AGENTES DE S.H.I.E.L.D -TEMPORADA 3- DEVILS YOU KNOW


DEVILS YOU KNOW (20 DE OCTUBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

El título de una historia suele dar pistas sobre la intención del narrador. Aquí, Devils you Know parece hablarnos de pactos con el diablo. Se trata de otro reflejo del tema central de esta serie: la confianza. Daisy Johnson (Chloe Bennet) no se fía -lógicamente- del acuerdo que ha hecho su director, Phil Coulson (Clark Gregg) con la directora de la (nueva) agencia rival de S.H.I.E.L.D, Rosalind Price (Constance Zimmer). Aunque en este episodio los dos grupos trabajan juntos, será difícil que dejen de sospechar el uno del otro a pesar de luchar, teóricamente, por los mismos objetivos. La rivalidad gana interés por la tensión sexual que hay entre Coulson y Rosalind. 


Probablemente el "demonio conocido" del que habla el título de este episodio es Grant Ward (Brett Dalton), exagente de S.H.I.E.L.D cuyo personaje comenzó a ser atractivo cuando traicionó a sus compañeros y amigos. Ward va ganando en interés precisamente por su odio obsesivo a la que fuera su agencia: vemos cómo está convirtiendo HYDRA en un reverso, algo paródico, de S.H.I.E.L.D. Un poco lo que hacen los satanistas con la iglesia católica, mientras esperan al anticristo. Lance Hunter (Nick Blood) también está obsesionado, pero con vengarse de Ward por casi matar a su pareja, Bobbi Morse (Adrianne Palicki). En su venganza, Hunter demuestra pocos escrúpulos, lo que rompe su pacto con May (Ming-Na Wen) que deja de confiar en él y pide ayuda a Coulson. La actitud suicida de Hunter produce daños colaterales: la muerte del doctor Andrew Garner (Blair Underwood), expareja de May es (casi) la más relevante de la serie hasta ahora. Un fallecimiento que ayuda a cimentar la imagen de "malo malísimo" de Werner Von Strucker (Spencer Treat Clark). Con antagonistas como Ward y Strucker, esta serie podría ganar muchos enteros.


Luego tenemos al misterioso Lash, un monstruo de aspecto literalmente demoníaco. De hecho, hay cierta imaginería satánica en este episodio: cuando Alisha (Alicia Vela-Bailey) percibe la muerte de una de sus réplicas. Lash (Matthew Willig) se dedica a localizar y matar metahumanos. En este capítulo descubrimos que tiene un aliado -otro pacto con el diablo-, el informático Dwight Frye (Chad Lindberg), personaje de vida más bien corta. Lo interesante es que Daisy descubre que Lash tiene una identidad secreta humana, que podría ser "cualquiera", lo que convierte al villano en el nuevo McGuffin de la serie. El nuevo misterio a resolver. El enigma anterior es qué le pasó a Simmons (Elizabeth Henstridge) en la dimensión del monolito y por qué quiere volver.

CAPÍTULO ANTERIOR: A WANTED (IN)HUMAN

AGENTES DE S.H.I.E.L.D -TEMPORADA 3- A WANTED (IN)HUMAN


A WANTED (IN)HUMAN (13 DE OCTUBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Este entretenido episodio de Agentes de S.H.I.E.L.D divide su historia en tres frentes: la recuperación de Simmons (Elizabeth Henstridge) tras volver de la extraña dimensión del monolito; los intentos de infiltrarse en HYDRA de Hunter (Nick Blood) y May (Ming-Na Wen); y la trama principal que cuenta la persecución del inhumano Lincoln (Luke Mitchell) y cómo Daisy (Chloe Bennet) intenta protegerle. Ahora bien, los guionistas de esta serie nos tienen acostumbrados a hilar fino. Si os fijáis bien, cada subtrama nos habla de un reencuentro en el que la confianza se ve comprometida o directamente traicionada. Hunter utiliza a un viejo contacto, Spud (Daniel Feurriegel), al que intenta engañar para acercase a HYDRA, pero tendrá que enfrentarse a él, cuerpo a cuerpo, en la que probablemente es la escena más sangrienta de toda la serie. Hunter, aparentemente, mata a Spud. Algo parecido ocurre con Lincoln, que al ser perseguido por las autoridades, recurre a la ayuda de John Donnelly (Daniel Roebuck), que intuimos fue su padrino cuando tuvo problemas con el alcohol. Todo va bien hasta que John descubre que Lincoln podría ser un extraterrestre. Acaba muriendo de un ataque al corazón. Enseguida Daisy ofrece su ayuda a Lincoln, sin saber que Coulson (Clark Gregg) ha hecho un trato para entregarle con su nueva rival, Rosalind (Constance Zimmer). Todo esto refleja uno de los temas centrales de la serie, el de la dificultad de confiar en el otro. Estamos, después de todo, ante una serie de espías en la que se cuelan superhéroes. 


La relación más compleja del episodio -y de Agentes de S.H.I.E.L.D- es la de Simmons y Fitz (Iain De Caestecker). Colegas profesionales, amigos y enamorados, su relación no acaba de evolucionar hacia formar una pareja sentimental. La interpretación de Elizabeth Henstridge transmite que su personaje se encuentra en una situación de fragilidad emocional por no sabemos qué trauma vivido en la extraña dimensión del monolito. Pero Simmons quiere volver.

CAPÍTULO ANTERIOR: PURPOSE IN THE MACHINE

EXPEDIENTE X -TEMPORADA 10- FOUNDER´S MUTATION


FOUNDER´S MUTATION (25 DE ENERO DE 2016)

El director, escritor y productor James Wong es uno de los alumnos aventajados de los Expediente X originales. Guionista de unos 16 episodios, algunos muy importantes en la mitología principal de la serie, la carrera de Wong le llevó luego a crear la exitosa saga Destino Final (2000) junto a su colaborador habitual, Glen Morgan. Luego, Wong pasaría a trabajar en la excelente American Horror Story. En este segundo episodio del regreso de los X-Files, Wong toma las riendas, escribe y dirige, casi como un autor total.


Si en el primer capítulo Chris Carter recuperó la mitología clásica de la serie sobre la conspiración extraterrestre, aquí Wong vuelve a la estructura episódica en la que los agentes Mulder (David Duchovny) y Scully (Gillian Anderson) deben resolver un caso aislado. La pareja aparece en la escena del crimen, de traje como mandan los cánones del FBI, como si no hubiesen pasado 14 años desde la última vez que les vimos. Pero Wong comienza su historia con un toque de humor: Fox Mulder roba el móvil de la víctima, revisa su agenda, queda con un misterioso hombre... y se ve implicado por error en un escarceo homosexual. Estamos en 2016, como deja claro el propio Mulder haciendo referencias a Edward Snowden y al ObamaCare. Pero también vemos a Scully llevando a cabo una autopsia, como en los viejos tiempos, por lo que esta nueva andadura de los Expediente X se presenta como una actualización de la fórmula que convirtió a la serie en objeto de culto. Sin embargo, estos episodios no están pensados para nuevos espectadores, sino que asumen lo ocurrido en los más de 200 capítulos anteriores. Así, los conflictos de pareja de Mulder y Scully, su historia pasada, el hijo que tuvieron y perdieron, se añaden a la trama de ciencia ficción. El trauma de Scully sobre la maternidad ha sido uno de los principales conflictos del personaje durante todos estos años y aquí se retoma de nuevo. Founder´s Mutation tiene el mal rollo de algunas de las historias más recordadas de la serie, con una generosa dosis de gore incómodo por su relación con niños, fetos y mujeres embarazadas. Además, retoma un tema clásico, el de los experimentos genéticos del Gobierno, que Wong relaciona con la evolución colando referencias a El planeta de los simios (Franklin Schaffner, 1968) y 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968).


Pero el corazón de esta historia está en los flashbacks, por llamarlos de alguna manera, que revelan a Mulder y a Scully como padres. Si, como yo, no recordáis lo ocurrido en una serie de hace 14 años -solo he revisado las primeras temporadas- estas escenas pueden resultar confusas. En algún momento pensé que Scully realmente había vivido algunos años con su hijo sin que yo lo supiera -nunca vi la novena temporada, aunque la tengo en DVD- o que los guionistas estaban contándonos cosas de ese limbo narrativo tras el fin de la serie. Pero no. Las escenas en las que Mulder "hace de padre" contradicen lo que cuentan las de Scully, por lo que estamos ante la triste imaginación de lo que pudo haber sido la vida de nuestros queridos héroes.

CAPÍTULO ANTERIOR: MY STRUGGLE

EXPEDIENTE X -TEMPORADA 10- MY STRUGGLE


MY STRUGGLE (24 DE ENERO DE 2016)

Es como si nunca se hubiesen ido. 14 años separan este primer episodio de la décima temporada de los Expediente X del último de la novena entrega. Pero parece que no hubiera pasado el tiempo. Chris Carter, padre de los agentes Mulder y Scully escribe y dirige la vuelta de una serie sin la que probablemente no existirían hoy Perdidos (2004) o por supuesto, Fringe (2008). Si habéis visto la temporadas clásicas (1993) -ya podemos empezar hablar en términos trekkies- recordaréis que había dos tipos de historias. En unas, los agentes del FBI se ocupaban de un caso aislado, del "monstruo de la semana". Algunos de esos capítulos son auténticas obras maestras. Pero lo que de verdad enganchaba a la serie era el otro tipo de relatos, que tenían continuidad y formaban parte de una trama mayor, que desarrollaba una mitología propia de OVNIS, abducciones y conspiraciones gubernamentales. Carter reincide aquí en esta mitología, la actualiza con lo ocurrido tras el 11-S y decide volver al origen de todo, a Roswell 1947, aprovechándose, eso sí, de unos efectos especiales digitales mucho mejores que los de antaño. La sensación al ver este capítulo es que Chris Carter se ha quedado todo este tiempo atrapado por su propia creación, al igual que Mulder sigue torturándose con las mismas preguntas sin respuesta. Esto, en algún momento de este episodio, juega en contra: el argumento se mueve en círculos alrededor de la misma cuestión de siempre. ¿Quién está detrás de la conspiración?


A pesar de esto, lo nuevo de Expediente X tiene exactamente el sabor que un episodio de los años 90. ¡La cabecera es la misma! La historia acumula todos los clichés y tics de la serie, condensando en 44 minutos prácticamente todo lo visto durante las 9 temporadas anteriores. Es verdad que David Duchovny parece algo cansado, pero Gillian Anderson ha conseguido ser más guapa con los años. Eso sí, entre ellos ya no existe la famosa tensión sexual no resuelta. Vuelve también Mitch Pileggi -Skinner- que ha tenido que dejarse barba para evidenciar que el tiempo ha pasado desde la última vez que le vimos. La revelación final, con la vuelta de un personaje fundamental, es suficiente para que volvamos a creer. 

AMERICAN HORROR STORY: HOTEL -BE OUR GUEST


BE OUR GUEST (13 DE ENERO DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Se podría decir que el verdadero -y triste- final de Hotel fue ese plano de la Condesa (Lady Gaga) -en el episodio anterior- sabiéndose condenada a pasar toda la eternidad como un fantasma más del hotel Cortez, en compañía de su fundador, James March (Evan Peters). Esa imagen melancólica de la artista ganadora de un Globo de Oro era el cierre perfecto para la que considero la mejor temporada de AHS. ¿De qué trata entonces este último capítulo? Pues creo que estamos ante un estupendo epílogo que considero un divertimento, sí, pero que ofrece una dosis extra de imaginación y atrevimiento en una historia cargada de humor (negro).


Aquí, vemos como Iris (Kathy Bates) y Liz Taylor (Dennis O´Hare) se han hecho con el hotel y pretenden convertirlo en un negocio rentable. El problema es que el edificio está lleno de fantasmas asesinos, que enseguida matan a una pareja de críticos atraídos por la renovación. Este, por cierto, ha sido uno de los temas recurrentes de la temporada, el de la crítica cultural, los comentaristas sociales, blogueros y periodistas del corazón, que han acabado siempre asesinados. Lo cierto es que Iris y Liz deciden convocar a los fantasmas del hotel para pedirles que no maten a los huéspedes. Como una reunión de vecinos en el hotel Overlook de El resplandor (Stanley Kubrick, 1980). Este temor de los espectros por el futuro del edificio que habitan y por la naturaleza de los vivos con los que tendrán que convivir, nos remite a la primera temporada de la serie, Murder House, y por supuesto, a Bitelchús (Tim Burton, 1988). La hilarante solución la impone James March: una especie de veda de asesinatos hasta 2026, cuando el edificio sea declarado patrimonio histórico. Para que la tregua funcione, Iris y Liz deben contentar a los dos fantasmas más problemáticos. A la yonqui nihilista Sally (Sarah Paulson) la convierten en otro tipo de adicta: a las redes sociales. Al diseñador Will Drake (Cheyenne Jackson) le permiten seguir al frente de su firma, organizando desfiles con los fantasmas del Cortez como modelos. Esta es la surrealista -y divertida- forma en la que los muertos salvan su hogar.


Liz Taylor ha sido sin duda el personaje más humano de Hotel. Su historia de transexualidad -una probable referencia a Ed Wood- ha sido contada de una forma tremendamente cercana, a lo que ha ayudado mucho la gran interpretación de Dennis O'Hare. En este capítulo, conocemos el destino de Liz, que se convierte en abuela -cerrando la herida del abandono del hogar- para luego descubrir que tiene cáncer -¡De próstata!- y morir a manos de su creadora, la Condesa (Lady Gaga) en una escena emocionante. Liz acabará convertida en fantasma y reuniéndose con su gran amor, Tristan (Finn Wittrock).


Ya sabemos que cada capítulo de cada temporada de AHS no se conforma con contar y desarrollar una historia hasta su desenlace. En cada entrega de la serie hay digresiones, se abren nuevos caminos narrativos sin cesar, lo que ayuda a mantener la frescura, la sensación de que todo es posible. A pesar de ser este el último episodio de Hotel, los guionistas no se cortan y presentan una nueva historia, protagonizada por un personaje inédito en la temporada, nada menos que la psíquica Billie Dean Howard, de American Horror Story: Murder House, interpretada de nuevo por Sarah Paulson. La decisión es, sin duda, atrevida, además de un guiño a los fans de la serie. La trama sirve para cerrar el arco de John Lowe (Wes Bentley), convertido en un asesino en serie que solo mata a quien lo merece -en plan Dexter- para mantener alimentada a su familia de vampiros. John es detenido y ajusticiado por la policía, por lo que se convierte en un fantasma más del hotel Cortez, lo que obliga a la pequeña Scarlett (Shree Crooks) a irse lejos, aunque visitando regularmente a sus seres queridos que, por supuesto, no envejecen. Los creadores de AHS vuelven aquí a subvertir el modelo de esa familia tradicional que suele ser la protagonista de gran parte del cine de terror. Con ello, sin embargo, resuelven el gran conflicto central de esta temporada: el de la paternidad irresponsable.

CAPÍTULO ANTERIOR: BATTLE ROYALE

STAN LEE´S LUCKY MAN -TEMPORADA 1- MORE YANG THAN YING


MORE YANG THAN YING (22 DE ENERO DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Stan Lee es Dios. El tío ha creado a los Cuatro Fantásticos, Hulk, Iron Man, Thor y los X-Men. Si hubiera conseguido retener los derechos de autor de la mitad de esos, sería el hombre más rico del mundo. Pero cuando al bueno de Stan se le ocurrieron todos esos personajes, trabajaba a sueldo para una editorial de cómics. Por eso, antes de una película de Los Vengadores aparece la palabra Marvel y no su nombre, como en esta serie. Ahora bien, el aficionado a los cómics sabe que la creatividad de Stan siempre ha estado en entredicho porque lógicamente inventó a los personajes antes citados con la ayuda de un dibujante, de un torrente llamado Jack Kirby. Y es verdad. Aquellos tebeos era buenos por Jack. Pero los personajes son duraderos porque Stan tenía una gran habilidad para crear arquetipos. Su mayor logro, Spiderman, es un personaje imperecedero a la altura de Superman, Tarzan o James Bond. Y por cierto, lo creó con otro dibujante, Steve Ditko.


Lucky Man se vende como la última creación de Stan Lee. El hombre tiene 93 años, por lo que podemos suponer que es autor solamente de la idea original. Una tan simple como todas las de Stan: un personaje con mucha suerte. No es un "superpoder" demasiado original. Pero el concepto es sencillo y recuerda a una fábula moral, algo muy propio del creador de tantos superhéroes: Harry (James Nesbitt) es un perdedor, un detective ludópata que ha fracasado en todo, y que por accidente recibe una misteriosa pulsera que le proporciona una suerte inaudita. Solo que hay una pega, una contrapartida a la buena fortuna, que en este primer episodio el protagonista apenas comienza a descubrir. Estamos ante la sencillez de un tebeo de los años 40. Pero seguramente todo lo demás sea obra del cocreador de esta serie, Neil Biswas. 


Lucky Man es una producción inglesa típica, seria, bien interpretada y algo pausada. Resulta raro que algo británico lleve el nombre del hombre que resucitó al Capitán América. El exótico escenario de esta primera historia, el Chinatown londinense, en cambio, sí parece muy propio de Stan, que gustaba en sus primeros trabajos de enfrentar a sus héroes contra remedos de Fu Manchú como el Mandarín. Este primer capítulo, la verdad, ofrece apenas la típica historia policíaca en la que Harry debe resolver un crimen en el que está más implicado de lo que debería. Eso sí, una vez superada la típica historia superheróica del origen de los poderes, el argumento coge ritmo. Hay una misteriosa -y guapísima- mujer (Sienna Guillory) que hace un poco de hada madrina y Harry tiene una ayudante, Suri (Amara Karan), que comienza a hacerse simpática justo hacia el final de la historia. El final es un cliffhanger en toda regla que recuerda a los viejos seriales cinematográficos. Y eso es bueno. Y por supuesto, no podía faltar el reglamentario cameo de Stan Lee. Un genio.

AGENT CARTER -TEMPORADA 2- A VIEW IN THE DARK


A VIEW IN THE DARK (18 DE ENERO DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Este episodio es en realidad la segunda parte del especial de dos horas que abría la segunda temporada de Agent Carter. Y eso se nota. La historia deriva completamente de lo visto en A Lady in the Lake y los primeros minutos carecen de acción y de emoción. El argumento avanza a base conversaciones destinadas a dar a conocer a dos personajes. El primero es Jason Wilkes (Reggie Austen) científico y nuevo interés romántico de Peggy Carter (Hayley Atwell) -tras su decepción amorosa con el agente Sousa (Enver Gjokaj)-. El personaje de Wilkes introduce elementos de denuncia sobre el racismo de la época -1947- que se añaden al feminismo habitual en la serie. Algo de esto último hay en el otro personaje que he mencionado: Whitney Frost (Wynn Everett) es una famosa actriz que, a pesar de su éxito y de ser una gran intérprete, es menospreciada por los directores que solo quieren verla guapa y joven. El personaje está basado en un villano de Marvel Comics, Madame Máscara, creada en 1968 para hacerle la vida imposible a Iron-Man.

Volviendo a Jason Wilkes, el personaje -un científico- sirve para introducir lo que probablemente será el McGuffin de esta temporada: la materia cero. Se trata del extraño resultado de las típicas pruebas atómicas de la época, una sustancia que parece ser el portal hacia otra dimensión. Cuando este concepto es introducido en la trama, el episodio gana en emoción y dinamismo, convirtiéndose en la historia de acción, espionaje y ciencia ficción que queríamos ver. La materia cero se traga a Wilkes, y marca el rostro de Whitney Frost, lo que me hace pensar que muy pronto veremos a la villana utilizar la máscara que le ha valido su nombre.

CAPÍTULO ANTERIOR: THE LADY IN THE LAKE

AMERICAN HORROR STORY: HOTEL -BATTLE ROYALE


BATTLE ROYALE (6 DE ENERO DE 2015) -AVISO SPOILERS-

El título del episodio indica que estamos ante una guerra de todos contra todos, además de aludir a Ramona Royale (Angela Bassett). Liz Taylor (Dennis O´Hare) e Iris (Kathy Bates) comienzan el episodio pegando tiros y matando nada menos que a la Condesa (Lady Gaga). Pero obviamente el personaje no iba a desaparecer tan fácilmente. La vampira sobrevive, convierte su enfrentamiento final con Ramona Royale (Angela Bassett) en un encuentro sexual y muere -ahora sí- a manos de John Lowe (Wes Bentley) que completa así su colección de asesinatos inspirados en los 10 mandamientos. Con esto se puede decir que los guionistas cierran todas las tramas planteadas, uniendo las diferentes historias cuyo nexo es el hotel Cortez. Pero además, le dan al personaje de la Condesa un final -por ahora- más que digo. Convertida en fantasma, la vampira acaba condenada para toda la eternidad a vivir en el hotel acompañando a su constructor, James March (Even Peters).


Lady Gaga ha ganado un Globo de Oro por su interpretación en esta temporada de AHS, pero la verdad es que la mejor interpretación de Hotel se debe a Sarah Paulson, que en este capítulo protagoniza un nihilista flashback que es otra subtrama encapsulada. Incluso en el penúltimo capítulo, los guionistas siguen atreviéndose a contarnos nuevas pequeñas historias. Y eso me parece genial. Aquí desvelan que Sally fue una musa del grunge cuya afición a la heroína acabó con la vida de dos prometedores jóvenes cantantes. ¿A alguien más le recuerda esto a Courtney Love? La secuencia del trío sexual-drogadicto-gore que practica Sally con sus protegidos es verdaderamente desagradable, en la línea de la chunga, The Human Centipede (Tom Six, 2009). Sally era una -pervertida- figura maternal para la pareja de cantantes, lo que refleja, una vez más, el tema principal de esta temporada: la paternidad irresponsable. Así, vemos en este episodio cómo John Lowe intenta reunir de nuevo a su familia, con su hijo Holden (Lennon Henry) convertido en vampiro; a Iris llorando la perdida de Donovan (Matt Bomer); a la Condesa alimentándose de sus niños vampiros para volver a la vida.


Por último destacar la aparición especial de Queenie (Gabourey Sidibe), personaje de American Horror Story: Coven cuyo final conocemos aquí. Los poderes de la bruja -"Soy un muñeco vudú viviente"- permiten una escena tan sangrienta como graciosa, cuando Ramona Royale intenta comérsela. Esta serie es genial.

CAPÍTULO ANTERIOR: SHE GETS REVENGE

LEGENDS OF TOMORROW -TEMPORADA 1- PILOTO


PILOTO (21 DE ENERO DE 2016) -AVISO SPOILERS-

En 1968 Henry Fonda solo había hecho papeles de "bueno". Cuando Sergio Leone le contrató para ser el villano en Hasta que llegó su hora (1968) hizo que su personaje matara a un niño en su primera escena. Era su forma de dejarle muy claro al público que Fonda iba a interpretar a alguien diametralmente opuesto a todos los que había encarnado en su carrera. En la nueva serie Legends of Tomorrow, lo primero que vemos hacer al gran villano Vandal Savage (Casper Crump) también es el asesinato de un niño, en un futuro Londres devastado. El malo de la serie se ha presentado al público. No está nada mal.


Lo interesante es que no es la primera vez que vemos al inmortal Vandal Savage. Su verdadera introducción televisiva ocurrió en el episodio Legends of Today de la serie The Flash. De hecho, todos los personajes de LOT provienen de aquella y de Arrow, en lo que es la culminación de una apuesta por crear un Universo Cinemático DC que incluye las tres ficciones mencionadas y Supergirl. De la serie del velocista escarlata aparecen aquí Captain Cold (Wentworth Miller), Heatwave (Dominic Purcell), Hawkgirl (Ciara Reneé), Hawkman (Falk Hentschel), y Firestorm (Victor Garber y Franz Drameh). La serie del arquero aporta a White Canary (Caity Lotz) y The Atom (Brandon Routh). El vínculo que los une a todos es un nuevo personaje, el viajero temporal Rip Hunter, que se enfrenta a sus antiguos jefes, los señores del tiempo, y es interpretado por Arthur Darvill, el que fuera compañero de un señor del tiempo bastante más famoso en Doctor Who (2010-2012). Aplaudo el guiño.


El primer capítulo de Legends of Tomorrow comienza como un tiro. Rápidamente nos presentan al villano y el objetivo de los héroes: evitar un futuro apocalíptico. Luego, Rip Hunter -creado en los cómics en 1959- comienza a reclutar a los miembros del grupo. Tras la llamada de la aventura, los personajes, agrupados en parejas, deben decidir sin aceptan unirse al viajero temporal. The Atom aparece junto a Oliver Queen (Stephen Amell); White Canary se lo piensa con Black Canary (Katie Cassidy); el profesor Stein engaña a Jax; los Rogues están de acuerdo y la pareja formada por Carter Hall y Kendra mantiene una discusión bastante física sobre el asunto. La premisa es estimulante: Rip Hunter le asegura a los héroes -y villanos- que en el futuro se convertirán en leyendas. Pero la verdad se descubre luego: su escasa repercusión en la línea temporal es lo que ha llevado a Hunter a reclutarles. Lo que convierte a este grupo en algo más cercano a los X-Men o la Doom Patrol que a la Liga de la Justicia o Los Vengadores. Y eso está muy bien.


Enseguida nuestros antihéroes están embarcados en su primera misión, en el New Orleans de 1975. El ritmo trepidante del guión hace que este primer episodio sea francamente entretenido, pero quizás algunas situaciones se hubiera beneficiado de pausas para ser desarrolladas con más detenimiento. El doctor Boardman (Peter Francis James) podría haber sido presentado -y despedido- de una forma más ingeniosa, menos mecánica, pero cuando revela su relación con Hawkgirl, consigue ganarse nuestra simpatía. Eso sí, a pesar de los esfuerzos por recordarnos una y otra vez que los protagonistas han viajado a los años 70, la época está pobremente recreada. Sin embargo, la batalla contra el cazarrecompensas Cronos -que no esconde su naturaleza exploit, Captain Cold le compara con Boba Fett- es bastante espectacular.


El piloto de Legends of Tomorrow se presenta como una mezcla de elementos de sus series progenitoras. El gusto -casi fetichista- por los cuerpos musculosos enfundados en ropa de cuero de Arrow y la inocencia aventurera de The Flash. Una combinación que todavía no funciona, pero que promete. Cuando Rip Hunter revela que el niño que hemos visto morir al principio era su hijo, esta nueva ficción parece pretender una carga emocional y una profundidad en los personajes que podría elevarla a algo más que un spin-off. Veremos.

SERIES ANTERIORES: THE FLASH Y ARROW

AGENT CARTER -TEMPORADA 2- THE LADY IN THE LAKE


THE LADY IN THE LAKE (19 DE ENERO DE 2015) -AVISO SPOILERS-

La segunda temporada de Agent Carter comienza con una imagen que se convirtió en ícono de la primera entrega. Un sombrero rojo -femenino- destacando entre una multitud de sombreros grises -masculinos-. La imagen resume el espíritu de la serie, estamos ante los problemas de una mujer -Peggy Carter (Hayley Atwell)- en un mundo de hombres. Pero nos han engañado. El sombrero rojo no pertenece a Peggy sino a una vieja enemiga de la primera temporada, Dottie Underwood (Bridget Regan) una espía rusa que intenta robar un banco. El que Dottie se vista como Peggy es deliciosamente perturbador: podemos entender que se ha enamorado de su enemiga. Después de una pelea entre las dos, Carter derrota a Dottie con una bolsa repleta de monedas: el capital vence sobre la amenaza comunista.


La acción se traslada a Los Ángeles, 1947. Allí aparece el cuerpo congelado de una mujer que habría encontrado la muerte en manos de un misterioso asesino en serie. De la investigación se encarga el agente Sousa (Enver Gjokaj) que pide ayuda a su antiguo compañero en la SSR de Nueva York -precursora de S.H.I.E.L.D.- Jack Thompson (Chad Michael Murray). Esto produce el primer agravio machista contra Peggy, que es destinada a la nueva misión y apartada del interrogatorio de Dottie. Lo que obviamente acaba poniendo a Thompson en ridículo, al verse incapaz de hacerse cargo de la prisionera. Lo más atractivo de esta trama es la aparición de un nuevo personaje, Vernon Masters, un jefazo del gobierno interpretado por Kurtwood Smith, veterano conocido por ser el malo del clásico Robocop (Paul Verhoeven, 1987).


En Los Angeles, Peggy se reencuentra con Jarvis (James D'Arcy) que se aburre cuidando la mansión de Howard Stark (Dominic Cooper), que ha fundado un estudio cinematográfico en la línea de Howard Hughes. El episodio sigue básicamente la estructura de una investigación detectivesca, casi siempre en interiores, en los que Peggy interroga a diferentes personajes para obtener información. Con algo más de humor que en la primera temporada, parte del atractivo de la serie es la recreación de los eventos en los que Carter debe infiltrarse -la carrera hípica- y los modelitos que luce la despampanante Hayley Atwell.


Agent Carter probablemente se beneficiaría con un tono más pulp: confía demasiado en el mencionado -y cuestionable- atractivo de la ambientación de los años 40, en el tono inocente que recuerda lejanamente a una comedia de Howard Hawks y en el glamour de una época más elegante. Pero la serie le vendrían bien más ideas de ciencia ficción disparatada como los cadáveres congelados de este episodio y algún villano carismático. La primera temporada se apoyó demasiado en el conflicto feminista de Peggy y sus compañeros de la SSR. La única antagonista destacable fue precisamente Dottie, por lo que es normal que la hayan recuperado. En este sentido el cliffhanger del capítulo resulta esperanzador: desvela una misteriosa materia en poder del científico ligón Jason Wilkes (Reggie Austin). ¿Tendrá alguna relación con el monolito de Agentes de S.H.I.E.L.D?

TEMPORADA ANTERIOR: AGENTE CARTER

THE FLASH -TEMPORADA 2- POTENTIAL ENERGY


POTENTIAL ENERGY (19 DE ENERO DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Una de las razones por las que The Flash funciona es que podemos identificarnos con su protagonista. Barry Allen (Grant Gustin) es descrito por su "hermana" -su amor imposible-Iris West (Candice Patton) como un chico al que le gusta cargar con el peso del mundo. Barry se siente culpable incluso de problemas que no son su responsabilidad. En esto se parece, por supuesto, a Peter Parker (Spiderman). Ese agobio por una culpa inmerecida es lo que hace que Barry sea, básicamente, un buen tío. Uno al que todos querríamos tener como amigo. El conflicto principal de este episodio es el obstáculo que impide que Barry tenga una relación sentimental plena con Patty Spivot (Shantel VanSanten). El problema es, lógicamente, la identidad secreta de Barry y su miedo a que sus enemigos -Zoom- le hagan daño a ella. La muerte de Patty que sueña Barry en manos de Zoom parece estar inspirada en la de Gwen Stacy a manos del Duende Verde, el peor enemigo de Spiderman.



Barry llega a la conclusión de que la solución a su problema es confesarle a Patty su identidad secreta, lo que nos lleva al supervillano de este episodio: La Tortuga. Los poderes de este personaje de nombre ridículo son realmente ingeniosos, en el sentido de que son el opuesto perfecto de los del héroe. Si Flash es el hombre más rápido vivo, la Tortuga hace que todos a su alrededor sean más lentos. El personaje fue creado nada menos que en 1945, enfrentándose al Flash original -el de Tierra 2- Jay Garrick. Era "el hombre más lento vivo". La Tortuga es, como mandan los cánones del tebeo clásico de superhéroes, un ladrón. En este episodio, el contraste entre las habilidades de ambos produce secuencias de acción verdaderamente curiosas, en las que hay elementos moviéndose a velocidad normal, a cámara lenta y a supervelocidad. Los efectos especiales de estas secuencias están bastante logrados y son más que efectivos. Pero volvamos al argumento romántico, porque constituye el elemento más débil del guión. No tiene mucho sentido que Barry quiera tener una cita con Patty en un evento al que sabe que acudirá la Tortuga. También es contradictorio que Barry no confiese su secreto a Patty cuando esta parece a punto de abandonarle -por cierto, ella abre un misterioso paquete remitido desde Midway City, ciudad del Hombre Halcón y Hawkgirl-. Todo esto lleva a que la Tortuga decida raptar a Patty, cumpliéndose así la pesadilla de Barry. Se revela entonces que el villano no es un ladrón inocente, como la versión original de los años 40, sino un posible psicópata obsesionado con convertir a mujeres en trofeos en estasis. Veremos si realmente el poder de la Tortuga ayuda a los protagonistas a detener a Zoom, o lo que planee hacer con el ADN del criminal Harrison Wells (Tom Cavanagh), que vuelve a hacernos dudar de sus intenciones.


Coherentemente con la temática de la serie, la reticencia de Wally West (Keiynan Losdale) a hacer las paces con su padre Joe (Jesse L. Martin) esconde además una pasión por la velocidad: el joven participa en carreras de coches ilegales al estilo de A todo gas (Rob Cohen, 2001) o más bien, como el Johnny Storm (Michael B. Jordan) de la horrenda Cuatro Fantásticos (Josh Trank, 2015). Hay además otra trama, menor, en la que el otro Flash, Jay Garrick (Teddy Sears), esconde también un secreto a su pareja, Caitlin Snow (Danielle Panabaker): que la única forma de salvar su vida es recuperar su supervelocidad. El epílogo trae de vuelta nada menos que al Flash Reverso (Matt Letscher). Mola.


CAPÍTULO ANTERIOR: RUNNING TO STAND STILL

EL DESAFÍO (ROBERT ZEMECKIS, 2015)


No hay nada real en El desafío. Desde la horrenda peluca y el falso acento francés del que hace gala el actor protagonista, Joseph Gordon-Lewitt -algo sobreactuado en un personaje que puede resultar cargante- pasando por la recreación del París de los años setenta y hasta la resurrección de las torres gemelas del World Trade Center, todo es simulacro en la película de Robert Zemeckis. Autor obsesionado con otro tipo de "desafío", el técnico, Zemeckis siempre ha intentando conseguir el "más difícil todavía": empezando por la mezcla de animación tradicional e imagen real de ¿Quién engañó a Robert Rabbit? (1988), pasando por la manipulación de las imágenes de archivo de Forrest Gump (1994) hasta la animada Beowulf (2007), la realidad no parece haber sido nunca lo más importante para el director de Regreso al Futuro (1985). Y sin embargo, El desafío está basada en un hecho real, en las memorias del funámbulo Phillipe Petit, cuya historia ya ha sido llevada a la gran pantalla en el oscarizado documental, Man on Wire (James Marsh, 2008). Quizás precisamente por eso, Zemeckis no intenta ser realista y utiliza como principal recurso narrativo la ruptura de la cuarta pared: Petit, encaramado a la Estatua de la Libertad -primer simbolismo demasiado obvio de la película- nos habla directamente, creando distancia entre nosotros y lo narrado. La música de Alan Silvestri, la fotografía preciosista de Dariusz Wolski y el colorido ambiente circense ayudan a apuntalar la atmósfera de cuento. Por no hablar de un caricaturesco Ben Kingsley, en el papel del mentor de Petit, Papa Rudy.


El Desafío narra una historia tan lineal como el alambre entre las torres que debe cruzar Petit y solo en ese momento -a la hora y media de metraje- aparece la única emoción real de toda la película: el vértigo que consigue Zemeckis en un film concebido para ser visto en tres dimensiones. El miedo a una caída del personaje principal -incluso conociendo la historia real- puede llegar a marear en un alarde de habilidad del director que nos mantiene al filo del abismo durante casi media hora. Pero su hazaña, como la de Petit, aunque digna de aplauso, no deja de ser más que un truco circense. Todavía peores son los intentos de trasplantar un corazón a esta película utilizando el símbolo de las trágicamente derribadas torres gemelas.

AMERICAN HORROR STORY: HOTEL -SHE GETS REVENGE


SHE GETS REVENGE (16 DE DICIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Cada temporada de American Horror Story suele ser muy estimulante al principio, pero algo insatisfactoria en su tramo final. Creo que la razón es que no parece tener interés en plantear un conflicto central claro, sino que se dedica a contar nuevas historias -subtramas- y a introducir personajes -sin parar- en cada episodio. Esto es muy entretenido, pero tiene la pega de que cuando se acerca el final, no tenemos ninguna expectativa sobre el posible desenlace. Es el -pequeño- precio que hay que pagar para poder disfrutar de una temporada repleta de imaginación, guiños al género de terror e idas de olla. Ahora bien, She Gets Revenge es un episodio muy sólido -del veterano guionista James Wong- que elude esa sensación de decepción y consigue ofrecernos un relato entretenido, con un punto macarra, y con mucho corazón.


El prólogo, narrado por Liz (Denis O´Hare), es otra de esas historias encapsuladas que no lleva a ninguna parte argumentalmente, pero establece el tono emocional del capítulo. Aquí se nos habla del hotel como no-lugar en el que los huéspedes se permiten dar rienda suelta a lo prohibido. Entonces aparece una pareja de ancianos que protagoniza algo así como una versión suicida -con mucho humor negro- del fantástico prólogo de Up (Pete Docter, 2009). Tras esto, Liz -quizás el mejor personaje de la temporada- vive una historia muy relacionada con el tema principal de Hotel: la paternidad irresponsable. Liz quiere suicidarse -el nihilismo ensombrece todos los capítulos de esta entrega de AHS- pero antes desea hacer las paces con el hijo que abandonó. La trama, que podría haber sido un mero relleno en otras manos, está resuelta con sencillez y consigue emocionar, gracias sobre todo al buen hacer interpretativo de O´Hare. Pero lo más importante es que se establece al final que Liz e Iris (Kathy Bates) -impagable su vídeo de autohomenaje- se enfrentarán a la Condesa (Lady Gaga) por el control del hotel. La imagen de las dos mujeres pegando tiros a cuatro manos es explosivamente pulp.


El resto del episodio se dedica a atar cabos. Por un lado, John Lowe (Wes Bentley) abraza su naturaleza de asesino en serie y le vemos cometer el penúltimo crimen de los diez mandamientos. Pero enseguida hace las paces con Alex (Chlöe Sevigny) para darle caza a los niños convertidos en vampiros por el virus del sarampión. Esto nos regala alguno de los momentos más terroríficos del episodio, incluyendo un encuentro con Ramona Royale (Angela Bassett). Eso sí, la reconciliación con Alex tiene un precio: John se ha ganado el odio de Sally (Sarah Paulson) lo que establece otro conflicto a ser resuelto en los dos capítulos restantes.


En cuanto a la Condesa, no puedo evitar sentir que la forma en que mata a Natacha (Alexandra Daddario) mientras -paralelamente- Donovan (Matt Bomer) asesina a Rodolfo Valentino (Finn Wittrock) es bastante gratuita. Es un desenlace apresurado para una subtrama que, por otro lado, nos regaló grandes momentos, como el divertido guiño a F.W. Murnau. Tampoco parece demasiado lograda la reaparición -fantasmal- del marido asesinado Will Drake (Cheyene Jackson). Pero como he dicho antes, se trata defectos que se compensan con el despliegue de ideas, con voluntad transgresora, que nos regala AHS cada temporada.

CAPÍTULO ANTERIOR: SHE WANTS REVENGE

EL HIJO DE SAÚL (LÁZLÓ NEMES, 2015)


Película húngara ganadora de un Globo de Oro y nominada al Oscar, El hijo de Saúl se postula a obra maestra por sacrificar el plano general. ¿Qué director podría resistir la tentación de abrir el objetivo de la cámara teniendo a su disposición a numerosos actores caracterizados, vehículos de la Segunda Guerra Mundial y decorados perfectamente conseguidos?. Esa decisión narrativa, de desenfocar el horror y mantenernos pegados a la nuca y a los ojos de Saúl (Géza Röhrig), es también la de evitarnos cualquier distracción de la mayor tragedia de la historia contemporánea. Es la misma opción que hace que lo que nos cuentan sobre el Holocausto, sobre un conflicto de repercusión global, se limite a ser la historia de un hombre, un judío obligado a colaborar con los nazis en un campo de concentración. Un personaje cuya mayor virtud es darle valor a una sola muerte ante un evento deshumanizador que ha convertido la vida en algo desechable. Cuando están muriendo miles, cuando intentan sobrevivir decenas, Saúl lo arriesga todo por un solo cadáver. Ese esfuerzo inútil se justifica cuando verbaliza lo evidente: "ya estamos muertos".


En un uso soberbio del fuera de campo la claustrofóbica cámara se mantiene pegada a la nuca de Saúl durante 107 minutos en un ejercicio que resulta agotador y abrumador para el espectador. La película utiliza el montaje, sí, pero la sensación es la de un largo plano secuencia, casi en cámara subjetiva, casi como un videojuego bélico -de la saga Call of Duty o de Gears of War- por su capacidad de meternos de lleno en el horror, en primera persona. En el libro El cine según Hitchcock, el director contaba a François Truffaut que uno de sus proyectos no realizados era el de crear una historia que nos fuera llevando por el itinerario de una ciudad durante 24 horas. Algo parecido consigue El hijo de Saúl, porque con el desesperado deambular de su protagonista, nos muestra el letal engranaje de un campo de concentración en pleno funcionamiento para aniquilar la vida humana. Pocas películas pueden ser más pedagógicamente aterradoras. Todavía menos consiguen que en medio de semejante inhumanidad se puedan ver destellos de dignidad, fe y esperanza. Eso solo es posible en una obra maestra.

NARCOS -TEMPORADA 1-


La corta vida de Pablo Escobar tiene todos los ingredientes necesarios para una gran historia. Un personaje excesivo, más grande que la vida, con la capacidad de poner en jaque a un país entero. Su vida está marcada por la violencia, la muerte, el sexo, las drogas, el crimen. Por eso sorprende que la serie Narcos, nominada a los Globos de Oro, desaproveche semejante material de partida.



El gran problema es la estrategia narrativa de la serie. Demasiado ambiciosa, utiliza varios puntos de vista -narcos, policías, políticos- y aspira a tener una perspectiva histórica que abarca a dos países: Colombia y Estados Unidos. Para ello se vale de materiales documentales -informativos, imágenes de archivo- que acaban siendo el tronco del argumento de cada capítulo. Sobre esa línea narrativa se van insertando momentos dramatizados, es decir, la serie en sí. Esto es lo más original de Narcos: vemos cómo se mezclan los actores con la imagen real de las personas a las que interpretan. Esto acerca la serie al docudrama, pero constituye un lastre cuando comienzas a interesarte más en la parte documental, que en la dramática. La serie tiene carencias presupuestaria que obligan a limitar la historia a un gran porcentaje de escenas en las que vemos a dos personajes hablando en una habitación, mientras tanto, las imágenes de archivo hablan de una guerra internacional contra la droga. La ficción sale perdiendo.



Lo más fastidioso de Narcos es la voz en off -adjudicada al agente de la DEA, Steve Murphy (Boyd Holbrook)- un recurso que funciona muy bien en las similares Uno de los nuestros (Martin Scorsese, 1990) o Ciudad de Dios (Fernando Meirelles, 2002), pero que aquí resulta excesivo en algunos episodios. Demasiado bla bla bla. La narración es interesante, el problema es que casi nunca da paso a situaciones dramáticas mínimanente logradas. No se profundiza en los personajes, ni en lo que ocurre, por lo que tras tres o cuatro episodios la historia pierde intensidad. El protagonista, Murphy, tiene un arco completamente desdibujado que se plantea al inicio, se olvida durante el desarrollo y se retoma en los dos últimos episodios de la temporada. El personaje principal, Pablo Escobar, no tiene matices, no se explican sus motivaciones y se limita a mandar a matar a todo el que se le cruza en su camino. Seguramente era así en la vida real.



Pero lo peor de esta serie es que sus interpretaciones resultan deficientes, eso sí, para los que hablamos en castellano. Si tenéis oído para los acentos, descubriréis actores de todas las nacionalidades -brasileña, puertorriqueña, argentina, mexicana, colombiana- en una auténtica ensalada de diálogos que muchas veces no se entienden. La mayoría de las interpretaciones en castellano son deficientes. Wagner Moura es un buen actor, que clava el acento colombiano, pero no puede esconder que en realidad su lengua materna es el portugués. Un contratiempo que no percibe el espectador angloparlante, que lee subtítulos y al que seguramente todo suena a "español", como a la mayoría de nosotros nos cuesta identificar el acento británico del irlandés, escocés o australiano. Hay en Narcos más de un actor con un estilo interpretativo que revela una gran experiencia en culebrones latinoamericanos.



Todos estos defectos se minimizan en el que me parece el mejor episodio de la primera temporada, La catedral, que podría ser una muestra de lo que debería haber sido Narcos. La voz en off es mínima, la historia se desarrolla de forma dramática, y los dos personajes principales -por fin- evolucionan un poco. Hay además, dos estupendos secundarios interpretados por buenos actores colombianos: Christian Tappán y Orlando Valenzuela. El episodio -que continúa luego en la entrega final de la temporada- habla de temas de calado, como la corrupción que conlleva el poder ejercido a través de la violencia y cómo envilece a criminales y policías por igual.