-AVISO SPOILERS-
En el muy recomendable documental The King of Kong (Seth Gordon, 2007) se nos cuenta la hazaña de Steve Wiebe, un desempleado, un fracasado vital, que consigue romper un imposible récord mundial en el videojuego clásico Donkey Kong. Para conseguirlo, Wiebe memoriza las rutinas de los obstáculos que aparecen de manera infernal, e incluso traza sobre la pantalla, con ceras, los movimientos que debe hacer su personaje para esquivar la muerte y conseguir puntos. Tal logro sólo está al alcance de alguien con un trastorno obsesivo compulsivo, mucha paciencia, y una fe ciega en que el azar puede ser controlado. Un fracasado inmerso en la nefasta cultura del éxito que necesita ser el primero en algo: aunque sea en un videojuego.
En el muy recomendable documental The King of Kong (Seth Gordon, 2007) se nos cuenta la hazaña de Steve Wiebe, un desempleado, un fracasado vital, que consigue romper un imposible récord mundial en el videojuego clásico Donkey Kong. Para conseguirlo, Wiebe memoriza las rutinas de los obstáculos que aparecen de manera infernal, e incluso traza sobre la pantalla, con ceras, los movimientos que debe hacer su personaje para esquivar la muerte y conseguir puntos. Tal logro sólo está al alcance de alguien con un trastorno obsesivo compulsivo, mucha paciencia, y una fe ciega en que el azar puede ser controlado. Un fracasado inmerso en la nefasta cultura del éxito que necesita ser el primero en algo: aunque sea en un videojuego.
Al filo del mañana se apropia sin duda de la lógica de los videojuegos para su narrativa: el protagonista debe pasar "pantallas" pacientemente. Pero si buscamos un referente más cinematográfico hay que mirar en el clásico moderno Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993). Al igual que Bill Murray, el protagonista de Al filo del mañana, apropiadamente llamado Cage (Tom Cruise), está condenado a repetir siempre el mismo día, y a aprender de sus errores... También se enamora de una mujer, Rita (Emily Blunt) a la que llega a conocer muy bien gracias a la repetición de la misma jornada, pero que no le corresponde: ella siempre le acaba de conocer.
El otro referente de Al filo del mañana es obvio: las chaquetas, exoesqueletos de combate, remiten a un clásico de la ciencia ficción, la militarista Tropas del Espacio de Robert A. Heinlein (1959). En la versión cinematográfica de Paul Verhoeven (1997), estos trajes se cambiaron por duchas mixtas y mala leche. Pero en ambas se lucha contra una invasión alienígena, aunque en Al filo del mañana los bichos parezcan salidos de Matrix (Los Hermanos Wachowski, 1999). En su esencia, el Aliens: el regreso (1986) de James Cameron también se inspiraba en Tropas del espacio y eso lo saben los creadores de Al filo del mañana: en ambas aparece Bill Paxton. Curiosamente el actor improvisó una frase en el clásico de 1986 que era también una referencia a los videojuegos, la famosa "Game over, man!"
Aliens |
Estas referencias están organizadas siguiendo el esquema clásico -muy del gusto de Hollywood pero bastante efectivo- del viaje del héroe de Joseph Campbell. Cage comienza siendo un egoísta negado para el combate y tras salvar varios obstáculos, encontrar un mentor y morir aparentemente -un montón de veces- y resucitar, consigue convertirse en un héroe capaz de liderar y de sacrificarse por el bien de los demás: es el mismo esquema de Star Wars (George Lucas, 1977), Matrix (1999), El señor de los anillos (Peter Jackson, 2001) y Avatar (James Cameron, 2009). Al filo del mañana es además una reflexión sobre los miedos que nos impiden avanzar. Las vidas infinitas de Cage le liberan del miedo a la muerte, pero también le quitan sentido a su existencia: haga lo que haga, vuelve al punto de partida, como Sísifo. La única forma de salir del círculo vicioso es intentar algo diferente. A veces hacer algo radical puede conseguir que salves el mundo... y que te lleves a la chica de tu(s) vida(s).
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