Discurren las películas del coreano Hong Sang-soo como la vida misma y En la corriente (2025) no es una excepción. Los personajes que aparecen en la trama son personas normales, que quedan en bares y restaurantes para encontrarse, y que mantienen conversaciones entre ellos. No hay nada más. La sencillez de sus propuestas permite a Hong Sang-soo ser un autor total: escribe, dirige, se encarga de la fotografía, el montaje, la música y la producción. Nos lo imaginamos colocando la cámara en el lugar preciso -es raro que la mueva- delante de sus actores para luego dejarles hablar, en diálogos seguramente improvisados. Cuenta Hong Sang-soo con un reparto fiel que le acompaña de película en película, empezando por Kim Min-hee, pareja del director y premiada en el festival de Locarno por su interpretación aquí. También nos encontramos a otros habituales como Kwon Hae-hyo, Cho Yun-hee y Ha Seong-guk. Estos pocos personajes sirven para crear una de las tramas más enrevesadas del cine reciente Hong Sang-soo, cuya tendencia natural le lleva al minimalismo y hasta cierto punto, incluso, a evitar el conflicto dramático. Aquí, Jeo-nim es una profesora de arte pide ayuda a su tío, un conocido dramaturgo del que se había distanciado, porque necesita urgentemente a un director teatral para montar una pequeña obra en diez días, con algunas estudiantes, tras un pequeño escándalo sentimental: el director anterior había mantenido relaciones con varias de sus alumnas. Lo que no se espera Jeo-nim es que pueda surgir la atracción entre su tío y la que ha sido su mentora en la universidad, una profesora, también artista, que se declara fan del dramatrurgo. Todas estas cosas se van desvelando en conversaciones, sobre todo, en restaurantes y con suculentos platos bien regados con vino y otras bebidas alcohólicas que permiten a estos personajes deshinbirse para exhibir sus sentimientos más profundos, aunque sin pasarse. En la corriente puede contrariar al espectador que no esté familiarizado con el cine de Hong Sang-soo: no hay una historia con un desenlace convencional, pero sí personajes que nos muestran sus vidas y que nos hacen reflexionar sobre la existencia, sobre las segundas oportunidades, sobre el amor y el arte. Pero somos nosotros mismos los que debemos extraer esas posibles lecciones.
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