-AVISO SPOILERS-
Soy un blando. A pesar de las decepciones, mi corazón siempre está dispuesto a darle una oportunidad a una chica guapa... y a una peli de monstruos con espíritu ochentero. Lamentablemente, he vuelto a sufrir una decepción con la irlandesa Grabbers.
John Wright, su director, mira hacia Steven Spielberg para construir su película: coge mucho de Tiburón (1975), algo de Parque Jurásico (1993), hace un guiño a la luna de E.T. (1983) -que servía de logo a su productora Amblin- y sobre todo se acuerda del Spielberg que produjo Gremlins (Joe Dante, 1984). Pero Wright debería fijarse más bien en las herramientas que utilizó Spielberg en esas películas para crear los elementos que se echan en falta en Grabbers: suspense y sentido de la maravilla. La cámara de Wright no consigue crear ninguna tensión, y eso que no deja de moverse, tambaleándose sin cesar como si estuviera... borracha.
Porque la mejor idea de guión de la película es que los grabbers, bichos que se alimentan de sangre humana, no toleran el alcohol. Lo que quiere decir que cualquiera que esté lo suficientemente borracho será un mal trago para estos alienígenas con brazos tentaculares. Y la película es irlandesa, así que poco peligro corren los vecinos del pequeño pueblo pesquero. Lo malo es que esta estupenda premisa se aprovecha de manera más bien torpe, y Grabbers como comedia, en mi opinión, tampoco cumple. Sí que hilan fino gracias a otra referencia cinéfila: una de las víctimas ve en la televisión La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968), y en otro momento el pueblo se refugia en un bar del ataque de los grabbers. Pero los que se tambalean torpemente no son los zombies, sino los vecinos obligados a emborracharse para salvar la vida.
En cambio, los efectos especiales cumplen sobradamente, sobre todo en el enfrentamiento final con el grabber gigante, probablemente lo mejor de una película que en conjunto resulta fallida. Y lo peor de todo es que volveré a caer. Acabaré dándole otra oportunidad y seguramente sufriré otra decepción. Pero es que no puedo evitarlo: las chicas guapas y las pelis de monstruos. Mi perdición.
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