Slice of life es un término que se refiere a cuando el autor utiliza un realismo mundano para contarnos una historia basada, muchas veces, en sus propias experiencias. En el cómic -que no solo es Superman o Tintín- estos "recuentos de la vida" tienen representantes tan importantes como Harvey Pekar, Peter Bagge, Joe Matt o Carlos Gimenéz. A esta tendencia pertenece sin duda la película El diario de una adolescente, basada en la novela gráfica homónima de Phoebe Gloeckner, editada en España por La Cúpula. Los que hayáis leído estos tebeos me entenderéis: a veces tienes la sensación de estar invadiendo la intimidad del autor. Y eso pasa en esta película con sabor a cómic underground -hay referencias a Robert Crumb, pero fundamentalmente a su pareja, Aline Kominsky, con un papel fundamental en la historia-. Las ilustraciones que hace la protagonista, Minnie -nombre en la ficción de la propia Gloeckner- saltan del papel al plano, salpicando la narración y contaminándola con la psique desbordada de la joven, interpretada por Bel Powley, joven actriz de una exhuberante belleza "fea".
Minnie es una adolescente inadaptada de 15 años que descubre cómo utilizar el sexo para autoafirmarse, siguiendo el discurso -estamos en los años setenta- que defiende su madre (Kristen Wiig) feminista -que luego no lo es tanto- y sin hacer caso al argumento conservador de su mejor amiga, que teme que un hombre "mayor" se esté aprovechando de ella. Ese hombre es nada menos que el novio de su madre, interpretado por el grandullón de Alexander Skarsgard -le recordaréis de True Blood- un tiarrón que hace todavía más evidente lo inadecuado de una relación que es presentada en pantalla con una naturalidad incómodamente sexy.

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