Okja es la película que te convertirá en vegano. También es la película que desafió a Cannes, al presentarse al festival a través de la plataforma online Netflix. La polémica es absurda: una película es una película y su calidad no depende de cómo sea exhibida. Pero también es verdad que es una pena no poder ver el nuevo trabajo del coreano Bong Joon-ho en una pantalla grande. El director de esa maravilla que es The Host (2006) repite aquí la hazaña de su último film, Snowpiercer (2013) y consigue un film en continuo movimiento, que fluye sin pausa en elegantes movimientos de cámara y en el que los actores se mueven en una coreografía perfectamente sincronizada. Esta pericia visual nos hace pensar en Steven Spielberg, y si la mencionada The Host recordaba un poco a Tiburón (1975), más de uno ha comparado esta Okja con E.T., El extraterrestre (1982). La referencia me parece superficial: sí, en ambas historias hay un niño y una criatura fantástica entrañable. Pero mientras la aventura de Elliot es un cuento de hadas actualizado en clave de ciencia ficción sobre el trauma de convertirse en adulto; en Okja este tema existe -la relación de una niña, Mija (Ahn Seo-Hyun), y un adorable súper cerdo creado en un laboratorio- pero no es lo principal. La historia describe una distopía emplazada 20 minutos en el futuro -al estilo de la serie Blackmirror- en la que una gran corporación -Mirando, comandada por la histriónica Tilda Swinton- lucha por hacerse con el mercado global mientras un grupo de animalistas -capitaneados por el siempre estupendo Paul Dano- ejercen de último bastión de defensa de unos valores mínimamente humanos. Okja tiene un tono satírico a lo Terry Gilliam, evidente en la parodia de personaje mediático -una suerte de Frank de la Jungla- que compone un desatado Jake Gylleenhaal. El discurso de Bong Joon-ho es claramente crítico contra las grandes multinacionales sin conciencia, contra el marketing mentiroso, la industria alimentaria despiadada y en general, contra el capitalismo salvaje. Pero cuando un pequeño brillo de inteligencia en los ojos de Okja equipara los mataderos industriales en campos de concentración, esta historia se convierte sutilmente en un comentario difícil de tragar sobre nosotros, sobre la humanidad. Sí, es una gran película y sí, solo la puedes ver en Netflix.
OKJA: LA MEJOR PELÍCULA QUE NO VERÁS EN EL CINE
Okja es la película que te convertirá en vegano. También es la película que desafió a Cannes, al presentarse al festival a través de la plataforma online Netflix. La polémica es absurda: una película es una película y su calidad no depende de cómo sea exhibida. Pero también es verdad que es una pena no poder ver el nuevo trabajo del coreano Bong Joon-ho en una pantalla grande. El director de esa maravilla que es The Host (2006) repite aquí la hazaña de su último film, Snowpiercer (2013) y consigue un film en continuo movimiento, que fluye sin pausa en elegantes movimientos de cámara y en el que los actores se mueven en una coreografía perfectamente sincronizada. Esta pericia visual nos hace pensar en Steven Spielberg, y si la mencionada The Host recordaba un poco a Tiburón (1975), más de uno ha comparado esta Okja con E.T., El extraterrestre (1982). La referencia me parece superficial: sí, en ambas historias hay un niño y una criatura fantástica entrañable. Pero mientras la aventura de Elliot es un cuento de hadas actualizado en clave de ciencia ficción sobre el trauma de convertirse en adulto; en Okja este tema existe -la relación de una niña, Mija (Ahn Seo-Hyun), y un adorable súper cerdo creado en un laboratorio- pero no es lo principal. La historia describe una distopía emplazada 20 minutos en el futuro -al estilo de la serie Blackmirror- en la que una gran corporación -Mirando, comandada por la histriónica Tilda Swinton- lucha por hacerse con el mercado global mientras un grupo de animalistas -capitaneados por el siempre estupendo Paul Dano- ejercen de último bastión de defensa de unos valores mínimamente humanos. Okja tiene un tono satírico a lo Terry Gilliam, evidente en la parodia de personaje mediático -una suerte de Frank de la Jungla- que compone un desatado Jake Gylleenhaal. El discurso de Bong Joon-ho es claramente crítico contra las grandes multinacionales sin conciencia, contra el marketing mentiroso, la industria alimentaria despiadada y en general, contra el capitalismo salvaje. Pero cuando un pequeño brillo de inteligencia en los ojos de Okja equipara los mataderos industriales en campos de concentración, esta historia se convierte sutilmente en un comentario difícil de tragar sobre nosotros, sobre la humanidad. Sí, es una gran película y sí, solo la puedes ver en Netflix.
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