, reniega-. Carpenter produce, escribe y se encarga de la música, pero deja la dirección en manos de Rick Rosenthal, que sigue el estilo del maestro dignamente. Hay que decir que Carpenter, en esta segunda parte, mató a Michael Myers, pero, como ya sabemos, no es tan sencillo librarse del asesino. Disponible en Movistar +, Starz y Rakuten TV. Nota: 6/10

Halloween III (1982), c
omo seguramente ya sabréis, es una película tan estimable como ajena a la saga de Michael Myers. Fue un intento de John Carpenter de convertir la franquicia en una antología. Cada Halloween se estrenaría una historia de terror diferente, sin relación argumental directa entre sí. Lamentablemente, la idea no funcionó y los productores no quisieron desperdiciar el tirón del famoso asesino. Dirigida por Tommy Lee Wallace, Halloween III es una extraña historia de brujas, puro cine de terror ochentero, capaz de ser divertida, delirante, icónica y terrorífica. Comparte con la saga principal el tema de la máscara, pero aquí estamos ante una trama policial, en la que el doctor Daniel Challis (Tom Atkins) debe destapar una psicotrónica conspiración relacionada con la brujería. Disponible en Movistar +. Nota: 7/10

Halloween 4: El regreso de Michael Myers (1989). La muerte de Michael Myers fue desmentida en esta cuarta entrega -ya sin la participación de John Carpenter- que dio inicio a una trilogía de películas, digamos, menores. Esta cuarta entrega es francamente torpe en su argumento, que no busca más que recrear el planteamiento de la cinta original. Esto es, contarnos de nuevo cómo el asesino acecha a una nueva generación de 'canguros'. Curiosamente, el film es bastante escaso en su body count y prefiere escatimar las escenas sangrientas. Rachel Carruthers (Ellie Cornell), como canguro/víctima de Myers no tiene el carisma de Jamie Lee Curtis, pero la presencia de Donald Pleasence, de nuevo como Loomis, sirve, al menos, como carta de identidad que oficializa esta secuela, cuyo argumento gira en torno a la hija de una fallecida Laurie Strode, llamada, pertinentemente, Jamie (Danielle Harris). El intento de hacer que esta sea la nueva asesina, repitiendo la escena inicial de la primera La noche de Halloween, con Jamie vestida de payaso, no habría sido un mal final para la saga. Disponible en Movistar +, Rakuten Tv y Starz. Nota: 4/10

Halloween 5: La venganza de Michael Myers (1989), recupera los personajes principales de la cinta anterior, continuando la historia de Rachel, Jamie y con una nueva aparición del doctor Loomis (Donald Pleasence). Debo decir que la continuidad argumental entorpece el esquema de un slasher. Hay que atar muchos cabos sueltos para llegar a lo que se supone que ofrece el género, sustos y sobresaltos (baratos) por los asesinatos del psychokiller. Aunque se puede decir que esta entrega es un poco menos torpe que la anterior, sigue teniendo un argumento deslavazado, que intenta mantener a los personajes del episodio anterior, sin renunciar a recrear, de nuevo, el film original. La exigencia argumental de situar la acción siempre el 31 de octubre termina resultando ridícula. Luego, la propia película contradice lo que vimos en la entrega anterior: Jamie no ha matado a su madrastra y Michael Myers se salva de la muerte de una forma francamente absurda para dar paso a una secuencia que puede recordar al inicio de La novia de Frankenstein (1935). La nueva final girl, Tina (Wendy Kaplan) me parece insoportable. Por si fuera poco, vemos a Michael Myers, ese asesino amenazador de lento caminar... conduciendo coches (ya sé que en la original también lo hacía, pero aquí resulta ridículo para mí por alguna razón). Y eso que no está mal la escena en la que utiliza el vehículo para perseguir a sus víctimas, como en un preludio de Death Proof (2007). El desenlace acaba con el personaje de Loomis y enfrenta acertadamente a Michael Myers con Jamie, pero ese final abierto resulta desconcertante. Disponible en Rakuten Tv y Starz. Nota: 4/10

Halloween 6: La maldición de Michael Myers (1995) demuestra que toda saga de terror debe tener en su haber a una estrella cuando todavía no era famosa: -Kevin Bacon en Viernes 13, Johnny Depp en Pesadilla en Elm Street- aquí Paul Rudd -futuro Ant-Man (2015)- aparece en un papel principal en una pésima película. Su personaje no es una mala idea: es el niño que cuidaba Laurie Strode -Tommy Doyle- en la cinta original. Pero este planteamiento se desaprovecha completamente. La película entera, las situaciones que plantea, son un desastre. El argumento es incoherente, inconexo y no divierte. Los personajes no valen nada y las escenas dramáticas son ridículas. La planificación no consigue la más mínima tensión y las muertes no son ingeniosas: resaltemos únicamente un pobre sujeto que ¡Explota! Otra buena idea era aprovechar la misteriosa pintada de una runa que aparece en Halloween 2 para crear una trama de sectas paganas y brujería, convirtiendo a Michael Myers en una suerte de demonio mitológico. Esta subtrama, que ya aparecía apuntada en la entrega anterior, podría haber sido divertida si su desarrollo no fuera tan torpe: un misterioso villano de negro -en plan giallo- centra el misterio que se resuelve como un whodunit bochornoso. Tampoco tiene demasiado sentido, ni gracia, la forma en la que despachan a Myers. Apuntemos la resurrección inexplicada del doctor Loomis, que pierde las cicatrices de películas anteriores. Donald Pleasence moriría antes del estreno de la película. No he podido encontrarla en ninguna plataforma. Se puede alquilar en Rakuten TV. Nota: 3/10

Con Halloween H2O: Veinte años después (1998), las tres películas anteriores de la saga fueron refutadas. Esta séptima entrega recuperaba a Jaime Lee Curtis en una historia que resucita a Laurie Strode y elimina a su hija, Jamie. Estamos ante un slasher post Scream (1996), producido por Kevin Williamson y con sus señas de identidad. Un tratamiento mainstream, un acabado técnico pulido, un director solvente como Steve Miner -Viernes 13 2 y 3- y personajes algo más listos que los del terror de los 80. Aquí vemos a jóvenes atractivos que luego harían cosas mejores: Josh Hartnett, Joseph Gordon-Lewitt y Michelle Williams. Un cameo de Janet Leigh certifica la carta de maternidad de Psicosis (1960). La película quiere ser una secuela 'digna' y lo consigue, pero eso le resta la diversión descerebrada del subgénero. Aun así, el final tiene fuerza y es muy similar al planteamiento de la película de 2018, que hay que ver cómo un remake, actualizado, de esta. Se puede alquilar en Amazon Prime Video. Nota: 7/10

Halloween: Resurrección (2002) pasa por ser la peor secuela de la franquicia, que ya es difícil. Rick Rosenthal vuelve a dirigir una película de la saga, tras la digna Halloween 2, pero aquí no consigue evitar el desastre. La apuesta de este film es su perdición: contradecir todo lo que ha sido Halloween y plantear algo diferente. Lamentablemente, eso 'diferente' es hacer un slasher de saldo, muy torpe. Lo más digno es precisamente sorprender matando a Laurie Strode (Jamie Lee Curtis), asesinada -como lo fue su madre, Janet Leigh, en Psicosis (1960)- en el primer tercio del metraje. Segundo pecado, apuntarse a modas como los chats y los reality shows, en un intento de parecer 'modernos' que se ha quedado desfasado a las primeras de cambio. La resurrección de Michael Myers es perezosa y su mitología se desaprovecha completamente. A las víctimas se las concibe como estudiantes universitarios, en un intento de hacerles 'inteligentes' que resulta ridículo. Por último, la película tiene personalidad propia, de aquella manera, por la presencia incómoda de Busta Rhymes, en su propio registro, paródico, imposible tomárselo en serio, pero que al menos saca la película de la rutina. Se puede alquilar en Rakuten TV. Nota: 3/10

El reinicio que es Halloween. El origen (2007) se le encarga a Rob Zombie, autor de Los renegados del diablo (2005) que entregó una precuela-remake, muy diferente a la visión de John Carpenter. En la primera mitad del film, se aleja del slasher para mostrarnos el origen psicológico del asesino, apartándose de la concepción de Michael Myers como una representación del mal puro. Humanizando a Myers, Zombie -siempre de parte de los monstruos- da un paso más allá al obligarnos a identificarnos con el asesino, a sentir piedad por él. El proceso de deshumanización que sufre Michael Myers hasta convertirse en el imparable asesino mudo, con su máscara blanca, resulta angustioso, expresado en el dolor de su madre -Sheri Moon Zombie- y un doctor Loomis mucho más humano, un estupendo Malcolm McDowell. Zombie cuenta todo esto con su mirada sucia, convirtiendo a la familia tradicional de clase media del film original en un grupo disfuncional y white trash. La violencia aquí es incómoda, recreándose en la agonía de las víctimas, evitando la muerte lúdica y expeditiva del slasher. Aunque la segunda mitad del film reproduce, necesariamente, el film original de Carpenter, Zombie firma una película sólida, respetuosa aunque con una mirada diferente. Uno de los elementos más destacables es el fantástico elenco de actores secundarios, algunos habituales en la filmografía de Zombie, como Brad Dourif, William Forsythe, Udo Kier, Bill Moseley Danny Trejo, sin olvidar ese guiño a la trilogía de Jamie -la hija de Laurie Strode- que es la recuperación de la actriz Danielle Harris en un nuevo papel. La calidad de esta Halloween la convierte en la segunda mejor entrega de la franquicia. Disponible en Netflix. Nota: 8/10

En Halloween 2 (2009), ante todo, hay que entender que es un film de Rob Zombie, tanto o más que una nueva entrega de la serie. Hay en ella numerosos elementos autorales, como la forma de plasmar la propia fiesta de Halloween; el imponente look de Michael Myers (Tyler Mane) similar al del propio Zombie, de larga barba, caminando por los campos como la muerte misma; y una violencia más salvaje que nunca. Hay que mencionar también el desarrollo de Laurie Strode (Scout Taylor-Compton) cuyo destino final que conecta con Psicosis (1960). Las dos películas de Rob Zombie sobre Michael Myers pueden no ser lo que esperaban los fans, pero creo que forman un díptico estupendo de violencia seca, alejado del complaciente terror teenager de los años ochenta. Eso sí, a Carpenter no le gustó demasiado que se buceara en los orígenes de Michael Myers buscando coartadas psicológicas para explicar el mal. Disponible en Filmin y en Movistar +. Nota: 8/10

Finalmente, La noche de Halloween (2018), 
vuelve a negar todo el pasado -incluso la segunda entrega de 1981- y pretende ser la secuela directa de la película de 1978. Dirige David Gordon Green -Superfumados (2008)- y le acompaña en el guión el actor Danny McBride -De culo y cuesta abajo-. El film cuenta con el beneplácito de John Carpenter, que aparece como productor y firma parte de la música. La historia presenta a los protagonistas de la película original tras cuatro décadas. Esto, de entrada, es una idea muy interesante: ver qué ha pasado con el psycho killer y su víctima tantos años después. La primera escena, que nos muestra a un recluido Michael Myers, es bastante potente. A partir de aquí, el argumento se desarrolla como un remake velado del film de 1978, actualizado y con un sabor comparable al de la saga Scream (1996) de Kevin Williamson y Wes Craven. Estamos ante un slasher autoconsciente, con personajes menos planos que los de aquellas películas de los años 80, mucho sentido del humor y una ración aceptable de gore. Una nueva generación de víctimas aparece más que nada para que Myers tenga a quien matar. Hay que decir, eso sí, que la cinta de Carpenter sigue pareciendo más moderna -desde el punto de vista de su puesta en escena- que todas las secuelas, incluyendo esta. A pesar de estos pequeños defectos, la nueva Halloween tiene a su favor una idea estupenda: centrarse en la relación entre el asesino y su final girl. Jamie Lee Curtis es lo mejor de la película, convertida Laurie Strode en la versión para el cine de terror de lo que son Sarah Connors y Ripley en la ciencia ficción. El sorprendente giro final, que recrea la película original intercambiado los papeles de sus protagonistas, produce un subidón que hace que La noche de Halloween valga la pena. Se puede comprar en Apple Tv, Rakuten TV y Amazon Prime Video. Nota: 7/10

VENOM: HABRÁ MATANZA -SECUELA O ESQUEJE


Tengo que reconocerle a las películas de Marvel Studios que gozan de un nivel medio de calidad más bien alto. No hay auténticos desastres como pueden ser, en mi opinión, películas de la 'distinguida competencia' como Escuadrón suicida (2016) o Aves de presa (2020). Pero también es verdad que no hay cintas con el respaldo crítico de El caballero oscuro (2008) o Joker (2019). No se puede decir lo mismo de los dos estudios cinematográficos que tenían en su repertorio a personajes de Marvel, como Fox -que explotaba desigualmente la franquicia de los X-Men- o Sony, que sigue manteniendo los derechos de Spider-Man y sus personajes relacionados. Es el caso de Venom, un enemigo del héroe arácnido que, sin la presencia del álter ego de Peter Parker, tiene poco sentido, ya que nació como su reverso oscuro -como ya vimos en la menospreciada Spider-Man 3 (2007) de Sam Raimi-. Empeñados en sacar partido de sus personajes, Sony estrenó en 2018 una película con Venom como protagonista, consiguiendo un gran éxito a pesar de su escasa calidad artística. La secuela llega ahora y hay que decir que la cosa no mejora. Venom: Habrá matanza desperdicia todos sus valores -que los tiene- en una operación cuyo único interés parece ser explotar comercialmente una propiedad intelectual. A pesar de tener en su reparto a actores contrastados como Tom Hardy, Michelle Williams, Woody Harrelson o Stephen Graham, el guión prefiere no darle entidad a ningún personaje. El protagonista no ha tenido desarrollo alguno en dos películas, su interés romántico tampoco, y los villanos de cada entrega no dan la talla. El argumento se limita a encadenar situaciones en una buddy movie en la que el simbionte extraterrestre y el periodista Eddie Brock intentan coexistir. Planteada como una comedia, la película simplemente no tiene demasiada gracia. No sabemos realmente quién es Eddie Brock, y mucho menos quién es Venom. La película evita a toda costa desarrollar la mitología de la criatura. Por otro lado, el plato principal debería ser el enfrentamiento entre Venom/Brock y Matanza/Cletus Kasady, pero la relación y el antagonismo entre ambos personajes no podían estar peor desarrollados. Y eso que la subtrama de Matanza puede tener su gracia, jugando al homenaje con el personaje de Harrelson de Asesinos natos (1994), o con la bonita idea de desarrollar un flashback sobre su pasado con una secuencia animada. Pero la película tampoco acaba de apuntar en esa dirección. El personaje Frances Barrison (Naomie Harris) -Shriek en los cómics-, y sus convenientes poderes sónicos, tampoco acaba de encajar porque nos cuentan poco de ella ¿De dónde sale? Al final, la película se resuelve con una nueva pelea entre monstruos creados digitalmente. Mucho ruido y furia, pero sin peso real. Dirigida por Andy Serkis -actor que conoceréis por interpretar al Gollum de El señor de los Anillos (2001) y a otros personajes digitales- es simplemente correcta. Poco importa mi opinión, Venom: Habrá matanza es ya un gran éxito de taquilla, por lo que habrá secuela. Y es que la calidad es lo de menos cuando, en la escena postcréditos -bastante cutre, por cierto- se nos presenta una posible futura entrega que asegura que más de uno comprará su entrada. Yo incluido.

SILENT NIGHT -ESPÍRITU (ANTI)NAVIDEÑO


Ganadora del premio al mejor guión en el Festival de Sitges 2021, Silent Night es la película antinavideña perfecta. Con un reparto coral encabezado por Keira Knightley, secundada por Lily-Rose Depp, Matthew Goode, Annabelle Wallis y Roman Griffin Davis -el niño de Jo Jo Rabbit (2019)- la película comienza como la típica comedia romántica, con una reunión de amigos y familiares, en un ambiente festivo y navideño. El gran misterio de la película, que lo cambia absolutamente todo, es el verdadero motivo de la reunión, giro que, evidentemente, conviene no conocer antes de verla. Tras esta revelación, Silent Night se desarrolla como una comedia muy negra, que con humor ácido cuestiona la vida en occidente y todas sus instituciones: el gobierno (el británico), la religión, la familia, el matrimonio, la educación de los hijos, el cómo estamos degradando el ecosistema y también los proyectos individuales de vida. ¿Estamos tan seguros de que nuestros sueños y planes valen la pena y van a cumplirse? Silent Night es una película que parece hablar desde una sabiduría adquirida tras lo aprendido durante la pandemia -¡Aunque se rodó antes del confinamiento!- y que nos muestra cómo deberíamos habernos replanteado nuestras prioridades tras el toque de atención del covid -aunque sabemos que a la mayoría le ha faltado tiempo para volver a la 'normalidad' a toda prisa-. Debuta con esta película, escribiendo y dirigiendo, Camille Griffin, producida por Matthew Vaughn, y demostrando bastante soltura. Silent Night mezcla el drama con el humor negro, muy británico, y parece un cruce imposible entre Love Actually (2003) y Melancholia (2011).

EL BUEN PATRÓN -LA COMEDIA HUMANA


La película española que competirá por una candidatura a la mejor cinta extranjera en los Oscar es El buen patrón, la radiografía que estábamos esperando sobre el ambiente laboral en nuestro país. Si Fernando León de Aranoa y Javier Bardem retrataron con éxito a la clase trabajadora española en Los lunes al sol (2002) en un tono decididamente dramático, aquí optan por una comedia en toda regla para dibujar a cierto tipo de empresario, lamentablemente, muy reconocible. El humor permite algo que el tono dramático y solemne no facilitaba: el subtexto. El buen patrón tiene varios niveles de lectura: en la superficie, se trata de una comedia costumbrista, que recoge muy bien la idiosincrasia laboral en nuestro país. La película describe certeramente y con gracia -hay que aplaudir los diálogos- cómo funciona una empresa, las ínfulas del jefe, los escaqueos de los trabajadores, el mamoneo con las becarias, los líos de oficina, la rabia del que se queda sin curro y la humanidad de todo el conjunto. Pero por debajo de esa mirada comprensiva, casi amable, hay una potente crítica hacia el sistema, que es presentado como despiadado. Lo mejor de El buen patrón es que no se conforma con demonizar al jefe, sino que no deja títere con cabeza: cuidado con las becarias, ojo con la secretaria e incluso se podría debatir si el único personaje que lleva su lucha hasta el extremo de la integridad, ha perdido el contacto con la realidad. En el centro de todo esto está Javier Bardem, completamente entregado a dar vida a un empresario que vive también en dos niveles: por un lado está su discurso, con el que intenta seducir a todo el mundo y aparentar ser un hombre intachable; y por otro lado está lo que es capaz de hacer para mantener intacta la fachada y conseguir sus objetivos -ridiculizados, por cierto, de forma metafórica, mediante una idea afortunada que da mucho juego: es fabricante de básculas-. Descubriremos durante la película hasta dónde puede llegar el protagonista. León de Aranoa  junto a Bardem, en la que puede ser la interpretación del año, hace uso de una estrategia que creo similar a la de Los Soprano (1999-2007). En aquella se nos obliga a ponernos de parte de un mafioso asesino y despiadado, pero es tal el carisma de James Gandolfini, que no nos quedaba más remedio que rendirnos ante él. Bardem está aquí así de bien, y creo que no voy desencaminado si tenemos en cuenta esa secuencia de El buen patrón que es un claro homenaje a la saga de El padrino de Francis Ford Coppola. Este empresario es encantador, culto, embaucador y gracioso, pero al mismo tiempo se cree 'dueño' de sus empleados, a los que trata como un padre... siempre y cuando no supongan un obstáculo. Como decía antes, la película no se conforma con crear a un 'malvado'. Además de humanizarlo, coloca delante de él a un grupo de personajes que no son precisamente perfectos, encarnados por actores que cumplen muy bien con sus papeles: Almudena Amor -posible actriz revelación-, Manolo Solo, Fernando Albizu, o Tarik Rmili sirven para León de Aranoa trascienda la crítica social y nos muestra las pequeñas miserias de todos los seres humanos.

BENEDETTA -LAS SEÑORAS DEL HÁBITO

Seguro que conocéis a Paul Verhoeven, director holandés que conquistó Hollywood con espectáculos ultraviolentos como Robocop (1987), Desafío Total (1990) o Starship Troopers (1997), clásicos de la ciencia ficción que, bajo la forma de un blockbuster reaccionario, esconden una ácida crítica contra el capitalismo salvaje o el militarismo. La cumbre de popularidad de Verhoeven fue el thriller erótico Instinto básico (1992), en la que el director nos la colaba de nuevo con gran éxito comercial. Sin embargo, en Showgirls (1995) Verhoeven fue, quizás, demasiado lejos en la autoparodia, suponiendo un fracaso de taquilla y de crítica, aunque ahora sea un título de culto y aunque tuviera el mismo tono que sus éxitos anteriores. Afincado en el cine francés, Verhoeven nos regaló hace poco la magnífica Elle (2016) cinta tan provocadora como divertida, con una magnífica Isabelle Hupert. Ahora, Benedetta supone el regreso de Verhoeven a las salas de cine con una película que demuestra que a sus 83 años no ha perdido sus espíritu travieso. Aquí nos cuenta la historia de una monja novicia en el siglo VII que experimenta supuestas visiones y revelaciones religiosas, pero también eróticas. Como una Juana de Arco lesbiana, Benedetta -deliciosa Virginie Efira- se enfrentará a las autoridades eclesiásticas, representadas por el nuncio (Lambert Wilson) y por la abadesa (Charlotte Rampling), estupendos personajes encarnados por fantásticos actores. Lo que podría haber sido un drama sobre la fe y sobre el poder, en manos de Verhoeven se convierte -casi- en un nunsploitation con desnudos constantes, escenas eróticas y la figurita de una virgen convertida en satisfyer. Esto además de momentos de violencia extrema: decapitaciones, mutilaciones, torturas medievales, autoflagelaciones, suicidios e inmolaciones. Benedetta se ve con una sana mezcla de estupor y carcajadas, que consigue que deseemos que este señor holandés siga haciendo películas por mucho tiempo.

SECRETOS DE UN MATRIMONIO -BERGMAN Y SUS MUJERES


En 1973, Ingmar Bergman paralizó Suecia con la emisión de Secretos de un matrimonio, una miniserie para televisión que en el resto del mundo se vería gracias a un montaje reducido para cines. En ella, el autor de El séptimo sello (1957) y Persona (1966) condensaba una de las grandes preocupaciones de su cine: las relaciones de pareja -en Indienauta encontraréis un artículo que repasa las principales películas de Bergman sobre el tema-. Hasta entonces, el sueco había tocado el asunto en sus películas, pero quizás nunca como el foco argumental principal y sin añadidos, de una forma tan directa y desnuda. En la miniserie, Bergman propone un ejercicio casi teatral en el que dos personajes principales, que son marido y mujer, se enfrentan en intensos diálogos durante diferentes momentos de una relación. Entonces fueron la gran Liv Ullman -que en la vida real fue pareja de Bergman- y Erland Josephson, amigo y actor que fue el álter ego del director en la última etapa de su filmografía. Conviene señalar que Bergman, en su vida real, vivió turbulentas relaciones sentimentales -estuvo casado 5 veces, además de tener varias parejas y 9 hijos- y Secretos de un matrimonio fue tan solo una de sus muchas obras en las que intentaba expiar un sentimiento de culpa al no sentirse buen marido ni buen padre. Puestos en antecedentes, Hagai Levi -creador de En terapia y The Affair- adapta la famosa serie de Bergman a 2021. ¿Y cómo lo hace? Con una decisión de partida muy interesante: intercambiando los papeles de marido y mujer. Así, Jessica Chastain interpreta el papel al que dio vida Josephson y Oscar Isaac hace lo propio con el rol de Ullman. Una jugada que refleja bien cómo han cambiado los roles de género. Afortunadamente, actualmente no resulta chocante ver a un hombre llevando el pes de la crianza de los hijos, y que una mujer perciba más dinero que su marido y tenga más éxito profesional -a pesar de la brecha salarial- no resulta inconcebible. Este intercambio de roles provoca que, aunque este remake se mantenga bastante fiel al argumentoriginal, prácticamente todo cambia. El espíritu de esta ficción -disponible en HBO España- sigue intacto, proponiendo interrogantes sobre la viabilidad real de la pareja monogámica como forma de vida, llegando a la conclusión de que la infidelidad es prácticamente inevitable. Hay además una reflexión sobre la familia y cómo esta puede entrar en conflicto directo con las aspiraciones de cada miembro de la pareja ¿Es posible ser feliz y realizarse? ¿Es necesario escapar para ser libre? ¿Hay que sacrificarse como individuo para ser un buen padre? Todas esas preguntas no necesariamente encuentran respuestas en la serie, porque nadie las tiene. El texto de Bergman -que luego se convirtió en un texto teatral de éxito- se mantiene en la serie de 2021 tan pertinente comoportuno, no ha perdido vigencia. Pero hay que añadir a ello cómo el mencionado cambio de roles afecta a los personajes: ¿Puede una madre separarse de sus hijos con la misma facilidad con la que lo hacía un hombre en los años setenta? ¿Y cuál es el nuevo rol del maridcuando, a pesar de mantener una relación igualitaria con su pareja, se ve engañado y abandonado? No hace falta decir que tanto Jessica Chastain como Oscar Isaac, estupendos actores, brillan en unas interpretaciones intensas y emocionantes. La moraleja de la historia, espero que no sea un spoiler, es que el matrimonio y la familia, son una cosa, y la pareja, y el amor, pueden ser, perfectamente, otra bien distinta.

TRES -DESINCROZADOS


Tres
, presentada en el Festival de Sitges, es una muy interesante película protagonizada por una estupenda Marta Nieto, en una historia entre el drama intimista, la ciencia ficción y el juego meta cinematográfico. La propuesta me parece muy original: una editora de sonido que, misteriosa e inexplicablemente, comienza a notar que se ha desincronizado de su propia 'banda sonora', de los sonidos del mundo real. La protagonista no escucha los ruidos -ni siquiera su propia voz- hasta varios minutos después de que se producen. Esta situación imposible da pie a un apasionante relato de intriga que le permite al director Juanjo Giménez -veterano en el cortometraje- jugar con el lenguaje del cine y evidentemente con el uso de la banda sonora. La historia permite momentos evocadores al explorar esa desincronización que la propia protagonista define de forma poética: es capaz de escuchar el pasado. La propuesta, de cine fantástico, nos lleva, como he dicho, al terreno del drama personal: se exploran las relaciones de la protagonista con su madre (Luisa Merelas), su ex pareja (Fran Lareu) y un compañero de trabajo (Miki Esparbé). Así, la situación que vive el personaje de Marta Nieto se convierte en la metáfora de diversos temas humanos con los que todos podemos identificarnos: la incomunicación, la incomprensión, o la soledad. 
Lo mejor de Tres es que saca provecho de su premisa y lo hace con inteligencia, con rigor, y apoyándose en el buen hacer de Nieto. Quizás su último tramo se resiente por no tener un clímax más contundente, pero estamos ante una propuesta sorprendente, refrescante y diferente en el panorama cinematográfico actual, no solo español.