Voces es un sólido producto de terror español, una cinta entretenida, con algo de ambición que trasciende su naturaleza comercial. La película dirigida por Ángel Gómez Hernández y escrita por Santiago Díaz es claramente una explotación del filón iniciado por James Wan -uno de los mejores directores del terror actual- con Insidious (2010) y sobre todo, con The conjuring (2013). Pero el director -y autor de la idea original- demuestra pasión por el género y que sabe que Wan no ha salido de la nada y que también tiene deudas: con Terror en Amityville (1979) y Poltergeist (1982), entre otras referencias -como Al final de la escalera (1980)- bien colocadas en esta cinta disponible en Netflix. Voces engaña un poco, porque su premisa promete apoyarse en las populares psicofonías, pero, en realidad, sus sustos consisten en las apariciones fantasmales de toda la vida. Hay secuencias de sobresaltos muy bien construidas y efectivas, otras menos, pero en general, la película tienen un nivel bastante alto. Su reparto de actores es, también, sólido: Rodolfo Sancho, Belén Fabra, el niño Lucas Blas, Ramón Barea, Ana Fernández, Nerea Barros y un imprescindible del Fantástico patrio como Javier Botet. Como he dicho antes, la película no propone nada nuevo, y cumple con las constantes del género: una familia se muda a una nueva vivienda, ocurren hechos extraños, un experto en parasicología se ofrece a ayudarles, se descubre una vieja maldición. No falta de nada. Pero Hernández consigue que esta reiteración parezca fresca y sobre todo, efectiva, aportando, además, elementos autóctonos que enriquecen el misterio central. Con un final arriesgado, que cierra la historia de forma perfecta, Voces deja con ganas de más y nos hace desear una secuela centrada en Germán y Ruth. ¿Por qué no?
VOCES -TERROR ESPAÑOL
Voces es un sólido producto de terror español, una cinta entretenida, con algo de ambición que trasciende su naturaleza comercial. La película dirigida por Ángel Gómez Hernández y escrita por Santiago Díaz es claramente una explotación del filón iniciado por James Wan -uno de los mejores directores del terror actual- con Insidious (2010) y sobre todo, con The conjuring (2013). Pero el director -y autor de la idea original- demuestra pasión por el género y que sabe que Wan no ha salido de la nada y que también tiene deudas: con Terror en Amityville (1979) y Poltergeist (1982), entre otras referencias -como Al final de la escalera (1980)- bien colocadas en esta cinta disponible en Netflix. Voces engaña un poco, porque su premisa promete apoyarse en las populares psicofonías, pero, en realidad, sus sustos consisten en las apariciones fantasmales de toda la vida. Hay secuencias de sobresaltos muy bien construidas y efectivas, otras menos, pero en general, la película tienen un nivel bastante alto. Su reparto de actores es, también, sólido: Rodolfo Sancho, Belén Fabra, el niño Lucas Blas, Ramón Barea, Ana Fernández, Nerea Barros y un imprescindible del Fantástico patrio como Javier Botet. Como he dicho antes, la película no propone nada nuevo, y cumple con las constantes del género: una familia se muda a una nueva vivienda, ocurren hechos extraños, un experto en parasicología se ofrece a ayudarles, se descubre una vieja maldición. No falta de nada. Pero Hernández consigue que esta reiteración parezca fresca y sobre todo, efectiva, aportando, además, elementos autóctonos que enriquecen el misterio central. Con un final arriesgado, que cierra la historia de forma perfecta, Voces deja con ganas de más y nos hace desear una secuela centrada en Germán y Ruth. ¿Por qué no?
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