Pocas series, más bien ninguna, son capaces de comenzar un episodio con una pelea entre un vigilante callejero -no le llamemos superhéroe todavía- y un ninja; para pasar luego a una discusión teológica sobre la naturaleza del demonio. Ambos registros son una buena muestra de lo que es Daredevil y de su calidad, ya que consigue mezclar la trascendencia de la trilogía del Batman de Christopher Nolan con la diversión de una película de Marvel Studios.
La mencionada conversación sobre el demonio entre el abogado invidente, Matt Murdock (Charlie Cox), y el padre Lantom (Peter McRobbie), tiene el objetivo de profundizar en la problemática del héroe. ¿Será capaz de matar a Wilson Fisk (Vincent D´Onofrio)? El conflicto que tiene el abogado, no solo es moral, católico -cree que condenaría su alma- sino humano: ha visto a Vanessa (Ayelet Zurer), sabe que ella ama a Fisk y por lo tanto le resulta más difícil pensar en matarle. Esta es exactamente la razón por la que Fisk es un personaje interesante para nosotros, los espectadores. Y si bien Murdock se refiere a Fisk cuando habla del "demonio", todos sabemos que acabará asumiendo la identidad superheróica de Daredevil en algún momento de esta serie. De ahí el juego de palabras.
Hay una escena en la galería de arte de Vanessa que resume la esencia del personaje de Daredevil en la serie, pero también en los cómics originales. Matt Murdock y Wilson Fisk tienen un encuentro cargado de tensión en el que fingen ser personas "normales" y civilizadas. Pero en realidad llevan máscaras. Murdock la de un abogado ciego y Fisk la de un empresario comprometido con la ciudad. Ambos están enfrentados como tales, pero también en sus verdaderas identidades: Fisk es un violento criminal, y Murdock un justiciero. En ambos casos, estamos ante una dinámica de David contra Goliat. Murdock, como abogado, defiende a los más débiles ante los abusos de un empresario como Fisk. Pero la diferencia de fuerzas es tal, que el héroe no puede hacer nada para evitar la muerte de su cliente, la anciana Elena Cárdenas (Judith Delgado). Ésta luchaba para evitar que la echasen de su casa en una corrupta operación inmobiliaria. La indignación, la rabia por esa muerte injusta se traduce visualmente en los nudillos de Murdock, blancos por la fuerza con la que coge su bastón guía. Esos mismos nudillos son los que Daredevil utiliza en la pelea que hemos visto al principio contra el ninja, Nobu (Peter Shinkoda). Estamos ante una una cumbre del escapismo. La frustración ante la opresión, ante un desahucio -muy real y cotidiano- ante una situación injusta que no podemos evitar en la vida real, desemboca en la fantasía de una pelea de artes marciales entre personajes imposibles: un justiciero ciego y un ninja. No subestiméis esa fuerza. Es lo único que tenemos.
La lucha contra el ninja es un mecanismo de la ficción, pero también una estrategia del antagonista, Wilson Fisk, que vuelve a enfrentarse al protagonista, Matt Murdock, al final del episodio. Pero esta vez se encuentran con sus verdaderas caras, aunque ahora el héroe aparezca bajo la máscara de Daredevil. En el cliffhanger, el héroe, tras caer derrotado, muestra su identidad secreta, por primera vez, a su mejor amigo.
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