DAREDEVIL -TEMPORADA 1- THE ONES WE LEAVE BEHIND


THE ONES WE LEAVE BEHIND (10 DE ABRIL DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Tras 12 estupendos episodios -casi todos- de Daredevil, tengo que poner en duda algunas decisiones creativas que no me acaban de convencer. Es cuestión de gustos, sin duda, pero habría preferido que la historia de este penúltimo capítulo se enfocase más en el protagonista, Matt Murdock (Charlie Cox) y no tanto en personajes secundarios como Karen Page (Deborah Ann Woll) y el periodista Ben Urich (Vondie Curtis-Hall).


El título del episodio parece decir que necesariamente tiene que haber una muerte a estas alturas de la historia. Hay un personaje al que no veremos en la segunda temporada. Como ya he dicho, se resuelve aquí la subtrama de la investigación sobre Wilson Fisk (Vincent D´Onofrio) que han llevado a cabo Karen y Ben. Hay que destacar que los guionistas han conseguido crear la sensación de que estos dos están en peligro y que la amenaza de Fisk se cierne realmente sobre ellos. La verdad es que esperaba la muerte de Karen -quizás por en los cómics está muerta- y no que se cargaran a un personaje como Ben Urich, que en el Universo Marvel de papel tiene cierta relevancia. La verdad es que me gustaba el personaje de Urich y creo que podría haber aportado mucho más. Por otro lado, me han sorprendido también -por forzados- los acercamientos ¿amorosos? entre Karen y Matt. Y una curiosidad: me pregunto si las despedidas de la serie de Claire (Rosario Dwason) y Madame Gao (Wai Ching Ho) se deben a su futura aparición en otras series Marvel como Iron Fist y Luke Cage. También hay que decir que Vincent D´Onofrio está estupendo al transmitirnos el dolor de Fisk al despedirse de su amigo, James Wesley (Tobey Leonard Moore). La preocupación por su madre (Phyllis Somerville) también aporta humanidad al villano.


No puedo evitar pensar que me habría gustado ver más del protagonista en este episodio. Después de todo, es la primera temporada y todavía estamos deseando verle en acción. He disfrutado mucho con la espectacular persecución por las azoteas de uno de los coches de Madame Gao. Es una escena que los lectores de cómics de superhéroes hemos visto durante años y creo que es la primera vez que se traslada al audiovisual. También me ha encantado el atmosférico enfrentamiento de Daredevil con los ciegos que empaquetan heroína para la mafia china. Veremos cómo acaba todo en el capítulo final.

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DAREDEVIL -TEMPORADA 1- THE PATH OF THE RIGHTEOUS


THE PATH OF THE RIGHTEOUS (10 DE ABRIL DE 2015) -AVISO SPOILERS-

La visión de un murciélago a través de la ventana fue la inspiración que necesitaba Bruce Wayne. Era el símbolo que buscaba para provocar terror en los criminales. Fue así como se convirtió en Batman. Este breve relato ocurre en los cómics en tres viñetas. En Daredevil, a la altura del undécimo episodio, todavía no hemos visto el traje rojo característico del héroe, que sigue utilizando unas mallas negras muy realistas, pero que podría haber comprado en Decathlon. 


El traje -que oculta una identidad secreta- es sin duda uno de los elementos más característicos de los superhéroes del cómic. Aunque todos los héroes de papel tienen una imagen icónica, no podemos hablar de trajes hasta Superman (1938) a pesar de antecedentes como El hombre enmascarado (1936). Es el hombre de acero el que establece el arquetipo: un colorido traje -ceñido para marcar musculatura, resaltando la fortaleza física y dando pie a interpretaciones homoeróticas en Umberto Eco- con un símbolo identificativo en el pecho. En el caso de Superman, su traje no era más que la ropa "normal" de su planeta natal, Krypton. Es Batman (1939) el que populariza la idea de utilizar un traje para combatir el crimen. La idea parece inocente -y lo es- por lo que la evolución hacia un mayor realismo llevó a crear coartadas que justificaran el uso de un disfraz. Sobre todo la Marvel de los años sesenta innovó en ese aspecto: Los Cuatro Fantásticos (1961) no utilizaron disfraces en su primera aparición y luego lo adoptan como uniforme, sin proteger sus identidades. Hulk (1962) no lleva traje, Thor (1962) simplemente viste como un guerrero asgardiano y en Iron Man (1963), el traje -una armadura- es la fuente de los superpoderes de Tony Stark. En el cine, el traje de Batman (Tim Burton, 1989) sigue esa línea funcional y se convierte también en una armadura para proteger a Bruce Wayne. Lo mismo que hace en la serie Matt Murdock (Charlie Cox), siguiendo el consejo de su enfermera y amante, Claire (Rosario Dwason).


En Daredevil dedican varios capítulos a buscar una justificación filosófica para que el héroe decida ponerse un traje rojo que recuerda a un demonio. Matt Murdock, tras largas conversaciones teológicas con el padre Lanthom (Peter McRobbie), llega a la conclusión de que el demonio católico no es un ente malvado, ni tentador, sino una figura que provoca miedo y que obliga a los pecadores a seguir "la senda de los hombres justos". Algo así como las gárgolas en las iglesias góticas. Es probablemente el concepto más complejo que yo haya visto nunca detrás del traje de un superhéroe y seguramente no tiene nada que ver con las razones originales de Stan Lee y Bill Everett en 1964. Una vez tomada la decisión de hacerse un disfraz, Murdock busca al autor del blindaje corporal que ha descubierto antes en Wilson Fisk (Vincent D´Onofrio). El autor es un sastre especializado, Melvin Potter (Matt Gerald), que en los cómics es un conocido enemigo de Daredevil, el Gladiador, creado en 1966.


Mientras se sigue gestando el disfraz del superhéroe, resulta curioso como el argumento se centra en golpear al villano Wilson Fisk. Mientras sigue pendiente de la salud de su amada Vanessa (Ayelet Zurer), pierde a su mano derecha y amigo, James Wesley (Toby Leonard Moore), asesinado por Karen Page (Deborah Ann Woll). Es paradójico que esta última haya sido presentada como una falsa culpable -acusada de un asesinato que no cometió- y ahora recaiga en ella la culpa de otra muerte, a pesar de que haya apretado el gatillo en defensa propia.

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TRUE DETECTIVE -TEMPORADA 2- THE WESTERN BOOK OF THE DEAD


THE WESTERN BOOK OF THE DEAD (21 DE JUNIO DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Muchas veces me he preguntado a qué se debe la enorme popularidad de True Detective. Lo que quiero decir es que tengo serias dudas de que el espectador medio -ese que David Simon mandó a la mierda- pueda entender, por ejemplo, los largos diálogos de Rust Cohle (Matthew McConaughey) en los que habla de filosofía y física cuántica para expresar una visión muy pesimista de la existencia. Dudo mucho que esa gente que dice que True Detective es "una maravilla" entienda que Cohle habla en algún momento del "eterno retorno" de Nietzsche, por citar solo una referencia con la que yo estoy familiarizado. La solución a esta incógnita puede tener dos respuestas: la serie funciona a varios niveles y puede gustar también a los espectadores menos cultivados... o toda esa gente sigue la corriente como borregos. Lo que me sorprende es haber leído alguna mala crítica de esta segunda temporada y al mismo tiempo compruebo que, al menos el primer episodio, ha rebajado el tono reflexivo y filosófico. True Detective, en su segunda temporada, no es tan densa y apuesta mucho menos por el diálogo. El detective Ray Velcoro (Colin Farrell) no es Rust Cohle: no tiene esa capacidad de análisis de su existencia y está en las antípodas de la verborrea filosófica de aquel. Sin embargo, son equivalentes. En ambos casos, la pérdida de un ser querido les habría cambiado profundamente. El nihilismo de Velcoro es similar al de Cohle, pero se traduce en conductas mucho más asequibles para el espectador. En lugar de decir "el tiempo es un círculo plano", Velcoro bebe, se droga y se comporta de forma violenta. Mucho más fácil de entender.


A pesar de estas pequeñas diferencias, Nic Pizzolatto reincide en un tono absolutamente pesimista, en el que los protagonistas parecen atrapados en una lucha cósmica contra el mal. Recordad que esa fue la conclusión de la primera temporada. Yo no puedo evitar pensar una y otra vez en Seven (David Fincher, 1995) cuando veo True Detective: cuando Somerset (Morgan Freeman) cita a Hemingway para decir que "el mundo es un buen lugar por el que merece la pena luchar... sólo estoy de acuerdo con la segunda parte” parece resumir la filosofía de vida de Cohle y ahora de Velcoro. Por eso reaparecen esos planos aéreos -de intención similar a los de La isla mínima (Alberto Rodríguez, 2014)- que convierten los dramas humanos en algo pequeño, insignificante. La nota filosófica en ese sentido la da el personaje de Eliot Bezzerides (David Morse) un gurú espiritual que enseña a sus seguidores que habitamos un "universo sin sentido" pero creado por Dios. Devastador. 


También ayudan a crear esta atmósfera esas fugas surrealistas que a mí me vuelven absolutamente loco ¿alguien sabe qué significa esa mujer nadando en leche que aparece en la casa del desaparecido Ben Caspere? Para conocer la respuesta, solo tenéis que visitar esta página de Vimeo. De nada. A mí este inicio de temporada no puede más que recordarme la atmósfera onírica, inquietante, del universo de David Lynch. Los planos del oficial Paul Woodrugh (Taylor Kitsch) acelerando su moto en mita de la noche, en un acto claramente suicida, remiten a Carretera Perdida (David Lynch, 1997). Hay algo también de esta película en los ambientes que frecuenta el mafioso Frank Semyon (Vince Vaughn). ¿Quién mató a Ben Caspere? puede ser un misterio a resolver a la altura del de Laura Palmer: probablemente servirá para descubrir el mal que anida en todos los personajes. Curiosamente, los que representan "el bien" parecen mucho menos equilibrados que Semyon. Velcoro, Woodrugh y Ani (Rachel McAdams) tienen una actitud constante de malestar y de rabia reprimida. Las réplicas de Eliot a su hija Ani son absolutamente brillantes y sorprenden por ofrecer un retrato del personaje de ella muy pronto en esta historia.


El plano secuencia que cierra el capítulo nos muestra a estos tres policías desencantados, en lo que me parece lo menos acertado de esta segunda temporada. El director que reemplaza a Cary Fukunaga, Justin Lin, es el responsable de cuatro entregas de la saga Fast & Furious. Eso, para mí, debería ser una buena noticia, pero aquí creo ver algo de su tono chulesco y distanciado -Taylor Kitsch parece que incluso mira a cámara- en una serie que necesita crear una atmósfera muy concreta. Más trascendente que irónica. Veremos.

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WAYWARD PINES -CHOICES-


CHOICES (25 DE JUNIO DE 2015) -AVISO SPOILERS-

THX 1138 (George Lucas, 1971); La fuga de Logan (Michael Anderson, 1976); Matrix (Andy y Larry Wachowski, 1999); El Bosque (M. Night Shyamalan, 2004) y La isla (Michael Bay, 2005) tienen en común que sus héroes se encuentran atrapados en una falsa realidad de la que deben escapar. Cuando consiguen evadirse -salir de la caverna de Platón- descubren que habían estado viviendo en una elaborada mentira impuesta para mantenerles controlados. En Wayward Pines ocurre lo mismo, solo que, al menos en este capítulo, hay un giro que lo cambia todo. El protagonista, Ethan Burke (Matt Dillon) abraza "la mentira" y se une a ese trasunto del Mago de Oz que es el científico David Pilcher (Toby Jones). 


Seguimos siendo espectadores post-Perdidos (2004-2010) y pensábamos que Wayward Pines iba a retener sus secretos hasta el final. No ha sido así. Este capítulo lo explica todo. Pilcher predijo la involución de nuestra raza en los "abis" -la parte más endeble del argumento- y decidió reclutar voluntarios para poblar un pueblo-arca para salvar a la Humanidad. ¿Por qué la mayoría tienen un pasado oscuro? Porque Pilcher se vio obligado a buscar a personas que, a pesar de ser talentosas y valiosas, hubieran cometido errores que les dejaron sin futuro. Hibernar durante dos mil años para despertar en Wayward Pines sería su segunda oportunidad. ¿Por qué engañarles y hacerles vivir en un pueblo inventado que parece Twin Peaks? Porque hubo un primer Wayward Pines en el que Pilcher contó la verdad y sus habitantes, simplemente, no la soportaron. Por eso se mantiene el engaño en un segundo pueblo y se ha decidido contar la verdad solo a los más jóvenes, debido a su mayor capacidad de adaptación. La idea de que no somos capaces de entender una realidad y por lo tanto nuestros gobernantes deben engañarnos, amordazarnos y acojonarnos para conseguir un bien superior, es pura paranoia post-11S.


Lo novedoso, para mí, como he dicho antes, es que aquí el protagonista, que pertenecía al Servicio Secreto, se pone a las órdenes de Pilcher -eso sí, pidiendo la eliminación de las ejecuciones públicas- y se prepara a combatir a una nueva facción de "rebeldes" encabezada por su pecado del pasado: su examante Kate Hewson (Carla Gugino), cuyas tácticas parecen ciertamente terroristas.

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DAREDEVIL -TEMPORADA 1- NELSON V. MURDOCK


NELSON V. MURDOCK (10 DE ABRIL DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Una buena serie también puede patinar en algún capítulo. Tras diez excelentes episodios, los guionistas de Daredevil se proponen hacer un alto en la batalla entre el héroe, Matt Murdock (Charlie Cox) y el criminal, Wilson Fisk (Vincent D´Onofrio). La idea parece buena: ahondar en la amistad del protagonista con su socio, Foggy Nelson (Elden Henson), tras el descubrimiento de éste de la identidad secreta del primero. Pero los resultados no me parecen satisfactorios.


Quizás es una fobia personal: no me gustan los flashbacks que muestran "más jóvenes" a los personajes de una serie. Esto suele traducirse en pelucas muy malas. Me ha pasado en Perdidos, en Better Call Saul y sobre todo en Arrow. Conseguir una peluca creíble sigue siendo una asignatura pendiente en la ficción audiovisual mundial. En parte por esto no me ha gustado ver a Matt y a Foggy en sus tiempos universitarios. Pero hay más. La situaciones que se plantean en estas historias del pasado no están bien resueltas dramáticamente. Se trata de conversaciones, con más o menos gracia, que nos hablan del idealismo de los chavales que acabarán fundando una oficina de abogados. Pero son solo eso, conversaciones, por lo que el episodio acaba siendo demasiado estático. Hay que decir, sin embargo, que los dos actores se entregan en sus interpretaciones y consiguen emocionar en una escena -en el presente- en la que se muestran vulnerables. Por otro lado, es curioso que, tras diez capítulos, esta es la primera vez en la serie que Matt describe sus poderes de una forma explícita. Es muy realista la forma en la que Foggy se escandaliza ante las actividades "justicieras" de su amigo y que no le considere un "superhéroe". Me ha gustado mucho también el pequeño relato de Matt sobre cómo, de niño, intentaba adivinar las historias detrás de las sirenas que escuchaba en la calle. Tras el accidente que le otorgó superpoderes, Matt comenzó a escuchar qué pasaba realmente cuando oía esas sirenas en Hell´s Kitchen. Eso le lleva a darle una paliza a un padre que abusaba de su pequeña hija. La escena es especialmente dura y violenta. A pesar de las razones que esgrime Matt, Foggy, decepcionado, abandona a su amigo. El plano de la placa con los nombres de los abogados en el cubo de basura me recuerda a cómic clásico The Amazing Spiderman #50 (1967) que podéis ver en la imagen. 


En las otras tramas, más importantes para el desarrollo de la serie, Kingpin habla con sus asociados para conseguir su apoyo. Hay una reunión con la china Madame Gao (Wai Ching Ho) que resulta redundante a pesar de su espectacular localización en una azotea entre los rascacielos de Nueva York. También se ahonda aquí en el conflicto personal del periodista Ben Urich (Vondie Curtis-Hall) cuya mujer sufre alzheimer. Su historia, sin embargo, lleva al descubrimiento de que la madre de Fisk vive en una residencia y podría revelar su "pecado original": el asesinato de su padre. Tras esto, la tragedia golpea de nuevo a Wilson Fisk: su amada Vanessa (Ayelet Zurer) parece morir envenenada. Todos estos elementos argumentales preparan el terreno para lo que debe ser la recta final de la temporada.

CAPÍTULO ANTERIOR: SPEAK OF THE DEVIL

DAREDEVIL -TEMPORADA 1- SPEAK OF THE DEVIL


SPEAK OF THE DEVIL (10 DE ABRIL DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Pocas series, más bien ninguna, son capaces de comenzar un episodio con una pelea entre un vigilante callejero -no le llamemos superhéroe todavía- y un ninja; para pasar luego a una discusión teológica sobre la naturaleza del demonio. Ambos registros son una buena muestra de lo que es Daredevil y de su calidad, ya que consigue mezclar la trascendencia de la trilogía del Batman de Christopher Nolan con la diversión de una película de Marvel Studios. 


La mencionada conversación sobre el demonio entre el abogado invidente, Matt Murdock (Charlie Cox), y el padre Lantom (Peter McRobbie), tiene el objetivo de profundizar en la problemática del héroe. ¿Será capaz de matar a Wilson Fisk (Vincent D´Onofrio)? El conflicto que tiene el abogado, no solo es moral, católico -cree que condenaría su alma- sino humano: ha visto a Vanessa (Ayelet Zurer), sabe que ella ama a Fisk y por lo tanto le resulta más difícil pensar en matarle. Esta es exactamente la razón por la que Fisk es un personaje interesante para nosotros, los espectadores. Y si bien Murdock se refiere a Fisk cuando habla del "demonio", todos sabemos que acabará asumiendo la identidad superheróica de Daredevil en algún momento de esta serie. De ahí el juego de palabras.


Hay una escena en la galería de arte de Vanessa que resume la esencia del personaje de Daredevil en la serie, pero también en los cómics originales. Matt Murdock y Wilson Fisk tienen un encuentro cargado de tensión en el que fingen ser personas "normales" y civilizadas. Pero en realidad llevan máscaras. Murdock la de un abogado ciego y Fisk la de un empresario comprometido con la ciudad. Ambos están enfrentados como tales, pero también en sus verdaderas identidades: Fisk es un violento criminal, y Murdock un justiciero. En ambos casos, estamos ante una dinámica de David contra Goliat. Murdock, como abogado, defiende a los más débiles ante los abusos de un empresario como Fisk. Pero la diferencia de fuerzas es tal, que el héroe no puede hacer nada para evitar la muerte de su cliente, la anciana Elena Cárdenas (Judith Delgado). Ésta luchaba para evitar que la echasen de su casa en una corrupta operación inmobiliaria. La indignación, la rabia por esa muerte injusta se traduce visualmente en los nudillos de Murdock, blancos por la fuerza con la que coge su bastón guía. Esos mismos nudillos son los que Daredevil utiliza en la pelea que hemos visto al principio contra el ninja, Nobu (Peter Shinkoda). Estamos ante una una cumbre del escapismo. La frustración ante la opresión, ante un desahucio -muy real y cotidiano- ante una situación injusta que no podemos evitar en la vida real, desemboca en la fantasía de una pelea de artes marciales entre personajes imposibles: un justiciero ciego y un ninja. No subestiméis esa fuerza. Es lo único que tenemos.


La lucha contra el ninja es un mecanismo de la ficción, pero también una estrategia del antagonista, Wilson Fisk, que vuelve a enfrentarse al protagonista, Matt Murdock, al final del episodio. Pero esta vez se encuentran con sus verdaderas caras, aunque ahora el héroe aparezca bajo la máscara de Daredevil. En el cliffhanger, el héroe, tras caer derrotado, muestra su identidad secreta, por primera vez, a su mejor amigo.

CAPÍTULO ANTERIOR: SHADOWS IN THE GLASS

DAREDEVIL -TEMPORADA 1- SHADOWS IN THE GLASS


SHADOWS IN THE GLASS (10 DE ABRIL DE 2015) -AVISO SPOILERS-

¿A quién mató ese niño que ve Wilson Fisk (Vincent D´Onofrio) en su reflejo en el espejo? Eso es lo que nos preguntamos nada más empezar el episodio titulado Sombras en el cristal. El primer episodio de Daredevil se saltaba la narración del origen del superhéroe para meternos directamente en la acción. Como si en Batman no nos contasen que Bruce Wayne vio cómo asesinaban a sus padres nada más empezar. Sin embargo, en el segundo capítulo, Cut man, sí se nos cuenta la infancia de Matt Murdock (Charlie Cox) utilizando flashbacks que se relacionan estrechamente con el conflicto actual del héroe, cuya misión era el rescate de un niño en el que se veía reflejado.


A estas alturas de la temporada, ya hemos tenido la oportunidad de conocer a Wilson Fisk, un criminal cuyo nombre le costó descubrir al protagonista nada menos que tres episodios. Los guionistas de la serie han decidido que este octavo capítulo es el momento de repetir la jugada y descubrir, mediante flashbacks, el origen del antagonista principal del héroe. Las escenas en el pasado revelan que los problemas del villano son los mismos que los del héroe, aunque invertidos. Ambos son el resultado de la sombra de sus padres. Wilson fue la víctima de un padre, Bill Fisk (Domenick Lombardozzi), autoritario y frustrado. Un violento flashback nos lleva de nuevo a la repetición de la escena inicial de la historia -la rutina matutina de Fisk- y así entendemos que éste sueña cada noche con su padre. Que está atrapado en un bucle de traumas, inseguridades y violencia, como demuestra la escena en la que tira la mesa tras reunirse con la china Madame Gao (Wai Ching Ho).


Si en los últimos capítulos la palabra "devil" aparece una y otra vez en la vida de Matt Murdock, hay también un juego constante con el apodo -en los cómics- de Wilson Fisk: Kingpin. Recordemos la carta del rey -la "k" de la baraja inglesa- que el periodista Ben Urich (Vondie Curtis-Hall) coloca en la parte superior de su pizarra estilo The Wire. Ahora descubrimos que el tiránico padre de Wilson le criticaba por ser un cobarde y le exigía ser un "rey". 
 

Todo el episodio está estructurado en reflejos entre el presente y el pasado: la pared que le obligaba a mirar su padre a Wilson -el "rincón de pensar"- reverbera en el cuadro en blanco que Fisk compró a Vanessa (Ayelet Zurer) en su galería de arte. Ella es precisamente la única capaz de llegar al corazón del criminal y refleja, claramente, a su madre. En el pasado de Fisk descubrimos la -típica- historia de un niño y un padre maltratador. Lo que hace que ésta sea diferente es la frase de la madre (Angela Reed), ante el cadáver de su marido: "Trae la sierra", le dice a Wilson. En un alarde de minuciosidad en el guión, el proceso en el que esa madre desviste el cuerpo del padre muerto es una escena espejo de la rutina que vemos seguir a Fisk cada mañana cuando se pone su traje. La pesada herencia se hace explícita cuando la madre entrega a Wilson los gemelos de su padre asesinado. Si Matt Murdock vive para ser la imagen de su padre, Fisk necesita recordarse cada día que no lo es. La serie define a Wilson Fisk como el resultado de los maltratos a un niño que, cansado de los abusos, se quiebra en un brote de rabia asesina. El actor perfecto para ese papel tenía que ser Vincent D´Onofrio, cuyo debut en el cine fue interpretar al recluta Leonard "Gomer Pyle" Lawrence que, cansado del maltrato de su instructor, el sargento Hartman (Lee Ermey), acaba matándole en La chaqueta metálica (Stanley Kubrick, 1987).



En el tramo final del episodio, Fisk incorpora a su rutina diaria a Vanessa. Su vida ha encontrado por fin el equilibrio. Acabamos de ver al criminal como a una víctima de su padre y quizás ahora pensamos que merece ser feliz. Pero la voz en off del periodista Ben Urich nos narra su reportaje sobre Fisk, cambiando el sentido de las imágenes. Urich nos habla nada menos que de la lucha de clases. De gente que se cree por encima del bien y del mal. De personas que no tienen conciencia, que creen merecerlo todo, que piensan que son mejores que los que trabajamos duramente cada día. La lectura no puede ser otra que la de la indignación post-crisis. Ahí está el personaje de Leland Owlsley (Bob Gunton) para representar a los mercados. Es por momentos como este por lo que Daredevil está por encima de muchas series.



Justo entonces, Wilson Fisk decide dar la cara y hacer que su nombre -ese que al héroe le ha costado tanto descubrir- sea público. Comienza la guerra de medios en Daredevil. Hemos ido descubriendo cómo funcionan el crimen, la policía ¿la educación? y la prensa en Hell´s Kitchen. Esto me recuerda a The Wire (2002-2008).

CAPÍTULO ANTERIOR: STICK

DAREDEVIL-TEMPORADA 1- STICK


STICK (10 DE ABRIL DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Aunque a primera vista pueden parecer completamente diferentes, Daredevil tiene mucho en común con Star Wars (George Lucas, 1977). Quizás es más exacto decir que las dos ficciones se fundamentan en el argumento arquetípico del héroe, según las ideas del mitógrafo Joseph Campbell. Éste estableció que hay una serie de etapas en el viaje de un héroe -de cualquier cultura- que suelen repetirse. Una de ellas es "el encuentro con el mentor". En Star Wars, el joven Luke Skywalker (Mark Hamill) encuentra a Obi-Wan Kenobi (Alec Guiness) para aprender el camino de la fuerza. En el Imperio Contraataca (Irvin Kershner, 1980) ocurre lo mismo con Yoda (Frank Oz). El mentor es una figura clásica que se repite constantemente: Merlín, Gandalf y Morfeo son ejemplos muy claros. En Daredevil, ese mentor está muy bien interpretado por Scott Glenn y se llama Stick.


Recordemos, además, que en Luke Skywalker el recuerdo -mitificado- de su padre -al que no llegó a conocer- marcaba su idea de convertirse en un piloto, es decir, en un héroe. Con Matt Murdock (Charlie Cox) ocurre lo mismo: la memoria de su padre boxeador le lleva a convertirse en un guerrero. Curiosamente, el padre de Luke -Darth Vader (James Earl Jones)- es finalmente el antagonista del héroe, en un giro claramente freudiano. En Daredevil, el padre de Matt ha muerto, pero aquí vemos como Stick se convierte en una figura paterna. En cuanto éste percibe que el niño comienza a tener sentimientos hacia él, le abandona. Esto hace que Matt se sienta rechazado y abandonado, una sensación similar a la que debe tener Luke cuando descubre la verdadera identidad de su enemigo. Ahora bien, en El retorno del Jedi (Richard Marquand, 1983), Luke se esfuerza por encontrar algo bueno en su padre y al final acaba consiguiendo su ayuda para derrotar al Emperador (Ian McDiarmid). Es el equivalente en este episodio al descubrimiento que hace Matt sobre Stick: éste ha guardado durante años el papel del helado que le regaló siendo todavía un niño. Stick es, a pesar de todo, humano.

Es interesante que Joseph Campbell estableció que el viaje del héroe tiene 12 etapas. Daredevil tiene 13 episodios ¿Y si cada capítulo se corresponde con una etapa? Sin ánimo de comprobarlo, es cierto que hemos visto cómo el héroe ha derrotado a varios enemigos para acercarse cada vez más a su antagonista principal, Wilson Fisk (Vincent D´Onofrio). Según Campbell, podemos esperar un enfrentamiento en lo que él llama el acercamiento a la cueva, que viene a ser la guarida del dragón o, en Star Wars, la Estrella de la Muerte. El epílogo apunta, además, a un universo más amplio -al que pertenece Stick- con un claro elemento sobrenatural. Muy interesante.

CAPÍTULO ANTERIOR: CONDEMNED

DAREDEVIL -TEMPORADA 1- CONDEMNED


CONDEMNED (10 DE ABRIL DE 2015) -AVISO SPOILERS-

El episodio Condemned comienza con el héroe, Daredevil (Charlie Cox), en una situación de la que parece imposible escapar. Es un recurso clásico del cómic de superhéroes y es básicamente lo que queremos ver en una serie como ésta. La escena resuelve el cliffhanger del episodio anterior y catapulta la acción de la historia que ya no decae en ningún momento. De hecho, Daredevil nunca se quita la máscara: no veremos el rostro de Matt Murdock.


En cualquier otra serie, Vladimir (Nikolai Nikolaeff) de la mafia rusa, habría sido un personaje menor, poco desarrollado. Aquí, se le dedica un episodio entero en una estrategia recurrente en Daredevil, la de aumentar la intensidad de cada acontecimiento -casi recreándose- para que cada acción sea dramáticamente importante. Aquí no hay escenas de transición que sean un mero trámite. Tampoco aparece demasiado la elipsis: cada historia es narrada casi en tiempo real. Esta forma de contar y de sacarle el máximo provecho a cada situación -buscando la unidad de espacio y tiempo- es una forma muy inteligente de compensar el presupuesto limitado de cualquier serie de televisión.


Daredevil y Vladimir se quedan atrapados en un edificio abandonado que es sitiado por la policía (corrupta). La situación permite que profundicemos en los personajes y no precisamente a través del diálogo. El héroe debe mantener vivo a su rehén para sacarle información, y por ello debe curarle una herida de bala, reanimarle, pelearse con él, y finalmente ganarse su respeto. Obtener un nombre vuelve a ser el objetivo principal en un episodio de la serie. Recordemos lo que le costó a Daredevil saber que su enemigo es Wilson Fisk  (Vincent D´Onofrio) y al propio villano conocer la identidad de Matt Murdock.

El nombre a descubrir ahora es el de Leland Owlsley (Bob Gunton), conocido en los cómics como "El Búho", aunque su encarnación aquí sea mucho más realista. Según Vladimir, Owlsley es la clave para derribar el imperio de Fisk (más conocido en los cómics como Kingpin). Precisamente con este mafioso, el héroe mantiene una tensa conversación por radio que anticipa un enfrentamiento final entre protagonista y antagonista. Están calentando el ambiente. Finalmente, cuando el ruso Vladimir se sacrifica para que el justiciero pueda escapar, no estamos ante la muerte de un villano menor, sino de un personaje con aristas que hemos llegado a conocer. Excelente.

CAPÍTULO ANTERIOR: WORLD ON FIRE

JUEGO DE TRONOS -TEMPORADA 5- MOTHER´S MERCY


MOTHER´S MERCY (14 DE JUNIO DE 2015) -AVISO SPOILERS-

En Breaking Bad (2008-2013), Vince Gilligan se propuso convertir a un padre de familia en un monstruo criminal. Lo interesante y novedoso de la idea es que en cada capítulo los guionistas empujaban los límites morales un poco más, poniendo en peligro nuestro compromiso emocional con Walter White (Bryan Cranston). Arriesgándose siempre a que dejáramos de estar de parte del protagonista. Juego de Tronos propone una operación similar con sus personajes, que basculan constantemente entre la nobleza y lo abyecto. El mejor ejemplo, este último capítulo de la quinta temporada.


Otro elemento que podría hacer emigrar a los espectadores de la serie es la política de matar sin piedad a personajes importantes y queridos. En este capítulo hay una muerte que eclipsará cualquier logro artístico de la adaptación de David Benioff y D.B. Weiss. Digo esto porque me ha parecido un episodio atrevido y contundente, en el que se repite la estrategia de unificar las tramas utilizando un tema de fondo. En este caso, habría que hablar de crueldad y justicia. Sí, justicia. Todos los actos que vemos en el episodio son justos, al menos desde el punto de vista del que los ejecuta. Pero hay tal crueldad en esos mismos actos, que el espectador no experimenta la satisfacción correspondiente. En su lugar, sentimos piedad por el ajusticiado. Veamos.


Stannis Baratheon (Stephen Dillane) cometió un crimen terrible en el episodio anterior. El sacrificio de su hija es muy difícil de perdonar. Presenciamos aquí su caída como rey: sus hombres desertan, su mujer se ahorca, y su ejército es aplastado. Stannis afronta su desgracia con tal dignidad, que resulta difícil celebrar su destino. Al final es ajusticiado por Brienne (Gwendoline Christie) por otro crimen, el asesinato de su hermano.


En el Castillo Negro, la muerte de Myranda (Charlotte Hope), debería ser más fácil de digerir. La amante del sádico Ramsay Bolton (Iwan Rheon) amenazaba a Sansa Stark (Sophie Turner) en una escena muy tensa en la que, por fin, Theon (Alfie Allen) reacciona para bien. Pero la muerte de Myranda -que cae al vacío desde la muralla- es tan gráfica, el golpe contra la piedra es tan seco, que no podemos más que sentir un escalofrío.


Para crueldad, la de la muerte de la hermosa Myrcella (Nell Tiger Free) justo cuando acaba de escuchar la dolorosa confesión de Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau). Myrcella hace feliz a su padre/tío al aceptar la verdad de su incesto cariñosamente... justo para morir envenenada por Ellaria Sand (Indira Varma) que cumple así su ¿justa? venganza.


También es complicado aceptar el giro que da uno de nuestros personajes favoritos, Arya Stark (Maisie Williams). La niña lleva un montón de capítulos con esa lista de nombres de las personas de las que quiere vengarse por matar a su padre. Pero cuando llega el momento de tachar el primer nombre, el de Meryn Trant (Ian Beattie), Arya lo hace de una forma tan brutal y cruel que nos deja mal cuerpo. Si hasta ahora sentíamos una gran simpatía por la ella, tras presenciar este asesinato podemos aceptar que se quede ciega como castigo.


¿Acaso no es Cersei Lannister (Lena Heady) el personaje más pérfido de Juego de Tronos? Ella es absolutamente culpable de los delitos de los que la acusan los gorriones. Pero la humillación a la que es sometida es tan exagerada -la escena se alarga tanto que parece eterna- que al final de su viacrucis deseamos que se vengue de estos gorriones que parecen la Iglesia católica en los momentos más crueles de la Inquisición. El que sea una mujer -indefensa, desnuda, humillada- provoca en el espectador un profundo rechazo a las vejaciones a las que se ve sometida Cersei.



Caso aparte es el de Daenerys (Emilia Clarke), que ha logrado escapar de la muerte en el capítulo previo. Aquí encontramos otra vez crueldad, en la agonía de su dragón, cuya suerte final parece ser la muerte. Lo mismo ocurre con la propia Daenerys, que acaba rodeada de una multitud de jinetes -aparentemente hostiles- hasta perderse de vista entre ellos.


Por último, la muerte de la que seguramente estaréis hablando ya. Jon Nieve (Kit Harington) era el personaje más noble de la serie. Sin duda. Pero quizás sus hombres de la Guardia de la Noche tenían razones para sentirse traicionados. La muerte es cruel -recuerda a la de Julio César- y parece dejar pocas dudas de su carácter definitivo. Pero resulta curioso que haya una escena previa que habla de la resurrección -frankensteiniana- del que parece Gregor "La Montaña" Clegane (Hafþór Júlíus Björnsson). Tampoco me parece casual que la bruja Melissandre (Carice Van Houten) aparezca en el Castillo Negro justo antes de la muerte de Jon Nieve. Veremos.

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LA MALDICIÓN DE FRANKENSTEIN (TERENCE FISHER, 1957)


Hay que buscar la relevancia -en la historia del cine de terror- de La maldición de Frankenstein, producida por la Hammer, en cómo se aleja de la versión clásica de la Universal, El doctor Frankenstein (James Whale, 1931). Ambas no son demasiado fieles a la novela de Mary Shelley de 1818, simplemente parten del argumento básico, pero además se alejan entre sí en cuanto a los personajes, los ambientes y sobre todo las intenciones.

Si la gente suele confundir a Frankenstein, el doctor, con su criatura, el monstruo, es en gran parte por culpa de esa versión de la Universal. La interpretación de Boris Karloff y sobre todo el icónico maquillaje del genial Jack Pierce, instalaron para siempre su imagen, con esa cabeza achatada, en la cultura popular. Por eso, creo que lo primero que deben haber hecho Jimmy Sangster, guionista, y Terence Fisher, director, es decidir que en esta nueva versión el protagonista es el barón, interpretado por Peter Cushing. Si cuando pensamos en el monstruo es inevitable tener en mente la imagen de Karloff, lo mismo tendría que ocurrir cuando pensamos en el doctor: no debería tener otros rasgos que los de Cushing, que le interpretó en 5 películas más.



El Frankenstein de Whale, interpretado por Colin Clive, es un héroe que se deja llevar por la arrogancia -la hibris- y comete un error del que luego será víctima. El monstruo es su culpa, enfocada en algo exterior, que le aterroriza. En la versión de Hammer, el barón es un elemento subversivo. Un súperhombre que se cree por encima de la aborregada moral de la sociedad. Es capaz de todo: de utilizar a su sirvienta para satisfacer sus necesidades sexuales; de robar cadáveres; de traicionar a su tutor, Paul Krempe (Robert Urquhart) y hasta de asesinar al genio poseedor del cerebro que necesita. El barón Frankenstein es el verdadero monstruo.


Por otro lado, la criatura a la que da vida Christopher Lee poco tiene que ver con el monstruo de Boris Karloff, cuyo look clásico estaba protegido por derechos de autor. Los andares torpes y los gruñidos de Karloff invitaban a la pena y a la simpatía, mientras que el aspecto repulsivo y la furia homicida de Lee producen repugnancia y miedo. En las secuelas de la Universal, el protagonista es el monstruo, en las de la Hammer es Frankenstein -casi siempre Cushing- el que vuelve una y otra vez, mientras su criatura va mutando de aspecto. En todo caso, las dos versiones evitan la atormentada inteligencia que el monstruo tenía en la novela y obvian casi completamente su soledad y sus conflictos existenciales.


Hay otro contraste importante entre la versión de la Universal y la de la Hammer. La primera está rodada en blanco y negro, con una estética derivada del expresionismo alemán. La segunda es un estallido de colores que hace hincapié en esa sangre muy roja que mancha el delantal del barón Frankenstein. La cabeza cortada, las manos amputadas, los ojos guardados en una bolsa de tela: en 1957 aquello era gore.



La violencia de La maldición de Frankenstein no es solo física ni estética. El apacible pueblo centroeuropeo de las películas de la Universal, es sustituido aquí por una sociedad envilecida: la tía del barón solo quiere asegurarse una pensión cuando muere el padre de éste; la sirvienta que permite que el barón se aproveche de ella, siente celos de su prima Elizabeth (Hazel Court); Frankenstein no tiene reparos en mezclarse con clases sociales más bajas para comprar las horribles partes de su monstruo. Hay un gozo malsano en la energía con la que el barón emprende su experimento y en el desprecio con que trata a los demás. En cómo mira con asco las -falsas- buenas intenciones de los ignorantes que le rodean. Lo más subversivo de esta película es haber convertido a alguien así, en protagonista.