HOW TO HAVE SEX -CULTURA DE LA VIOLACIÓN

How to Have Sex (2024) nos muestra a nuestra sociedad actual en su faceta más deshumanizada posible: el turismo de borrachera. Tres adolescentes británicas se van de viaje de verano para celebrar el final del curso a un destino de playa. Allí se dedicarán exclusivamente a beber alcohol, bailar al ritmo robótico de la música electrónica y a intentar follar todo lo que se pueda. Esas tres jóvenes, Tara, Skye y Em -interpretadas por Mia McKenna-Bruce, Lara Peake y Ena Lewis, respectivamente- no parecen tener personalidad ninguna, empeñadas en divertirse continuamente y en gritar por todo lo alto lo bien que se lo están pasando. Serían las protagonistas perfectas de un reality show  televisivo. Pronto sus días se convierten en noches eternas de desenfreno alcoholizado -cada noche es la mejor de sus vidas, aunque luego no recuerden nada- y días de resaca, vómitos y remordimientos. La directora y guionista que se presenta con esta película es Molly Manning Walking, experimentada directora de fotografía que sabe bien cómo captar las atmósferas de clubes, discotecas, habitaciones de hotel baratas, piscinas y playas; pero también la decadencia de las calles vacías, salpicadas de basura y cristales rotos, a primera hora de la mañana. La cámara no juzga a los personajes, pero tampoco embellece sus momentos de euforia y celebración descerebrada. Los jóvenes que vemos en pantalla son seres vacíos, de uñas postizas, mechas, tatuajes sin gusto y ropa hortera, que se comportan como creen que deben hacerlo. Quieren vivir en una fiesta eterna aunque no haya nada que celebrar, quieren vivir a tope aunque para ello tengan que beber y drogarse -para luego olvidar-, quieren tener sexo, aunque eso no tenga nada que ver con los sentimientos. Cuando estos aparecen, por fin, cuando la protagonista, Tara, comienza a sentir algo, es cuando la película comienza a cuestionarse ese desenfreno. La conclusión es que la fiesta de la liberación juvenil, empaquetada como rebeldía y transgresión, no es más la oferta de una agencia de viajes, una cara más del capitalismo que, encima, acaba siendo el peor reflejo del patriarcado y, todavía peor, de la cultura de la violación. Las luces, la música y la bebida que durante toda la película entusiasmaban a Tara se convierten luego en elementos que expresan su soledad, su aislamiento, la ausencia de un futuro y el que haya sido víctima de un hecho traumático. Recientemente, películas dirigidas por mujeres, como Creatura (2023) y Chinas (2023), se han detenido sobre la cuestión de esa primera experiencia sexual femenina y sobre cómo la presión cultural y social, los falsos mitos sobre la pérdida de la virginidad, las ganas de ser aceptada, convierten lo que debería ser el despertar sexual en una primera agresión sexual. La durísima conclusión de How to Have Sex es que las mujeres lo tienen prácticamente asumido. Son cosas que pasan. Prácticamente un ritual de iniciación asumido que certifica nuestro fracaso como sociedad y que hace que el feminismo siga siendo muy necesario.

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