LOS REYES DEL MUNDO -LOS DESPOSEÍDOS

¿Qué significa la vida cuando no vale nada? Los reyes del mundo, una de las películas del año (aunque estemos en Marzo) es una sobrecogedora obra de arte sobre un grupo de adolescentes desfavorecidos en la Colombia más tercermundista posible. La impresionante película de la directora Laura Mora combina el realismo social con la poesía visual, por lo que críticos como Javier Ocaña la han comparado con una de las obras maestras de Luis Buñuel, Los olvidados (1950). Mora nos muestra la realidad de estos chicos, una tribu de niños perdidos en medio de la ciudad, enfrentados a machetazos con el mundo y con las desigualdades que adivinamos fuera de campo. Los protagonistas forman un grupo cerrado con sus propias reglas, como los niños de El señor de las moscas, pero sin necesidad de aislamiento ninguno. Son invisibles, rechazados en todos los sitios, no tienen ninguna oportunidad. No tienen futuro y solo les queda la rebelión, la rabia, la violencia y el nihilismo punk. La película se divide en varias set pieces que marcan el viaje de los protagonistas hacia su particular El Dorado, unas tierras perdidas en medio de la selva sudamericana que pretenden reclamar legalmente y que constituyen una suerte de Ítaca imposible, un hogar al que volver aunque no hayan tenido nunca la sensación de pertenecer a nada. Los reyes del mundo tiene una cualidad fantasmagórica, sus imágenes trascienden la lógica espacial, expanden y contraen el tiempo, sus personajes son cine, no están vivos ni muertos y pueden desaparecer para luego presentarse de nuevo en pantalla. Uno de sus símbolos más obvios es el caballo blanco que vemos en diferentes momentos de la película, pero también hay secuencias fantásticas que pueden evocar a Tarkovski: los niños peguntan a una anciana, en mitad de la selva, dónde se encuentra su tierra prometida y esta pide ayuda a su marido, que sale de una casa que enseguida la cámara descubre en ruinas, abandonada desde hace décadas, invadida por la selva.

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