THE PATH OF THE RIGHTEOUS (10 DE ABRIL DE 2015) -AVISO SPOILERS-
La visión de un murciélago a través de la ventana fue la inspiración que necesitaba Bruce Wayne. Era el símbolo que buscaba para provocar terror en los criminales. Fue así como se convirtió en Batman. Este breve relato ocurre en los cómics en tres viñetas. En Daredevil, a la altura del undécimo episodio, todavía no hemos visto el traje rojo característico del héroe, que sigue utilizando unas mallas negras muy realistas, pero que podría haber comprado en Decathlon.
El traje -que oculta una identidad secreta- es sin duda uno de los elementos más característicos de los superhéroes del cómic. Aunque todos los héroes de papel tienen una imagen icónica, no podemos hablar de trajes hasta Superman (1938) a pesar de antecedentes como El hombre enmascarado (1936). Es el hombre de acero el que establece el arquetipo: un colorido traje -ceñido para marcar musculatura, resaltando la fortaleza física y dando pie a interpretaciones homoeróticas en Umberto Eco- con un símbolo identificativo en el pecho. En el caso de Superman, su traje no era más que la ropa "normal" de su planeta natal, Krypton. Es Batman (1939) el que populariza la idea de utilizar un traje para combatir el crimen. La idea parece inocente -y lo es- por lo que la evolución hacia un mayor realismo llevó a crear coartadas que justificaran el uso de un disfraz. Sobre todo la Marvel de los años sesenta innovó en ese aspecto: Los Cuatro Fantásticos (1961) no utilizaron disfraces en su primera aparición y luego lo adoptan como uniforme, sin proteger sus identidades. Hulk (1962) no lleva traje, Thor (1962) simplemente viste como un guerrero asgardiano y en Iron Man (1963), el traje -una armadura- es la fuente de los superpoderes de Tony Stark. En el cine, el traje de Batman (Tim Burton, 1989) sigue esa línea funcional y se convierte también en una armadura para proteger a Bruce Wayne. Lo mismo que hace en la serie Matt Murdock (Charlie Cox), siguiendo el consejo de su enfermera y amante, Claire (Rosario Dwason).
En Daredevil dedican varios capítulos a buscar una justificación filosófica para que el héroe decida ponerse un traje rojo que recuerda a un demonio. Matt Murdock, tras largas conversaciones teológicas con el padre Lanthom (Peter McRobbie), llega a la conclusión de que el demonio católico no es un ente malvado, ni tentador, sino una figura que provoca miedo y que obliga a los pecadores a seguir "la senda de los hombres justos". Algo así como las gárgolas en las iglesias góticas. Es probablemente el concepto más complejo que yo haya visto nunca detrás del traje de un superhéroe y seguramente no tiene nada que ver con las razones originales de Stan Lee y Bill Everett en 1964. Una vez tomada la decisión de hacerse un disfraz, Murdock busca al autor del blindaje corporal que ha descubierto antes en Wilson Fisk (Vincent D´Onofrio). El autor es un sastre especializado, Melvin Potter (Matt Gerald), que en los cómics es un conocido enemigo de Daredevil, el Gladiador, creado en 1966.
Mientras se sigue gestando el disfraz del superhéroe, resulta curioso como el argumento se centra en golpear al villano Wilson Fisk. Mientras sigue pendiente de la salud de su amada Vanessa (Ayelet Zurer), pierde a su mano derecha y amigo, James Wesley (Toby Leonard Moore), asesinado por Karen Page (Deborah Ann Woll). Es paradójico que esta última haya sido presentada como una falsa culpable -acusada de un asesinato que no cometió- y ahora recaiga en ella la culpa de otra muerte, a pesar de que haya apretado el gatillo en defensa propia.
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