Spiderman de Steve Ditko |
Peter Parker era un pringado. El típico empollón, cuyo mayor pecado era ser más inteligente que los demás, y demasiado sensible en comparación con los otros chicos. Tímido, antisocial y marginado, Peter se pasó el instituto soñando con ser aceptado y evitando la burlas de Flash Thompson. Peter Parker éramos todos nosotros. Pero cuando una araña radioactiva -ahora mutada genéticamente- se cruzó en su camino, todo cambió. Los superpoderes que obtuvo -la fuerza proporcional de una araña- le convirtieron en el héroe que todo chaval quiere ser. Pero Spiderman nunca fue un superhéroe de esos que estrechan la mano del Presidente en la Casa Blanca: todo lo contrario, el trepamuros fue originalmente tratado como un criminal por la policía y rechazado por The Avengers y Los Cuatro Fantásticos. Pero lo peor es que, a pesar de ser un héroe, de ser superfuerte, Peter Parker debía fingir que seguía siendo el pringado de siempre para proteger a sus seres queridos. Para evitar que se repitiera lo ocurrido con su tío Ben. Peter llevaba sobre sus hombros una gran responsabilidad.
Spiderman de John Romita Sr. |
Tras el instituto, comenzó una nueva vida para Peter. Y el símbolo de ese cambio era una chica rubia, guapísima y tremendamente inteligente. Era perfecta para Peter. Gwen Stacy realmente representaba todo lo que nuestra imaginación podía llegar a soñar. Y aunque durante mucho tiempo la vida amorosa de Parker se dividió entre ella y Mary Jane Watson (otro pibón de escándalo) todos sabíamos que el amor, de verdad, ese que sólo llega una vez en la vida, era Gwen. Y quizás nos sentimos algo incómodos cuando Peter consiguió, por fin, conquistar a Gwen. Nos lo habían presentado como a un perdedor. Nunca creímos que sería capaz de enamorar a la chica perfecta. Pero lo hizo y con él todos conocimos lo que debe ser amar de verdad... y ser correspondido.
La muerte de Gwen |
Lo malo es que eso duró poco. Lo malo es que en la médula de un personaje como Peter Parker está la tragedia. Gwen murió a manos del peor enemigo de Spiderman, el Duende Verde. Y nada volvió a ser igual. La muerte de Gwen Stacy no sólo fue devastadora para Peter Parker. No sólo rompió el corazón de todos nosotros, los lectores. No sólo habíamos perdido a la chica perfecta. Habíamos perdido la inocencia. La capacidad de creer en el amor. Habíamos tenido entre nuestros brazos a la mejor chica de todas, y en 24 páginas de un tebeo de 1973 nos la quitaron.
Peter nunca volvió a ser el mismo. El Universo Marvel nunca volvió a ser el mismo. Kurt Busiek y Alex Ross eligieron ese momento -en su obra maestra Marvels (1994)- para marcar el fin de la inocencia de un universo de ficción entero. Tras la muerte de Gwen llegaron esos antihéroes cínicos que ahora son la norma: The Punisher, Wolverine... hasta llegar a Venom.
En la última versión cinematográfica -The Amazing Spiderman (Marc Webb, 2012)- decidieron contarnos el momento más aciago que ha vivido nunca un superhéroe. En el corazón de esa película late de nuevo la historia de amor por esa chica irrepetible encarnada a la perfección por Emma Stone. Y en nuestros ojos, bajo las estúpidas gafas 3D, y a pesar de lo fallida que es la película, se asomaron las lágrimas al contemplar la escena de esa muerte que ya conocíamos sobre el papel.
Porque Gwen Stacy no es sólo un personaje de ficción. Es todas esas chicas que parecían perfectas, pero nos han abandonado. Y como Peter Parker, podremos rehacer nuestras vidas, pero nunca olvidaremos. Sólo nos queda aprender a vivir con el dolor. Con la ausencia. Con el vacío que has dejado en mi vida, Gwen
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