A Juego de Tronos no ha llegado todavía el invierno, pero sí una tormenta de nieve que funciona como su presagio. El episodio titulado The Gift tiene como leitmotiv las malas noticias, lo que no queremos oír. Y como tema de fondo, la inutilidad de la autoridad sin un verdadero poder. Veamos.
Jon Nieve (Kit Harington) está preparado para emprender el camino y no quiere escuchar las advertencias del siempre hostil Alliser Thorne (Owen Teale), que directamente le dice que se está embarcando en una misión suicida. No respeta su liderazgo. El Lord Comandante de la Guardia de la Noche tampoco quiere saber nada de un posible encuentro con los aterradores Caminantes Blancos.
Sin abandonar el Castillo Negro, Samwell Tarly (John Bradley) debe escuchar sucesivamente, verdades que prefiere ignorar. Un agonizante Maestre Aemon (Peter Vaughan) le recomienda a Gilly (Hannah Murray) que huya -al sur- antes de que sea demasiado tarde. Precisamente Gilly, vaticina a Samwell que la muerte del maestre está muy cerca. Samwell no quiere escuchar que su mentor muere, ni que se está quedando sin amigos en la Guardia de la Noche tras la partida de Jon Nieve. Pero es cierto. Samwell tiene que afrontar la verdad cuando se ve obligado a enfrentarse a dos compañeros que intentan abusar de Gilly. No consigue defenderla, a pesar de que les recuerda que es el único que ha matado a un Caminante Blanco. Pero sus contrincantes no le respetan, y tiene que ser Fantasma, el wargo de Jon Nieve el que le salve la vida. Eso sí, Samwell luego recibe una recompensa por su valentía. ¿Era virgen? Yo creo que sí.
Sin abandonar el Castillo Negro, Samwell Tarly (John Bradley) debe escuchar sucesivamente, verdades que prefiere ignorar. Un agonizante Maestre Aemon (Peter Vaughan) le recomienda a Gilly (Hannah Murray) que huya -al sur- antes de que sea demasiado tarde. Precisamente Gilly, vaticina a Samwell que la muerte del maestre está muy cerca. Samwell no quiere escuchar que su mentor muere, ni que se está quedando sin amigos en la Guardia de la Noche tras la partida de Jon Nieve. Pero es cierto. Samwell tiene que afrontar la verdad cuando se ve obligado a enfrentarse a dos compañeros que intentan abusar de Gilly. No consigue defenderla, a pesar de que les recuerda que es el único que ha matado a un Caminante Blanco. Pero sus contrincantes no le respetan, y tiene que ser Fantasma, el wargo de Jon Nieve el que le salve la vida. Eso sí, Samwell luego recibe una recompensa por su valentía. ¿Era virgen? Yo creo que sí.
En Invernalia, Sansa Stark (Sophie Turner), a pesar de ser la reina, sigue atrapada en su matrimonio con Ramsay Bolton (Iwan Rheon). Traumatizada tras la polémica escena -muy criticada- del episodio anterior, ahora descubrimos que aquello se repite cada noche. Por eso Sansa busca ayuda en el que fuera como un hermano, Theon Greyoy (Alfie Allen). Pero éste no quiere escuchar, siquiera, su verdadero nombre. Sansa es convocada luego por su marido, que le dice que quiere hacerla su futura reina. Menuda pesadilla. Sansa contraataca diciéndole a Ramsay que es un bastardo, que la sucesión peligra si nace un hermano varón legítimo. Consigue desequilibrarle. Pero no por mucho tiempo. Esta escena es un duelo entre personajes, en el que las armas son las debilidades del oponente, pero que en apariencia es una conversación entre marido y mujer. Luego Sansa recibe peores noticias al descubrir que Theon nunca traicionará a Ramsay. El plan de Sansa para pedir ayuda fracasa y le da la oportunidad al sádico rey Bolton de torturar y despellejar a la anciana que había intentado ayudarla. El miedo es aquí el verdadero poder del rey.
Mientras tanto, el principal oponente de los Bolton, Stannis Baratheon (Stephen Dillane), no acepta los consejos de Ser Davos Seaworth (Liam Cunningham) que recomienda dar media vuelta y retrasar el ataque planeado. Pero Stannis quiere seguir adelante a toda costa. Su otra consejera, Melisandre (Carice Van Houten), le recomienda algo todavía peor: el sacrificio de su hija para conseguir la victoria. Stannis tampoco hace oídos a lo que pide la bruja.
La trama más aventurera de Juego de Tronos esta temporada, y la que más me gusta es el viaje de Tyrion Lannister (Peter Dinklage) y Jorah Mormont (Iain Glen). Lamentablemente, esta historia llega aquí a su final y esto me crea un conflicto interior, porque normalmente me quejo de que en esta serie no pasa "nada" y ahora lamento que esta subtrama no se alargue un poco más. Tyrion, que tiene que utilizar todo su ingenio -y una sorprendente capacidad para el combate- para conseguir que le compre el mismo esclavista que a Mormont. La siguiente parada de ambos es la arena en la que combaten los esclavos como si fueran gladiadores romanos más bien cutres. Agradezco enormemente un poco de acción y la forma en la que Jorah derrota -fácilmente- a todos es un raro momento divertido en esta serie. El esfuerzo de Mormont en la arena para ganarse el favor de su reina, no sirve de nada: Daenerys (Emilia Clarke) no quiere saber nada de él, sigue dolida por su traición. Ya sabemos que este episodio va de las cosas que no queremos escuchar. Antes, Daenerys ha tenido que escuchar a su amante, Daario Naharis (Michiel Huisman), decirle en su cara que la única persona que no es libre en Meereen es precisamente ella, la reina que ha liberado a los esclavos. Se repite aquí, por tanto, el leitmotiv del poder inútil. El "regalo" que da título al episodio es precisamente Tyrion, que revela su nombre y se ofrece a Daenerys. Interesante.
En Dorne, Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau) se enfrenta también a los reproches de su hija/sobrina Myrcella (Nell Tiger Free). Esta le echa en cara a su padre/tío que no quiere ser rescatada, que ama a su prometido y que Jaime no la conoce realmente. Eso tiene que doler. Mientras tanto, Bronn (Jerome Flynn) sigue prisionero y casi la palma porque una de las Serpientes de Arena, Tyene (Rosabell Laurenti Sellers), quiere que le digan que es las chica más guapa. A mí no tendría que envenenarme. Sí que es guapa.
Por último, en Desembarco del Rey, Lady Olenna (Diana Rigg) se enfrenta al Gorrión Supremo (Jonathan Pryce) y se encuentra con que éste no cederá a su poder, ni se dejará comprar. No es precisamente lo que quiere oír Olenna, que se siente impotente. Casi tanto como Tommen Baratheon (Dean Charles Chapman) que no le encuentra sentido a ser el rey si no puede salvar a su reina. Su madre, Cersei (Lena Heady) le da la típica lección que ningún hijo quiere oír, asegurándole que ella también ha sido reina y no ha podido evitar la muerte de sus seres más queridos. Lo que no se imagina Cersei es que sus palabras predicen lo que le ocurrirá a ella misma enseguida: cae prisionera, a pesar de su supuesto poder, víctima de los secretos que no quería que nadie supiese, revelados por el que fuera su primo y ahora es uno más de los gorriones. Ellos tienen el verdadero poder.
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