El gran cineasta de la mirada, el maestro del punto de vista narrativo es Alfred Hitchcock, cuyos temas parecen marcar la película que nos ocupa, Decision to Leave del surcoreano Park Chan-wook. Un detective (Park Hae-il) obsesionado con su trabajo, se enamora de una mujer (Tang Wei) sospechosa de la muerte de su marido. Como la mayoría de los héroes -y heroínas- hitchcockianos, este detective dudará de la culpabilidad del objeto de su deseo -quien dice sentir vértigo en las alturas- y llevará a cabo una investigación mientras desarrolla una relación amorosa con la investigada. Con este esqueleto, el director de Oldboy (2003) construye un pequeño cuento, con elementos macabros y románticos -también con mucho humor- que trabaja con mimo desde la imagen. Los personajes se mueven como en una coreografía marcada por el ritmo del montaje, mientras la historia -algo confusa, eso sí- se mueve entre los recuerdos y la imaginación del detective sobre lo que pudo pasar. Más allá de lo argumental, Decision to Leave cuenta cosas a través de las imágenes. Si el cine es esa esa imagen que permanece en la retina, el detective protagonista no puede ser más que un reflejo del oficio de director. Su obsesión es poder ver lo último que percibieron las víctimas asesinadas, y así, los ojos se convierten en el leitmotiv visual de la película: los de los cadáveres o los de los pescados en un mercado, pero también los del propio investigador, que necesita mantenerlos húmedos con gotas de colirio que siempre acaban convertidas en algo muy parecido a las lágrimas. El otro, misterioso, motivo de la película es cómo la montaña se convierte en el símbolo de la muerte.
DECISION TO LEAVE -PUNTOS DE VISTA
El gran cineasta de la mirada, el maestro del punto de vista narrativo es Alfred Hitchcock, cuyos temas parecen marcar la película que nos ocupa, Decision to Leave del surcoreano Park Chan-wook. Un detective (Park Hae-il) obsesionado con su trabajo, se enamora de una mujer (Tang Wei) sospechosa de la muerte de su marido. Como la mayoría de los héroes -y heroínas- hitchcockianos, este detective dudará de la culpabilidad del objeto de su deseo -quien dice sentir vértigo en las alturas- y llevará a cabo una investigación mientras desarrolla una relación amorosa con la investigada. Con este esqueleto, el director de Oldboy (2003) construye un pequeño cuento, con elementos macabros y románticos -también con mucho humor- que trabaja con mimo desde la imagen. Los personajes se mueven como en una coreografía marcada por el ritmo del montaje, mientras la historia -algo confusa, eso sí- se mueve entre los recuerdos y la imaginación del detective sobre lo que pudo pasar. Más allá de lo argumental, Decision to Leave cuenta cosas a través de las imágenes. Si el cine es esa esa imagen que permanece en la retina, el detective protagonista no puede ser más que un reflejo del oficio de director. Su obsesión es poder ver lo último que percibieron las víctimas asesinadas, y así, los ojos se convierten en el leitmotiv visual de la película: los de los cadáveres o los de los pescados en un mercado, pero también los del propio investigador, que necesita mantenerlos húmedos con gotas de colirio que siempre acaban convertidas en algo muy parecido a las lágrimas. El otro, misterioso, motivo de la película es cómo la montaña se convierte en el símbolo de la muerte.
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